Este one-shot toma lugar en el universo de LÑQVS ;)

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2 de Mayo, 1998

La adolescente dejó escapar una sarta de maldiciones al ver que, en efecto, se acababa de romper otra uña. Sin detenerse para limpiarse la tierra de las manos, continuó cavando. No podía creer lo que estaba haciendo, pero se lo debía, era lo mínimo que podía hacer después de todo lo que había sucedido.

Daphne Greengrass nunca esperó mucho de su vida. Desde que nació, supo que lo único que le traería algo de libertad, aunque fuera solo una pequeña muestra, sería ir a Hogwarts, el colegio de magia y hechicería. A lo único que podía aspirar en ese lugar era a respirar tranquila por algunos años antes de que dicha libertad llegara a un amargo fin. Sabía que, una vez cursado su último año (o incluso antes, si la oferta era demasiado atractiva), lo primero que sus padres harían sería casarla con un hombre de sangre pura y adinerado, y una vez casada lo único que se esperaría de ella sería darle a dicho hombre al menos un heredero.

Sí tenía las agallas suficientes, intentaría tomar una página del libro de la señorita Zabini y lo envenenaría, pero a pesar de todo, no era una asesina, o al menos eso le gustaba creer.

Incluso antes de llegar a Hogwarts, Daphne decidió revelarse contra sus padres, causando escándalo tras escándalo, tirando berrinche tras berrinche y sin rendirse, sin importar cuantas veces la hicieron arrodillarse sobre maíz.

Una vez llegó a Hogwarts, donde sus padres no podían tocarla, no dudó en soltar a la bestia.

Pero sabía que eso no duraría, y que eventualmente, su tiempo acabaría y tendría que volver a la cruda realidad.

Era aterrador. Su vida, por miserable que fuera a ser, ya estaba planeada y sellada a fuego, y estaba haciendo paz con el hecho cuando la guerra se desató. Por un momento, quiso creer que definitivamente sería libre, pero mientras se detenía para quitarse el sudor de la frente y acomodarse el cabello de nuevo, se sintió aliviada por no sucumbir ante sus esperanzas. De esa manera, no dolía tanto.

Daphne Greengrass nunca esperó mucho de su vida, y ciertamente nunca esperó allanar un cementerio mientras el sol asomaba en el horizonte.

Ciertamente, nunca esperó estar cavando una tumba al estilo muggle.

Y ciertamente, nunca esperó estar cavando esa tumba para su mejor amiga.

Apretó la mandíbula con tal fuerza que sintió como algunas de sus muelas parecían aflojarse sobre la carne, y continuó con la labor, ignorando el dolor en sus manos y los gritos de sus brazos, acostumbrados a no hacer nada.

A su lado, Theo tenía una expresión similar a la suya, y cada pocos segundos miraba hacia el costado, donde Tracey descansaba junto a un bulto blanco.

Daphne notó la tela que envolvía al cuerpo y preguntó:

-¿De dónde sacaste eso?

Tracey se acomodó. Utilizó un encantamiento para su pierna, y aunque efectivo, esta curaba lentamente. La rubia sospechaba que habían utilizado magia oscura para lastimarla.

-Me metí a la capilla mientras ustedes cavaban. Esto fue lo mejor que encontré-dijo con pena, entrelazando unas flores que hizo aparecer con magia.

Daphne asintió a modo seco y continuó cavando, sin atreverse a mirar al bulto blanco ni a la tumba a su izquierda. Consideró hacer un agujero lo suficientemente grande, en caso de que encontraran al otro, pero Theo, con pesar, le dijó que probablemente no habría cuerpo que enterrar cuando los mortífagos terminaran con él.

-De seguro se lo dará de cena a esa serpiente asquerosa-pensó, sintiendo como las lágrimas se acumulaban en sus ojos.

Era un pequeño alivio, una pequeña victoria para ella, haber rescatado el cuerpo de su amiga. Prefería morir a dejar que lo profanaran.

