No pretendo lucrar con esto, la serie pertenece a sus creadores, lo único que quiero es pasar un buen rato escribiendo sobre la serie, y si puedo de paso entretener, mejor.
Corto dedicado a Lillinet.
— ¡No hay tiempo! —
LadyBug tuvo que pegarse inmediatamente a la pared una vez que esa estridente voz la alarmó. Y su espanto en vez de menguar, se acrecentó al ver una figura femenina bajar casi rodando desde el ático.
¡Su ático! Claro que no podía decirlo, menos con ChatNoir a su lado con la misma expresión.
Se miraron.
¿Qué demonios estaba ocurriendo?
Hasta hace dos segundos estaban peleando con la Tarotista akumizada que trabajaba en el Puente de las Artes y ahora, ¿y ahora? ¡No habían siquiera recibido ningún ataque!
No uno que vieran por lo menos.
Dios.
La cabeza le iba a estallar, y para colmo ese no había sido un buen día, hubo llegado tarde clase por quedarse dormida, casi la pisan al cruzar la calle y por si fuera poco Adrien la vio haciendo el ridículo…bueno, eso no era nada nuevo bajo el sol.
Lo cual lo hacía aún más patético.
Una mujer entrada en años pero muy bien conservada entró en el panorama. Se tapó la boca antes de cometer la imprudencia de llamarla mamá. El parecido era innegable.
— Otra vez hasta tarde con ese programa— regañó, y hasta en eso era idéntica.
— No era un simple programa, era un concierto— la chica, a las apuradas se metió la mitad de una tostada en la boca, luego, con una cuchara hizo lo propio con la mermelada.
— ¿No es mas fácil untarla y después comerla?— inquirió la mujer entre extrañeza y ternura.
— Njksdb hbdsaiu—
— No hables con la boca llena, cielo— ella se encogió de hombros en respuesta y se dejó acicalar por la mujer mientras bebía a las apuradas el té con leche recién hecho y en su punto— Tendrías que hacer algo con este pelo.
— Ya hablamos de ello y la respuesta es no— opinó la joven suavemente. A ella le gustaba su cabello rubio y largo, aunque estuviese enmarañado la mayoría del tiempo y soliese atorarse en todos lados.
—Pero, un baño de crema…— era inútil, la joven le sonrió con cierta inocencia picara, cierta campaña comenzó a sonar dentro de Ladybug — Bueno, antes que enloquezcas, tus padres llamaron ayer a la noche, dicen que te aman y que desearían estar acá para tu primer día de instituto, pero que celebrarán en dos semanas cuando regresen de su viaje.
La joven asintió; a ella no le molestaba en lo más mínimo aquel contratiempo, es más, mejor, todos sus primeros días habían sido accidentados, desde el Kinder. Además, su hermano mayor ya se encargaría de enviarles las fotos de su estado luego, ambos habían quedado en verse para tomar la merienda más tarde. Y el muy perverso no iba a perder la oportunidad de plasmar los resultados de su torpeza en su máximo esplendor, lo hacía desde siempre.
Miró hacia las escaleras.
— ¡Ah! ¡Ahí están!
ChatNoir y Ladybug se congelaron, entre una cosa y la otra se habían concentrado en mirar hacia todos lados buscando una maldita salida, la cual, brillaba por su ausencia.
Dejaron de respirar al verla dirigirse hacia ellos.
¿Acaso los atacaría?
Inmediatamente se colocaron en forma defensiva.
— ¿No piensan bajar y despedirse?
Esta vez, en vez de congelarse, se tornaron piedra. Si, la chica estaba a escasos centímetros pero no los percibía. Al contrario, parecía entretenida en esperar una respuesta por parte de los dos regordetes gatos negros que se deslizaban por las escaleras, de panza.
— No sabia que los gatos pudiesen hacer eso— expresó ChatNoir antes de darse cuenta. La cara que su compañera le dedicó fue monumental pero al notar que la chica tampoco los oía, recobró el color.
— Ni yo— se sinceró LadyBug en un susurro.
La joven, aún ajena, se adelantó y tomó a los mininos en brazos. Ambos parecían dos globos llenos de agua a punto de estallar.
— Ahora me escuchan: nada de morder los muebles, dormir sobre los dulces o bajar a molestar. ¿No quiero quejas cuando regrese, escucharon? Tengo que ir, no es que me emocione, debo estudiar mucho y así poder ir a la universidad y tener un trabajo que me permita mantenerlos.
Como era de esperarse ninguno de los dos gatos respondió, así que los dejó en el suelo.
— Mamá los ama. Se me portan bien — expresó cerrando la idea.
— Ahm, cielo, lamento interrumpirte…—
— Disculpa, es que si no les aclaro las cosas todas las mañanas, después hacen lo que quieren. Es difícil ser madre de mellizos— intentó lamentarse la mas joven, con cierto dramatismo. Lo cual se le hizo muy familiar a Marianette ¿en dónde había visto esa expresión?
Instintivamente miró a su compañero que parecía mas curioso que preocupado. Lo sabía porque sus orejas no dejaban de moverse, una, después de la otra.
— Se te hace tarde, madre de mellizos— se rió la anciana, en tono jocoso.
La rubia palideció.
— ¡Ay, no!
Besó a la mujer y salió corriendo de allí, solo para volver a los segundos y tomar su bolso que reposaba sobre el sillón.
— ¡Que tengas un buen día, cielo! — llegó a decir antes de perderla de vista.
— ¡Gracias, abuela! — Se escuchó responder a lo lejos.
¿Abuela?
Los cables comenzaron a conectarse entre si, desaforadamente, sin darle tiempo a tomar una pizca de aliento.
No era una simple cuestión de dos más dos. O tal vez si.
¿Abuela?
Miró a su compañero, al cual, esos detalles parecía pasarle a doscientos kilómetros. Miró a la que evidentemente era una versión mayor de su mamá.
— Que chica tan simpática— le escuchó decir tranquilamente, como quién no quiere la cosa— ¿Ocurre algo, My Lady? Te noto nerviosa—
¿Debía matarlo por ser tan condenadamente despistado?
Para su suerte, el panorama cambió y la tarotista akumizada se presentó nuevamente, y no tuvo más tiempo para traumas. Por el momento.
…
¿Abuela?
¡Buenas! ¡Mi primer corto de Ladybug! Y va con dedicatoria para Lillinet, que nos deslumbra con las obras que publica sobre la serie. ¡Estoy muy orgullosa de todo lo que estas logrando!
¿Qué es lo que quise hacer con la trama? No sé, para serles sincera. Simplemente me puse a escribir a ver que salía. Me lo recomendó la psicologa.(?)
Nada. Eso. Son desvarios.
Espero les haya agradado. Jejeje
¡Saludos!
Grisel
