El reino de los lémures esconde muchos secretos, que poco a poco los iremos desubriendo, cuando los pingüinos se enfrasquen en la que podría ser la mayor aventura de sus vidas, pero también, podría cambiar su manera de ver a Julien.
Solo podía quedarse ahí sentado, era incapaz de moverse; no por un impedimento físico, sino por el estado emocional en el que se encontraba.
Estaba solo en medio de Central Park, era de noche y todo estaba en completo silencio. Comenzó a nevar.
Extendió su mano y un pequeño copo de nieve aterrizó sobre ésta, derritiéndose en poco tiempo por el calor que aún emanaba su cuerpo. Hizo un pequeño ruido con su boca, como si hubiese intentado emitir una leve risa al notar la extraña conexión entre el momento por el que pasaba, y aquel pequeño copo de nieve.
Sacudió la cabeza de un lado a otro, sin poder creer que ahora, aquella criatura, el único ser vivo al que había amado tanto como a sí mismo, estuviese dentro de aquel agujero cubierto de tierra; justo debajo de sus patas.
El dolor en su pecho se intensificó, y una sonrisa de dolor se dibujó en sus labios, justo antes de que decidiera recostarse sobre el suelo, con el pecho tocando la tierra en donde su amigo había sido enterrado, y sabía, quedaba justamente debajo de él.
–¿Sigues aquí, verdad? –Le susurró, se rehusaba a aceptar su realidad. No estaba dispuesto a aceptarla –sé que estás aquí, porque prometiste que siempre estarías a mi lado, y tú no rompes tus promesas… –no obtuvo respuesta, y mil agujas se clavaron en su interior al sentirse golpeado por la razón. Comenzó a llorar y a gritar con desesperación, deseando que el cuerpo debajo de toda aquella tierra lo escuchase –¡Contéstame! ¡Dime que te duele, por favor! Dime que me escuchas… estoy aquí… ¡No pienso dejarte ir ¿me oyes?!
–Cola anillada… –escuchó la voz del pingüino llamarlo entre su llanto, ni siquiera se había dado cuenta de cuándo Skipper había llegado a su lado.
–Sólo una vez más… Maurice… di mi nombre sólo una vez más...
-Secretos de un reino-
Sábado por la mañana. El sol irradiaba un tenue calor ¡era glorioso! Ni calor, ni frío. El rey de los lémures estaba "casi" complacido, pues a pesar del delicioso ambiente, había algo molestándolo
–¡Maurice! –Llamó a su mano derecha con un dejo de molestia en su voz –¿dónde está mi smoothie? ¿Por qué te tardas tanto? No seas perezoso. –Se cruzó de brazos a modo de berrinche.
El ayeaye sólo se limitó a rodar los ojos con fastidio –ya voy, su alteza –respondió sin más. Tomó el smoothie entre sus patas y comenzó a caminar con lentitud y pesadez. Se sintió un poco tonto al darse cuenta de que había olvidado en la barra su bastón, así que se devolvió por él.
Su caminar cada día se volvía más lento y difícil de realizar, y aquella molestia en su rodilla poco a poco se volvía más intensa. Se inclinó un poco y depositó el vaso con la bebida para el rey en el suelo, y con su mano libre, comenzó a sobar su rodilla derecha, esa mañana le estaba molestando más que otras veces.
El rey lémur se estaba impacientando cada vez más. Se giró sobre su trono y miró hacia su consejero, notando la acción que éste realizaba sobre su rodilla y un choque eléctrico le recorrió la columna, abriendo enormes los ojos, cual si hubiese tenido una pesadilla despierto.
Negó con la cabeza, no deseaba escuchar lo que sus instintos le insinuaron que vendría, así que sólo se limitó a recargarse de nuevo en su trono y volver a llamar a su súbdito, para que le entregara de una vez la bebida, fingiendo no haber visto su malestar.
Como pudo, el ayeaye se incorporó, y con la ayuda de su ya inseparable bastón, llegó hasta Julien, para entregarle el smoothie, quien comenzó a tomarlo sin más.
–¿Su majestad? –Lo llamó el lémur oscuro, recibiendo la mirada del rey –¿puedo retirarme a descansar un momento? No sé qué me pasa hoy, pero me siento realmente agotado.
El cola anillada lo miró un momento, ignorando de nuevo aquel extraño sentimiento que nacía de su estómago –está bien –le concedió –pero lo hago sólo porque un buen rey debe dejar descansar a sus súbditos para que se mantengan con fuerza y sigan complaciéndolo. Y yo soy un excelente rey. ¡El mejor! –Su egocentrismo sólo provocó una leve risa del ayeaye, que negó con la cabeza. –¿No lo crees, ojón?
