Espero esta vez, compartir más que nada alegrías :)


-Quinn, si no te apuras vamos a llegar tarde.- Aullaba la latina en la puerta del baño de su habitación mientras la rubia ultimaba detalles de su disfráz.

- Quien los manda a elegir este horrible tema de disfraces?- vociferaba alterada- No ves que tengo que embatunarme con esta cosa?

Brittany revoleaba los ojos, ya estaba cansada, y ella estaba lista hacía un buen rato. Santana no podía quejarse, ella también se había tardado.

Quince minutos más. Eso había tardado Quinn en salir del cuarto de baño completamente lista.

-Wow!, si valió la pena la tardanza eh...- espetó la bailarina

-No se de que me estás hablando, parezco un limón...

-Ya deja de quejarte, y mueve tu amarillo trasero escaleras abajo que quiero embriagarme y bailar al ritmo de la música poco favorable que Puckerman decida incluír en esa fiesta.

Todos estaban emocionados con la fiesta de halloween, pero Santana lo estaba aún más.

"Disfraces, alcohol, mujeres, alcohol, comida, alcohol, buena música y quizá también un poco de alcohol"

Tan solo en eso pensaba la latina que eufórica ponía en marcha el vehículo procurando no arruinar su trabajoso disfraz.

Be my lover comenzaba a sonar en el coche provocando que todas comenzaran a tararear y a moverse al ritmo, comenzando la fiesta aún antes de llegar.

-Hey tu, desquiciada, si no dejas de saltar encima de Santana vamos a darnos contra un árbol antes de llegar a la esquina.

-Relájate Quinn, Santi ya está acostumbrada a conducir así.

-Santana?

-Ya cállate Fabray, tampoco es la gran cosa.

-Si morimos en un fatídico accidente por tu culpa y la de la rubia hormonal descontrolada, veremos como le explican a mi padre que no le hicieron caso a su pequeña Quinnie.

Santana resopló.

-Relájate amargada, Britt ya se sienta como una momia en sus aposentos y ya llegamos.

Quinn sonrió triunfante.

Un sonoro escandalo se podía escuchar, algúnos ebrios corrían por las aceras con poca ropa, arrojando trozos de papel higiénico y quizá también botellas de cerveza vacías. Habían llegado a la fiesta de Puck.

Todos los años, el 31 de octubre, su madre y su hermana más pequeña viajaban a Oregon al cumpleaños de su tía Margaret, y el muchacho no perdía oportunidad de realizar una fiesta que diera de que hablar...

Y siempre daba de que hablar. Muchas veces, se hablaba de la fiesta de Halloween de Noah Puckerman, hasta el siguiente Halloween.

Aquellas fiestas eran épicas, no solo por que podían encontrar a la escuela entera allí, sino por la abundante cantidad de alcohol, la piscina en el fondo de la casa, y el hecho de que al estar un poco más alejada de la ciudad, no tenía vecinos tan cerca, y aquello quería decir, que a nadie le molestaría un poco de ruido nocturno, por decirlo así.

-Aún me cuesta creer que me hayan traído hasta aquí, y disfrazada como un fenómeno.

-Deja de quejarte, o ni bien entremos, te arrojo a la piscina.

Bajaron del coche, caminaron dos cuadras, y tocaron la puerta.

Puckerman abrió y al verlas una sonrisa pícara se formó en su rostro.

-Quita esa boba sonrisa y déjanos pasar, quiero beber.

El chico asintió y abrió paso a las tres muchachas.

La latina estaba irreconocible. Unas piernas amarillas, bajo un vestido vaporoso de plumas azules, y unas medias de color naranja daban paso a un par de patitas. El característico cabello azul también la delataba. El correcaminos había llegado a la casa.

Tras ella se encaminó Brittany, con una peluca marrón, bajo un maravilloso maquillaje, unas tonificadas piernas marrones, y una blusa marrón con un detalle en color crema. La pose junto a Santana, la delataba aún más. El Coyote había llegado a la casa.

Por último estaba Quinn, que entró decidida pero algo temerosa.

-Tu debes ser Quinn...- habló el muchacho con un curioso traje de Buggs Bunny- Un placer conocerte, nos han contado mucho de ti.

