La siguiente historia es una traducción del fanfic Parallels de la autora Mslead en colaboración con su Beta Kytrin, todo el crédito les pertenece única y exclusivamente a ellas, yo sólo pedí su autorización para traducirlo al español.
Hiro Mashima es el dueño de Fairy Tail. Todo esto es por mero entretenimiento, tanto mío como de ustedes. Espero les guste.
Capítulo 1: A Través del Espejo
Lucy nunca se había considerado a sí misma como otra cosa que no sea una chica normal. Claro, ella era hermosa, y lo suficientemente vanidosa para ser consciente de ello, y mientras que sin duda tenía una imaginación activa y un profundo amor por los libros y la escritura, nunca pensó en ello como algo extraño cuando se tomaba la molestia de pensar en ello. Cosa que no solía hacer.
Así era simplemente su forma de ser, y no veía ninguna razón para cambiarlo. Era agradable ser una rubia "inteligente", e incluso le daba mucha alegría probar que era algo más que sólo su aspecto. Las reacciones por ello nunca se hacían viejas. Especialmente porque era lo último que alguien parecía esperar de "La Heredera Heartfilia".
Un título que nunca dejaba de molestarla.
Sobre todo porque ella no era "heredera" de nada, excepto de un montón de dinero que habría cambiado en un instante por otro día con sus papás.
Ambos estaban muertos. Su madre falleció cuando era pequeña, y su padre hace un par de años por exceso de trabajo.
Era una vieja historia, pero aun así la dejaba deseando de vez en cuando haber tenido un día más con su mamá, o más tiempo para hacer las paces con su padre. Nunca se habían visto cara a cara después de la muerte de su madre. Especialmente con su rotunda negativa a actuar como una rica esnob.
Era algo que su padre no había sido capaz de meterle en la cabeza sin importar el número de profesores particulares, o internados caros, o lo que sea en que haya estado. Apenas habían empezado a avanzar en ello cuando sus tendencias de adicción al trabajo lo alcanzaron.
Suspiró suavemente cuando la lluvia comenzó a aclarar, y decidió dar un paseo a la librería o algo. Toda la melancolía la estaba poniendo introspectiva, y la deprimía.
En cualquier momento empezaría a pensar acerca de su patética falta de vida amorosa, y otras cosas.
Definitivamente era momento de salir de casa.
Sonrió levemente mientras se ponía sus zapatos, cogió las llaves y se dirigió a la puerta agradecida de que Barnes and Noble tuviera una sucursal abierta a poca distancia. Sentarse en el café con un libro o dos sonaba maravilloso.
Se dirigió a la tienda con aire acondicionado, encontrando alivio al calor del sol y la humedad sofocante. De alguna manera entre el momento en que dejó su apartamento y el paseo a la librería cercana, el sol había vuelto con la venganza de un millar de dragones enojados y quemada la tierra. Era repugnante estar en el exterior. Casi era injusto para todos los que estaban al aire libre, haciendo sus vidas en el calor, pero trató de no pensar en eso.
Cogiendo un puñado de su cabello rubio, lo retorció en un moño desordenado para conseguir que se alejada de su cuello pegajoso. La comodidad fue casi inmediata. Su bolso todavía pesaba una tonelada, clavándose en el hombro, pero el aire frío hizo maravillas.
El aire de la librería era calmante, se filtraba en sus huesos con la sensación de hogar cayendo sobre ella. Este era el lugar donde se sentía más a gusto. No entre las estrambóticas fiestas o los vestidos con volantes. Las páginas polvorientas y los tinteros eran el lugar al que pertenecía.
El ambiente puso sus confusos pensamientos en paz, el santuario de libros tiraba de ella a través de sus pasillos. La colección personal de Lucy habría tomado un ala entera de su antigua mansión si todavía viviera en su casa de la infancia.
Caminaba por la alfombra raída, pisoteada por cientos de clientes. Una sonrisa se abrió camino en su cara y se dejó ser arrastrada a lo largo de los pasillos por el encanto de cubiertas de libros brillantes.
