¡Hola!

He vuelto con un Fic distinto, no sé si será de su completo agrado, pero es una idea que me ha taladrado la cabeza durante mucho, mucho tiempo. Lo hice palabras y tadá, aquí está.

No es regido por el Canon, lamento eso, he dicho que es diferente, pero espero que eso no los detenga de leer.

Besos y espero sus opiniones.


Sólo un poco más, pensaba exhausta, con dolor, sin saber exactamente en qué lugar.

El polvo y humo que levantaban los hechizos le impedía ver la situación que se daba ante sus ojos, después de batallar con unos cuantos Mortífagos, estaba totalmente derrotada, mas seguía blandiendo su varita torpemente, sin dejarse vencer.

La espalda de Harry fue lo primero que visualizó, seguía en la lucha contra Voldemort, seguía en su estúpido afán de salvar al mundo mágico, seguía con la absurda idea de que él debía otorgarles paz.

Hermione gritó presta a atacar a aquellos cobardes que osaban acercársele por detrás, como las ratas que eran, como lo que siempre tendrían que ser.

Siguió varita en mano, lanzando hechizos conocidos y unos no tanto, ahuyentando Mortíos, dejando inconsciente a otros, cada poco observaba a Harry, para ver como iba su situación.

El pelinegro estaba agotado y Voldemort también, los dos se veían a los ojos, se enviaban dagas invisibles, se atacaban y acercaban cada vez más, llegando al culmine de la situación.

- ¡Ríndete Tom, no hay escapatoria! – gritó Harry.

Voldemort gruñó con rabia y al hacerlo, muchos Mortífagos le acompañaron con gritos de exaltación, sin rendirse, insistentes en la lucha de su causa, dándoles mayor energía, energía salida de la nada.

Hermione gimió, desesperada, sin poder creer que un solo gruñido de ése hombre pudiera haberles devuelto la confianza y las ganas de luchar. Trastabilló y se afirmó del frío césped, levantándose lo más rápido que pudo, no podían perder, no podían.

- ¡Por Dumbledore! – exclamó Harry.

El mismo efecto causó entre el bando de los buenos, los hechizos se volvieron más poderosos y rápidamente, el número de victimas por ambos equipos se multiplicó.

La castaña hizo un paneo alrededor de la batalla, su visión se hizo lenta, en cámara lenta, como si todo se detuviera para que ella sádicamente pudiera admirar. Estaba rodeada de cuerpos inertes, por una sangrienta escena que prefería no observar.

Más allá, veía a todos luchar con ferocidad, a Ginny, a Neville, los señores Weasley, todos sin rendirse, arriesgando sus vidas, con posibilidades de morir.

¿Por qué?, preguntó en su cabeza.

Tenía miedo, sus rodillas temblaban y su varita amenazaba con caerse de su mano, mordía nerviosamente su labio, hasta rompérselo, el sabor a metal y sal la devolvió a la realidad, comprendiendo que estaba como estúpida mirando como los demás defendían sus vidas, no las arriesgaban, las defendían.

Siguió en su intento de alivianarle la carga a Harry, pero por mucho que su espíritu tuviera la entereza para seguir en la batalla, su cuerpo no compartía la idea. Cada paso que daba era una punzada en sus costillas, tal vez se las había roto, quizás era sólo su imaginación.

Unos cuantos hechizos débiles dieron con ella, tambaleándola mas no lograron arrojarla al suelo.

La imagen de sus padres invadió su cabeza y fue allí cuando realmente entró en batalla, diestra como la mejor alumna de su clase y de todo Hogwarts, se abrió paso sin conmiseración, y aunque no mataba a nadie, más de alguno de seguro lo hubiera preferido.

Corría ayudando a quien lo necesitase, Expelliarmus, Depulso, Desmaius, se escuchaban por doquier, y ella seguía corriendo, verificando sólo segundos antes a quien iba a atacar.

- Ginny – susurró llegando hasta ella, sin dejar de enviar hechizos.

- ¿Cómo vas, Herms? – preguntó la chica, con una sonrisa.

- Ya sabes, un poco de esto, un poco de aquello – bromeó sorprendiéndola.

- Vaya, creo que la batalla te sienta bien –.

- ¡Qué va! – chasqueó la lengua – es el aroma del ambiente.

Todos quienes las escucharon, rieron ante tal intercambio poco común de opiniones, y siguieron en sus batallas un poco más animados.

- Te veo luego, Gin – informó Hermione yendo a ayudar a Lavender.

- Claro, iremos a tomar un helado –.

