Sí, tengo historias pendientes. Pero estaba leyendo fics sobre almas gemelas, y vi la idea de dos personas que comparten las marcas y cicatrices de su piel, y no pude evitarlo... TSCSGPA, sé que tengo que terminar el otro, espero me perdones... xD
No se lo espera.
En donde ella vivía, no pasa de la misma forma.
Bueno, simplemente no pasa.
O pasaba.
En su universo, si tienes un alma gemela, no tienes ninguna forma de saber quién puede ser, de contactarla, de localizarla. Puede ser tu pareja, con la que envejeces hasta el fin de tus días, o esa persona dormida en el asiento de enfrente en el autobús, y a la que no volverás a ver más. De una forma u otra, no lo sabrás.
¿Intuirlo? Tal vez.
¿Saberlo a ciencia cierta? No.
Por eso, el concepto de saber que tiene un alma gemela en ese nuevo mundo, esa nueva Tierra, le provoca sorpresa, confusión, esperanza y miedo, todo al mismo tiempo.
Sorpresa, porque no creía en las almas gemelas. La idea de que tu alma esté destinada a otra le parecía quitarle a dichas almas la libertad de elegir con quién ser feliz.
Confusión ya que, pese a ello, la idea de que está destinada a alguien en ese mundo, al que se ha visto obligada a huir, le gusta, le llena y se sorprende suspirando de alivio cuando un hombre de ese mundo termina de explicarles el por qué de las marcas que han aparecido en su piel. (Y confusión, también, al no saber cómo sentirse porque el mundo que la vio nacer y crecer, haya tenido que empezar a morir para que ella encuentre a su otra mitad.)
Esperanza por saber que, pese a los últimos años de su vida, llenos de batallas, familia y amigos perdidos, pese su pasado, resulta que tiene un futuro en ese nuevo mundo, que ha aceptado acogerles. Un futuro cuyos tatuajes comparte, al parecer.
Y miedo.
Miedo porque la vida le ha quitado tanto que teme le quite este rayo de esperanza.
Miedo a no ser suficiente para esa alma que parece la espera.
Miedo por no saber cómo actuar y qué hacer ante todo lo que significa que comparta toda marca que se haga en la piel con una persona a la que no conoce, pero que es la más importante de su vida ya sólo por existir.
Suspira, y mira, a través de la ventana del aeropuerto en la que su avión ha aterrizado, ese cielo azul tan diferente al gris y de tonos rojizos que tenía el mundo que ha abandonado hace apenas unos minutos.
Su Sol se expande, camino de engullir los planetas que orbitan a su alrededor, y aumentando la temperatura de su Tierra hasta límites no habitables. Por eso empezaron a buscar solución, a buscar cómo huir al ver que nada podían hacer por su estrella.
Fue un universo paralelo el que oyó su llamada de auxilio. Otra Tierra con la tecnología suficiente para viajar entre mundos, de contactar los universos paralelos necesarias que pudieran aceptar refugiados. Millones de portales abiertos, dividiendo a los habitantes de su mundo para viajar a los de acogida.
Y, como a Clarke, a la mayoría de los que viajaban en su avión les empezaron a aparecer tatuajes, cicatrices, anotaciones o dibujos en su piel. Su nuevo mundo les acogía y les daba un alma gemela. Muestra de que el destino sabía de su llegada.
Para la rubia, los tatuajes y varias cicatrices llegaron de la mano de un escozor soportable que le obligó a mirar su brazo derecho, a la vista por la camiseta de tirantes que llevaba puesta, para ver el tribal que aparecía sin prisa pero sin pausa.
Fue al llegar al aeropuerto, a la espera de mandarlos a los diferentes centros de acogida para refugiados, que uno de los voluntarios para su bienvenida, ha empezado a responder a sus preguntas sobre lo que les estaba pasando.
Y la rubia lo oye hablar desde su sitio junto a la ventana, abrazada a su mochila, y perdida en sus pensamientos.
Un alma gemela.