-Gracias, el placer es mio... Espero que Santana- remarcó el nombre asesinando a la latina con la mirada.- solo les haya contado cosas buenas.

-Ni te imaginas.- respondía el muchacho mirándola de arriba a abajo por primera vez.

Un delicado vestido amarillo con un pequeño cinto blanco, era lo que llevaba la rubia con gran estilo. Unas tonificadas piernas amarillas y unas patitas naranjas iguales a las de Santana. Una corta peluca rubia peinada perfectamente y unos lentes de contacto que hacían sus ojos azules y los agrandaban un poco conformaban su disfraz. Piolín había aterrizado en la casa.

Quinn era nueva en la ciudad, solo conocía a Santana, quien era su amiga desde la más tierna infancia ya que sus respectivas progenitoras se conocían desde el secundario y eran amigas muy cercanas.

Santana se mudó con su familia a Ohio luego que de su padre se quedara sin trabajo y no tuvieran otro remedio que salir a buscar fortuna. Y la encontraron, en aquel pueblo de Lima.

Quinn se había quedado en Los Ángeles todo ese tiempo, pero debido a un pequeño proyecto del trabajo de su padre, habían hecho las maletas y se encontraban ahora en Lima.

Aquella fiesta era la "presentación oficial" de Quinn con sus compañeros. Había llegado hacía una semana y aún no había tenido oportunidad de conocerlos cordialmente.

Y ahí estaba ella, en su presentación oficial, frente a todos sus nuevos compañeros, vestida de Piolín...

Antes de correr a la mesa del alcohol como una salvaje, Santana optó por presentar a Quinn sus nuevos compañeros.

-Kurt, pon las manos donde pueda verlas y prestame atención que tengo a alguien para que conozcas.

Kurt y Blaine se separaron para observar atentamente a la latina que muy seria se disponía a hablar.

-En serio? por qué esos disfraces?- preguntó con el ceño fruncido.

-Por que la mayoría eligió el tema de los looney toons y fue esto lo que conseguimos.

Elmer gruñón y Marty el marciano estaban presentes, y Santana luchaba con su yo interno para contener la risotada.

-Pensé que ibas a presentarnos a alguien...- dijo Blaine ruborizado por la mirada inquisitoria de la latina.

- Quinn, ellos son Kurt y Blaine... Kurt y Blaine, ella es Quinn.

-Un gusto- espetó Quinn algo tímida.

-El gusto es nuestro- sonrió Kurt regalándole un cálido beso en la mejilla, acto seguido a Blaine.

Santana le presentó a tropezones al resto de los chicos y de un momento a otro, dejándola completamente sola en mitad de aquella fiesta en casa de desconocidos, corrió a beber alcohol, al fin y al cabo, por eso había ido.

Quinn recorrió la planta inferior de aquella enorme casa, la cocina, la sala, un gran salón de juegos en el cual un montón de adolescentes hediondos jugaba a los juegos electrónicos. El patio trasero, la gran piscina.

Volvió a la sala, no conocía a nadie, y Santana no estaba por la labor de dejar la botella de alcohol.

El baño. Esa era su pequeña escapatoria, aunque fuera por un minuto.

Abrió la puerta y la cerró de inmediato cuando vió que una chica disfrazada del pato lucas estaba sentada a horcajadas sobre un chico en silla de ruedas que al parecer estaba disfrazado de uno de los animaniacs.

-Interrumpes a la gente en sus momentos de fogosa privacidad?- habló Noah junto a su oído sobresaltándola.

-Solo buscaba el baño...

-Busca arriba, en seguida de la escalera, a la izquierda la tercera puerta.

Quinn sonrió y subió aquella escalera atestada de gente borracha y ropa interior voladora.

Miró hacia la izquierda y caminó.

Tres puertas se presentaban ante ella aunque una pequeña laguna mental le impedía descifrar si tenía que abrir la tercera o la segunda.

Luego de un pequeño debate interno se decantó por la segunda.

Abrió temerosa y no se encontró con nadie, es más, aquella habitación parecía estar en un universo paralelo. La fiesta no existía allí dentro. Estaba por volver a intentar con otra puerta cuando descubrió una luz al final de la habitación y supuso que sería el baño.

