Furia
.
.
.
Prólogo
.
.
.
"Ya habiendo alcanzado un estado de semi neutralidad puedo vislumbrar el infinito casi en su totalidad. ¿Por qué no me di cuenta antes? Soy la única que siempre tuvo acceso a él, aún así lo ignoré y acabé con lo que era más preciado para mi, mas lo que nos separaba desde el principio no fueron los prejuicios, tampoco la diferencia de edad. Fue algo mucho más peligroso:
fue la verdad..."
.
.
.
Un año.
Un año.
Un año.
Y la magia se esfumó.
Estaba sudorosa, agitada, aterrada, mirando la oscuridad. ¿Desde hace cuánto? No estaba segura. ¿Debería hacer trampa? No. Tenía que olvidarse de aquello aunque fuera difícil. Se repitió a sí misma que debía arrancarse aquella tentación infausta de su ser. Sin embargo... ¿Qué era lo que le estaba pasando a ella?
¿Qué era lo que le estaba pasando a él?
Se puso en posición fetal y miró su amplia espalda.
En realidad no lo veía.
Pero ahí estaba. Quiso tocarlo. Como muchas otras veces. Como aquellas veces que había podido hacerlo para sumergirse en los indecibles sentimientos que ambos se habían profesado. Y sí. Ella no había tenido que hacer trampa para saberlo, porque no lo necesitaba, porque el afecto saltaba a la vista, se sentía; tan evidente era que ella estaba segura de que había tomado la decisión correcta.
Ahora ya no estaba segura.
¿Era eso?
No.
O tal vez sí.
Lo que sentía por él era equivalente al universo mismo. Morir por él era muy poco en comparación con lo que en realidad estaba dispuesta hacer. Sacrificar su existencia entera, su propia esencia... sacrificar el mismísimo universo.
Sacrificarlo a él mismo por él mismo.
Eso. Eso era lo que había estado dispuesta a hacer por él. Y aún estaba dispuesta a hacerlo. Pero algo no encajaba ahora. Algo no estaba bien.
Su respiración aún estaba agitada. El miedo acerca de lo que no recordaba sacudía cada una de sus celulas. Sabía que aquello no había sido un sueño, sino la más aterradora de las pesadillas.
Y no podía recordarla.
¿No era mejor así? Sí. ¿Entonces por qué deseaba tanto recordar? ¿Por qué la idea de hacer trampa resultaba tan tentadora las últimas semanas? El intercambio había sido inexorable, se suponía que era equivalente, entonces no necesitaba de aquel poder monstruoso. Se suponía que jamás lo iba a querer usar. ¿Y por qué desearlo si ella se sentía plena? Las necesidades dañinas solo se concebían cuando uno era miserable. Y ella no lo era. No. No podía serlo.
Llevó una mano hacia la imponente espalda de quien yacía a su lado. Quería tocarlo, quería abrazarlo. Quería que fuera como antes. Quería desearlo.
Pero ya no lo deseaba.
Y sin embargo, ella aún estaba dispuesta a darlo todo por él.
¿Entonces por qué...?
Las lágrimas surcaron sus ojos en un silencio ahogado. Su mano cayó antes de poder tocarlo. Aquello no era la espalda de su amado.
Era un muro.
.
.
.
Nota del autor: Ha pasado como un año desde que terminé Tribulaciones. Y al fin me he animado a hacer esta secuela. Como dije en el último capítulo de la primera historia: la historia de Tribulaciones tranquilamente pudo haber terminado en el capítulo 32, sin embargo, esta segunda parte es algo que no podía dejar de escribir. Hace demasiado que rondaba por mi mente y la escribo más que nada por mi, porque simplemente no puedo no hacerlo. Así que a los que decidan darle una oportunidad a Furia les estaré eternamente agradecida.
Muchas gracias por leer.
