Advertencias: todos los personajes así como las situaciones son propiedad intelectual de George R.R. Martin.

Anywhere else but here

El vino corría por sus venas, nublando su entendimiento. Quería su corona, que dejasen de llamarle mendigo, recuperar el trono que por derecho le correspondía, incluso a su preciosa hermana. Ambos habían nacido para reinar, no para suplicar por ejércitos que le deberían pertenecer, por linaje, por su alta alcurnia, pero todo le era negado.

Años atrás había tenido que vender los últimos vestigios de quien era; la corona dorada de su madre, junto al cariño que de ella aún guardaba su memoria, el dragón tricéfalo, su emblema personal, el recuerdo de su familia extinta, para poder sobrevivir. Y no le había importado, eso le había llevado a donde estaba, sentado entre los señores de los caballos, sus futuros vasallos, aquellos quienes le devolverían su trono, su reino.

El tiempo había transcurrido pero nada había cambiado y sentía que era el momento para actuar, para demostrar la ira del dragón.

La agonía hacia brollar gritos tétricos de su boca mientras el oro fundido se derretía sobre su cabello de plata, otorgándole nuevos brillos de metal. Poco a poco fue derramándose sobre su piel, pegándose a sus labios, oprimiéndole, apresándolo. Y la corona fue tomando formas grotescas en su camino por su cuerpo, mientras lamía su tez, hasta consumirle entero, hasta convertirle en un amasijo de oro bruñido y muerte.