Definitivamente lo era.

Pasó allí unos viente minutos, viéndose al espejo, haciendo caras de piolín, y todo ese tipo de cosas. Pensando en la fiesta que se estaba llevando acabo bajo sus pies, de la que todos hablaban como la fiesta épica de Lima. Suspiró.

Luego de retocar su amarillento maquillaje decidió volver a aquel lugar barullento y colmado de estupefacientes al que llamaban fiesta.

-Hola?- fue lo que su boca atinó a gesticular cuando al salir del baño vio que no estaba sola.

-Hola... Y tu eres...?

-Perdón, soy... Soy Quinn, Quinn Fabray. Mucho gusto- sonrió tímida.

-Rachel... Rachel Berry, bueno, ese es mi nombre artístico y con el cual me presento siempre. Rachel Puckerman legalmente.

-Eres algo de...?

-De Noah?, si, es mi hermano, somos mellizos... A veces una tortura, pero a veces una alegría.

-Y en estos momentos...- se atrevió a indagar al notar la cara de la chica.

-En estos momentos una interminable tortura...- sonreía.

-Lo lamento.

-Eh no, no te preocupes!, en realidad estaba ilusionada con esta fiesta, pero al cabezota de mi hermano se le olvidó comentarme lo del tema del disfraz y cuando comencé a ver a los primeros invitados me sentí ridícula y luego de un "Gracias Noah" volví a mi habitación.

-Oh... Lo lamento mucho, pero no deberías perderte la fiesta por el disfraz. Además se nota que te tomaste tu tiempo con el! Es increíble.

-Tu crees?- respondía asombrada.

-Pues si! Aunque no se que es...

-Jajajajaja, no te preocupes. Soy el cisne blanco.

La cara de incredulidad de la rubia lo decía todo.

-Sabes de lo que hablo cierto?

-Eh...

-Nunca viste el cisne negro? el lago de los cisnes?-Quinn negaba con la cabeza.- No puedo creerlo... De veras?

-De veras... Lo siento...

-No, no es problema, solo me pareció... extraño? es una obra muy conocida.

-Vaya... Tendré que ponerme al día.- sonrió tímidamente antes de que se generase un silencio prolongado y un tanto incómodo.

-Quieres... quieres bajar a la fiesta?

-No lo tenía pensado...- lo consideró por un momento mientras Quinn esperaba espectante.- pero ya que eres nueva aquí y me lo pides así, puedo cambiar de opinión.- hablaba caminando ya hacia la puerta.

-Cómo sabes que soy nueva aquí?- preguntó incrédula.

-Por que creo que me acordaría de una chica igual a piolín si la hubiese visto por aquí.

La rubia sonrió algo avergonzada y juntas se dirigieron a la planta baja de aquella enorme casa.

-wow Quinn... acaso tienes algún super poder?

-Yo?

-No había podido sacar a esta cabezota de su habitación desde hoy temprano, veo que eres eficiente...- sonreía travieso.

-Ya no la molestes Noah, ve con Lauren que seguramente te esté buscando.

Y dicho esto tomó a la rubia de la mano llevándola hacia el patio trasero.

La piscina se desbordaba de gente, saltando, nadando, bailando, cantando... Todo se encontraba en aquella piscina. Incluso a Santana, ebria, bebiendo tequila del estómago desnudo de Brittany, para luego saltar ambas en ropa interior al agua.

-Vaya...- susurró Quinn, provocando la curiosa mirada de Rachel.

- No eres mucho de fiestas ruidosas cierto?- preguntó interesada.

- En realidad no... Nunca lo fui, siempre preferí mis libros y fotografías antes que una noche de fiesta... Creo que soy la adolescente más rara de la población.

La risa estruendosa de Rachel se hizo sentir en el lugar. Quinn sonrió.

-Ya se, sígueme.- espetó tomándola de la mano tirando de ella para que la acompañase hasta otro remoto rincón de aquel enorme patio.

-Espero que no tengas planeado asesinarme...- dijo algo temerosa al ver que se acercaban a un montón de árboles.

-Tranquila, mira...- señaló hacia arriba.- Ven.