Miró alrededor. No faltaba mucho para que la gente del Valle de Godric se levantara, y les tenía envidia. A salvo en sus camas, no tenían idea de que el mundo acababa de terminar.

Quería finalizar su tarea antes de que las puertas del cementerio se abrieran, pues no tenía la energía suficiente para borrarle la memoria a un gran grupo de gente.

-¿Crees que esto bastará?-le preguntó a Theo, pero sin dejar de trabajar.

No tenía idea de cómo había aguantado tanto. Tal vez era su dolor el que le hacía seguir, su vergüenza, su odio; no estaba segura, pero se alimentaba de el, porque parecía ser lo único que le quedaba.

Theo hizo la pala a un lado y trepó fuera del agujero. Ladeó la cabeza, observando la tierra.

-Solo un poco más-dijo, dejándose caer dentro una vez más.

Daphne cavó con más ahínco, ansiosa por obtener su venganza.

No era justo. La vida daba asco y no era justo.

Supuso que ya no podía volver con su familia, y solo podía esperar que Astoria fuera lo suficientemente inteligente como para jurar lealtad al Innombrable y mantenerse fuera de su camino. No podía esperar valentía y rebeldía de su hermana, pero sí podía esperar supervivencia.

Pensó en Draco Malfoy, y se juró que si lo volvía a ver, lo mataría ella misma. Lo traería ante la vieja casa de los Potter para que viera que clase de gente apoyaba, lo traería ante la tumba para mostrarle lo que no hizo, y luego le haría rogar por muerte, de la misma manera que sabía Morgan rogó por su ayuda aquella tarde en la mansión Malfoy.

Un gruñido se abrió paso por su pecho, y enterró la pala robada con más fuerza. Sus manos ya no dolían, y sus brazos tampoco.

-¿Daph? ¡Daphne!

-¡¿QUÉ?!

Levantó la vista. Theo y Tracey la miraban desde sus lugares, el primero con consternación y la segunda con algo de miedo.

-Ya es suficiente. Vamos, te ayudo a salir-le dijo el chico con delicadeza, quitándole la pala de las manos.

El castaño sacó las palas primero y luego se inclinó, ofreciendo sus manos como escalón. Daphne apoyó un pie y salió con facilidad, volteando enseguida para ofrecerle una mano.

Tragó con dificultad, para luego levantarse y acercarse al bulto.

Movió la tela, descubriendo el pálido rostro de Morgana Potter. Tenía los ojos cerrados, y uno pensaría que simplemente estaba durmiendo.

Abrió la boca para decirle que despertara, que estarían tarde para clase, pero al darse cuenta de lo que iba a hacer, un sollozo roto salió en su lugar.

Se cubrió la boca pero eso no hizo nada para amortiguar el sonido. Se inclinó sobre sí misma, mirando alrededor como si esperara que ese cuerpo fuera falso, y la verdadera Morgan apareciera detrás de algún árbol, con su sonrisa serena y sus ojos verdes carentes de prejuicios.

A su lado, notó que Tracey también comenzó a llorar, y estiró una mano en su dirección. Daphne la tomó y le dio un apretón, estirando la otra ciegamente y tomando la de Theo, quien se arrodilló a su lado, también presa del llanto.

Los tres lloraron alrededor del cuerpo, no queriendo creer que de verdad estaba muerta, e intentando al mismo tiempo convencerse de que sí lo estaba.

Theo se inclinó y abrazó al frío cadáver, y pronto, Daphne se inclinó sobre él.

-La quiero de regreso-lloró Tracey, abrazándose las piernas contra el pecho y mirando sin atreverse a acercarse.

-Yo también-le respondió el chico, alejándose del cadáver. Le acarició el cabello y la miró de la única manera que uno puede mirar al amigo que lo deja prematuramente.

Escuchó pasos, y luego la voz de Aberforth Dumbledore.

-Encontré esto, por si quieren darle una lápida-dijo con tono suave, dejando una roca junto a Theo.

