N/A: ¡Hola a todos! Acá vuelvo a la carga con un nuevo fic, a pedido de maría-chan, que es nada más ni nada menos que un Cross/Allen. Gracias a maría-chan por ayudarme a configurar el fic. Muchísimas gracias por todas las ideas. Odio poner los títulos, ya sea de los fics como de los capítulos, en inglés, pero creo que a este fic le viene mejor el titulo en ese idioma. Bien, creo que eso es.

Espero que les guste .

Y sin más preámbulo, el ¡primer capítulo!

Título: Other Night — 01. Prólogo de egoismo.

Extensión: Primera versión 1710 palabras. Luego de la edición quedó en 1630 palabras.

Advertencias: Yaoi. Puede que OoC. Spoilers a futuro.

Disclaimer: DGray-man y todos sus personajes son propiedad de Hoshino Katsura, por ende, no lucro con este trabajo.

Resumen: Fue él quien lo encontró, llorando sin respirar sobre el lugar en el cual le había dado muerte a Mana.


Other Night

01: Prólogo del egoísmo

Después de todo, alguna vez tenía que ceder ante su egoísmo.

— No existe libertad para un alma que está dentro del Akuma. Quedas atrapado eternamente y te conviertes en el juguete del Conde. No existe otra forma de ayudarlo, salvo destruyéndolo.

Esas fueron las primeras palabras que Marian Cross le dijo a Allen. Sin embargo, aquella vez el niño no pudo decir nada, pues acababa de matar a Mana y el dolor no cabía dentro de su corazón. En ese momento, Cross se veía lejano, como si escuchase un eco proveniente de otro lugar.

Al notar que no contestaría, el pelirrojo continuó:

— Habiendo nacido con una arma anti-akuma, que dirige tu destino, tú también tienes un destino fijado por Dios, ¿quieres convertirte en un exorcista?

Aquel ofrecimiento sonaba tan irreal, sobre todo después de matar a Mana pero, según el tipo de la máscara, era lo correcto. Para liberar a Mana, había sido necesario matarlo. De pronto, una mano se extendió ante sus ojos: esa era la segunda mano que le habían tendido para ayudarlo. El primero había sido Mana, y ahora él.

— Mi nombre es Marian Cross— se presentó y agregó—. Yo te ayudaré para que puedas convertirte en un exorcista. Tú, ¿cómo te llamas?

— Allen— murmuró, con un sollozo reprimido—. Allen Walker.

El albino, sin tener ganas de dudar de nadie, simplemente se limitó a coger la mano que le tendía el pelirrojo. Si lo estaba ayudando, lo más probable es que fuese una buena persona. Sin embargo, para su desgracia, se dio cuenta más tarde que temprano de la verdadera naturaleza de su nuevo protector. Al principio lo había juzgado como una buena persona, pero había cometido un craso error.

— Disculpe, señor Cross— murmuró Walker, mientras abría los ojos.

Llevaban tres días viajando, de un lado a otro, pero Allen no parecía poder vislumbrar un punto fijo al que se dirigían y su nuevo "protector", por llamarlo de alguna forma, tampoco le daba muchas luces del lugar al que iban.

— ¡Aprendiz idiota! ¡Te dije que me llamarás maestro, ¿no?!

— Sí, lo siento mucho— se disculpó el niño, mientras le tiritaba una de sus cejas. Su nombre, desde que aquel sujeto le prometiera convertirlo en exorcista, había pasado de Allen a aprendiz idiota—. Maestro, ¿a dónde nos dirigimos?

— Por ahora, eso no te importa— le respondió, mientras Allen intentaba discutir con él, sin conseguir resultado alguno.

Empero, eso fue lo menos grave que le hizo el General Cross al albino. Allen aún podía recordar las veces que, obviamente en contra de su voluntad, lo mandaba a apostar para pagar sus cuentas.

— ¡¿Eh?!— era su reacción cada vez que llegaba al hostal en el que se estaban hospedando, fuera en la ciudad que fuese, al ver la nota.

