¡Hola!, vengo a desearles una Feliz Navidad y un Prospero Año Nuevo, y con ellos vengo a darles mi regalo que es este fic, a base de una historia de navidad muy popular "El Cascanueces"
Cuyo autor fue E. T. A. Hoffmann. Y a la vez se toman varias cosas de la película infantil que realizó GOODTIMES.
Disfruten del fic, y espero sus reviews.
Capitulo 1: Nochebuena
Cuanto has soñado
Y al fin llego la Navidad, esta aquí
En cada hogar, chiquillos ahí
Y todos pueden compartir
La más bella época
Que tan bien nos hace sentir.
Un bello momento para soñar
Una niñita que quiere amar
Y un Cascanueces, que conquistó
Y le entrega ¡todo su amor!
El rey Cascanueces y la reina Marguerite
Intenta a diario ser libres por fin,
Los soldaditos les van a ayudar
Pero el rey ratón no los va a liberar.
Solo pueden del cielo ayuda esperar
Tus sueños se harán verdad
¡Si los sabes buscar!
Un bello momento para soñar
Una niñita que quiere amar
Y un Cascanueces, que conquistó
Y le entrega ¡todo su amor!
¡Su amor!
Ya era Nochebuena y en la casa de la familia Stahlbaum el salón principal estaba cerrado, y la razón era que en ese salón aguardaban el árbol navideño y los muchos obsequios para los pequeños de esa familia. Estos pequeños eran la hija de 15 años Marguerite o como le dicen de cariño, Meg, y el hijo de 12 años Raoul, este par de niños estaban ansioso por saber que eran sus regalos de navidad, pero, se tenían que esperar a que dieran las 10:00 PM, así que tenían que esperar sentados en un rincón en la sala de estar.
Meg, era una linda niña de piel blanca, con los ojos cafés y el cabello rubio, lago y atado a una media coleta mientras vestía un bonito vestido blanco sin mangas y con un listos atado en la parte trasera, mientras que su hermano Raoul, tenía ojos azules, cabello rubio y aunque a veces se la pasaba molestando a su hermana, era muy buena persona, aún cuando le encantara jugar con sus soldados y cañones.
- Ya me aburrí de esperar – dijo Raoul
- Si, yo también, pero, hay que ser pacientes – le respondió Meg
En ese momento empezaron a tocar las campanadas del reloj, anunciando que pronto serían las diez de la noche, y por esa razón, ambos niños se levantaron rápidamente y fueron a esperar en la puerta del salón principal. Entonces se abrieron las puertas dejando ver a los padres de ambos, que eran la madre Antoniette Giry y su padre Philipe Giry.
- Muy bien niños, ya pueden pasar – dijo el señor Giry
Y ambos entraron corriendo a ver el árbol, que estaba bellamente iluminado por luces blancas, decorado con manzanas doradas, listones rojos y bellas esferas de lindos colores, con una gran y hermosa estrella en la punta. Mientras que en su base se encontraban los regalos envueltos en papeles brillantes con grandes y hermosos listones.
- ¡Que bonito! – exclamo Meg mientras se dirigía velozmente al árbol.
- ¡Que bien! – decía Raoul – mira cuantos regalos, no pensé que fuéramos tan buenos todo el año.
- Bueno, tú no lo fuiste, pero, yo lo fui por ti – dijo Meg
- Jaja Meg, cuidado o haré que mis soldados te ataquen.
- Como me asustan tus palabras – decía Meg con sarcasmo, mientras reía y desenvolvía a la vez uno de sus regalos que era un vestido color dorado con un listón rosado en el pecho - ¡Que lindo! ¡Es bellísimo!
En ese momento, el padre de ambos niños se acercó y dijeron:
- Es hora de ver el regalo anual del padrino Nadir.
- ¿Estas seguro de eso cariño? – Decía la señora Giry – tal vez deberían revisar tu reloj – aunque solo lo decía para que la curiosidad por ver el regalo aumentara en sus hijos
- Mamá, por favor – decía Meg – no podemos esperar más
- Si, Meg tiene razón – decía el señor Giry – realmente estamos impacientes.
- ¿Qué crees que sea? – dijo Meg a su hermano
- Con el padrino Nadir nunca se sabe, una cosa es segura, es algo grandioso – dijo Raoul
Y al quitarle la manta a un objeto que no se encontraba lejos, todos pudieron admirar que se trataba de un hermoso castillo mecánico, bien adornado, con lindos colores.
- Es maravilloso – dijo Meg
- No es maravilloso – dijo una voz en la puerta, que resulto ser, el padrino Nadir – les enseñare algo realmente maravilloso
- ¡Padrino Nadir!, ¿cómo entraste? – preguntó Meg asombrada
- Baje de la chimenea, como Santa Claus.
- Eso no es cierto, la chimenea esta prendida – dijo Raoul
- Un año más viejo, un año más sabio ¿no es cierto Raoul? – dijo el padrino Nadir y al mover un botón del castillo de juguete
Al poco empezó a emitir música y los muñecos que tenía en su interior empezaron a bailar, mientras que en una de las torres un par de niños mecánicos se movían fingiendo jugar y en la puerta aparecieron un par de soldados que al salir tocaban su trompeta.
- Padrino Nadir, haz que los muñecos hagan otra cosa – dijo Raoul
- Lo siento, pero, no se puede.
- ¿Puedes hacer que los niños salgan para que podamos verlos? – volvió a decir Raoul
- Eso no se puede, el mecanismo de los muñecos es así, haciendo que hagan lo mismo una y otra vez
- Si, bueno esta, bien, pero, ¿Cuánto puedes aguantar verlos hacer las misma cosas? – dijo Raoul antes de alejarse para volver a jugar con sus soldados
- Yo creo que así esta perfecto padrino Nadir – dijo Meg
- Gracias preciosa, ve al árbol y busca algo especial para ti – le dijo el padrino Nadir señalando hacía el árbol.