El chico asintió y le dio las gracias nuevamente.

-Daph-le sacudió el hombro con gentileza -, Daph tenemos que apresurarnos.

-No-lloró ella, aferrándose a Morgan con más fuerza.

Cuando Theo volvió a hablar, le temblaba la voz:

-Tenemos que seguir, Daphne. Tenemos que seguir por ella.

-No quiero- se rehusó, forcejeando cuando la tomó de los brazos y la alejó, acunándola contra su pecho quiero.

Dumbledore se agachó, murmuró una plegaria en latín, y le tocó el cabello, para luego volver a cubrir su rostro.

Daphne intentó memorizar sus facciones tan rápido como pudo. La sutileza de sus pómulos, la suave curva de su nariz, la forma de sus ojos, pero en el fondo sabía que era en vano. Con el tiempo, la olvidaría. Con el tiempo, no recordaría el sonido de su voz, ni el de su risa, ni su toque delicado al despertarla al final de una clase.

Se aferró a Theo con fuerza.

-Theo-le dijo, cerrando sus manos en puños, arrugando su ropa -,Theo, no puedo respirar, no puedo respirar.

-Shh-intentó tranquilizarla el castaño, soltándola suavemente.

-No, no-le rogó, no queriendo estar sola.

-Solo voy a ayudar a colocarla.

Daphne miró al cuerpo envuelto y luego al hoyo en la tierra y negó.

-No. Yo lo haré.

Gateó hasta el cuerpo y la tomó de los pies, arrastrándola con ella hacia el hoyo. Casi no podía ver, pero respiró por la boca y continuó. Ella prometió enterrarla junto a sus padres, ella lo haría.

A ciegas, se dejó caer dentro del hoyo y sólo entonces aceptó la ayuda de Theo, quien le ofreció el cuerpo.

-¿Segura que puedes?

Ella asintió en silencio, tragándose sus penas, y flexionó las piernas al recibir el peso. Intentó depositarla sobre la tierra con delicadeza, y otro sollozo se le escapó al caer en la cuenta de que esta estaba fría, y de que algunas lombrices sobresalían de las paredes de tierra.

No quería dejarla ahí, para que se pudriera sola y fuera devorada por gusanos.

-Daphne-llamó Tracey, quien se había acercado con la ayuda del anciano.

Tenía cosas que hacer. Aceptó la mano de Theo y volvió a salir.

Aberforth sacó su varita, y la rubia lo miró de manera amenazadora.

-Nada de magia, viejo acabado-le espetó.

Él le dio una mirada rápida.

-Es un encantamiento para que su cuerpo no sea robado-le dijo.

¿Robar su cuerpo? Daphne miró abajo y se mordió el labio. ¿Quién haría algo así, y para qué?

Se sintió estúpida ante su pregunta.

-De acuerdo.

Aberforth comenzó a enunciar un encantamiento. Daphne no reconocía muchas de las palabras, pero debía ser magia antigua.

De la varita del hombre salieron chispas doradas, y un manto semitransparente del mismo color cubrió no sólo el lugar de descanso de Morgan, sino que también el de James y Lily Potter.

Sin pensar mucho en ello, tomó la pala y la enterró en el montón de tierra, para echar el contenido dentro del hoyo. El anciano tomó la otra, y Daphne le dio una fugaz mirada de sorpresa pero no dijo nada. Theo comenzó a echar la tierra con las mano, e incluso Tracey ayudó como pudo.

Más rápido de lo que la rubia creyó capaz, cubrieron el cuerpo de Morgan, y Daphne vió como el labio inferior de Tracey temblaba, no siendo capaz de ver el cuerpo.

Daphne tomó la piedra en silencio y se la quedó viendo. ¿Qué podía escribir en ella?

Morgana Lily Potter.

31 de Julio, 1980- 2 de Mayo, 1998

Amada hija y amiga.

"Las estrellas fugaces brillan con fuerza,

nos llenan de esperanza,

y desaparecen demasiado pronto."

