01. La vieja vida
He empezado este diario como parte de una terapia propuesta por los psicólogos que hablan conmigo de vez en cuando por orden del preocupado sistema (sea el que sea) que se encarga de cuidar de mí por mi salud mental. Nadie va a leer esto, pero creo que usaré este sistema para sentirme más cómodo.
¿Te imaginas despertar un día y recordar tu mundo de una manera muy diferente de lo que es cuando despiertas? Ese mismo pensamiento tuve yo cuando me desperté esta mañana. Pero primero dejadme deciros cómo era el ayer.
Me llamo Jackson Jonas, decidme Jack, vengo de Londres pero vivo desde hace ya medio año en la ciudad de Nueva York. No tengo familia conocida; mis padres murieron cuando era joven, también sin familia, y he ido de casa de acogida en casa de acogida entre Londres y más tarde con una pareja de Nueva York que firmaron todos los papeles para asegurar mi traslado a los Estados Unidos.
Veis, ésta. Ésta es mi vida. ÉSTA. No la otra.
Dejadme explicaros: hace dos días yo vivía tranquilamente en un mundo donde todo era normal y anodino. Un mundo donde, necio de mí, deseaba que algo nuevo pasara. Creo que incluso rozaba la locura, porque si bien recordaréis, "locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados diferentes".
Pero el tercer día las cosas cambiaron de manera radical.
Era verano tras un odioso curso de instituto y mis tutores (no les gusta que les diga "padres") pensaron que sería una buena experiencia ir a un campamento de verano y hacer amigos. Yo ya sabía que simplemente querían tener tiempo a solas y no tener que preocuparse de mí. Quizá cuando volviera me mandaran con otra familia de acogida, quién sabe. La cuestión es que ya tenía pasaje para el campamento Lavner y tenía que ir me gustara o no. Genial: me muero de ganas de hacer amigos.
De camino al insti para coger el bus que me llevaría, pude ver en una tienda de electrodomésticos varios televisores que pasaban noticias que hablaban de diversas anomalías climatológicas en distintas partes del mundo, de manera aleatoria y sin ningún tipo de motivo previo (sí, me gusta ver las noticias mientras como, demandadme). Seguramente fuera el cambio climático o el calentamiento global ese. Todas hablaban de tormentas, granizo, temblores de tierra... Ya podía oír a los fanáticos religiosos "¡El fin del mundo se acerca! ¡Abrazaos a vuestras familias, rezad por el perdón divino!" y demás en los condados más conservadores de Norteamérica.
Pasé de ello, no me parecía tan grave como todos lo marcaban.
Si seré idiota...
El viaje en autobús fue mortificante a más no poder: cientos de chavales haciendo ruido, molestando, insultándose, cotilleando, chillando, grupos discutiendo qué hacer... Ya conocéis como es (o tal vez no, soy a América no del resto del mundo, pero podéis haceros una idea aproximada). La cuestión es que ahí estaba yo: solo en el fondo, mirando por la ventana con los cascos puestos mientras escuchaba a los Rolling Stones lo suficientemente alto como para no tener que escuchar a nadie ni nada más a mi alrededor. Entonces una pelota de beisbol me dio en la cabeza.
Au.
Al fondo vi a Derek, el clásico ejemplo de abusón deportista capullo de toda la vida. Empezó a reírse con su banda de amigos mientras decía alguna cosa, no sé cual y no me importaba. Sólo volví a girar la cabeza hacia la ventana y no presté atención. Pareciera que eso no le gustó, porque Derek volvió a darme con la pelota y pude notar otra tanda de risas acalladas por el sonido de Sympathy for the Devil, sólo que yo no tenía precisamente simpatía por el demonio. Ni por nadie. Paciencia; esto también pasará. Dentro de unos días podré decir adiós a esta gente para siempre hasta el próximo instituto. Y el siguiente. Y así todo el rato. Y justo cuando pareciera que iba a recibir otro golpe cuando la pelota fue parada en el aire por la mano de una chica regordeta de pelo marrón y ojos verdes. Creo que se llamaba May o algo así, no lo recuerdo bien ahora. La cuestión es que May dijo algo y luego se guardó la pelota. Como el profesor estaba cerca y le había llamado la atención la andanada de risas, se giró a ver qué pasaba para decirle al deportista que se sentara y se quedara quieto. Parece que no habrá más prácticas en el campamento para tí, Derek. Tras una expresión de queja, finalmente se sentó con la rubia maciza de turno y siguió conversando. Yo volví a las vistas de mi ventana.
Pasó un largo rato hasta que llegamos al campamento, un sencillo lugar en el campo, rodeado de césped, naturaleza y actividades. Yupi. Tras bajar y recoger el equipaje, fui donde el resto. Resulta que estábamos mezclados dos años de distinto curso por falta de campamentos cercanos. Nos encontrábamos los de primer año con los de tercero y eso significaba una montón de críos rondando a unos adolescentes más viejos. Era un poco incómodo, pero por suerte fuimos en dos autobuses diferentes. Al momento empezaron a repartir las cabañas. Me tocó en una junto a May, una niña rubia de primero llamada Riley, la clásica marimacho con el pelo corto teñido y pinta de rockera que era Sally, el friki empollón de turno llamado Phil (gafas redondas, polo y pantalones anchos a juego) y un grandullón musculoso llamado Randy. Me quité los cascos; no deseaba tener broncas con los monitores sobre prestar atención.
