Personajes: Castiel x Nathaniel
Categoría: Amour Sucré
Género: Romántico.
Clasificación: Mayores de 18
Advertencias: Lemon.
Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, (lógico) sino a ChinoMiko y a Beemov.
Portada: BtRumple (Deviantart)
Este fic ya lo había subido a la página de fb "Corazón de Melón Yaoi" Espero que les guste n/n~
Terminé de archivar unos documentos que el profesor Farrés me había encargado. Ya todos habían salido de clases y, posiblemente, sólo quedaban algunos profesores, la directora, Melody y yo. No es que me desagradase quedarme un poco más de tiempo para ayudar a los docentes del instituto, al contrario, me gustaba auxiliarles… porque así llegaba más tarde a casa.
Sí. Mi hogar no era precisamente el "Dulce hogar" que la mayoría de los adolescentes tienen. Yo vivía aterrado de llegar a casa y soportar los gritos de mi padre, la doble cara de mi hermana y la indiferencia de mi madre. Si yo no hacía algo bien, el primero en involucrarse era mi padre; se hacía una furia… y no sólo se limitaba a gritos. Por eso, para mí, era mejor llegar lo más tarde posible a casa, pero con un justificante de la directora, pues de no ser así, pensarían que estoy de juerga sin permiso… y eso sólo resultaría peor.
Quería quedarme un poco más de tiempo en el instituto, pero ya no había mucho qué hacer y posiblemente la directora me diría dentro de unos minutos que podía retirarme. Esperé sentado en la sala de delegados, pues ella me había dicho que volvería dentro de poco a decirme algo. Jugué con mis manos durante un rato y, antes de que me diera cuenta, Melody preparaba sus cosas para irse. Nos despedimos y salió por la puerta. Justo después de que ella se retirase, la directora entró con una gran sonrisa.
–¡Hola, Nathaniel! –me saludó.
–Hola, directora.
Al parecer, estaba demasiado feliz. Se sentó frente a mí y suspiró.
–Mira, Nathaniel… –comenzó a hablar y dejé de jugar con mis manos para prestarle toda mi atención. –Tú eres un alumno muy responsable y siempre cumples con las expectativas –me sonrió –Sé que puedo confiar en ti y en que si te encargo algo, lo harás de la mejor manera posible –me elogió de nuevo y sonreí algo apenado –Por eso necesito que me hagas un favor, porque sé que sólo tú podrías hacerlo –por alguna razón, creí ver algo de nerviosismo en su mirada, pero asentí. Claro, si eso me quitaba horas de estadía en mi casa, mejor que mejor.
–Claro, lo que sea. –le sonreí –¿Qué necesita, directora?
–Pues, bueno, verás… –balbuceó un poco, como si no estuviese segura de lo que diría –Un alumno necesita tutorías porque si no aprueba los exámenes semestrales, no llegará a la nota necesaria y reprobará… lo cual tiene como consecuencia que perderá el año y tendrá que repetir. –me explicó. –Entonces… ¿serías tan amable de proporcionarle tutorías esta semana después de clases para que apruebe los exámenes? Yo puedo justificar las horas con tu padre. –sonrió de nuevo y me alivié. Perfecto.
–Claro, directora, no hay ningún problema –le sonreí y suspiró, algo aliviada.
Se puso de pie y se postró frente a la puerta. Me volteó a ver y suspiró.
–Gracias, Nathaniel –sonrió –No te arrepientas. –me dijo de una manera un tanto diferente… con un tono amenazador y frío.
–N-No, directora. De nada. –le contesté y se retiró de la sala de delegados.
Vaya, ¿era sólo eso? ¿Simples tutorías? Sin embargo, no comprendía el porqué de su actitud. En fin, era la directora al fin y al cabo. Siempre tenía unos humores raros.
Me quedé sentado ahí un rato. Olía a café tostado y a limpiador de ventanas. Estaba cansado, eran ya las cinco de la tarde y sería mejor que regresara a casa… con mi "dulce familia"…
Al día siguiente, martes, la directora no me dijo nada sobre el alumno que necesitaba tutorías, sólo que estaba en el mismo año que yo y que estaría en la sala B después de terminar las clases, para que yo lo encontrase ahí.
Durante el primer periodo de clases, estuve alerta y prestando atención a todo lo que decían los profesores, tomaba nota y participaba en clase; como siempre. Sin embargo, en el receso, mientras almorzaba en la sala de delegados junto a Melody, Castiel entró y me dio un justificante de ausencia. Lo tomé de mal modo y su mirada me molestó de sobremanera. Era una mirada de odio. Así como las que me lanzaba cada vez que tenía la oportunidad.
–¿Cuántos días faltaste? –le pregunté, para pasar la información a las listas de asistencia de la escuela.
–En la hoja dice, imbécil. –sonrió ligeramente de lado. Se estaba burlando de mí, el muy idiota…
No le contesté nada y se percató que la conversación había llegado a su fin. Dio media vuelta y se retiró. Cómo lo odiaba…
Y eso fue suficiente para que me arruinase el día completamente. La comida comencé a distinguirla más insípida y me distraje la mayoría del tiempo durante el segundo periodo de clases. Es que, ¿cómo era posible que me mirase con tanto odio? De cierta forma yo aún lo odiaba, pero no al grado de demostrarlo descaradamente y, técnicamente, gritarlo a los cuatro vientos. Pero, bueno, era Castiel. Aunque, de alguna manera, comenzaba a tenerle algo de celos… Él podía ser como se le pegase la gana, era transparente y no le importaba cumplir o no las expectativas de los demás; más bien las tomaba, las hacía bolita y las quemaba. Eso era algo que yo no podía permitirme. Él era libre y yo no podía serlo.
El segundo periodo de clases me pareció increíblemente molesto y soporífero. Sólo quería irme de ahí. Quizá esconderme en los vestidores y dormir un rato, aunque no era muy propio de mí ausentarme las clases. Me limité a no hacer mucho y observar detenidamente el exterior que me mostraba la ventana. No me llamaron la atención ni una sola vez, pues no era algo que sucedía a menudo. Además, los trabajos hechos ese día los podría entregar después, ya que los profesores sabían lo responsable que era y que mis humores no alteran mi estudio, a menos de que fuera algo serio. Pero, en fin, importaba poco lo que pensasen de mí los profesores. Sólo necesitaba que mi padre aprobase mi actitud, mis logros, mis acciones, mis pensamientos… todo lo que yo representaba, eran el reflejo del modelo de "hijo perfecto" que mi padre deseaba y exigía. Si no me metía en problemas, si sacaba la mejor nota de mi clase, si me estaba quieto y sumiso… todo resultaba bien. Pero a veces por cosas insignificantes para mí, se tornaba todo muy feo… Por ejemplo, después de un par de semanas del concierto, mi padre se enteró de eso… Y me molió a golpes en una esquina, mientras mi madre sólo se quedaba callada en el sillón observando, abrazándose, y mi hermana se encerraba en su cuarto a quién sabe qué. Él sabía a la perfección que ninguna parte visible debía de tocar, pues alguien o todos lo notarían… así que se limitaba a mi espalda y piernas… Era algo a lo que estaba acostumbrado…
Al terminar el segundo periodo de clases, fui a mi casillero y guardé mis cosas. De ahí tomé mi libro y mi cuaderno de matemáticas y física, además de un lápiz y una pluma. Fui primero a la cafetería para comprar algo de comer; pan de curry estaría bien. Le dije a Melody que ese día podía irse temprano, pues yo estaría ocupado y sin mi supervisión no había mucho que pudiera hacer.
Caminé por los pasillos y me encontré a Sucrette hablando con Lysandro, aunque no quise prestar atención, alcancé a escuchar algo de Castiel. Quizá sobre su regreso al colegio. Con todo el asunto de –la bruja –Debrah, se complicó su estadía en el instituto. Había faltado bastantes días a clases. Pero, bueno, a mí qué me importaba. Seguí caminando y distinguí la sala A vacía, al igual que la mayoría de las demás. Al llegar a la sala B, los libros dieron un resbalón, por lo que supuse que no soportarían mucho sobre mi mano, ya que con la otra sostenía mi pan de curry. Abrí rápido la puerta y, al entrar, se cayeron mis libros. Pero no porque mi mano resbalara… más bien, los dejé caer al ver quién era a quien tenía que darle tutorías. Exactamente… Castiel estaba sentado en uno de los pupitres de en medio de la sala, me observó con los ojos más abiertos de lo normal y permanecimos en silencio unos cuantos segundos que parecieron horas.
–¡¿ERES TÚ?! –gritamos los dos al mismo tiempo. Castiel se puso de pie mientras lo decía y yo me llevé una mano a la cabeza.
–¡No me jodas! ¡No aceptaré que seas tú quien me enseñe! –gritó realmente molesto –¡Me largo de aquí!
Castiel guardó sus cosas y avanzó unos pasos pero al ver que me interponía entre él y la salida bufó irritado.
–Quítate, delegado imbécil –me gruñó.
–Si no apruebas los exámenes perderás el año. –le expliqué y su rostro pareció distorsionarse un poco. Como si su enojo hubiese bajado sólo un poco –Créeme que a mí no me agrada, pero tengo que hacerlo –le dije y bufó mientras rodaba los ojos –Si de verdad piensas que tú solo puedes aprobar todos los exámenes con una alta calificación y así no reprobar ni repetir el año, entonces vete. –le dije serio y me aparté de la puerta.
Castiel me vio con una mirada asesina. Como si quisiese estrangularme en ese preciso momento, bufó y se retiró de la sala hecho una furia. Suspiré algo cansado. Recogí los libros y cuadernos que había dejado caer y me senté en uno de los pupitres de enfrente y dejé mis cosas en el de al lado, mientras comía mi pan de curry. Últimamente me gustaba ver por la ventana, me tranquilizaba un poco… ¿Por qué Castiel se comportaba tan hostil incluso cuando trataba de ayudarle? De verdad era idiota. ¿Por qué no podía olvidarse de todo? Porque, para comenzar, fue él quien le creyó a Debrah y no a mí, quien decía la verdad… Pero, bueno, ya no importaba, de cualquier forma, siempre habíamos sido completamente diferentes uno del otro. Como blanco y negro, agua y aceite… Y pensar que de pequeños nos llevábamos bien. En fin, las cosas cambian con el tiempo… Pero aunque yo aceptase que Castiel fuera así, no dejaba de dolerme un poco el pecho… Era como… haberme arrebatado algo de mí.
Escuché un ruido brusco y volteé a ver el pupitre de al lado. Era Castiel, con un semblante molesto en su rostro. Lo miré con los ojos muy abiertos y luego sonreí.
–¿Así que te tragaste tu orgullo? –le sonreí.
–No hagas que me arrepienta, idiota. –me contestó.
Se sentó a mi lado y cruzó sus brazos.
–De acuerdo –dije al terminar de comer –¿Qué materia se te dificulta más? ¿Física o matemáticas?
–¿No es lo mismo? –cuestionó con enojo.
Suspiré.
–Comencemos con matemáticas, entonces…
Repasé los ejercicios de inicio de semestre y se los expliqué de la manera más sencilla que pude. Le di una hoja con algunos ejercicios y, en menos de 10 minutos, los resolvió todos… correctamente. Me quedé viendo la hoja contestada, como si fuese un fantasma… ¿Se suponía que Castiel lo había entendido tan rápido? Parpadeé un para de veces y luego continué explicandole el siguiente tema. Cada vez que le daba una hoja con ejercicios que debía hacer, los terminaba en un parpadeo de ojos, además, todos correctamente… Estaba flipando; él incluso era más rápido contestando que yo. Y posiblemente los entendía mejor que yo… Me le quede viendo alucinando, de verdad no lo creía…
–¿Qué me miras? –gruñó.
–¿Cómo puedes reprobar matemáticas? –le pregunté.
–Me duermo en clase –bufó.
–Ah… –susurré y luego continué con el repaso.
En poco más de una hora, terminamos de ver todos los temas del semestre. Le miré sorprendido. Quién diría que eso resultaría tan bien…
–Creo que eso es todo de matemáticas, pero aun así, te daré unos cuantos ejercicios para que los hagas después. –le dije, mientras tomaba unas hojas de mi cuaderno y comenzaba a escribir los ejercicios.
–¿En serio me dejarás tarea? –bufó.
–Bueno, sí, puede que se te olvide después… aunque fue impresionante que supieses responderlos todos…
–Eso es porque tú enseñas muy bien… –me dijo y volteé a verlo algo en shock… Su expresión era un claro "La cagué", pero luego la cambió y sonrió de lado –Típico del delegado lamesuelas. –rio y bufé.
Cuando hube terminado de escribir todos los ejercicios, los cuales eran bastantes, se los entregué a Castiel. Él mi miró con cierta molestia por dejarle "tarea" pero no dijo nada.
–¿Qué materia necesitas repasar? Para hacer una pequeña guía…
–Literatura, historia, inglés, anatomía… –susurró. –Te recuerdo que estoy por reprobar casi todas. Sólo en paraescolar tengo buena nota. –me explicó y suspiré.
–De acuerdo, podemos estudiar mañana literatura e inglés, el jueves historia y el viernes anatomía.
–¿Por qué el mismo día literatura e inglés?
–Porque no es mucho, en cambio, historia y anatomía son muy extensos.
–De acuerdo –bufó.
–Entonces, continuemos con física –le dije y cruzó sus brazos.
Se acercó a mí un poco para ver mejor mi cuaderno y no pude evitar sentir algo de nervios. Castiel se estaba comportando diferente… no tan hostil…
Hice exactamente lo mismo con el repaso de física que con el de matemáticas. Incluso hice casi la misma cantidad de ejercicios para que Castiel los contestase… de igual manera que en matemáticas; rápidamente y todos correctos…
–¿Quién eres tú y qué has hecho con Castiel? –le pregunté algo cohibido por ver sus respuestas correctas. Ni un solo error, en tiempo record…
–Que repruebe no quiere decir que soy idiota –bufó molesto.
Me quedé en silencio y continué escribiendo ejercicios para que los repasase en casa. Estaban por ser las cuatro y media. Castiel comenzaba a bostezar y, al decirle que eso era todo, se puso de pie, recogió sus cosas y se retiró de la sala. Ni siquiera se despidió de mí, el muy desconsiderado… todavía que estaba ayudándolo a no reprobar…
Junté mis cosas luego de estar ahí sentado un rato. De camino a casa alimenté a los gatos de la calle al lado de la panadería. Y, al llegar a mi "dulce hogar", me sorprendió que los gritos no se hicieran presentes. Con prisa, subí a mi habitación luego de dar un simple "Ya llegué". Me encerré en mi pieza y me acosté. Terminé de leer una novela que tenía inconclusa y, al pasar de las nueve de la noche, me dormí.
Espero que les haya gustado! Review? n_n~