Le mostró la inscripción a sus amigos. Tracey sonrió levemente y asintió, limpiándose las lágrimas. Theo no se molestó en quitarselas.

-Es un pensamiento muy dulce, Daph-elogió la chica.

-Sí. Sí Morgan estuviera aquí, te preguntaría si tienes fiebre-intentó bromear Theo, y Daphne descubrió que el dolor de su pecho se alivió por un instante, y casi sonrió.

-Sí, se asustaría un poco-concordó.

Tuvieron que usar un encantamiento para fijar la roca al lugar, y una vez hecho, se alejaron para observar a Tracey, quien con esfuerzo se agachó, susurró algunas palabras que no escucharon, y depositó una pequeña corona de flores ante la nueva tumba.

-Yo no se que decir-admitió Theo con pena, sacando un pañuelo de seda para limpiarse el rostro.

-No tienes que decir nada-le tranquilizó Tracey, levantándose -; Morgan lo sabe.

El chico asintió y le ofreció un brazo, el cual la castaña aceptó. Observaron la tumba una vez más y armándose de valor, voltearon.

-¿Ya está?- Se preguntó Daphne. Así como así, ya había acabado.

-Me gustaría tener un momento-dijo con gran fuerza.

Nadie le respondió, pero sintió como se alejaban los pasos.

Jugueteó con su varita, y no pudo evitar desear haber encontrado la de Morgan, y así enterrarla con ella.

¿Qué podía decirle? No era como si fuera a escucharla, pero la rubia tenía algunas cosas que quitarse del pecho.

-¿Sabes? Durante nuestro primer semestre en Hogwarts no me agradaste mucho, y me parece que el sentimiento era mutuo-sonrió, recordando su primer banquete en el colegio, donde Morgan no parecía creer que pudiera comer todo lo que quisiera. No fue hasta un par de años más tarde que aprendió la razón -, pero un día me encontraste llorando en el baño porque extrañaba mi casa, y en lugar de reírte me ayudaste a lavarme el rostro y me dijiste que no tenía que sentir pena por extrañar.

Se quitó las lágrimas del rostro con aires frustrados.

-Cuando el resto de la casa comenzó a conocerme como la fácil del colegio, tú no te fuiste ni me juzgaste-rió -¿Recuerdas cómo hiciste que Pansy Parkinson flotara de cabeza en medio de la sala común? Fue genial, y creo que también fue la única vez que te enfrentaste a ella.

De verdad voy a extrañarte,...bueno, ya te he estado extrañando por un rato-miró al nombre en la tumba que a donde quiera que vayas, conozcas a un chico sexy que te de vuelta el mundo, y que de verdad te merezca.

Volvió a mirar a su varita.

Prometo seguir peleando. Por tí, incluso por ese idiota hermano tuyo y…-miró a la tumba de James y Lily -y por todos los que han perdido a alguien por la guerra-asintió a la tumba de los Potter- Supongo que ahora sí pueden estar juntos.

Se le volvieron a nublar los ojos, y por un momento se preguntó si algún día cesaría su llanto.

-¡Merlín! ¡Eres tan estúpida! ¡¿Por qué fuiste, Morgan?! ¡¿Eh?! ¡¿Cómo pudiste dejarnos?!-le gritó- ¡¿Cómo puedes ser tan egoísta?! ¡Me dejaste! ¡Nos dejaste a todos y no es justo! ¡Quiero que vuelvas! ¡VUELVE AHORA!

Pegó el pie contra el suelo y continuó llorando.

Estaba acostumbrada a obtener lo que quería, y era difícil ser negada por primera vez.

-De verdad te amo, imbécil-le dijo í decírtelo, y espero que lo supieras.

Miró detrás de sí. Theo, Tracey y el anciano esperaban a varios metros.

-Volveré a verte cuando pueda, y cuando arregle este desastre, vendré a alardear.

Miró ambas lápidas y respiró hondo.

