CAPITULO I
Juubei corría al máximo que los músculos de su pecho le permitían, huía de los ninjas Iga y de la posibilidad de no volver a verla nunca más, a ella, la mujer que le había dado felicidad y paz. Al llegar al claro donde despistó al grupo vio la sombra de un hombre muerto... un fantasma que él mismo había aniquilado. Lo miró incrédulo y lleno de terror. Yakushiji Tenzen se erguía frente a él bloqueándole el paso, de no ser por el pergamino que llevaba entre los dientes su respiración habría delatado su temor. –Si yo fuese tú, soltaría de inmediato ese pergamino, de otra forma no podrás desplegar la daga que guardas en tu interior. ¿Me equivoco? Jimushi –dio un vistazo a su alrededor y viendo que no había escapatoria cerro los ojos por unos segundos y vio a Hana en su hogar, esperándolo. Agotaría su último recurso –Deja que lea las estrellas para ti Jimushi Juubei -Se burlaba Tenzen. –Esta noche morirás y yo violaré a tu mujer. -¡Tenzen! –Gritó Juubei soltando el pergamino y desenvainando la daga en su garganta. Tenzen reveló su macabra sonrisa y lo cortó con su katana a la mitad sin recibir ni un rasguño. El cuerpo dividido de Juubei cayó detrás del asesino en medio del bosque mientras la luna indiferente los miraba.
"cúbreme bien Okoi, durante este invierno necesitaré de varios brazos" decía jocosamente el ninja cuyo cuerpo reposaba en el suelo con la espalda reclinada en la pared. Y era solo esto, torso y cabeza, tenía los ojos cerrados y la cabeza inclinada hacia adelante, debajo de la maraña azabache se podía observar una curvatura maliciosa en sus labios y dos surcos, recuerdo de anteriores batallas, uno en su ceja derecha bajando un poco más debajo de su ojo y otro que cruzaba el puente de su nariz, su nariz era pequeña y un tanto respingona en la punta, viéndosele de frente parecía que careciera de ella. Para quien no estuviese acostumbrado a su presencia fácilmente podría confundirlo con una víbora; la habitación es oscura y lúgubre iluminada solo por la tenue luz de las brasas de la estufa sobre la que Okoi diligentemente prepara el té, no tiene más de 16 años pero a pesar de eso disfruta la compañía del ninja-adivino. "el año pasado hizo mucho más frio y pudiste arreglártelas solo, te estoy malacostumbrando" decía entre risas, la joven vestía un kimono morado sin mangas, pantalones cortos y una cola de caballo alta; tenia ojos grandes y sinceros, a Juubei le divertía su compañía pues era muy raro ver a una kunoichi de actitudes tan masculinas y poco recato "ya es hora de que regreses con tu hermano… seguro estará preocupado" dijo Juubei mientras levantaba la mirada en dirección a la pipa frente a él, sacó su enorme lengua serpenteante y la tomó con ella "antes enciéndela por mi" dijo hablando con dificultad lo que provocó una carcajada de Okoi quien de inmediato se acercó para encenderla "mañana iremos de pesca no lo olvides, sabes cómo se pone mi hermano cuando desea ir a pescar" "ya lo sé" fue la respuesta insípida.
Okoi iba en dirección a su casa siguiendo la senda del rio cuando entre los arbustos sintió que algo o alguien se movía a la par de ella, cruzó los brazos tras su cabeza y fingió no prestar atención, luego se detuvo y las hojas de los arbustos cesaron su movimiento, continuo su marcha solo para ver como las hojas se estremecían a su paso, se detuvo y giró en dirección a los arbustos y logro ver un adorno de cabello familiar "Hana… tienes que hacerlo mejor la próxima vez" dijo suspirando. La interpelada se levantó y sacudió su kimono con las manos, llevaba el cabello suelto con una peineta a un lado "no es justo… ¿cuándo me enseñarás a camuflarte?" decía Hana saliendo de los arbustos "cuando tu madre deje de odiar a los ninja" Hana dejó salir una risita y cubrió su boca con sus manos. Siguieron caminado en silencio por la senda del rio cuando de repente Okoi se detuvo dramáticamente.