- ¡Hola a todos!- nos dijo la monitora de nuestra cabaña, una mujer joven- ¡Sed bienvenidos a la cabaña Olmo Viejo! ¡Mi nombre es Alice y seré vuestra monitora! ¡Vamos a tener un montón de diversión todos juntos este verano, estoy convencida de ello!
Nuestra monitora se acababa de ganar a pulso en un sólo día la insignia de "más positiva y entusiasta coordinadora de campamento de verano del mundo mundial" en tan sólo unas palabras. Le daría una, pero me temo que no existen de esas.
- ¡Esto va a ser la bomba!- saltó Riley- ¡Campamento de verano! ¡Campamento de verano!
Y Riley otra de esas. En serio, nunca había visto a nadie tan emocionado por un campamento.
- Vamos, Riley; cálmate- salto May- Deja que Alice hable.
- Me pido la de arriba- siguió Randy- Me niego a dormir debajo de nadie.
- Randy, no empieces- le cortó Sally.
- Espero que no haya alérgenos en la comida...- comentó más para sí que para los demás Phil.
Momentos después entramos en la cabaña, los chicos deshicieron la maleta y nos acomodamos un poco. Yo ni me molesté; fuerza de la costumbre. Decidí sentarme en la cama y mirar por la ventana al igual que cuando estaba en el autobús. Al rato volvió Alice, quien nos dijo que teníamos que reunirnos con los demás campistas para el discurso de bienvenida.
El discurso en cuestión era lo de siempre: bienvenidos al campamento Lavner, espero que tengáis una grata experiencia, bla, bla, bla... Nada de romper las normas, bla, bla, bla... Así todo el rato. Duró casi media hora en lo que nos explicaba todo lo que necesitábamos saber sobre el lugar. El resto del día fue bastante tranquilo; sin demasiadas alteraciones ni poco más. Había diferentes actividades voluntarias: ir al lago a remar, hacer manualidades, diferentes deportes... Yo hice mi actividad favorita, que era sentarme a leer mientras escuchaba a alguno de mis artistas favoritos. En este caso, la elección del día; los Rolling Stones, como ya mencioné antes. Paint it black era la canción y me ayudaba a olvidar todo mi alrededor igual que Mick Jagger cantaba sobre cambiar los colores a negro. Sólo tenía ojos para el comic que estaba leyendo y nada más. O así era hasta que llegó la coordinadora Alice a sacarme de mi trance auto-inducido quitándome los cascos sin mi permiso. Maleducada.
- Jack, ¿qué haces aquí encerrado? Es el primer día de campamento y los miembros de tu cabaña ya están realizando actividades ¿Por qué no te les unes?
- No, gracias.
- Te lo pasarás bien.
- No, gracias- sueno más irritado, pero ella ni se inmuta.
- Venga, al menos inténtalo.
¿Qué cuernos pasa con los adultos que no pueden entender un "no" como tal? ¿Acaso hay que decirlo varias veces hasta que alguien se entere o qué?
- Mire, señorita...
- Sólo dime Alice.
- De acuerdo, Alice. Vamos a dejar las cosas claras; no he venido para hacer amigos, sino a que me dejen tranquilo por tres meses. De hecho, por mí como si el resto de la cabaña se la pasa todo el día fuera jugando en el lago o perdiéndose por el bosque. Me da igual. No voy ni pienso formar parte de ello, asi que por favor DÉJAME EN PAZ DE UNA VEZ Y NO MOLESTES MÁS.
Las últimas palabras las dije lo suficientemente alto como para simplemente sonar desagradable pero sin gritar. Ella se quedó de piedra, yo me puse los cascos y seguí leyendo. Se quedó ahí plantada como el propio olmo del que estaba hecho la cabaña. Al ver que no se movía, decidí ayudarla.
- ¿Todavía sigues aquí?
Esta vez sí que se movió. De hecho, salió corriendo fuera. Habría jurado que hasta estaba llorando ¿En serio? ¿Por algo como esto? Llorar por culpa de un adolescente... Cómo se nota que es una monitora novicia. Con esa actitud no sobrevivirá mucho por aquí. Por fin paz y tranquilidad. Tal vez ahora me dejen solo de una puñetera vez y se quede así para el resto del campamento. Quién sabe, puede que luego me echen una bronca por hacer llorar a mi monitora e incluso me expulsen, pero sinceramente me da igual. De hecho, hasta sería una bendición; vacaciones de las vacaciones. Cuanto antes vuelva, antes podré ir al próximo destino y así olvidarme de todo lo demás hasta el siguiente lugar de acogida, como siempre.
Es irónico como las cosas pueden cambiar a nuestro alrededor. Un día te levantas y todo es distinto a como lo recuerdas de ayer. Cuando sólo pensabas en qué hacer mañana o simplemente vivías el día a día sin preocuparte por nada más.
Y es que esa noche me fui a dormir en mi cabaña tras toda una tarde de lectura y música, cerré los ojos con la música puesta y me dormí en el sofá.
Pero cuando me desperté todo cambió mucho al día siguiente.
N del A: sed bienvenidos a esta nueva historia. Espero que os lo paséis bien. Como bienvenida a esta historia, un pequeño juego para todos vosotros que estéis leyendo esto; a ver cuántas referencias de Marvel Comics sois capaces de encontrar en los consiguientes capítulos