Sus dedos se arrastraban sutilmente sobre los lomos de varios libros, el toque amoroso y atento. Muchos los había leído antes, pero había varios de sus favoritos que no le importaría abrir de nuevo.
Sin embargo, titubeó cuando se detuvo en la sección de aventura. Lucy no se llamaría a sí misma precisamente un ratón de biblioteca, pero ella pasaba una gran cantidad de tiempo leyendo libros. Antes cuando su madre todavía estaba viva pero había caído enferma, siguieron las aventuras de tantos héroes como Lucy pudo dejar caer sus pequeñas manos. Era la única manera de que ella y su madre todavía podían tener diversión. Como tal, mantuvo viva la tradición y reconocía muchos nombres de autores.
Excepto el que estaba directamente en frente de ella.
Un poco alejado de los demás, tenía un duro lomo de cuero. A diferencia de las cubiertas brillantes que lo rodeaban, éste era de un oxidado tono marrón con letras de oro en relieve en él.
Fairy Tail
Qué extraño, pensó, pasando un dedo por la parte superior del libro y tirando de él.
No había ningún autor, y el libro en sí era muy simple. Sólo el título estampado en el lomo y la cubierta.
El diseño simplista despertó su curiosidad, y una sonrisa iluminó su rostro cuando abrió la tapa frontal. El papel era grueso y pesado, como una antigua especie de pergamino.
Le gustaba la forma en que se sentía entre sus dedos, dándose cuenta de que alguien había puesto mucho amor en la creación de un libro como éste.
Eso consolidó su decisión de hacer esto la compra que añadir a su colección. Incluso si la historia era aburrida, el libro era hermoso en su sencillez. Había algo seductor en su portada en relieve, por lo que lo puso bajo el brazo.
Lucy no era consciente de ello, pero su hermoso nuevo amigo ya la había traicionado. En el momento en que había abierto la cubierta, hubo una liberación de magia a través de la mundana tienda.
No hubo destellos, ni luces brillantes. Nada como en las historias que tanto amaba. De hecho, no hubo ni siquiera una extraña brisa y mucho menos el cliché sonido de un trueno.
Sin embargo, eso no quiere decir que el evento pasara desapercibido.
De hecho, mientras ella se movía alegremente hacia la línea de salida, pensando en un café con hielo y tal vez un pastel para disfrutar con su nuevo libro, había un hombre que prestaba profunda atención a la chica rubia que, sin saberlo, había cambiado su mundo de lado.
No era alguien a quién uno le prestaría especial atención en verdad. Un hombre común de mediana edad. Todavía razonablemente bien formado, aunque un poco descuidado por la mitad, y seguramente poseedor de una esposa y un par de chicos en preparatoria.
Pero él era difícilmente ordinario.
Desde que era un niño había sido parte de una organización secreta al igual que su padre antes que él. Una diseñada para encontrar a gente como la rubia de brillante sonrisa.
Parecía tonta en el exterior y sin nada de especial. Pero no había habido ninguna duda en la forma en que el medallón que llevaba debajo de la camisa se había calentado cuando ella había abierto ese libro. Un libro que nadie podía ver a menos que su magia estuviera activa, y nadie podía abrirlo a menos que su magia fuera lo suficientemente potente.
Dada su facilidad con ambos, y su regularidad como cliente, parecía que la magia de la señorita Heartfilia había florecido recientemente. Una flor tardía en muchos aspectos, pero eso no importaba. Lo importante era que había ocurrido en absoluto.
Con mucho cuidado ocultó su entusiasmo lo mejor que pudo mientras se deslizaba fuera para comprobar el medallón. Las manos le temblaban ligeramente mientras leía los resultados sobre el mismo, y casi lo dejó caer por la conmoción.
Un mago celestial.
La magia de cualquier tipo era rara. Sin embargo, ¿magia celestial?
¿El único tipo que podía abrir las puertas?
El sujeto estuvo a punto de desmayarse por el shock.
Era lo que habían estado buscando. Después de tantos siglos parecía una locura que por fin hubieran encontrado uno que podía volver a abrir las puertas.
Y ella había caído en su regazo.
