Disclamer: House, M.D. y todas sus situaciones y personajes son propiedad de David Shore. Hago esto por propia voluntad y sin fines de lucro.
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Advertencia: Los capítulos acontinuación, pueden contener spoilers de la serie House, M. D.
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Behind blue eyes
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Despertó aturdido y con terrible dolor de cabeza por el alcohol bebido la noche anterior.
No quería salir de la cama, probablemente era tarde y tendría el teléfono móvil repleto de mensajes de Cuddy, reprendiéndolo por haber faltado al hospital. No iría, ya lo tenía decido y…
Al ajustar la vista, notó que estaba en una habitación diferente a la suya. No. no era su casa.
Se calzó los pantalones e inspeccionó asombrado el espacio en que estaba. La habitación era amplia y con grandes ventanales, que precedía un balcón, desde donde pudo ver parte de la ciudad, cubierta con el manto dorado de sol matutino.
—Estoy en un hotel —dijo sin poder ocultar su sorpresa.
Mataría a Wilson en cuanto lo viese. Le pareció extraña su invitación a beber algo en un bar, aunque lo atribuyó una simple salida de amigos… ahora lo veía claras sus intenciones: quiso jugarle una broma pesada. Quién sabe a qué parte de la ciudad lo llevase y la suma de la cuenta que tendría que pagar. Aunque, tomando en cuenta que llevaba consigo la tarjeta bancaría de su amigo, la broma le sería gratuita. Luego se las arreglaría con él; desde luego, por ahora, no pensaba desaprovechar esta oportunidad y se relajaría.
Se dirigió al teléfono que estaba en el velador, pensaba pedir que llevasen el desayuno a su habitación. Estaba a punto de levantar el auricular, pero se percató que no estaba solo. En el otro extremo de la cama, vio la figura de una mujer, cubierta con las finas sábanas blancas del hotel, recostaba de lado y su rostro reposaba sobre la almohada, su cabello revuelto le cubría la mita del rostro por completo.
No tenía idea de qué diablos haría, por primera vez en mucho tiempo. Meses atrás, la situación no sería más que un encuentro sin importancia con una prostituta, pero ahora…
Ella despertó con suaves movimientos que intentaban espabilarla. House tomó su chaqueta, sus zapatillas Nike y su bastón. Sin hace ruido, abandonó la habitación, no tenía intensión de confrontar a su acompañante. Ahora no.
Todo aquello tenía los ingredientes habituales de las bromas de su amigo oncólogo. Es seguro que estuviese esperando una respuesta, como es debido; ya idearía un retorcido plan para vengarse. ¿Por qué su mejor amigo quería gastarle una broma pesada? Por Sam. Seguro se siente deprimido por su reciente ruptura con ella y por buscaba a su buen amigo House. Sí, eso es; ¡maldito Wilson!
Terminó de vestirse y recostó su espalda contra la puerta, sumido en sus pensamientos.
A las once de la mañana, ingresó a su oficina, sus lacayos lo esperaban y no se sorprendieron verlo llegar tan tarde, era costumbre de su jefe. Y sobre la mesa varios folios con casos médicos. Wilson no estaba en su despacho y Cuddy se encontraba en una de sus aburridas reuniones con el Consejo. Tendría que esperar a que alguno se desocupase.
Foreman describió los síntomas del primer caso.
—¿House? —dijo Foreman, intentando sacar a su jefe de sus cavilaciones.
El hombre respondió al segundo llamada, e irritado, dijo:
—Sí, Foreman, todos que no puede vivir sin mí.
—Todos menos tú —aclaró Masters.
House se puso en pie y se dispuso a abandonar la oficina, mientras Taub y Chase se disponían a protestar, pero el hombre del bastón no se los permitió.
—¡Foreman, estas a cargo del caso!
—¿Cuál caso? —protestó el aludido.
—El que sea que elijan.
Los médicos observaron contrariados a su jefe, mientras éste desaparecía por el pasillo.
—Creí que tenían un caso —dijo House desde el umbral de la entrada—. O solo pueden mirarme y permanecer sentados.
Visiblemente incómodos. Cerraron sus respectivos folios y enrumbaron hacia su próximo paciente.
Minutos más tarde, House irrumpía en el despacho de Wilson.
—¡No puede ser más idiota! —dijo el hombre entrando de golpe y señalándolo con el bastón.
El oncólogo y su paciente miraron a House como si este fuese un ser de otro planeta. Avergonzado, Wilson tuvo que pedirle que se marchase, bajo la excusa de que su amigo era un paciente psiquiátrico grave y necesitaba ayuda urgente.
—No es necesario que pregunte de qué lado de la cama te levantaste hoy, ¿verdad?
—¿A quién contrataste para lo de anoche? ¿Fue Louisa, Mariah, o, aquella chica rusa… Dominika?
—¿De qué rayos hablas?
House caminó hacia el sillón del consultorio y decidió darle una oportunidad más a su amigo de confesarse, tomando lugar en el mueble.
—Debería ser yo el enfadado y lo sabes. ¿Qué crees que pensaría Cuddy de que le pusiste una trampa a su novio?
—Estoy seguro de que ella también querría saber de qué hablas.
— Luego de nuestra reunión en el bar de anoche…
—No hubo un "luego", House —respondió el oncólogo, centrando su mirada en sus documentos médicos—. Acepto tus disculpas por irte sin despedir. Ahora, puedes irte, tengo pacientes que atender.
—¿Hablas de anoche? Wilson, desperté en un hotel y con una mujer a mi lado en la cama.
—¿Qué has hecho qué?
House examinó a Wilson con sospecha. No sabía que as guardaba su amigo en la manga y no estaba seguro de querer saber.
—Mientes, ¿cierto? Tú me llevaste a ese hotel y contrataste a esa mujer para jugarme una broma.
—¿Cómo se supone que iba a hacerlo si no estabas en el bar? House, bebiste tanto wisky que terminaste en el baño y no te vi más. Te busqué por todos lados… ¿No recuerdas nada?
House observó a su amigo con sospecha, intentando encontrar algún signo en su rostro que revelara sorna.
Pero no encontró esos signos, solo la expresión de extrañeza, típica de quien no tiene la más mínima idea en su mente.
Su mirada azul se perdió entre los papeles esparcidos en el escritorio de su mejor amigo. La chica que despertó a su lado aquella mañana, no fue invención de su mente aturdida por la borrachera de la noche anterior. Aquella escena retrataba la triste historia de su engaño.
—¿House? ¿Te sientes bien?
Los ojos azules y tristes del hombre de bastón se trasladaron hacia su amigo. Se puso en pie y caminó hacia la puerta. Tomó el picaporte entre sus dedos, dispuesto a salir.
—¿A dónde vas?
—No lo sé, Wilson.
House salió del despacho. Wilson se quedó sentado frente a su escritorio, observando el vacío que él acababa de dejar en la habitación.
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Nota de autor: ¿Hola a todos?... Bueno, a quien me lea:
Tuve esta idea hace tiempo, mucho tiempo, aunque esta historia está algo avanzada, y quise publicarlo hoy para evitar arrepentirme luego. Y digo "arrepentirme" porque probablemente me dejen unos cuantos reviews, que ya se acostumbra por aquí. Ni modo, tendré que vivir con ello.
Espero que puedan comentarme sus impresiones de esta historia.
Gracias.
