Un día como cualquier otro Quinn Fabray se dirigía a su prestigiosa oficia de abogados sin antes pasar por una cafetería donde todas las mañanas compraba su preciado Mocca Blanco; Quinn era adicta a ese café o al menos eso pensaban sus mas allegados por los gestos que siempre ponía la rubia al beberlo, si para Piccaso su musa era la pintura para Quinn lo era ese Mocca blanco. Mientras caminaba por la 5ta avenidas un mensaje de su padre la alerto a acelerar el paso.
Una vez dentro, encontró a su padre sentado en su silla mientras observaba algunos papeles esparcidos por el escritorio.
Buenos días – exclamo Russel
Buenos días padre ¿A que debo el honor de tu visita? – pregunto mientras tomaba asiento.
Tenemos un caso Quinn – dijo el hombre cruzando sus dedos sobre la mesa – es un caso complejo – explico el hombre – veras – le entrego una carpeta a Quinn – como podrás ver el caso es con una chica de apenas 19 años – dijo mientras Quinn miraba la carpeta – esta acusada de hurto agravado en un banco…
¿Fue ella quien robo el banco la semana pasada? – dijo interrumpiendo a su padre
Si, fue ella, como bien sabrás nuestra firma es la más prestigiosa de todo Nueva York, tú que estas cursando tu ultimo año en leyes me parece que para que empieces hacerte un nombre entre los grandes de la academia, aceptar este caso, es algo complejo y lo más certero es que la chica termine en la cárcel – dijo el hombre
Esta niña no es ninguna perita en dulce – dijo la rubia observando cuantos cargos tenia – Rachel Berry interesante nombre.
El caso como ya te dije no es sencillo, puesto que en el hurto hubieron heridos y muchos de ellos han optado por demandar a la joven – dijo mientras se paraba y observaba por los grandes ventanales de la oficina – puedes contar con la ayuda de Brittany si gustas.
La rubia guardo silencio mientras miraba el expediente de Rachel Berry; contaría con la ayuda de Brittany; su mejor amiga, juntas habían optado por estudiar leyes, fueron porristas en la secundaria y las chicas más populares de todo el instituto.
Si aceptas llevar el caso, se te abrirán muchas puertas Quinn piénsalo – dijo el hombre al tomar su abrigo y antes de salir del despacho dijo – por cierto saludes de tu madre.
La relación madre e hija no era la más perfecta pero si era llevadera, Quinn iba una o dos veces al mes a visitar a su madre; apenas tuvo edad para marcharse de casa lo hizo. Mientras se acomodaba en su silla de trabajo y botaba el vaso de plástico donde había tomado su Mocca Blanco entro alguien a la oficina.
Hola amor – dijo una voz masculina
Hola Noah - dijo la rubia sin despegar la mirada del computador - ¿Cómo estás?
Bien dulzura – dijo el chico sentándose - ¿Qué buscas?
Investigo a una nueva cliente – dijo sin mirarlo
Al menos podrías mirarme – dijo el chico algo fastidiado.
Perdón Noah pero tengo arto trabajo – le dedico una cálida sonrisa – si gustas cenamos esta noche.
Me parece perfecto rubia – dijo levantándose de la silla – nos vemos al rato – dijo saliendo del despacho.
La rubia buscaba en los historiales del estado algo que le pudiera decir que clase de persona era Rachel Berry, aunque si había robado un banco ya podría darse como un punto de referencia, pero nunca le había gustado juzgar a las personas hasta no tener una primera impresión. Busco la dirección en donde estaba detenida la chica, tomo su abrigo y partió hacia el lugar.
