Se removió con cuidado para no despertar a la mujer que yacía abrazada a su pecho, y acomodó la frazada para que los cubriera mejor. Invierno. Siempre en estas fechas sus pesadillas eran peores, jamás recordaba lo que veía en ellas pero sentía frío y, al despertar, esa sensación seguía allí. Negó con la cabeza. Odiaba el frío.

Recorrió suavemente con su dedo índice el costado de la mujer y ella se apretó contra su cuerpo. Sonrió mientras la rodeaba en un abrazo. No quería analizar la situación; estaban. Eran. Con eso bastaba. Él nunca había sido de relaciones duraderas o exentas de problemas pero jamás imaginó estar en una clase de problema que incluyera engañar a alguien con su versión alteran. No creía la situación que había pasado. En su vida, últimamente, todo parecía inverosímil. Y sin embargo, allí estaba, abrazado a su única certeza.

Era curioso, al verla dormida se sentía protector. Siempre pensó en Olivia como alguien fuerte, siempre la vio decidida, segura, ella era la que llevaba el arma, la que iba delante, la que le protegía, pero ahora, en ese momento, ella parecía indefensa. En el fondo, él sabía que ella era así por más de una razón, por su historia total… Tormentosa como la suya. Ambos, detrás de las armazones, eran jodidamente vulnerables.

Suspiró con pesar. Solía maldecirse por no haber notado la diferencia y ahora se daba cuento de lo evidente que era todo; sintió una presión en el pecho. Quizá nunca dejaría de sentirse culpable. Besó los cabellos rubios de la mujer como si quiera disculparse. Había querido tener algo normal en su excéntrica existencia, estaba tan cegado en pasar página, en saber que pertenecía a ese lugar que, tan observador como era, se negó a ver los detalles en su contexto.

Abrazada a él Olivia sonreía entre sueños, y cada tanto se juntaba un poco más a su cuerpo. La mujer con la que había estado durmiendo antes- la otra- era diferente; dormía profundamente y, entrada la noche, siempre reclamaba su espacio. Su Olivia tenía otras maneras, daba la apariencia de que en cualquier momento fuera a despertar. Frágil. Pequeña. Completamente diferente a la inquebrantable agente federal.

Ya casi amanecía y ella parecía descansar pegada a él, como si buscara protección de la vida, de fantasmas que se asomaban por grietas del pasado. Le murmuró 'todo estará bien' justo antes de dormirse, más para él que para ella, como si pidiera un deseo al universo. Una tregua para ellos.

Sintió como si hubiese dormido no más de dos minutos pero entreabriendo los ojos divisó que estaba amaneciendo, quiso levantar el brazo y noto que un peso se lo impedía. Sonrió mientras se mordía el labio. Con su brazo libre acercó el reloj. Faltaba poco para las nueve. Sintió el roce de unos labios en su pecho y volteó a ver la mujer quien aún con los ojos cerrados iba depositando pequeños besos hasta llegar a su boca. Escuchó el susurro de un 'buenos días' y luego le vio en su gesto típico de arrugar la nariz. No pudo evitar reírse. Quería despertar así todos los días. Quería escuchar esa voz cerca de su oído al despertar para saber que podía ser un buen día.

Olvidó la guerra entre universos, la máquina, su falta de pertenencia a algún lugar. Aceptaba que quizá no estaba en casa pero en ese momento se sentía en su hogar. Parecía como si toda su existencia le llevara a ese preciso momento.

El único frío que sentía entonces era en su brazo derecho que cedió su trozo de frazada a la mano de Olivia. Pensó que, después de todo, el invierno podía gustarle... Y mucho.