-¿Morgan? ...Gracias, por todo, y lo lamento.

Decidiendo que era mejor irse antes de que las puertas abrieran, se guardó la varita, se limpió las lágrimas, tragó sus sentimientos y volteó.

Comenzó a caminar, por primera vez en su vida, con un propósito que valía la pena.


Hasta ese momento, Daphne no conoció el hambre. Habían pasado casi dos días desde que abandonaron el cementerio y tomaron refugio en la casa abandonada de los Potter. El anciano colocó unos encantamientos escudos para que los muggles no notaran su presencia ni para que allanaran el lugar, y se quedaron en ese lugar por varios días, esperando a recibir noticias de otros sobrevivientes.

Daphne se sentó en un viejo sofá lleno de polvo mientras Theo recorría la casa en busca de mantas.

La rubia se volteó hacia la castaña.

-Tienes que dejar que vea tu herida-le pidió, estirándose a por su pierna.

Tracey intentó alejarse, pero la mirada cansada de la rubia le hizo rendirse, y permitió que le examinara la herida. Observó, temerosa y desconfiada, como Daphne mascullaba un hechizo para limpiar la venda y la zona afectada, para luego volver a envolverle la pierna. No era personal, pero todos sabían que Daphne no tenía madera de enfermera.

Se sentaron en silencio por varios minutos, esperando a que Theo y el anciano regresaran. Daphne quería recorrer la casa, o al menos lo que quedaba de ella. Quería ver si todavía quedaban fotos en algún muro, quería saber cómo era la habitación de Morgan, y sí tuvo una propia o compartía con Harry.

Un maullido le llamó la atención, y vio como un gato viejo se acercaba. Era un siamés, y definitivamente debió conocer mejores días. Tenía los ojos algo enfermos, y no apoyaba el peso sobre una pata. Volvió a maullar, y Daphne le ofreció su mano.

El felino se acercó y olfateó, para luego emitir un sonido prolongado y roto, casi como un llanto.

-¿Crees que le duela algo?-preguntó Tracey, observando al animal. La castaña prefería a las personas.

-Tendrás una respuesta más corta si preguntas que no le duele-respondió, ojeando al animal apestado.

El gato maulló de nuevo y se dio media vuelta, caminando en dirección de un angosto pasillo. A medio camino, se detuvo a llamarla de nuevo.

-Creo que quiere que lo sigas, Daph.

Desganada, Daphne se levantó y fue detrás del bicho apestado, que resumió su andar al ver que era seguido. La condujo por el pasillo y dobló en una puerta a su izquierda. La Slytherin lo siguió, notando que había llegado a la cocina.

-Dime que este lugar está lleno de comida fresca-pidió, viendo como el gato la miraba desde abajo como si ella fuera la molesta.

Daphne se lo había dicho a Morgan varias veces: los gatos tienen cara de perras traicioneras.

La pelirroja solía reír, para luego levantar a Artemisa al nivel de su rostro y comenzar a hablarle como si fuera un bebé. Daphne nunca entendería como esa gata se prestaba para esa clase de juegos; si alguien le hablaba así, les daría una bofetada.

El gato volvió a maullar, congelado en su lugar, y Daphne se acercó.

-Por favor, dime que ahí no hay más bocas que alimentar-le amenazó mientras se acercaba verdad no estoy de humor para asesinar gatos bebés.

Miró debajo de la encimera, dentro del pequeño armario, y vio un trozo de tela rosa. Con el ceño fruncido, lo tomó y lo golpeó con la mano, quitándole tanto polvo como pudo.

"La favorita de papá" Leía el babero, las elegantes letras blancas bordadas a mano, y debajo un ciervo adulto y uno bebé.

Daphne observó el babero. ¿Acaso le había pertenecido a Morgan?

Volvió a mirar al gato, que por alguna razón parecía más viejo e inteligente que solo unos segundos atrás.

-Morgan dijo que Hagrid la encontró en la cocina con un gato-susurró para sí misma.