Entre los luchadores, una cabeza rubia destacaba entre las demás, Hermione entrecerró los ojos, y miró con sorpresa cuando ese rubio volteó para atacar a un encapuchado que había agarrado a Parkinson de su cabello.

- No la toques – lo oyó gritar con furia.

Un hechizo mandó al encapuchado a volar, liberando a la pelinegra de su captor, Malfoy unió su mirada con la de la castaña, que aún no salía de su estupefacción, y tras unos segundos, el chico asintió con la cabeza, en un gesto de cordialidad. Hermione sonrió para sí, y sin meditarlo más, hecho a correr de nuevo.

La batalla se estaba volviendo más larga de lo que todos presupuestaron, la castaña seguía con el ánimo a Full, ayudando a quien se cruzara en su maratónica carrera, sin dejar de enviar palabras de aliento. Divisó a un grupo de escolares, por sus caras podría decirse que eran de quinto o sexto a lo sumo, y fue en su rescate.

Luego de unos minutos, comprobó que los Mortíos insistían en atacar a esos chicos, sólo por ser inexpertos y para vanagloriarse ellos mismos. No pasó mucho tiempo para que comprendieran que con Hermione no se jugaba, de a uno iban cayendo mientras los muchachos sólo lograban retenerlos, hasta que por fin los dejaron en paz.

- Resguárdense en el castillo – ordenó la chica.

- Pero…-.

- ¡Obedece! – gritó sin aceptar reclamos.

Corrió a toda potencia, sintiendo el ardor en sus piernas, pero no se detuvo, no al ver como Ginny corría hacia donde estaba Harry. Ron se puso a su derecha, y le tomó la mano con seguridad, causándole un leve sonrojo, cómo olvidar aquel beso.

Le sonrió con ternura, apretando su cálida mano, llegaron donde Harry justo para ver como Voldemort caía muerto sobre el césped mojado.

Ginny fue la primera en reaccionar, se abalanzó sobre un cansado Harry y lo llenó de besos, abrazándolo con fuerza, con anhelo. Harry lucía horrible, pero esa sonrisa de siempre adornando su rostro, los hizo sonreír, podría estar con la mitad del cuerpo hecho puré, pero era un precio justo para tal desenlace.

Hermione iba a acercarse a los muchachos, para abrazarlo y felicitar a su mejor amigo, hermano, cuando de un tirón, Ron la estampó contra su pecho, la miró a los ojos y le sonrió con el amor impregnado en ellos.

- Te amo – dijo él

Y la besó, la besó con pasión, como siempre quiso hacerlo, frente a todos, frente a los que aun luchaban al no darse cuenta de que Voldemort yacía sin vida, la besó como si fuera a verla por última vez y ella se dejó querer, derritiéndose en su boca, revolviendo su cabello con desesperación, no queriendo separarse de él.

Se separaron, cuando el aire se volvió necesario, con las mejillas encendidas, escandalizados pero a la vez llenos de una paz increíble, de una sensación placentera, se sonrieron mutuamente y cuando Hermione iba a decirle aquel Te Amo, un grito gutural la interrumpió.

Bellatrix estaba arrodillada, al lado de su Lord, aferraba su cuerpo con furia en los ojos, y por primera vez, los chicos vieron como lágrimas salían de ellos, y morían en la pálida cara de Tom.

Su pecho subía y bajaba a una velocidad alarmante, como un toro a punto de embestir, de el salía un siseo amenazador, y en un rápido movimiento, volteó la cara y los miró con rencor, logrando que ellos retrocedieran unos pasos por lo grotesco e impotente de su mirada.

Se levantó con la varita en alto, lista para matarlos y vengarse por haberle arrebatado a su señor, pero sus ojos ya no los miraban a los cuatro, estaban fijos en Harry, sólo en él.

Por instinto más que otra cosa, Ginny, Ron y Hermione, ocultaron a Harry tras ellos, protegiéndolo, ahora era su turno de salvarle la vida, Harry estaba demasiado agotado. Bellatrix avanzó sin amedrentarse, con la locura en los ojos, con las venas saltándole en la frente y en las manos, desquiciada, desesperada.

- Depulso – gritó tan rápido que no lo vieron venir.

El hechizo, los impulsó lejos los unos de los otros, haciéndolos caer de formas anormales al piso, la más afectada, resultó ser Hermione, que para su mala suerte, terminó estampada contra un muro.

Lucius Malfoy que observó todo desde una distancia prudencial, se acercó a Bellatrix y del brazo la obligó a retroceder, forcejeaba con ella, y algo que le susurró al oído, la terminó por convencer, emprendieron carrera hasta el límite del los terrenos de Hogwarts, dispuestos a desaparecer.