La primera vez que le había ocurrido había acudido inocentemente al lugar que le citaba, pero su sorpresa fue que en aquel lugar le obligaban a hacer trabajos forzados para pagar las deudas de su maestro, que salían de la nada. Al terminar el trabajo forzado, siempre su maestro lo estaba esperando, con aquella sonrisa seductora en el rostro.

Llevaban dos años viajando juntos y las cosas seguían igual. Su maestro Marian Cross lo seguía maltratando, ya sea pagando sus deudas o de alguna otra manera. Le había costado acostumbrarse pero, a medida que iban pasando los días al lado de "ese tipo", como Allen le llamaba mentalmente cuando tenía que realizar uno de los trabajos forzados, se estaba acostumbrando a ser tratado así, lo que comenzaba a considerar insano.

— ¡Maestro!— le gritó con molestia, apenas volvió de haber estado apostando—. ¡¿Por qué rayos siempre me envía a esos lugares?! ¡¿Y cuándo va a empezar el entrenamiento?!

— ¿Acaso eres tan tonto, aprendiz idiota?— respondió Cross, mientras exhalaba el humo de su cigarrillo, con el que Timcampy jugueteaba—. ¿No te das cuenta que realizar todos esos trabajos ayuda a fortalecerte?

— ¡Pero el póker no tiene nada que ver con eso!— le contradijo Allen, con el semblante molesto.

— Bueno, eso es porque de algo tenemos que vivir, ¿no?

Walker se quedó pasmado ante esa respuesta. No cabía duda, ¡la actitud de su maestro le molestaba de sobremanera! Su soberbia, aquella arrogancia que le rodeaba, sin contar con su vicio al alcohol, las deudas, sus mujeres y por ser tan manipulador. Ahora que caía en la cuenta, al parecer le tenía un poco de odio.

— Vamos, aprendiz idiota— lo llamó Cross, mientras le revolvía su albina cabellera.

Llevaba dos años viviendo con su maestro y, a pesar de ello, era la primera vez que se sentía turbado ante el contacto con este. También era la primera vez que sus mejillas experimentaban aquel incomodo calor. Marian contempló su expresión un momento y no pudo dejar escapar una pequeña risa burlona, mientras apresuraba el paso. El muchacho, sin comprender de donde provenía la risa de su maestro, se limitó a seguirlo. Apenas dieron un par de pasos, se vieron rodeados de Akumas. Cross botó su cigarrillo al suelo y, con una sonrisa en el rostro, sacó a Judgement de la funda: por lo visto, esa noche habría trabajo que hacer.

X·X·X·X·X·X·X

Aún tomando en cuenta el mal vivir y las malas experiencias, algo extraño había comenzado a forjarse en el interior de Walker. Poco a poco se había ido acostumbrando a todos los abusos de Cross y, aún peor, había comenzado a sentir celos. Cada vez que su maestro lo acorralaba en un callejón, quitándole el dinero que ganaba a diario en las apuestas para gastarlo en mujeres, no podía evitar sentirse terriblemente celoso, deseando una y mil veces ser él quien se fuese con Cross y no esas mujeres.

— Felicidades— lo felicitó su maestro, mientras exhalaba más humo desde su boca—. Para ser la primera vez que destruyes a un Akuma, lo has hecho bastante bien, aprendiz idiota— concluyó, con una sonrisa.

Allen sólo le dirigió la mirada, mientras la respiración salía entrecortada de su boca: ¡por fin había podido activar su inocencia!, pero le había costado un poco luchar con el Akuma.

— Esto merece una celebración, aprendiz idiota— le apremió, mientras lo guiaba por las calles de la ciudad.

Apenas bastaron unos 15 minutos para que Allen mirara con reproche el destino al cual había llegado: obviamente irían a parar a un bar. Su maestro, sin miramientos ante el rechazo de su alumno, lo obligó a entrar (con buena cara).

Dentro del local estaba lleno de hombres, algunos completamente borrachos, mientras otros abrazaban fuertemente por la cintura a algunas chicas que lucían poca ropa. ¡¿Qué tipo de lugar era ese?! Allen, aún reticente, se colocó en un rincón, mientras veía como su maestro, con total confianza, se acercaba a una de ellas y la tomaba de la cintura.