Y cuando Meg se acercó al árbol, pudo ver que a sus pies estaba un singular hombrecillo de madera que se ocultaba como si esperara el momento para ser descubierto, su cuerpo largo y fuerte, llevaba unas largas piernas y un cara que por alguna razón desconocida para Meg llevaba algo así como una máscara que le cubría la parte derecha del rostro, su forma de vestir era la de un hombre de posición y gusto. Llevaba una chaquetilla de húsar (soldado) de color violeta vivo con muchos botones y cordones, pantalones del mismo estilo y unas botas de montar preciosas, de lo mejor que se puede ver en los pies de un oficial, ajustaban tan bien a las piernas como si estuvieran pintadas. Desde el primer momento en que lo miro, a Meg se le hizo simpático el hombrecillo y fue descubriendo los rasgos de bondad y a la vez de tristeza que aparecían en los ojos color verde del hombrecillo. Meg lo cogió con sumo cuidado y delicadeza y se pudo dar cuenta de que en la boca del hombrecillo había dos hileras de dientes blancos y afilados y fue cuando se dio cuenta de que era un cascanueces. A la vez que descubría que en la parte de atrás del muñeco se podían leer el nombre: ERIK,
- Con que te llamas Erik – decía Meg – que bonito nombre
- Deja que te muestre como se usa – dijo el padre de Meg antes de tomar al cascanueces, ponerle una nuez en la boca y… ¡crac!... salio el fruto de la nuez y se lo dio el señor Giry a Meg
- ¿Puedo tratar? – preguntó Meg
- Por supuesto, es tuyo – dijo el padrino Nadir
- ¿Mío? Oh padrino Nadir, gracias, solo le pondré nueces pequeñas, así no se lastimara, pero, ¿puedo preguntar… por qué lleva una máscara?
- Veras Meg, esa es una historia larga, una que después te contare, pero, mejor ponte a romper nueces con él – dijo el padrino Nadir evadiendo el tema
- Esta bien – dijo Meg, entendiendo la indirecta de su padrino
Y Meg le metía solo nueces pequeñas y no tan duras a su cascanueces, pero, su hermano, al ya haberse aburrido de jugar con los soldados, vio lo divertida que estaba su hermana con aquel muñeco y sin pensarlo dos veces, se lo arrebato de las manos.
- Déjame intentarlo – le dijo, antes de meter en la boca del muñeco nueces grandes y duras – ahora trabajas para Raoul
- ¡Vas a lastimarlo! – decía Meg tratando de quitarle a su hermano su regalo tan preciado
- ¡Vas a lastimarlo!, ¡Vas a lastimarlo! – decía Raoul imitando a su hermana para molestarla y al intentar que el cascanueces rompiera tantas nueces grandes y duras, la pobre dentadura del muñeco se rompió dejándole la mandíbula colgando
- ¡OH, mira lo que hiciste! – Reprocho Meg – lo lastimaste
- Creo que ya no podrá ser un buen soldado – dijo Raoul devolviéndole a su hermana el muñeco dañado
- Has lastimado a mi cascanueces, ahora no te lo prestare – dijo Meg con enfado
- Sobreviviré sin él - dijo Raoul antes de volver con sus soldados.
Dejando a su pobre hermana llorando, mientras envolvía la boca del cascanueces con su pañuelo.
- Pobrecito, me mira con tanta tristeza y dolor – dijo Meg mirando hacía su cascanueces
- No te preocupes Meg – decía el padrino Nadir, quien lo vio todo – yo mismo lo reparare, para que quede como nuevo
- ¿En serio padrino? Muchas gracias
- De nada, pero, por favor, ya no llores – le pidió su padrino y Meg se seco las lágrimas.
Para después irse a sentar en uno de los sillones teniendo a su querido cascanueces entre los brazos. Hasta que se hizo ya muy tarde, ya era casi media noche, el padrino Nadir se fue ya a casa, los padres de Meg y Raoul ya se fueron a dormir y solo Meg estaba despierta.
- ¿Te sientes mejor? – Le decía Meg al Cascanueces, osea Erik – no te preocupes por Raoul, no dejare que se te acerque, y el padrino Nadir dijo que te dejara como nuevo
Entonces Meg se levanto y llevó al Cascanueces a un gabinete de cristales donde estaban sus muñecas, dulces navideños, y los soldados de Raoul, y Meg sacó una cama como para una muñeca.
- Esta noche dormirás aquí, y mañana veremos como…
En ese momento, el búho que esta sobre el reloj empezó a ulular y Meg volteo a verlo, y vio que el búho movía de manera extraña sus ojos y al acercarse, vio como de repente, vio como encima del reloj, aparecía… EL PADRINO NADIR
- ¡Padrino Nadir!, ¿cómo pudiste…? ¿Qué haces en el reloj?
- La pregunta más bien sería, ¿qué hace el reloj abajo de mí?
- Por favor baja, me asustas
- Si esto te asusta, deberías ver lo que yo veo venir desde aquí
Y entonces se empezó a escuchar que alguien se acercaba, pero, no era alguien, era varios, varios ratones que parecían un ejercito se acercaba y Meg se asustó, pero…
CONTINUARA…
Notas de la Autora: Vengo hoy a ustedes, con este fic navideño que ojalá haya agradado a todos, como podrán ver para lo que conocen la historia del Cascanueces, modifique uno que otro detallito para darle mejor forma a mi fic, espero reviews de parte de todos y les digo: "Faltan cuatro días para Navidad" Adiós.