-un momento… no será que me estas siguiendo con la intención de ver a mi hermano ¿eh?- decía Okoi jocosamente
-¡claro que no! Que cruel eres haciéndome levantar la voz de esa forma Okoi-san… no me gusta tu hermano… además mis padres jamás lo permitirían- Okoi la miró molesta
-¿acaso hay algo que ese par de viejos consientan? Danjo-sama debería desterrarlos para siempre del valle de la esvástica… ¿viven entre ninjas y aun así los desprecian? ¿Qué coño se creen?- Okoi cruzo los brazos detrás de su cabeza chupándose los dientes. –tu eres la única decente en tu familia, por lo menos no eres tan aburrida como tu madre.
-estás hablando de mi familia… se supone que eres mi amiga- Hana apresuro sus pasos intentando alejarse dejando atrás a Okoi pero esta corrió un poco hasta alcanzarla
-espera Hana… lo siento… no es para tanto, ya sabes como soy… dime… sino te gusta mi hermano… entonces ¿quién?- pregunto Okoi con una risita maliciosa
-no te lo diré- Hana le saco la lengua mientras se adelantaba un poco más
-eres perversa Hime-sama- Okoi la tomo del brazo obligándola a detenerse
-Okoi, promete no ponerme en vergüenza- las mejillas de Hana se tiñeron de rojo –estoy viviendo un infierno en mi interior
-¿te enamoraste de un youkai?- Okoi continuaba con sus bromas y a Hana no le quedaba paciencia
-¡cállate! –dijo Hana dejando salir algunas lágrimas con su grito
-lo siento… no sabía cuan profundos eran tus sentimientos- dijo Okoi bajando la cabeza
-he escuchado historias fantásticas de él, es casi surreal, no deseo otra cosa más que vivir a su lado, quiero conocerlo, que me conozca, quiero estar con él- decía Hana mientras su cara se tornaba cada vez más tibia
-vaya… y ¿se puede saber el nombre de ese ser maravilloso?
-¡con que aquí están! Hana-dono su madre la busca…- era Kisaragi Saemon el hermano mayor de Okoi
-discúlpenme… ya debo ir a casa- decía Hana haciendo una reverencia
-¡oyeee! ¿Segura que no es este?- gritaba Okoi mientras señalaba a su hermano
-¿yo que? Deja de molestar… anda vamos a casa has estado fuera todo el día
Hana se alejó rápidamente de la pareja de hermanos intentando evadir el escándalo de Okoi, al llegar a la hacienda de su familia encontró a su dama de compañía en la entrada con el rostro compungido "su madre ha estado a punto de matarme Hime-sama" decía Ayame mientras tomaba del brazo a la joven para llevarla dentro "no es para tanto… solo estaba dando un paseo"
Al caer la noche Hana se preparó para dormir cambiándose a una yukata ligera, la luz de la luna entraba a su habitación llenándola de blanco. Ayame peinaba tranquilamente el cabello de su ama mientras que ella suspiraba.
-quiero casarme Ayame- suspiró Hana
-¿Qué clase de afirmación es esa?- Ayame puso el peine a un lado dando por concluida la conversación
-tengo 18 años… no soy una tonta… sé que mis padres están buscándome un esposo, antes de que ellos hagan cualquier intento lo encontraré yo misma- Hana tomo dos mechones de su pelo y comenzó a cepillarlos uno con el otro mientras sonreía
-debo suponer que usted ya tiene alguien en mente…- Ayame tomo las manos de Hana entre sus manos –por favor dígame que no se trata de un ninja… sus padres la mataran.
-¿crees que no estoy sufriendo? No es fácil estar enamorada de alguien a quien ni siquiera has visto…- Hana bajo la mirada
-ni siquiera se conocen… mejor aún Hime-sama no existe ningún vínculo entre ustedes
-Ayame… el hombre al que amo es víctima de desprecios pero aun si es venerado…
Hana gritaba de desesperación en su interior por no poder declarar a los cuatro vientos lo que su corazón sentía, quería liberar su ser del sufrimiento pero no confiaba lo suficientemente en nadie.
-olvida todo lo que he dicho… quiero descansar…- Hana se acostó en su futon y fingió dormir, en su mente seguía bailando el hombre objeto de su afecto.