Se guardó el medallón cuando fue llamado a la caja registradora. Sin duda la señorita Lucy estaba teniendo dificultades para la compra de su nuevo libro, ya que no tenía ningún código de barras ni nada similar. Una sonrisa se deslizó por sus labios mientras se movía entre las sombras hacia la parte delantera de la tienda.
– ¿Con qué te puedo ayudar?– preguntó gratamente cuando se acercó a la caja.
– No hay un código de barras en este libro. – Lucy explicó, frunciendo el ceño con ligera confusión, – No estamos seguros de cuánto cuesta ni nada. –
– Ah. – Él le sonrió, – Permítanme darle una mirada. – Cogió el libro y lo examinó, – Ah, ya veo. Usted ha escogido uno de nuestra colección antigua. Se imprimió hace mucho tiempo. –
Lucy parpadeó un poco y frunció ligeramente el ceño, recordando vagamente la pequeña sección de libros antiguos reales en la parte trasera de la tienda, y sonrió. – Creo que debe de haber sido mal ubicado entonces. Estaba en la sección de aventura. –
Él levantó una ceja, la imagen misma de un gerente sorprendido, – ¿Ahí estaba? Voy a tener que comprobar si hay otros que podrían estar fuera de lugar entonces. – Se volvió hacia el cajero, – Mientras tanto, los precios de éstos se encuentran aquí. –
Le mostró donde se ubicaba la pequeña y nunca utilizada etiqueta se encontraba y le ayudó a encontrar Fairy Tail, dejando a ambos, cajero y Lucy, sonriendo alegremente mientras se completaba la transacción.
La observó ir directamente al Starbucks vecino y un atisbo de sonrisa oculta se dibujó en sus labios. Él sabía que ella estaría allí por las próximas horas por lo menos. Ella era un cliente habitual después de todo.
Perfecto. Tendría tiempo de sobra para pedir apoyo.
Ajena a la mirada del hombre, Lucy encontró una buena silla cómoda dónde sentarse con su compra y bebida. El libro descansaba cómodamente en su regazo, con sus piernas metidas debajo de su cuerpo.
Emocionada, arrastró su mano sobre la cubierta de rico cuero antes de darle la vuelta para abrirlo y pasó una mano por encima del grueso pergamino. Sus ojos bebieron el guion de fantasía, encontrándose en casa con las palabras impresas.
Una sonrisa tiró de sus labios mientras las palabras "Érase una vez" abrían la novela. Parecía que el juego de palabras en el título de su nuevo libro era apropiado. Lucy siempre había sentido cierta afinidad con los cuentos de hadas.
Pensó que era un poco inusual la forma en que estaba escrito el título, pero no fue suficiente para distraerla.
Los cuentos de Grimm y versiones de las viejas historias de Disney habían sido el pan de cada día para Lucy. No había nada más interesante para ella que las historias de un heroico príncipe derrotando a un dragón para salvar a la princesa. Claro que eran un poco primitivas de cierta manera, pero Lucy disfrutaba de los clásicos.
Se mordió el labio inferior y sonrió, casi sin poder contener la emoción. Preguntándose de qué trataría está historia, empezó a leer, ignorando todo a su alrededor.
Érase una vez en una tierra muy, muy lejana, vivía un poderoso dragón...
Lucy pronto descubrió que era más como una antología de cuentos de hadas. De historias cortas, pero interconectados de maneras que la sorprendían. Aún más sorprendente, era que todas las caras conocidas de las viejas historias con las que ella estaba familiarizada, no aparecían en ningún lugar del libro.
No había príncipes o princesas para ser rescatadas, no había brujas malvadas, ni siquiera un personaje principal al que seguir.
En su lugar, la historia seguía a un grupo de personas en sus diversas aventuras, todas ellos iban desde aterradoras hasta hilarantes en el espacio de un solo aliento. Lucy estaba completamente anonadada mientras seguía las aventuras extrañas de estos desconocidos. Todos los cuales eran parte de un gremio de magos llamado Fairy Tail, de ahí el nombre del libro que compró.