Tiene un alma gemela.
Una persona con la que comparte las cicatrices (se pregunta si su alma gemela habrá notado el mismo escozor al aparecerle la cicatriz bajo el codo derecho, de la vez que cayó desde lo alto de un árbol con ocho años, y la estrella que lleva tatuada en la muñeca izquierda). Una persona con la que comparte todo mensaje escrito o dibujado en su piel.
Clarke mira al chico que atiende la curiosidad de los refugiados, y decide probar si es cierto, si con un boli vale.
Recuerda haber metido en su mochila, lo único que ha podido traer, un cuaderno y un estuche con sus lápices y rotuladores favoritos. Y coge uno, escribiendo como puede, porque es diestra y se le hace raro, una pregunta bajo el tatuaje.
"Significa algo?", además de una flecha, por si no queda claro.
Y espera.
Pero no hay respuesta.
Tal vez no lo haya visto.
Tal vez no tenga con qué escribir a mano.
Pero espera, guardándose el rotulador a mano y metiendo el estuche en la mochila.
Y se apoya en el cristal de la ventana. Sin saber qué esperar de su futuro. Sin saber dónde y cómo acabará.
Agotada del viaje, sus ojos empiezan a cerrarse, cuando un cosquilleo la sobresalta, obligándola a mirarse el brazo, y sonríe al ver un simple:
"Hola."
.
.
.
.
La primera vez que lo anuncian en las noticias, parece un imposible.
Existen los universos paralelos.
Y no sólo existen, si no que una Tierra de uno de ellos les ha contactado, pidiendo ayuda para una segunda Tierra que desaparece, compatible en los aspectos más importantes (idiomas, enfermedades, flora, fauna...) con el suyo.
Se organizó un referéndum a nivel mundial y el sí ganó. La población había hablado, el plan de refugiados que las dos Tierras paralelas habían ofrecido, estaban lo suficientemente bien organizadas que apenas hubo negativas.
Su propia Tierra aceptaría un total de dos mil personas, que llegarían en diversos aviones, en varios puntos del mundo, para luego llevarlos a los centros de acogida de refugiados donde pasarían una pequeña cuarentena cautelar, antes de ayudarles a integrarse en su nuevo mundo.
Todo es tan irreal, tan de peli de ciencia ficción y, pese a todo, ahí está, en lo alto de su edificio, sentada en una silla de camping rosa, rodeada de vecinos que, al igual que ella, Octavia (su compañera de piso), Raven (compañera de locuras), Jasper (compañero de clase) y Monty (compañero de Jasper), se han subido para aprovechar las vistas que tiene su edificio del portal cercano a Polis.
Armados de binoculares que Raven ha traído, nadie sabe de dónde, se dedican a vigilar el portal a través del cual se ve un cielo que a todos les pone los pelos de punta.
No se imaginan vivir en un mundo condenado a la extinción.
- ¿Alguien ve el primer avión? -pregunta Jasper.
- No -responde Lexa.
- Entonces, ¿a Lincoln le ha tocado currar en el centro? -se interesa Raven- ¿Los va a conocer?
- Sí, se ofreció voluntario junto con varios trabajadores sociales y psicólogos más, para estar con ellos en la llegada y la cuarentena -explica Octavia- Un paso para ayudar a los refugiados en su integración.
- ¿Alguien ve el primer avión? -pregunta Jasper.
- No -responde Raven.
- ¿Cómo creéis que serán? -pregunta Lexa.
- Pues como tú y como yo, no creo que tengan branquias -se ríe Raven.
- No, ya. Pero, me refiero a que ¿cómo se sentirán al abandonar su mundo y llegar a uno nuevo? ¿Cómo será el tener que coger, con suerte, una maleta con todas tus cosas y dejar atrás el lugar que te vio nacer y crecer? Un lugar que jamás volverás a ver. Jamás volverás a pisar.
Nadie contesta, pensativos. No pueden imaginárselo, tan sólo esperar que no les pase a ellos.