El bicharrajo volvió a maullar, y conteniendo las lágrimas, Daphne lo tomó en brazos.

Volvió a la polvorienta sala, notando que Theo y Dumbledore habían regresado. El chico estaba arrodillado junto a Tracey, mostrándole un objeto rectangular. Ambos se turnaban para darle golpecitos con sus varitas mientras le giraban una pequeña rueda que tenía en el costado.

-¿Qué es eso?-preguntó Dumbledore, asintiendo en dirección del viejo felino.

-Daphne, déjalo en el suelo. Debe de tener de todo-le urgió Tracey.

-¿Qué están haciendo?-preguntó, tomando asiento junto a la castaña.

Theo se quedó mirando al gato por un segundo, pero no hizo preguntas.

-Esto es una radio. Queremos saber si hay miembros de la Orden del Fénix con vida.

-¿Y para qué sirve la rado?

-Radio-le corrigió Tracey con gentileza í dieron noticias los últimos meses. Aparentemente, hay una palabra clave, pero no sabemos cual es.

-Ni si alguien sigue vivo.

La vieja sala se sumió en un silencio de ultratumba, pero Daphne no logró sentirse culpable por ello. Se acomodó en el sofá, acurrucándose sobre sí misma con el gato todavía en brazos.

Theo y Tracey volvieron a su tarea, golpeando la radio con las varitas y recitando palabras al azar, mientras Dumbledore usaba un encantamiento para desempolvar las mantas.

Daphne no se movió de su lugar, observando un punto en la pared donde debía haber habido una fotografía. El lugar parecía haber estado llena de ellas, pues podía ver varios clavos oxidados y agujeros donde estos ya no estaban. Se preguntó quién se las habría llevado.

Desvió la vista hacia la derecha, donde podía ver los pies de las escaleras que daban al segundo piso. No iba a subir, ni el mismo Merlín la convencería de hacerlo. Sus ojos recorrieron la estancia, preguntándose cuál era el punto en el que James Potter fue asesinado. Debió haber sido en ese lugar, sí Morgan fue encontrada en la cocina, y Harry en su habitación.

Se preguntó cómo debió sentirse el padre de los mellizos, enfrentándose al Innombrable sin su varita, sabiendo que iba a perder, sabiendo que ese monstruo alcanzaría a su esposa e hijo.

Tragó con fuerza, pero eso no le ayudó a respirar mejor. ¿Qué habría pasado si él hubiera escuchado a Morgan debajo de esa vieja mesada? ¿La habría matado antes de dirigirse arriba? Probablemente; él no era de los que perdonaban una vida solo por ser insignificante.

Se recostó, observando el despejado cielo azul. Un pájaro sobrevoló la casa, ignorante a los intrusos dentro, y Daphne sintió el enojo contra el cielo aumentando. ¿Cómo se atrevía a mostrarse así cuando el mundo a su alrededor acababa de derrumbarse? ¿Cómo se atrevía el sol a brillar en un día tan oscuro?

Una lágrima cayó por su sien, perdiéndose en su sucio cabello, pero no se movió, tiesa como una estatua.

El día pasó, eventualmente, con una lentitud tortuosa. Alguien, probablemente Theo, colocó una de las mantas sobre su cuerpo, pero Daphne no reaccionó.

Otro día pasó. Daphne solo se levantaba para ir al abandonado baño, o para recorrer la sala cuando sus piernas se entumecían. El gato se había aburrido de sus brazos, y descansaba junto a Theo, quien de a poco, lo iba curando de un mal y otro.

Más de una vez se encontró a los pies de las escaleras, pero no subió.

Tenía hambre. No comía nada desde la cena, la noche en que los mellizos regresaron al castillo. De eso hacía tres días, o tal vez más. No estaba contando.

No podían conjurar comida, era simplemente imposible, y no se atrevían a salir, por miedo a que la gente equivocada los viera.