Rápidamente se enamoró de todos los extraños personajes. Erza, la Titania; Gray, el Asesino de demonios, Levy la Arquitecto, y muchos otros. Tenían tantas aventuras, las que parecían abarcar siglos. Estos personajes, gracias a su magia, eran casi inmortales. Era un extraño cambio de aires para el típico cuento de hadas, y Lucy estaba devorando las páginas más rápido de lo que podía procesarlas.
Lo único que se mantuvo constante fue el villano. Un dragón, que era una plaga frecuente de la tierra y del gremio. No siempre aparecía, pero cuando lo hacía...
Todo lo que dejaba atrás era fuego.
Lucy estaba en el borde de su asiento partiéndose de risa mientras leía un capítulo ligeramente conmovedor donde Gray el Asesino cómicamente trataba de escapar el húmedo abrazo de una ninfa del agua.
Por tal razón, cuando una mano le tocó el hombro ella se sorprendió, Lucy estaba dando la vuelta con una disculpa ya en los labios. ¿Cuántas veces se había quedado atrapada por la lectura hasta que estaban a punto de cerrar?
– Oh, lo siento, debo haber perdido la noción del tiempo otra ve… – Parpadeó ante la vista del manager de la librería de pie delante de ella otra vez, con una sonrisa amable en su rostro, – Oh, hola, señor. –
– Discúlpeme por sorprenderla, señorita Lucy. – Él respondió, ampliando su sonrisa una fracción, – Estaba saliendo del trabajo cuando me di cuenta de que usted todavía estaba acurrucada aquí leyendo, y se está haciendo un poco tarde. –
Señaló con la cabeza un reloj que leía las seis y media, – Usted ha estado aquí casi siete horas. – Se rio entre dientes, – Pensé que tal vez querría volver al mundo lo suficiente como para al menos cenar algo. –
Lucy parpadeó cuando se dio cuenta tanto del tiempo como de la forma en que su estómago rugía en busca de alimento.
– ¡Gracias, señor Lewis! – exclamó, genuinamente agradecida por la interrupción. Por mucho que le disgustara ser interrumpida cuando estaba leyendo, tener hambre le disgustaba más. Algo que le había ocurrido más de una vez en el pasado cuando había tenido que ir a casa después de encontrar todo cerrado.
Gracias a la oportuna interrupción, tendría tiempo más que suficiente para comer algo adecuado y volver a su libro en casa.
Sonrió mientras se colgaba la bolsa sobre su hombro, y con cuidado colocó el libro en sus brazos, – Realmente lo aprecio. – le dijo, su mente ya empezaba a vagar por los lugares donde quería comer.
– No hay de qué. – Él respondió con una sonrisa, – Usted es de nuestros mejores clientes. Lo correcto es veamos por usted. –
Se movió su abrigo y sostuvo la puerta para ella, ya que ambos salieron a las sombras alargadas de la tarde.
Él la despidió amable y se metió en su coche. Su parte había terminado, él tenía una cubierta y una reputación que mantener. El resto se lo dejaba al equipo de respaldo al que había llamado.
Lucy se despidió alegremente de él, ajena a cualquier peligro en el aire, y comenzó a caminar hacia Pan Panera situado en el mismo centro comercial. Hacía demasiado calor para pensar en algo caliente para la cena, pero un buen sándwich fresco y un poco de ensalada de frutas o algo así sonaba perfecto.
Además, había menos posibilidades de derramar algo que no quería en su libro. Siempre era un factor a tener en cuenta. Las migas eran mucho más fáciles de quitar que la salsa después de todo.
Estaba tan absorta en sus planes que no se dio cuenta de inmediato de los caballeros que casualmente vagaban en su misma dirección. El día estaba empezando a enfriar, y era justo después del final del día laboral, por lo que no se sorprendió al encontrar personas que se desplazaban alrededor después del trabajo.
No fue hasta que hubo comprado su comida y se dirigía a casa que en realidad comenzó a pensar en ello.
Al principio, pensó que era una coincidencia cuando uno de los hombres, a los que se había reconocido por estar detrás de ella en Panera, estaba caminando en su misma dirección en general. Los apartamentos donde vivía eran sin duda exclusivos y populares, y ella era casi la única que iba y venía caminando al centro comercial.
