Dieron las 9:00 de la noche en el reloj de pared y Patrick Dunne se dispuso a volver a casa. Su oficina ya estaba prácticamente vacía, a excepción de uno o dos escritorios que tenían sus respectivas lámparas encendidas. La oficina estaba llena de anuncios, cuadros y demás cosas, colgados en la pared. En cada escritorio había una enorme pila de papel, esperando ser revisada. Patrick apagó la lámpara de su escritorio, y se dirigió a la puerta.
-Pat ¿Ya te vas?-preguntó uno de los hombres que seguían en la oficina. Llevaba el cabello hasta los hombros, era de color marrón, ya algo canoso.
-Si, Herbie- respondió Patrick- Cinnia me pidió que no vuelva tan tarde esta noche, dijo que quiere cenar conmigo.
-Entonces, supongo que no te gustaría tomar un whisky de fuego, hable con Jeff y me dijo que se irá en 15 minutos.
-No, gracias por la invitación, pero algo me dice que debería cenar con ella, al final de cuentas, nos casaremos en dos semanas.
-Bueno, ve a casa…Nos vemos mañana.
-Adiós- se despidió Patrick, abrió la puerta y salió de la oficina. El Ministerio, a pesar de la hora, tenía alguna gente trabajando. Se dirigió a una cabina telefónica, en medio de la estancia. El hombre tecleó unos cuantos dígitos. Enseguida, esta comenzó a ascender. La cabina se detuvo en "la superficie". Patrick cruzó la calle y empezó a caminar de vuelta a casa. Recorrió unas 7 cuadras, cuando entró a una estación del metro. Esperó unos 15 minutos, hasta que el tren llegase y se subió a él. El viaje duró aproximadamente media hora. El altavoz anunció la parada del tren, West Hampstead.
Patrick era un hombre de más o menos 25 años. Era de cabello castaño. Sus ojos tenían un color marrón claro. Era bastante fornido, de espalda ancha. Tenía una altura normal, de entre metro 70 y metro 80.
Caminando por West Hampstead, se puso a pensar en el barrio en el que vivía. Él no era precisamente alguien de la clase media-alta, su sueldo en el Ministerio no era lo suficiente como para costearse una casa ahí… Y precisamente por eso, la casa a la que se dirigía, no era suya.
Llegó a una casa, cuya fachada no era muy distinta a la de las demás. Subió las pequeñas gradas que llevaban a la puerta. Sacó unas llaves y tanteó cual podría ser la que abría la puerta.
No tardó mucho en entrar a la casa. Esta estaba completamente oscura, por lo que empezó a palpar la pared. Enseguida se encendió la luz.
-Bueno, supongo que no llegó todavía-murmuró. Se dirigió a la cocina. Encendió la luz y dio unos cuantos pasos, hasta llegar al refrigerador. Lo abrió y sacó una botella de cerveza. Entonces, oyó a alguien tocar la puerta. Salió del cuarto y volvió a la puerta.
-¿Cinn?-preguntó Patrick.
-Patrick, ábreme la puerta, olvidé las llaves-dijo una mujer.
-¿Cómo sé que eres tú?¿Dime algo que sólo tu y yo sepamos?-preguntó Patrick.
-No seas tonto-le reprochó la mujer.
-Insisto en que me digas algo que solo sepamos los dos-sostuvo Patrick.
-Está bien…-ella empezó a balbucear- Cuando empezamos a salir juntos, decidimos encontrarnos en un café muggle, que quedaba cerca de acá. Tú me llevaste una pulsera, que tenía escrita la frase:
"La sabiduría consiste en saber cuál es el siguiente paso; la virtud, en llevarlo a cabo."… Típica de un Ravenclaw- ella empezó a reír.
-Está bien, pasa- Patrick abrió la puerta. Frente suyo se encontraba una mujer de no más de 24 años. Con el cabello negro. Una nariz respingada y una boca pequeña, con los labios bastante rojos, por la palidez de la piel. Unos ojos grandes y verdes. En cuanto a su figura, no tenía nada que envidiarle a nadie. Todo parecía normal, salvo un bulto en su estómago, lo que daba a entender que estaba embarazada y tenía 4 o 5 meses de gestación. Ante él, estaba Cinnia Binan. La mujer se le acercó y le dio un beso. Luego de unos segundos, se separaron. Patrick cerró la puerta, después de que Cinnia entrase completamente a la casa.
-¿Por qué tardaste? Supuse que estarías…
-Es un niño-le interrumpió Cinnia.
-¿Qué? ¿Quién es un niño?-preguntó Patrick.
-Nuestro bebé…Fui a un hospital muggle, me hicieron una ecografía.