Las múltiples conversaciones que escucharon en las calles durante el primer día se habían apagado, y la rubia se preguntaba si los habitantes del Valle estaban tomando refugio en sus casas. El Innombrable no desperdiciaría su tiempo, eso era seguro, y no sería una sorpresa enterarse de que un golpe de estado ya tomaba lugar en todo Reino Unido.

La familia real debía estar muerta, al igual que el ministro muggle y todo político que los mortífagos hubieran encontrado.

Afortunadamente, en sus alrededores no habían señales de mortífagos, pero solo era cuestión de tiempo antes de que alguno se apareciera a perturbar la paz del Valle. Daphne solo esperaba que los encantamientos que Dumbledore colocó sobre las tumbas funcionaran.

Ahogó un sollozo al caer en la cuenta de que no tenía manera de recordar el rostro de Morgan. Todavía estaba fresco en su mente, pero ¿qué haría luego de un año? ¿Luego de dos? Las fotografías que tenía de sus amigos descansaban en la habitación que compartía con las otras Slytherin en Hogwarts, o en su habitación en la mansión Greengrass. Sin duda, su madre destruiría esas a la primera oportunidad, no queriendo asociar su familia con los Potter.

¿Qué haría cuando no recordara su voz?

Se llevó ambas manos a la boca, intentando no despertar a nadie. Era pasada la medianoche, y el resto dormía mientras ella montaba guardia.

Un par de brazos la rodearon desde atrás, y se dejó caer en el reconfortante abrazo de Theo.

-Todos la extrañamos, Daph.

Daphne se aferró al castaño, olvidando su hambre por unos minutos. No se acostumbraba a la idea de que el mundo continuara avanzando, de que el resto de la gente viviera sus vidas, cuando la de ella parecía congelada, esperando el regreso de Morgan.

También lloró por sus padres. Nunca tuvieron la mejor relación, pero eran sus padres, y a pesar de todo, lo que hacían, era en sus ojos, lo mejor para su hija. Lloró por Astoria, a quien probablemente no volvería a ver. Esperaba que resistiera. Su hermana no era simpatizante de los muggles, pero tampoco era una persona violenta, y lo que se avecinaba (o lo que ya había llegado, Daphne no estaba segura) no sería más que sangre y sufrimiento, algo que la callada, sensible, sumisa Astoria no tomaría bien.

Lloró porque estaba asustada. No sabía que le deparaba el futuro, sí es que siquiera tenía uno. Quería pelear, tenía que pelear, pero eso no aplacaba su miedo. Temía por la seguridad de Theo y Tracey, los únicos amigos que le quedaban; no quería perderlos también.

De estar ahí a su lado, Morgan le diría que no debía sentirse mal, que era normal sentir miedo. Le diría que no había vergüenza en ser cobarde, pues así como no todos son artistas, no todos pueden ser valientes.

Ella sabía que Morgan era una cobarde también, pero cuando llegó el momento, reunió la valentía suficiente para sacrificarse por los demás, incluso aquellos que nunca pensaron nada halagador de ella.

-¿Cómo vamos a pelear, Theo?-le preguntó, levantando la mirada.

Los ojos del chico eran los más marrones que ella hubiera visto. Eran de un color denso, como el chocolate cuando no se ha derretido por completo. Ella amaba esos ojos, al igual que el resto de él, pero nunca se lo dijo. Era una cobarde.

Tampoco pensaba decírselo. Theo era el chico más dulce y educado que hubiera conocido, él querría a una chica considerada y recatada, no a un animal salvaje como ella. Alguien que había dejado que su cuerpo fuera usado tantas veces que aunque intentara, no podría pensar en una cifra exacta.

Theo le limpió las lágrimas con el pulgar, dejando que el mismo dedo acariciara su pómulo.

-Una batalla a la vez, Daph. Juntos.


6 de Mayo, 1998

El apestoso gato era afortunado. Tenía una rata entre los dientes, y la degustaba lentamente en el suelo, a los pies de Theo.