Sin embargo, conforme las sombras se alargaban, la calle se quedaba más y más vacía. Espantosamente rápido. Y pronto se hizo evidente que los hombres detrás de ella, de hecho, iban tras ella.
Su corazón latía mientras aceleraba el paso y trató de reprimir una exclamación de miedo cuando se le acercaron.
Ahora asustada, trató de averiguar qué hacer. No podía ir a casa. Ellos la seguirían allí y a pesar de que sus candados eran gruesos, dudaba que eso los detuviera por mucho tiempo.
Fue entonces cuando se acordó de que había un restaurante no muy lejos y que a menudo tenía policías que ahí pasaban el rato. Algo sobre la sopa de queso con frutos secos. Si podía llegar hasta allí...
Vigorizada por su decisión, comenzó a moverse resueltamente hacia el restaurante, rezando porque estuviera más cerca de lo que recordaba, y trató de mantener por lo menos la misma distancia entre ella y sus seguidores.
Por supuesto, no tuvo los resultados esperados como ella había planeado.
Alertados por su repentina desconfianza y tensión, los sujetos habían comenzado a cerrarse en torno a ella.
No estaba segura de lo que realmente querían, y realmente no quería saber, así que hizo lo que sus instintos le gritaron: Lucy hecho a correr.
Tal vez no lo parecía, pero en realidad era muy buena corredora*. Ella no sólo podía recorrer largas distancias, también podía aguantar durante bastante tiempo antes de perder el aliento.
Y en este momento era la única cosa entre ella y quién sea que estuviera pisándole los talones.
Por supuesto, sus perseguidores no se quedaban atrás tampoco. Habían sido entrenados para este tipo de cosas durante años. Le siguieron el ritmo fácilmente y comenzaron a alejarla del restaurant, o de cualquier lugar público en general, desviándola hacia una antigua iglesia que estaba siendo renovada.
Lucy gimió de miedo ante la visión de la misma. Ella sabía que estaba en problemas. Ni siquiera se había dado cuenta de que estaba siendo manipulada hasta que fue demasiado tarde. Y dentro de poco estaría arrinconada.
– ¿Qué es lo que quieren? – exclamó, su terror dando voz a lo que pasaba por su cabeza desde que había empezado a correr, – ¡Déjenme en paz! –
Ellos no le respondieron por supuesto. Simplemente la rodearon dejándola sin escapatoria.
Llena de pánico, Lucy atacó y pateó al más cercano en la cara mandándolo a volar, incluso mientras se presionaba contra la antigua reja frente a la puerta de la iglesia.
Por un momento todo lo que pudo ver fueron hombres saliendo de las sombras y acercándose a ella, y todo lo que podía sentir era el fresco de hierro forjado detrás de ella. De repente, algo cedió y la puerta se abrió de forma imposible. Ella gritó sorprendida cuando cayó hacia atrás, un brillo cálido y dorado resplandeció en torno a ella mientras caía en un mar de calidez.
* Creo que nos equivocamos de Lucy XD
No me odien! Se que tengo mucho trabajo y a duras penas puedo sacar las otras historias, pero ya moría por empezar con esta historia, es de mis favoritas y por mucho así que quería compartirla.
Iré a un ritmo más lento, no lo sé, o puede que la conjunte con las otras, en especial porque los capítulos no son tan largos. Ya veremos.
Pregunta, las autoras en cada capítulo ponían un previo del siguiente capítulo si se lograba cierta cuota de comentarios, ¿quieren que haga eso? No voy a pedir 20 como ellas ¬¬, sé que es pedirle peras al olmo, pero quizás si junto 5 o más por capítulo pueda regalar un avance de capítulo. En realidad esto lo vere dependiendo de la respuesta que reciba.
No se preocupen, no abandonaré nada, ustedes saben que aunque lenta sigo trabajando, realmente lo que más tardo entre cada capítulo es una semana. Igual ya saben que si con cualquiera de las historias no pueden esperar, ya están todas finalizadas (en inglés) y las encuentran en mi perfil
Saludos...