Ginny se levantó e imaginándose la intención de esos dos, se levantó para alcanzarles, corrió como loca, enviando hechizos para atrasar su avance, perdiéndose de la vista de los demás.

Ron salió presuroso a detener a Ginny, él creía que ahora que Voldemort no estaba, les sería más fácil capturarlos después, así que intentaría detener a su hermana. Harry ayudó a levantar a Hermione, y sin preguntárselo, siguieron a sus amigos.

Cuando Ron alcanzó a Ginny, no pudo más que gritar de ira, se acercó sin pensar, sin mediar riesgos, siendo tan impulsivo como su sangre Weasley le llamaba.

Vio a su hermana, tirada en el piso, retorciéndose de dolor, gritando cada poco, resistiéndose a darle en el gusto a Bellatrix, apretando sus dientes, mientras lágrimas salían de sus azules ojos, lágrimas que llegaron como dagas al corazón de Ron.

- Déjala – gritó el muchacho acercándose

- Se dice, por favor – rió la mujer, con los ojos desorbitados

- Maldita arpía –

- No estoy de humos para halagos, querido – sonrió ella mostrando sus amarillos dientes

- ¡Muérete! – intentó avanzar más

- No, no, no – advirtió la mujer, deteniendo su ataque – no querrás que muera verdad.

Hermione y Harry corrían apresurados, ya habían deducido lo que pasaba entre ellos, y la cabellera roja de Ginny en el suelo destacaba como ninguna otra. Ginny no se movía, pero sus ojos azules estaban abiertos, y con el brillo que la caracterizaba, su respiración era demasiado lenta.

En un descuido de Bellatrix, Ron logró acercarse unos metros a Ginny, pero se detuvo en cuando Bellatrix posó su mirada demente en él, Harry y Hermione llegaron, y juntos levantaron sus varitas, dispuestos a maldecir.

- Miren a quien tenemos aquí – se burló la mujer – al salvador del mundo

- Vete Bellatrix – rugió Harry – acabe con tu señor, tú no serás mayor problema

Bellatrix avanzó unos pasos, pero fue detenida por Lucius, éste negó con la cabeza y la mujer exasperada, se liberó del agarre y comenzó enviar hechizos a diestra y siniestra.

Muchos llegaban cerca de Ginny y Ron, preso por el miedo de que le llegara a pasar algo, se lanzó hacía ella para protegerla, sin resguardarse él mismo.

- ¡Avada Kedavra! –

Hermione veía con impotencia, como el cuerpo de Ron, caía con un sonido sordo en el césped, cerca de Ginny, Harry estaba unos metros delante de ella, combatiendo contra Lucius, protegiéndola.

Ron no se movía.

La castaña miró a Ginny y ese brillo que había en sus ojos, disminuyó considerablemente, no podía moverse, pero ahora su ceño fruncido indicaba el intento infructuoso de un grito.

- Hermione – gritó Harry – ¡reacciona!

No se movió y cayó de rodillas al suelo, soltando su varita en el trayecto, Bellatrix la localizó y con una tétrica sonrisa, le apuntó directo al corazón, un rayo verde se acercaba a ella, sin retorno.

Lucius tironeaba de Bella, sacándola de los terrenos, y desapareciendo ante los ojos de Hermione, Harry estaba tirado en el piso, entre ella y la sádica mujer, antes de que Bellatrix desapareciera, le susurró con todo el odio impregnado en el tono.

- Nos volveremos a ver –.

La castaña gateó hasta su amigo, lo movió reiteradas veces, pero nada de lo que hacía lo hacía reaccionar, desvió su mirada a la de Ginny, y cuando el último brillo en sus ojos desapareció, la pelirroja cayó inconciente.

George la abrazaba mientras intentaban quitarle el cuerpo de Harry de los brazos, algo pasaba que ella no podía entender, hasta que como un balde de agua fría, y con la garganta ronca por impedir el llanto, George se lo informó.

- Se fueron Hermione, ya déjalos –.

Se abrazó con fuerza a él, dejando que el llanto la consumiera, que la estupidez le pesara, que el temor la volviera a invadir, los gritos de Molly taladraban sus oídos, el llanto de Arthur le era aún peor, pasado unos minutos, cuando ya pudo contener su llanto, la oscuridad la envolvió.

- Esperaré ansiosa, Bella –

El furioso viento, de esa noche, se llevó esa promesa, y al otro lado de la ciudad, en un recóndito lugar, Bellatrix destruía con violencia, todo a su paso.


Espero que les guste, éste primer capítulo es corto, pero los demás serán algo más largos.

Besos,

Aniia.