La pierna de Tracey casi terminaba de curar, pero la falta de alimento mantenía a la serpiente débil, y no caminaba mucho.

Dio un gran trago al agua en la taza que el anciano le había dado. Al menos el agua sí podía ser conjurada, lo que significaba que no morirían deshidratados.

Theo se había ofrecido a salir durante la noche y conseguir comida, pero Aberforth se los prohibió.

-De todas formas, ¿cómo piensas pagar, muchacho? ¿Tienes galeones, o dinero muggle contigo?

-Puedo confundir a los muggles, hacer que me lo regalen-sugirió el chico, pero el anciano se rehusó, diciendo que era demasiado peligroso

Daphne suspiró, observando cómo el anciano golpeaba la radio una y otra vez. ¿Cuántas palabras antes de que se le acabaran? La rubia estaba segura de que todos en la Orden estaban muertos, o escondiéndose, demasiado asustados como para buscar otros sobrevivientes.

Claro, no lo dijo en voz alta. Tracey ya estaba demasiado alterada, lo último que necesitaba era su pesimismo.

-¿Puedo probar?-preguntó la rubia, para el estupor de todos.

Aberforth le alcanzó la radio con frustración, y Daphne sacó su varita de su bolsillo.

Observó el aparato, pensando en una palabra al azar.

-Planeta.

Nada.

-Moqueta.

Nada.

-Potter.

Nada.

-...Gryffindor.

Se escuchó como la estática se interrumpió, y una familiar voz salía del aparato.

-¡Es McGonagall!-exclamó Tracey.

Inmediatamente y con renovada energía, Aberforth y Theo se acercaron.

-..ntren refugio fuera del país-decía la anciana profesora, su voz amortiguada debido a la mala señal gobierno americano y el francés no responden a nuestros llamados de auxilio, y los búlgaros se han unido al Innombrable. Estamos intentando contactar al Ministerio japonés, pero muchas líneas están siendo interceptadas.

Otra voz reemplazó a la de la profesora:

-También podemos confirmar que los mortífagos se han hecho al poder. El primer ministro muggle fue asesinado, junto con gran parte de la familia real.

-Es Granger-dijo Tracey.

Daphne se llevó un dedo a los labios para pedirle silencio, escuchando atenta.

-Les pedimos a todos los magos y brujas que estén escuchando, que abandonen la nación. Escocia e Inglaterra están en especial peligro, pero aquellos cuyos países no se han visto afectados: huyan mientras puedan. Ayuden a los muggles que puedan.

-La Orden del Fénix no ha caído-se escuchó la voz de Kingsley Shacklebolt, un empleado del ministerio que Daphne vió un par de veces en las fiestas de sus padres magos y brujas dispuestos a luchar serán bienvenidos. Estamos montando refugio en el bosque más denso de Albania. En cuanto lleguen al país, lo sabremos.

Continuaron hablando, informando de desapariciones y muertes, pérdidas tanto mágicas como muggles.

En la casa de los Potter, se quedaron en silencio, sin escuchar de verdad.

Daphne miró a Theo, pero este estaba demasiado ocupado observando la radio boquiabierto.

La rubia reparó en el gato. El horrendo animal, que con sus intensos y tristes ojos azules la miraba de una manera que le hizo creer que entendía lo que estaba sucediendo.

Daphne sentía miedo. Sí buscaban a la Orden, estarían desafiando al Innombrable abiertamente, y entonces sus vidas corerrían más peligro que en ese mismo momento.

Se miró las manos con las uñas rotas, cortesía del arduo trabajo de enterrar a Morgan junto a sus padres.

Se levantó y acercó al bicho, tomándolo en brazos. Se volvió hacia sus acompañantes.

-¿Y bien? ¿Qué hacen sentados? Tenemos una guerra que ganar.


N/A: ¿Que dicen? ¿Parte 2? ¿Capítulos desde el pov de otros personajes? ¿Mejor no publico nada más?