-¿Pero por qué no fuiste a San Mungo? Ahí te lo habrían dicho y habría sido más fácil llegar.
-Es que quería verlo-se excusó Cinnia.
-No pasa nada-dijo Patrick al ver que su novia estaba poniéndose a la defensiva- Solo me preguntaba por qué optaste por ir donde los muggles. Así que es un niño- enunció. De pronto, se oyó una grito. Patrick y Cinnia se dieron vuelta, el grito salía de uno de los retratos del vestíbulo.
¿QUÉ? ¿Cínnia Ní Broin?- preguntó la voz, era una voz femenina, estaba muy molesta- ¿Vas a tener un hijo?¿Un hijo con Ó Duinn?
-Madre, ¿Por qué siempre tienes que llamarnos en Irlandés?-preguntó Cinnia, muy molesta- Ya te dije que Patrick no es irlandés, nació acá, al igual que sus padres y abuelos.
-¡Eso no me importa!-gritó la mujer, cuando por fín el retrato se reveló. Ahí, se encontraba una mujer exactamente igual a Cinnia, solo que llevaba el cabello de otra manera-Es un Dunne, y los Dunne vienen de Irlanda- Patrick estaba a punto de hablar, pero no pudo evitar balbucear:
-Hola…Ainuin.
-Buenas noches, Patrick… -le saludó cordialmente la mujer retratada-Si hubieras embarazado a mi hija, y el vástago que se desarrollara dentro de su vientre fuera una niña, no tendría problema… ¡Pero no!
-¿Y qué problema tienes con que sea un niño?-preguntó Cinnia, su madre la estaba desesperando.
-¡Las de nuestra clase no debemos tener niños! Es por eso que tú no tienes padre. Porque si hubiera estado con un hombre, las probabilidades de tener tanto una niña como un varón son iguales.
-Disculpe… Con: "Las de nuestra clase" se refiere a…-preguntó Patrick.
-A las druidesas, por supuesto-le respondió el retrato.
-Mamá, yo no soy una druidesa… Soy simplemente una bruja.
-Pero tienes sangre druídica en tus venas-aseguró Ainuin.
-Está bien, volvamos al principio-dijo Patrick-¿Qué hay de malo con que nuestro bebé sea varón?-preguntó.
-Que los druidas no nacen, se hacen-respondió el retrato- Los druidas y las druidesas no nos podemos mezclar… Las druidesas nos encargamos de entrenar a los druidas, porque somos las Sacerdotisas. Mientras nosotras nos encargamos de los ritos, ellos se encargan de la guerra. Es por eso, que usando una magia muy poderosa, creamos vida de la nada y tenemos a nuestras hijas, para que sigan entrenando a los druidas, hasta el fin de los tiempos.
-Entonces… Si una druidesa tiene un hijo…-expresó Patrick dubitativo.
-No solo se rompe la tradición, sino que el resultado es un mago muy poderoso. Es precisamente por lo segundo, que está terminantemente prohibido tener hijos varones. Porque sabemos que se podrían revelar contra todos por el poder que tienen. Ahora, por haber roto esa tradición, su hijo será uno de los magos más poderosos de su generación… Milenios perdidos, por una estupidez. Mi madre debió matar ese Ó Duinn cuando pudo- se lamentó Ainuin.
-Somos muchos Dunne, estoy más que seguro, que no estoy emparentado con él.
-Todos los magos Dunne descienden del mismo. Mientras que todos los muggles de otro. Ambos eran hermanos. Un hechizo muy poderoso que hizo el padre de los Dunne para lograr eso- aclaró el retrato.
-Bueno madre, me iré a dormir… Ya me quedé sin hambre-dijo Cinnia- Te aseguro que nuestro hijo será un buen chico-Vamos Patrick- tomó a su prometido del brazo y lo jaló hacia las escaleras.
-Eso espero-le respondió su madre.
-Buenas noches Ainuin-se despidió Patrick.
-Buenas noches Pádraig Ó Duinn.
Más tarde, mientras Patrick y Cinnia se alistaban para dormir, Patrick se quedó pensando. No pudo evitar mencionar:
-Espero que tu madre se equivoque.
-No te preocupes, tantos años en un cuadro, la volvieron loca. Imagínate eso, mezclado con una pequeña dosis de juventud eterna…
-Bueno, sí-dijo Patrick, algo más tranquilo.
-Estaba pensando… Podríamos ponerle Garret-sugirió Cinnia.
-¿Garret? ¿A quién?
-¡A nuestro bebé!- exclamó la mujer.
-Mmm- pensó Patrick- Garret Dunne… Suena bien.