Lo que pudo ver, en el transcurso de la noche, fue a su maestro beber más y más y, quizá por el efecto a alcohol, se acercaba más a la chica y la besaba en la boca. El albino no pudo evitar poner una mueca, de la que Cross se percató, aunque prefirió no sacar a relucir este gesto de parte de su alumno.

Después de haber estado unas cuantas horas ahí, maestro y alumno decidieron dejar la "juerga", por llamarla de alguna forma, ya que Cross era el único que parecía estar disfrutando todo aquello. Allen tomó la delantera, mientras murmuraba palabras incomprensibles para todo el que estuviese cerca de él, a excepción de sí mismo, mientras su maestro se limitaba a seguirlo, fumándose el último cigarrillo de la noche.

— ¿Qué te pasa, estúpido aprendiz?— le preguntó, apenas llegaron al hostal en el que se hospedaban.

Por las escasas ganancias de Allen, les había alcanzado para alquilar una habitación, con dos camas, pero por los tres días que permanecerían en esa ciudad, poco importaba.

— ¡Estoy harto ya de esto!— contestó Allen enojado, mientras se daba media vuelta—. ¡Me tiene harto su egoísmo y ese afán por las mujeres y el alcohol! ¡También me tiene aburrido que me obligue a ganar el dinero!— concluyó, totalmente molesto.

Estaba harto de que su maestro lo tratase como un objeto que podía manipular a su antojo y también ya no aguantaba que lo utilizase para sus fines egoístas. Verlo con aquella chica en el bar había sido la gota que rebasó el vaso.

Cross lo quedó mirando con parsimonia, mientras cerraba la puerta y apagaba su cigarro en el cenicero. Apenas hubo hecho esto, de sopetón ya tenía acorralado a Allen contra la pared, mientras acercaba su rostro al del muchacho.

— ¡¿Qu-qué hace, maestro?!— le preguntó, mientras un rubor cubría sus mejillas.

— Comprobar las dudas— respondió, mientras lo besaba en la boca.

El humo y el olor a alcohol, apenas los labios de Allen rozaron los de su maestro, penetraron un su interior, mientras Cross rozaba su lengua contra la lengua del albino, guiándolo, sin que este se pudiese resistir. Apenas acabaron, se atrevió a murmurar, triunfante:

— Por lo visto, estás celoso, aprendiz idiota.

— ¡¿Yo?! ¡¿Celoso?!— exclamó, sorprendido de las conjeturas de su maestro, mientras trataba de limpiarse la boca del beso que había recibido.

— Por supuesto— confirmó el General, mientras se relamía los labios—. Si no hubiese sido así, ¿por qué no gritaste por ayuda? ¿Por qué no te resististe?

Walker se quedó sin responder, pues su maestro tenía razón. ¡¿Por qué diablos no lo había hecho?! Y ahora que lo pensaba, ¿acaso no lo había disfrutado? Cross se limitó a mirarlo un momento y sin agregar nada más, se dirigió a su cama.

Por lo visto, el idiota aprendiz no tenia las cosas muy claras.

Aquella noche, fue la primera en que Allen se sintió incomodo con su maestro, sobre todo por el hecho de compartir habitación con él.

Fin 01: Prólogo del egoísmo


N/A: ¿Les gustó? Espero que sí. Sé que puse las advertencias de que este fic contendrá spoilers. Bien, los spoilers comenzaran a salir en el próximo capi. Lo que sucede es que tuve que comenzar con este preámbulo, pues es el primer fic CrossxAllen que escribo, así que si hay algún OC (ya sea Allen o Cross) o alguna incoherencia, me seria de mucha ayuda que me lo dijesen *ríe nerviosamente*, pues aceptare las críticas constructivas gustosa.

María-chan, lo siento si demore mucho en publicar este capítulo, es que me había costado ponerme en plan CrossxAllen, pero ya tengo varias ideas. Si me quieres mandar cualquier sugerencia por mail, la recibiré gustosa.

Bien, sin nada más que agregar… recuerden: ¡Su review es mi sueldo! (agita una lata)