Prologo La peque a Sarah suspiro mientras se acurrucaba en la cama, otra noche y sus padres continuaban peleando, esto hab a sido as desde el a o nuevo, sus padres no conceb an un d a sin gritarse el uno al otro, a menos que Sarah comenzara a llorar y su padre la tomara en brazos y la llevara a su habitaci n, como hab an hecho hoy, faltaba solo dos semanas para su cumplea os y la ni a no pod a esperar para pedir su deseo, que ellos se llevaran bien y fueran la familia feliz que hab an sido. Solo pod a sollozar y dejar las l grimas rodar por sus sonrojadas mejillas, sus ojos lacrimosos desbordaban tristeza y as concibi el sue o.
Los d as transcurrieron y la energ a de Sarah iba decreciendo, las peleas se intensificaban, ahora su madre pasaba la mayor parte del d a fuera de casa, y aunque la peque a estuviera en la escuela la mitad del d a notaba su ausencia al regresar, su padre no mencionaba nada al respecto. Poco a poco noto la ausencia de las fotograf as, las cosas que su madre sol a usar tampoco estaban, su cepillo de dientes o los cosm ticos del ba o, la taza en la que tomaba caf o su ropa, esto ltimo aterro a Sarah, quien al llegar el viernes se encerr en su habitaci n, reus ndose a salir, m s que para tomar comida de la cocina o usar el ba o, la peque a comenz a llorar nueva mente ante la ausencia de su madre y el distanciamiento de su padre, y esa noche no dejo de llorar ni siquiera en sus sue os.
A la mitad de la noche, una mano c lida y suave acaricio la mejilla de Sarah, Linda hab a entrado a la casa a hurtadillas, deposito un beso en la frente de la ni a evitando despertarla, al alejarse de la cama busco entre los bolsillos de su abrigo, saco un peque o paquete rectangular el cual deposito sobre la almohada, era delgado y ten a un peque o lazo rojo, el envoltorio era dorado. Y as como hab a llegado desapareci , despu s de ese d a Sarah y Robert no volvieron a saber de Linda.