Y tras los pasos de Rachel subió aquella empinada escalerilla hasta el descanso de madera.

-Este es nuestro fuerte, mio y de Noah... Mi padre lo construyó para nosotros en nuestro cumpleaños numero ocho. De aquí se puede ver la fiesta, pero sin el barullo ensordecedor.

-Wow... y solo son ustedes?

-Pues no... Tenemos otra hermana más pequeña, Gabriela, que en realidad es hija de nuestra madre y nuestro padrastro... Es algo complicada la historia...

-Puedo verlo...

-Y tu?

-Yo?

-Si, tu... Por que te mudaste a Lima? Con quien viniste?

-Pues...- suspiró.- Mi padre tiene un gran proyecto en su trabajo y era lo más cómodo para todos venir con el para que no tuviera que estar viajando y así...

-ah... y tienes...

-Rachel, Quinn!

-Qué quieres Noah?-El chico las buscaba desde el piso suponiendo que su hermana estaría en el fuerte.

- El señor Henderson se ha quejado y viene la policía...

No sabían si realmente habían volado, o se habían tele transportaron pero oyeron "policía" y sus pies no tocaban el suelo. Corrieron hasta encontrarse con el chico que parecía muy calmado.

-Dónde se habrá metido Santana?- murmuraba Quinn algo alterada. Su primera noche de fiesta y estaba terminando fatal.

-Se fue con Britt hace ya como veinte minutos... Tranquila, conducía Britt...

-Oh, no me preocupa que Santana conduzca ebria... me preocupa que me dejó aquí sin coche y sin tener idea de como volver...

-Si quieres puedo llevarte a casa..- espetó Rachel que hasta el momento parecía ajena a la conversación.- Cuando todos se marchen te llevo en mi coche pero solo si me dejas ponerme otra ropa primero...

La policía llegó cuando el último de los invitados corría desaforado por entre los árboles evitando ser visto, y Noah como siempre, logró salir ileso de aquella situación, a veces no comprendían como siempre podía salirse con la suya.

Rachel bajaba de su habitación ya sin disfraz, con unas cómodas calzas negras, una camiseta que seguramente pertenecía a Noah debido al desmesurado tamaño, y unas cómodas zapatillas.

-Hey, si quieres puedo prestarte algo de ropa...- dijo acercándose a la rubia que esperaba impaciente por llegar a su hogar.

-Eh... no hace falta, no te preocupes.

-tienes abrigo?

-Pues... no?

- Entonces al menos ten este sueter y esta bufanda, que te vas a enfermar...- aconsejó extendiendo dichos objetos hacia la rubia.

-Maneja con cuidado cabezota.

-Vete a dormir Noah.

Y ambas salieron dispuestas a llegar al coche de la morena.

- Este es tu coche?- preguntó intentando ocultar la sonrisa.

-No es maravilloso?

-Rachel cómo esperas que me suba en eso?

-Solo tienes que sentarte...

Quinn observaba incrédula como aquella motocicleta antigua, aunque muy bien conservada... con un carrito de acompañante como en aquellas películas añejas la iba a conducir a su casa sana y salva.

-Espero no morir por tu culpa... No creo que un camión me divise aquí abajo...- espetaba desconfiada a medida que se acomodaba en aquel pequeño asiento.

Palidez.

Eso era lo que reflejaba toda Quinn mientras descendía de aquel extraño vehículo frente a la puerta de su casa.

-G...gracias por traerme...

-Cuando quieras.

La mirada de susto de la rubia a la motocicleta le dio a entender que se subiría de nuevo solo de ser una emergencia.

-ok ok, capté la indirecta, no más motocicleta para ti...

Quinn se limitó a sonreír.

-Nos vemos Fabray...- saludó mientras arrancaba la moto y se perdía por aquella calle.

-Nos vemos Berry. - susurró sonriendo mientras la veía alejarse.

Caminó hacia la puerta y notó que aún tenía el sueter y la bufanda de la simpática morena.

-Ya luego...- se dijo a si misma.- cuando la vea de nuevo.


He vuelto antes de lo que pensé... Espero que sigan acompañándome en este nuevo viaje (: