Draco Malfoy y El Libro Que Entrampa
Capítulo 1 – T.O.R.P.E.S.
Ahora
La lámpara ubicada en el centro del círculo proyectaba sombras siniestras en las paredes de piedra y en los rostros. Iluminadas desde abajo las caras se asemejaban a calaveras, ojos y pómulos huecos. Un aquelarre de espectros.
Nueve alumnos, sentados sobre el suelo, se habían congregado en el estrecho cuarto sin ventanas ubicado detrás de un tapiz en el ala Hufflepuff del castillo de Hogwarts.
—Debido al insomnio Harry ha estado otra vez deambulando de noche por los pasillos. —Neville Longbottom hablaba en voz baja pero el tono grave y profundo estaba cargado de firmeza y de autoridad. En la penumbra, la silueta del chico de diecisiete años semejaba la de un teriántropo. Un joven de contextura imponente, grandes manos como garras, la barba mal afeitada y los mechones castaño oscuro que le caían desordenados sobre la frente le enmarcaban el rostro destacándole los vívidos ojos celestes. —Las pesadillas han arreciado y se han vuelto terribles últimamente. La cicatriz le duele casi todo el tiempo, aunque es difícil darse cuenta porque él nunca se queja.
—Ya Sabés Quién ha estado muy activo recientemente. —dijo Blaise Zabini— En su última carta mi mamá me informó que hace unos días hubo un ataque mortífago en un pueblo pequeño, Tipton. En realidad se trataba de una emboscada, el ataque era la carnada, cuando los aurores se hicieron presentes se vieron muy superados en número, los mortífagos mataron a más de la mitad.
—¿Tu mamá no mencionó ningún plan en marcha que apuntara más directamente a Harry?
—No, sobre eso nada.
—Yo tampoco oí nada por el estilo. —intervino Pansy Parkinson— Y hablé con mi mamá ayer.
—Yo tampoco oí nada de mis padres. —Draco Malfoy, sentado enfrente de ella, se removió incómodo sobre el duro suelo de piedra. A su lado, Zabini cambió de posición y se arrodilló sentándose sobre los talones. Las dos Ravenclaws, Mandy Brocklehurst y Orla Quierke y Laura Madley de Hufflepuff que se agrupaban del otro lado de Blaise habían tenido el buen tino de plegar las togas para usarlas a modo de almohadones.
Neville se dirigió a Laura y Orla. —¿Algún progreso con el proyecto de ustedes?
—Andy Bole de Slytherin y Megan Jones de Hufflepuff. —respondió Laura con el mentón apoyado sobre las rodillas— Los dos están decididamente de nuestro lado.
—Con ellos alcanzamos el ochenta por ciento de los de séptimo año. —apuntó Orla— Nadie quiere pelear, es cierto, pero lo harán… todos quieren que los ataques mortífagos cesen de una vez por todas.
—No hay que inquietarse, Harry va a estar preparado pronto y saldrá a cagar a palos a El Que Dentro De Poco Ya No Va A Joder Más. —declaró Colin Creevey alzando el puño en el aire. Su hermano Dennis, sentado a la izquierda de Draco, imitó el gesto.
—No canten victoria todavía. —advirtió Pansy— Potter va a poder pelear sólo si lo mantenemos seguro e indemne.
—Todos estamos dispuestos a proteger a Harry. —afirmó Colin.
—Como buenos TORPES que somos. —dijo Blaise con una sonrisa.
Orla revoleó los ojos. —Ese chiste dejó de tener gracia después de las primeras mil veces, Zabini.
—¿Quién lo dice?
—Lo decimos todos.
—Yo creo que sigue siendo chistoso. —intercaló Dennis.
—Estuviste aspirando revelador otra vez, ¿no? —apuntó Colin burlón.
La reunión de TORPES —Todos Organizados Respaldando a Potter en su Empresa Salvadora—, denominación execrable acuñada por los mellizos Weasley, parecía tocar a su fin, la charla iba derivando a los chismes. Draco estiró las piernas hacia delante y cruzó los tobillos, no estaba dispuesto a quedarse ahí más de lo estrictamente necesario, el suelo duro era incómodo, y si bien proteger a Potter era una prioridad importante, él tenía también otras cosas que hacer.
—Che, Creevey Dos, —dijo Blaise volviéndose hacia Dennis con una sonrisa pícara— ¿Cómo va la vida social de Potter?
—Pésima. —contestó Colin con fingida seriedad— Su calendario ha permanecido deplorablemente vacío desde que se inició el período.
—Willemina trató de engancharlo pero Harry la rechazó de inmediato y sin contemplaciones. —dijo Colin— Es como si ya no estuviera interesado en salir con nadie.
—Willemina es más fea que pegarle a la madre. —dijo Draco— No es de extrañar que Potter huyera de ella como de la peste.
—Quizá ha encontrado a alguien que le ha robado el corazón. —aventuró Colin.
—Sí, eso debe de ser. —exclamó Blaise— Y ella debe de haberlo rechazado riéndosele en la cara. —Blaise se llevó una palma a la frente en un gesto de exagerado y fingido dramatismo— Y ahora nuestro héroe trágico deambula por los corredores a medianoche, penando por ese amor imposible. —suspiró teatralmente— ¡Oh, malhadado… desdichado es su destino!
Neville trató de retomar los temas serios. —¿Te parece que podríamos reajustar el encantamiento de rastreo? —le preguntó a Mandy— Con esto de que sale a merodear de noche… es necesario que podamos ubicarlo rápido y con facilidad.
—Estoy segura de que es posible. —contestó ella.
—En la última reunión del ED, —les comentó Colin a Dennis y Blaise— Harry y Zach Smith tuvieron una discusión muy seria y estuvieron a punto de irse a las manos.
—Eso no es algo inusual. —dijo Dennis.
—Pero lo que me llama la atención es que Harry toma después una ducha muy larga cada vez que tiene esas discusiones con Smith. —agregó Colin con una sonrisa intencionada.
—¿Vos pensás que es maricón? —preguntó Blaise.
Draco apretó los puños sobre la falda.
—No me sorprendería. —dijo Dennis— Ya sabemos que su historial con las chicas siempre ha sido muy pobre.
—Sí, pero eso no significa que sea gay. —replicó Dennis dándole con el índice a su hermano unos golpecitos en el hombro— Vos todavía no besaste nunca a una chica y no sos invertido.
Pansy se volvió hacia Neville que estaba sentado a su lado. —Aparte de los normales hechizos ocasionales e inocuos que le lanzan algunos y de algunos empujones en las escaleras, este año ha estado todo muy tranquilo… lo que me hace sospechar que podrían estar tramando algo más serio.
—Vamos a tener que estar preparados y muy atentos. —dijo Neville— Y le voy a sugerir a Harry que convoque a más sesiones del ED.
—¿Algo de interés en El Profeta? —le preguntó Orla a Laura.
—Nada realmente. —contestó Laura desenrollando el ejemplar que había traído consigo— Pero ese monstruo de mujer, Umbridge, fue ascendida a Jefa Catalogadora.
—¿Está muy mal que desee que hubiese muerto en el Bosque Prohibido? —preguntó Orla.
—Es algo perdonable. —respondió Laura y mirando a Draco agregó— Seguramente hay algunos que deben de estar muy contentos de que haya podido escapar ilesa.
—Y hay algunos que deberían cerrar la jeta si no quieren que los callen con una maldición. —la amenazó Draco con una mirada asesina.
—La semana pasada mandé pedir unos productos del negocio de los Weasley. —dijo Colin uniéndose a la conversación de Neville, Mandy y Pansy— Es probable que mañana me llegue un envío de Fred y George y quizá también una carta con información sobre la Orden.
—Yo le voy a escribir a Pen Li, del Departamento de aurores. —intervino Orla— Quizá ella tenga alguna información interesante.
—Preguntale específicamente sobre el asunto de Tipton. —le dijo Neville y giró la cabeza recorriendo a todos los presentes— ¿Hay algo más que sea necesario discutir? —preguntó— Mañana tengo una prueba de Herbología y necesito ir a repasar. —dado que ninguno agregó nada más, dio por terminada la reunión— Bien, entonces… salvo que se presentara una emergencia, la próxima reunión será el mes que viene, activaré el medallón para avisarles.
Hubo intercambio de saludos y la reunión se disolvió, Draco permaneció en su lugar mientras los demás iban saliendo con sigilo para no alertar a Filch. Pansy se quedó.
—A ver, Draco… —dijo sin rodeos— ¿qué es lo que te pasa? Apenas si hablaste durante toda la noche.
Draco desvió la vista al retrato de Monsieur Couloir Garde que colgaba de la pared y se llevó dos dedos al puente de la nariz. —Las reuniones de TORPES me provocan dolor de cabeza.
—Eso no es ninguna novedad, pero no es ésa la verdadera razón. Hablá.
El problema de que fuera su amiga desde que tenían cuatro años era que Pansy lo conocía demasiado bien. Tratar de mentirle hubiese sido inútil y lo más probable era que le lanzara un hechizo por haber querido engañarla… y lo estaba apuntando con la varita.
—Me preocupa lo que dijo la cámara ambulante. El período escolar termina pronto… ¿cómo va a sobrevivir Potter sin nadie que le cuide las espaldas?
—Vos generalmente le clavás los ojos un poco más abajo, Draco. —dijo ella— Y ya basta con este lamentable intento de esquivar la pregunta.
Draco la miró. A sus diecisiete años Pansy se había transformado en una mujer imponente pero muy femenina y elegante. Llevaba los cabellos negros en una melenita corta que le enmarcaba el rostro, el maquillaje era muy sutil pero bien elegido para darle mayor atractivo a sus rasgos.
Confesó, agachando la cabeza y sintiéndose miserable. — Es posible que Potter esté interesado en Smith.
La exasperación se dibujó evidente en la cara de Pansy. —Sos tan llorón.
Draco enderezó los hombros y la miró con hostilidad. —Fuiste vos la que insistió en que te contara.
—Yo no sabía que Potter fuera gay. —dijo ella.
—No es gay. —dijo Draco— Pero si llegara a ser gay… sólo puede ser gay conmigo.
Pansy lo miró como si fuera un nene de primer año. —Y si es así… ¿por qué no lo invitás a salir?
—Claro. Brillante idea, Pansy. ¿Cómo no se me había ocurrido hasta ahora?
—Dejá de comportarte como un chico. —lo reconvino ella desdeñosa— Y la escuela ya se termina. ¿Qué podrías perder?
—Mi dignidad. Mi orgullo. Mi reputación.
—No veo que tengas nada de eso en este momento.
La fusiló con la mirada. —Te aborrezco con vehemencia.
—El sentimiento es mutuo, pichón. —dijo Pansy— Pero eso no es excusa para la cobardía.
—No puedo, Pansy. No puedo hacerle algo así a mi padre. No puedo mancillar de esa forma el apellido.
Pansy se puso seria. —No tenés que avergonzarte de ser quien sos, Draco.
—Y no me avergüenzo. Soy un Malfoy y llevo mi apellido con orgullo.
—Un Malfoy que forma parte de una organización secreta para proteger a Potter.
—No hace falta que me lo recuerdes, eso de por sí ya constituye un oprobio.
Pansy suspiró. —Draco, si te empeñás en seguir sin hacer nada para obtener lo que realmente querés… voy a borrarte con un hechizo una parte de tu anatomía que al parecer muy poca utilidad te presta.
—Potter tendría que hacer el primer movimiento. Y tendría que estar seguro de que le gusto. No puedo arriesgarme a que vaya desparramando por todo Hogwarts que a mí me gusta la banana.
—Bien. —dijo Pansy incorporándose con elegancia, luego lo agarró de un brazo y lo hizo poner de pie con brusquedad. Era tan alta como él. Lo miró directo a los ojos y agregó: —Tarde o temprano vas a tener que decírselo a tu padre. Llegará el momento en que vas a querer entablar una relación… si no es con Potter será con otro.
—Prefiero posponer esa conversación lo más posible, gracias. —dijo Draco, el estómago se le revolvía de sólo pensarlo— ¿Podemos dar por terminada esta amena charla? ¿O preferís que sigamos platicando de nuestros tiernos sentimientos románticos?
Ella le hizo una cara, pronunció un Nox para apagar la lámpara y los dos salieron.
oOo
—¿Así que buscás pelea? A ver qué te parece esto…
Era la última clase del día, Transfiguración. Con un diestro movimiento de muñeca, Harry transfiguró la ropa de Draco en un baby-doll de encaje transparente… que no alcanzaba a ocultar prácticamente nada.
Toda el aula explotó en risas. Draco contraatacó de inmediato… y se arrepintió de haberlo hecho un segundo más tarde.
Ver a Harry cubierto apenas con unas correas de cuero estuvo a punto de matarlo. Tuvo que apretarse contra el banco para disimular la erección.
Por fortuna, McGonagall les retransfiguró los uniformes un instante después. También le quitó cincuenta puntos a cada uno y les asignó penitencia por alterar el orden de la clase, por uso no autorizado de magia en el aula y por despliegue público de desnudez. Como los NEWTs estaban próximos, la penitencia consistió en dos horas de estudio, sentados uno al lado del otro en silencio, bajo la supervisión de la profesora.
Fue toda una tortura. Los nervios crispados y los músculos tensos. Los puños apretando los faldones de la toga. Tenerlo sentado tan cerca y durante tanto tiempo estaba volviéndolo loco.
Potter olía bien.
Y sus pensamientos derivaban a la imagen de momentos antes. Potter… piel y cuero. Uno supondría que debería haber quedado ridículo así… Potter era petiso e hirsuto… pero incluso con esos espantosos anteojos redondos y los cabellos negros desordenados no fue así… los ojos le relampagueaban con llamas verdes… la contextura, si bien menuda, era fibrosa y rebosante de fuerza. Draco iba a tener fantasías de amo-esclavo que lo iban a fascinar y atormentar durante largo tiempo.
Harry canturreaba muy bajito, casi inaudible, mientras garrapateaba en la hoja de pergamino. Con las mandíbulas apretadas Draco se removía incómodo en su asiento. Sentía la bragueta del pantalón tirante debajo de la toga. Se debatía entre darle un sopapo o abalanzársele para partirle la boca con un beso.
¿Acaso Potter seguiría canturreando distraído si lo besaba?
La penitencia parecía prolongarse eternamente… un suplicio infinito… un infierno torturante.
Draco a veces deseaba no haber conocido nunca a Potter. Hubiera podido tener a quien quisiera, era el Príncipe de Slytherin, deseado por todas las chicas… y algunos chicos. No le gustaban las chicas, sin embargo. Pero eso no era un hecho de conocimiento público… si bien algunos rumores corrían.
Pensaba en el sexo casi veinticuatro horas al día. Pero era sólo Harry al que deseaba. Era frustrante y fastidioso… porque el muy imbécil no lo correspondía. Y estaba la otra cuestión que empeoraba las cosas. Potter era un idiota impetuoso, vivía rompiendo las reglas y corría temerario a estrecharse las manos con el peligro. Y se empecinaba en seguir siendo amigo del maldito Weasel… a Neville lo apreciaba pero también lo ignoraba casi todo el tiempo… ¡y se hacía siempre con la snitch!, a menos que estuviera inconsciente o que lo hubiesen expulsado del equipo… y estaba siempre despeinado.
—Muy bien, caballeros, ya pueden retirarse. —dijo finalmente McGonagall.
Draco se puso de pie, dando gracias de que la toga ocultara… un cierto problema. —Ya era hora, estudiar con vos me vuelve más ignorante.
—Dudo mucho que seas capaz de notar la diferencia. —dijo Harry guardando los útiles en la cartera.
—Muy gracioso, Potter. ¿Estás tomando un curso de réplicas ingeniosas?
—Mucho les agradecería que continuaran su chispeante conversación en otra parte. —dijo McGonagall incisiva.
—Perdón, profesora. —se disculpó Harry, miró a Draco de soslayo como si fuera una caca de perro que acabara de pisar y enfiló hacia la salida.
Draco inhaló profundamente y soltó el aire en un largo suspiro, la tensión por haber estado sentado junto a Harry durante horas fue cediendo. Neville y los hermanos Creevey eran los que estaban asignados para cuidar a Potter durante el fin de semana. Draco iba a disponer de tiempo para recomponerse y para estudiar… y para planear cómo enfrentar a Potter con más brío el lunes siguiente.
Congratulándose por haber sobrevivido otro día sin perder el juicio, terminó de guardar sus útiles y salió. Y prácticamente se chocó contra el Trío Dorado de Gryffindor. Estaban estacionados al lado de la puerta. Les dirigió una mirada hostil.
—Están bloqueando el paso. —les espetó.
—No te vas a herniar si tenés que caminar dos o tres pasos más para esquivarnos. —le replicó Harry.
—Pero yo quiero pasar por acá. —demandó Draco con altanería.
Ron se adelantó con la intención de hacer valer su ridícula descomunal altura para intimidar a Draco. Se cruzó de brazos y lo miró con inquina. —En ese caso podrías tratar de abrirte paso a la fuerza, Malfoy.
Ron Weasley podía ser muy amedrentador, pero no para Draco Malfoy. No sólo medía casi dos metros sino que además era fornido como el que más, lo cual no era de extrañar puesto que comía como lima nueva. Uno de los insultos preferidos de Draco era preguntarle si era el resultado de una aventura de su mamá con Hagrid. La reacción era previsible e inmediata, las pecas se le ponían moradas y los globos oculares se le saltaban de las órbitas. Un espectáculo digno de ver.
Draco sopesó los pros y contras de enredarse en ese momento en una riña con los tres. McGonagall seguramente los oiría y saldría al instante para asignarles penitencia. Draco había estado en pie desde las cinco de la mañana, estaba exhausto y necesitaba el fin de semana para ponerse al día con muchas cosas atrasadas, como por ejemplo estudiar y dormir.
Una voz grave y profunda que le llegó desde atrás le ahorró la necesidad de optar en su dilema. —¿Cuál es el problema?
Draco se volvió hacia el recién llegado. Neville vestía una simple toga marrón oscuro y sostenía con un brazo un libro grande contra el cuerpo. Se llevó el dorso de la mano a la nariz, se la frotó un par de veces y luego alzó ligeramente la punta.
—Nada que sea asunto tuyo, Longbottom. —contestó Draco con una mueca de desdén— Retomá nomás tu camino a la biblioteca o adonde sea que estuvieras yendo.
Mensaje recibido, lugar de reunión acordado.
Neville enderezó la postura adoptando una actitud pretendidamente ofensiva, su mirada saltaba en rápida sucesión de sus compañeros de Casa a Draco, convenía para sortear la cuestión que fuera él el que se ocupara de "intimidar" a Draco. —Creo que sos vos el que se tiene que ir, Malfoy.
—¿Así que vos creés? ¿Pensaste ya cómo vas a lograrlo? —replicó Draco burlón.
—No creo que seas tan estúpido como para enfrentarnos a los cuatro. —apuntó Ron. Harry a su lado había cruzado los brazos sobre el pecho y lo miraba con mala cara.
—¿Sólo se animan a enfrentarme de a cuatro? Me siento halagado.
—Cualquiera de nosotros solo podría con vos, Malfoy. —señaló Hermione.
Draco alzó apenas una comisura. —¿Me estás haciendo una oferta disimulada, Granger?
Hermione se puso roja de rabia. Era más baja que Harry, apenas le llegaba a la barbilla, podría haberse considerado linda si no fuera porque era una sangresucia desgreñada. Pero Draco no la hubiese escogido para un polvo ni aunque no fuera gay. Porque la muy pedante sabelotodo seguramente lo instruiría con condescendencia durante todo el acto, remarcándole todas las cosas que supuestamente hacía mal.
Draco soltó una risa y circunvaló con elegancia al grupo de Gryffindors. Neville no había activado el medallón, lo que indicaba que no se trataba de una emergencia, pero era evidente que necesitaba que hablaran… por lo tanto la pelea quedaba descartada.
—Esperá nomás, Malfoy. —le gritó Ron amenazador— Te la voy a hacer pagar.
—Esperaré ansioso. —murmuró y marchó presto hacia los dormitorios de Slytherin.
En la sala común los alumnos de los cursos superiores habían organizado una fiesta. Había abundante comida y bebida, música, baile y parejitas abrazándose en la penumbra de los rincones.
Pansy estaba vestida muy elegante, como siempre, con una toga verde oscuro de ribetes plateados y broches también plateados. Se separó del grupo de amigos y fue al encuentro de Draco apenas lo vio entrar. —¿Qué tal la penitencia?
—Una tortura. —dijo Draco escuetamente— Voy a dejar las cosas y vuelvo enseguida para que salgamos a dar un paseo.
Ella alzó una ceja primorosamente depilada en un gesto de silenciosa curiosidad. —Aquí mismo te espero.
Draco regresó un par de minutos después. Salieron juntos hacia la biblioteca.
—Longbottom se me acercó hace un rato después de la penitencia. Estaban Potter, Granger y Weasley delante. —le informó Draco mientras caminaban con prisa— Me indicó por señas que teníamos que reunirnos.
Pansy frunció el ceño. —Me preguntó para qué será.
—Probablemente se le perdió el peine en esa mata espantosa de pelo que tiene y necesita que lo ayudemos a encontrarlo. —desde el año anterior no habían vuelto a convocar a una reunión urgente de TORPES. En esa oportunidad Colin le había tomado una foto a Harry y al revelarla había aparecido un espectro junto al Niño Maravilla.
Los viernes a la tarde la biblioteca estaba casi siempre vacía. Había unos pocos Ravenclaws y la bibliotecaria en su oficina. Madame Pince les dirigió una mirada de reconocimiento cuando los vio entrar.
Neville se había confinado en una de las mesas más alejadas de la puerta que estaba circundada casi por completo por estanterías de libros. Tenía varios libros apilados sobre la mesa frente a él, cualquiera que lo hubiese observado habría supuesto que estaba repasando. Alzó la vista cuando Pansy y Draco se aproximaron; sus rasgos se pusieron tensos por un segundo pero enseguida se distendieron cuando los reconoció.
—Longbottom. —saludó Draco— ¿Cuál es el mensaje?
Neville se puso de pie y sacó uno de los libros de la pila. Draco se le acercó, Pansy se quedó en el acceso al área de estudio, haciendo guardia, pero con un oído atento a lo que hablaran.
—Se lo birlé a Trey Bleckly. —dijo Neville poniendo los dedos sobre el libro— Colin, a escondidas, lo escuchó quejarse de que tenía que ir a esperar un libro que le mandaba su tía… un libro que tenía que darle a Harry… me puse un encantamiento de mimetismo y subí al lechucero… una lechuza llegó poco después con este libro.
El libro era bastante grande y más ancho que la mayoría de los libros comunes, pero no era pesado. La cubierta de cuero estaba muy desgastada y resquebrajada en algunos lugares. Sobre el lomo tenía tres semiaros de bronce deslucido. Había un triángulo invertido en sobrerrelieve en el centro de la tapa y el título un poco más abajo: Entrampamiento.
—¿Sabemos por qué la tía de Beckly le manda esto a Potter? —preguntó Pansy.
—No sé siquiera quién es la tía de Beckly. —admitió Draco— Después voy a preguntar entre los Slytherin a ver si averiguo algo.
—Este libro destila magia por toneladas. —dijo Neville y sacó la varita de la manga— Detecto. —el libro resplandeció de brillante color azul, signo de que encerraba magia muy poderosa, mucho más que un libro normal. El resplandor desapareció segundos después.
Draco usó un encantamiento diferente. —Revelo. —se hizo visible en letras rojas la siguiente inscripción: El Libro Que Entrampa.
—Qué casualidad, el título coincide con el propósito. —apuntó Pansy sarcástica.
—Me pregunto cómo será que funciona. —dijo Neville— No me animé a abrirlo.
—Y yo lo desaconsejaría terminantemente. —dijo Pansy— Tendríamos que usar antes un encantamiento neutralizador potente.
—¿Alguien te vio cuando te hiciste con el libro? —preguntó Draco.
—Por supuesto, Malfoy. Fui a los subsuelos, me metí en la sala común de Slytherin, crucé por entremedio de los asistentes a la fiesta, fui al dormitorio de Beckly, le saqué el libro de las manos, le sonreí y le di las gracias.
—¡Longbottom! —lo amonestó Draco.
—El encantamiento de mimetismo es muy efectivo. Me colé en Slytherin detrás de Beckly y lo seguí a su habitación. Esperé hasta que se fue a la fiesta y me hice con el libro. Me escabullí con sigilo, nadie se dio cuenta. Luego fui a buscarte y te encontré en la puerta del aula de Transfiguración.
—¡Longbottom! —exclamó Draco escandalizado— ¿¡En qué estabas pensando!? ¡Si te descubrían te hubieran destripado como a un ratón!
Neville le puso una cara. —Te digo en qué estaba pensando: vos estabas en penitencia, probablemente acariciándole con el pie el tobillo a Harry, a Pansy y a Blaise no los podía ubicar de inmediato y no podía arriesgarme a que Blecky escondiera el libro en algún lugar y que después no lo pudiéramos encontrar.
—Está bien, a regañadientes admito que era preciso… —Draco apuntó a Neville con la varita para darles mayor énfasis a sus siguientes palabras— ¡Pero no lo vuelvas a hacer! ¡O la próxima vez yo mismo te voy a entregar a los otros Slytherin para que te despedacen!
Neville alzó las manos y empezó a sacudirlas en el aire. —¡Ay… mirá como tiemblo, Malfoy! ¡Me das taaanto miedo!
—¡Alejate de él ya mismo!
El bramido sobresaltó a Neville, a Draco y a Pansy. Ella levantó de inmediato la varita. Harry, Ron y Hermione habían entrado por el otro extremo del área de estudio. Los tres blandían las varitas preparados para usarlas.
Lo único que nos faltaba, pensó Draco con desmayo. Parecía que ese día no iba a terminar nunca.
—¡Rajá de acá, Malfoy! —ordenó Ron. Neville empezó a retroceder de espaldas al Trío, con la varita apuntando hacia Malfoy.
—La biblioteca está abierta para todos los alumnos, Weasley. —dijo Draco— Supongo que de otra manera vos no dispondrías de libros para estudiar.
Las orejas de Ron viraron al rojo ardiente. Harry entrecerró los ojos. —¡Andate ya, Malfoy!
—¡Andá a cagar, Potter!
—No debemos pelear en la biblioteca. Podríamos dañar los libros. —dijo Hermione— Voy a ir a llamar a madame Pince.
—Andá a llorarle a la bibliotecaria, alcahueta. —le espetó Draco— Yo sólo necesito llevarme esto… —agregó alzando el libro— … y vos Longbottom, buscá refugio con tus héroes salvadores.
—¡Accio libro! —exclamó Harry. Y El Libro Que Entrampa voló de la mano de Draco a su mano.
Draco se alarmó. No sabían lo que podía pasar si Harry tocaba el libro. Neville había pensado lo mismo y entró en acción. Pegó un grito y tropezó hacia delante como si hubiese recibido un empujón desde atrás y chocó contra Harry. Harry golpeó contra la mesa e hizo caer una silla. Neville recuperó el libro en el aire y cayó pesadamente de rodillas sobre suelo.
Ron y Hermione se volvieron para ver quien lo había empujado, no vieron a nadie naturalmente. Draco le dirigió a Neville una mirada de alivio.
Pansy reaccionó con reflejos rápidos. —Longbottom, no tenés remedio, no podés siquiera estar parado un rato sin tropezarte y caerte.
—Gracias, Harry, por recuperar mi libro. —masculló Neville. Se puso de pie y depositó el libro arriba de la pila que estaba sobre la mesa.
—Si bien la charla ha sido placentera… —dijo Draco— …ya debemos marcharnos. —él y Pansy dieron media vuelta y se dispusieron a irse. Habían dado apenas unos pasos cuando oyeron la voz de Hermione.
—Me pregunto por qué tenía tanto interés en este libro.
—¡Hermione, no! ¡No lo abras!
Pansy y Draco intercambiaron miradas de pánico y desanduvieron al instante los pasos. En ese momento toda el área de estudio pareció explotar en un relámpago de fulgurante de luz blanca.
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