Desde que Yuri tenía memoria uno de sus sueños -tal vez el más simple- había sido llegar a casa, a su hogar con su familia. Una pareja que comprendiera y compartiera su pasión por el patinaje artístico -la sensación de libertad, la belleza de los saltos que eran más bien vuelos, deslizarse por el hielo como si hubiese nacido para ello-, y tal vez hijos.

Ahora, desde su posición todo se ve claro, el hombre que ama está sufriendo por su propio sueño roto, por su corazón roto.

Victor murió. Y aunque fuera hace meses, Yuuri aún no puede soportar su cama vacía.

El mundo del patinaje artístico guardó luto por largos meses cuando repentimamente, el gran Victor Nikiforov falleció por un cáncer desconocido para todos, hasta para Yuuri Katsuki, su prometido.

En este contexto Yuri Plisetsky ha pasado a crecer. Cuando el amor de tu vida sufre por la pérdida de su propio amor, uno debe madurar y dejar las niñerías, pensó Yuri.

Yuuri está pasando ahora su duelo. Apenas come, cuando no duerme sólo ve al vacío, como si realmente no estuviera ahí, ni siquiera llora.

Y a Plisetsky eso lo enfurece, el hombre que él conoció se ha ido, el hombre que él ama está perdido.

"DEBES HACER ALGO POR TÍ" brama Yuri en alguna ocasión, y en ausencia de respuesta se marcha azotando la puerta. "LEVÁNTATE. SAL DE AQUÍ"... "ÉL NO QUERRÍA QUE VIVIERAS ASÍ" Cuando menciona a Victor parece que Yuuri escucha "DEBES VIVIR TU VIDA, POR TÍ, POR ÉL. POR EL PURO Y SENCILLO VALOR DE LA VIDA" y entre un grito y otro parece que Yuuri sigue adelante.

"¿Te gustaría comer katsudon hoy?" "Podríamos ver el patinaje..." "Podrías venir a verme practicar..." "Podríamos practicar juntos..."

Poco a poco Yuri logra que aquel hombre del que se enamoró vuelva a la vida. Cada sonrisa es un triunfo más. Cada minuto en la pista de hielo es como una medalla de oro para Yuri.

Y cuando, finalmente el japonés se quita su anillo de compromiso y lo guarda junto a la foto de Victor Nikiforov, para dedicarle a Yuri las palabras que más atesorará en su vida, el pequeño ruso siente que no ha habido logro más importante en su vida.

"Quiero pasar mi vida junto a tí. Esta vida que tú salvaste. Esta vida que de no ser por tí se parecería más a la muerte. Te amo."

Cuando años después Yuri entra a su departamento en el quinto piso de su edificio, mira con ternura e infinito amor a su ahora prometido, Yuuri Katsuki, quien lo espera con una bandeja de Piroshki hecho con katsudon y los papeles de una inminente adopción, se da cuenta que su sueño más simple y valioso está ya cumpliéndose.