–Claro, claro… no hay mejor rey que tú, Alteza. –Dio por su lado al de cola anillada, antes de retirarse a su hamaca y acostarse sobre ella, para final mente, descansar.
Julien siguió con la mirada los movimientos de Maurice, y fijó su vista en él, no sabía qué era lo que esperaba ver, pero algo en su interior lo obligó a hacerlo.
Al cabo de un momento, el lémur ayeaye se quedó profundamente dormido bajo la mirada del de cola anillada. Los movimientos de su tórax eran tranquilos y lentos, y en los labios de Julien se dibujó una sonrisa, no entendía por qué de pronto verlo le producía una sensación cálida por dentro, pero estaba ansioso por sentir más de aquello, así que se acomodó en su trono para mirarlo mejor.
La sonrisa seguía en sus labios, pero de pronto, ésta comenzó a desvanecerse, al darse cuenta de que la respiración de Maurice se iba alentando cada vez más, hasta que su pecho dejó de moverse. Se asustó.
–¿Maurice? –lo llamó, pero el lémur no le respondió –¡Maurice! –gritó ésta vez. Nada.
Se dejó caer del trono y corrió como alma que lleva el diablo hasta la hamaca donde reposaba su amigo, y en efecto, su pecho no se movía más. Lo sacudió de un lado al otro mientras gritaba su nombre, con algunas lágrimas formándose en sus ojos.
El ayeaye despertó sobresaltado y miró un poco asustado a su rey. –¿Qué sucede, Majestad? ¿Estás bien?
–Sí… –no supo qué había pasado. Miró al lémur frente a él y lo recorrió de patas a cabeza –sólo… ¡No ronques tan fuerte, no dejas descansar a tu rey! –le gruñó molesto y se alejó, dejando a un confundido (y un poco fastidiado) Maurice atrás, que volvió a intentar dormir.
Jugueteó con sus patas en señal de nerviosismo mientras caminaba de un lado a otro, de seguir así, formaría una zanja en el suelo.
¿Realmente pasó o fue sólo su imaginación? Pero… Maurice no respiraba, estaba seguro de que había dejado de respirar.
No. Maurice no había dejado de respirar ¡estaba loco! Seguramente la fruta con la que Maurice hizo el smoothie estaba podrida y le había causado alucinaciones, ¡sí eso debió ser! ya hablaría más tarde con ese ojón para que tuviera más cuidado con la fruta que usaba.
Se giró nuevamente hacia la hamaca donde su consejero dormía y volvió a mirar hacia su tórax, que se movía de arriba abajo sin problema alguno, más constantemente que hace un momento, y de alguna forma, sintió como un aire de tranquilidad recorría su cuerpo.
–Que ni se te ocurra, Maurice. –susurró seriamente antes de negar con la cabeza y sonreír para sí mismo. El ayeaye no se atrevería a dejarlo sólo, era un decreto real que él no moriría nunca, se lo ordenó cuando era niño y lo había decretado oficialmente cuando se convirtió en rey, así que no podía atreverse a desobedecerlo de esa manera.
No lo haría. No podía hacerlo… ¿o sí?
Un dolor en su pecho se hizo presente, y comenzó a sentir cómo la respiración se le dificultaba, hasta hacerse notar como si estuviese a punto de un paro respiratorio. Empezó a toser y se giró aún sobre la hamaca, luchando por que el oxígeno entrara en sus pulmones y estos no se fuesen a colapsar.
Cuando por fin consiguió normalizar su respiración, se puso de pie, tomó su bastón y discretamente salió de su hábitat para dirigirse hacia el de los pingüinos, con la esperanza de que ellos pudieran ayudarlo. Pues aunque no quisiera admitirlo, cada vez se sentía más débil.
Las primeras veces en que aquellos ataques le habían ocurrido, no había tenido en realidad ningún problema para ocultarlo, y negarse a sí mismo que la hora se acercaba, ya que mantenía siempre muy presente aquella promesa que les hizo a la madre de Julien, y al propio lémur cuando era niño.
No debió prometerle lo imposible sólo por hacerlo feliz.
Continuará…
Hola :3 he vuelto con un nuevo fanfic 7u7 ésta vez será más corto que el de Sacrifice (o esa es la intención, ya veremos xD) pero también será más fuerte.
Bueno :) en el siguiente capítulo comenzarán a hacer sus grandes apariciones nuestros pingüinos favoritos, espero que se queden para leer el siguiente.
¡No olviden dejar sus reviews!
¡Hasta pronto! :D
