Derechos:Trama y algunos personajes sí son míos, por lo que me reservo su uso. Lo demás, ya saben de quién es y que no gano nada con usarlo.

Advertencia: el presente fanfic insinúa detalles que no siguen el canon, debido a que está ligado a la Saga HHP (iniciada antes de la publicación de HP6 y HP7); además, varios puntos fueron creados antes de las últimas revelaciones respecto a los Potter. Por lo tanto, no se aceptan reclamos por la presencia y/o ausencia de personajes y situación que Rowling jamás escribió.

Este fanficparticipa en el tópico "¡Feliz cumpleaños!" del foro "La Noble y Ancestral Casa de los Black".

Para Nicole Cold, con mucho cariño. Que cumplas muchos años más, Nicole, y muchas gracias por darme la excusa para desarrollar esto, considerado "historia fantasma" en el universo de mi saga.


Prefacio.

Diciembre de 1977.

En Mould–on–the–World, la nieve había caído un poco antes de tiempo. Por lo general, era hasta el final del año que todo se teñía de blanco.

Las casas ya lucían adornos navideños; sin embargo, cualquiera se olvidaba de eso cuando iba al cementerio local, sobre todo a una sección apartada de la entrada principal.

Una figura delgada se dirigía a paso lento hacia unas lápidas de mármol tan blanco que, a su alrededor, la nieve del suelo lucía algo gris.

Las lápidas eran prácticamente nuevas, el recién llegado lo sabía perfectamente. Había decidido hacer aquel viaje en solitario, ya que sentía que se los debía. Si sus padres o su mejor amigo se enteraban, querrían matarlo, pero no importaba en ese momento.

Leyó las palabras en las lápidas, escritas en color dorado, deseando que aquello fuera una pesadilla cruel, a sabiendas de que no lo era. ¿Por qué ellos, si no hacían daño a nadie? ¿Sería por su primo, el auror? ¿O porque siendo sangre limpia, ninguno de ellos apoyó a esos enfermos? Quizá jamás sabría la verdadera respuesta.

—Lo lamento tanto…

El susurro apenas se escuchó cuando salió de la boca de James Potter, aunque de nada habría servido. Se había asegurado de no toparse con nadie.

—Ayudaré a parar esto en todo lo que pueda.

Los ojos casi le quemaban, de tanto que contenía las lágrimas, al tiempo que volvía a repasar los nombres de los allí sepultados.

—Y si he de morir, será como ustedes.

Eso sonaba a juramento; de hecho, lo era. James estaba prometiendo seguir un camino que, probablemente, lo llevaría a una tumba muy similar a aquellas que contemplaba. No pensaba con claridad, no completamente, pero sabía que eso iba a hacer. Sentía que se lo debía a las personas que estaban bajo tierra.

Ellos merecían ser honrados y se aseguraría de no olvidarlos.

Charlus Potter.

Dorea Potter.

Darius Potter.

Meghan Potter.

Marius Potter.

—&—

Bienvenidos sean a lo que, espero, no le parezca muy raro a nadie.

Antes de las grandes (sarcasmo mil) revelaciones de JK sobre los Potter, yo ya daba por hecho que Charlus y Dorea no eran los padres de James; por lo tanto, había creado mi propio canon mental sobre quiénes eran Charlus, Dorea y su "único hijo". De eso se deriva el presente fanfic, que pese a no seguir el canon dictado por JK, espero que les llegue a gustar, sobre todo a la chica del cumpleaños.

Cuídense mucho y nos leemos en el siguiente episodio.