- ¿Alguien ve el primer avión? -pregunta Jasper, ajeno al silencio de sus amigos.
- No -responden tres voces.
- ¡Sí! -exclama Octavia.
Un murmullo crece en la azotea, de nervios y curiosidad al ver, efectivamente, ese primer avión que cruza a su mundo. Poco a poco, creciendo hasta que, de repente, cruza.
Hasta que, de repente, Lexa siente un escozor en el codo derecho, en la muñeca izquierda.
Y deja los binoculares, contrariada, mirándose la muñeca.
No puede ser.
No es...
Lo tenía asumido.
A veces ocurre, a veces no te encuentras con tu alma gemela. A veces jamás te aparecen las marcas de tu alma gemela sobre la piel, por tantos motivos que no cabrían en un sólo libro.
Y Lexa lo había asumido. Ella era una de ellas.
Por eso, ese escozor no tiene sentido.
Por eso, el ver esa estrella dibujarse en su muñeca...
- ¿Chicos? -intenta llamar, con apenas un hilillo de voz.
Pero no la oyen, absortos con la llegada del avión.
Del...
El avión.
Mira al cielo y, a lo lejos, puede ver la forma del avión, aún sin la ayuda de los binoculares.
Y lo sabe.
Su alma gemela está en el avión.
Necesita hablar con Lincoln, pero se ha dejado el móvil cargando en su mesita de noche.
Se levanta de un salto, zigzagueando entre la gente de la azotea hasta llegar a la puerta (cree oír a sus amigos llamarla a lo lejos), cogiendo el ascensor para bajar a su planta.
Dos veces se le caen las llaves al suelo, abre la puerta en el tercer intento.
Y corre, entrando en su habitación y cogiendo su móvil.
Y llama a Lincoln.
No lo coge.
Lo vuelve a intentar tras colgar cuando salta el buzón de voz.
- Por favor -susurra, escuchando los pitidos de la línea intentando contactar con su amigo.
Buzón de voz.
Cuelga y vuelve a llamar.
- Vamoooooooos -susurra, volviendo a mirar su muñeca.
- ¿Lexa? -oye a Octavia de fondo.
Buzón de voz.
- Maldita sea.
Seguramente Lincoln no pueda cogerlo, pendiente de la llegada de los refugiados.
- Lexa, ¿todo bien? -pregunta Octavia, preocupada, desde el marco de su puerta.
Esta asiente, a punto de colgar de nue...
- Hey, ahora no puedo hablar -le avisa Lincoln, nada más cogerlo.
- Mi alma gemela va en ese avión les explica, tanto a Octavia (a la que enseña el nuevo tatuaje) como a Lincoln.
Silencio.
El primero en reaccionar es su amigo, que tan sólo dice:
- Te llamo en cuanto sepa más.
- Oh. Dios. Santo... Lexa. -salta Octavia, acercándose para cogerle la muñeca y ver el tatuaje más de cerca.
- Sí -asiente esta.
- ¡Tienes un alma gemela!
- Lo sé -se ríe Lexa.
- ¡Tienes un alma gemela! -repite Octavia, abrazándose a Lexa.
- ¡Lo sé! -sigue riendo Lexa
Y ríen, y se abrazan, y así las encuentra el trío de amigos que entra en el apartamento, cargados con sillas y binoculares.
- ¿Todo bien? -pregunta Monty.
Lexa tan sólo les enseña la estrella.
Las sillas caen al suelo (los binoculares no, Raven tiene que devolverlos mañana, por lo que los deja con cuidado en la mesa del salón) para salir corriendo a abrazarse.
Porque están así de locos. Porque se alegran mucho por su amiga. Y porque se merece ser feliz.
Y no es hasta que se separan un momento, que Jasper lo ve. En su brazo derecho.
"Significa algo?" Y una flecha señalando su tatuaje.
Y es Raven quien le tiende uno de los bolis de su escritorio.
Ignora la pregunta. Tan sólo escribe:
"Hola."
