Ranma ½ no me pertenece.
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Pero si lo fuera muchos personajes secundarios serían retomados.
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Fantasy Fiction Estudios presenta:
Una historia de Aoi Fhrey.
...
Kaala vs Him
(Negro vs Hielo)
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Por décima vez esa mañana Nabiki Tendo maldijo su suerte mientras caminaba. Lo cual era su forma personal de callar la parte de su mente que insistía en recordarle la misma idea: de haber mantenido la boca cerrada no estarías en problemas. ¡Pero no! Por culpa de un diminuto, simpático y casi indoloro comentario dicho en el momento erróneo ella estaba en problemas.
Con un poco de nervioso esfuerzo acomodó el improvisado turbante que usaba sobre su cabeza y continuó caminando. Su andar era un poco extraño ya que cada cinco pasos la tela sobre su cabeza amenazaba con caerse. Algunas personas le dieron a la mediana de los Tendo miradas curiosas, pero al ver su expresión molesta volvían rápidamente a sus asuntos.
Era peculiar ver a una joven de instituto caminar con un trapo enrollado sobre su cabeza, pero con las rarezas que se veían en el distrito de Nerima casi a diario la imagen no era tan novedosa y el asunto fue olvidado rápidamente.
Para Nabiki sin embargo era como si cada hombre, mujer, niño y mascota del lugar le diera miradas disimuladas de burla. Ranma, su hermana y los demás lunáticos estaban acostumbrados a eso, pero ella no. Por fin sus apresurados pasos la aproximaron a una de las entradas «secretas» de la preparatoria Furinkan. Era uno de los muchos atajos que la joven conocía para entrar y salir de la escuela cuando la situación lo ameritaba.
Y hoy era uno de esos días en los que ella no quería ser vista hasta que solucionara su «problema».
Con un poco de dramatismo, Nabiki se aseguró de que nadie la viera entrar en uno de los baños de profesores del primer piso. Los estudiantes no tenían acceso a dichos baños, pero con una llave maestra no existían puertas cerradas para ella. Lejos de ojos indiscretos Nabiki se quitó su improvisado turbante para ver la gravedad del problema. Con un poco de miedo la reina de hielo se inspeccionó mirando de abajo hacia arriba: su calzado estaba impecable al igual que sus calcetas, el insípido uniforme azul celeste de la preparatoria se ajustaba bien a su figura mostrando lo que ella ya sabía, no solo era brillante sino también hermosa. Sus ojos subieron más y fueron hacia sus labios. El espejo, indiferente a sus problemas, le devolvió una mueca de fastidio.
Y cuando su mirada llegó por fin a su cabello…
En lugar de la cabellera castaña limpia y bien cuidada de siempre tenía una colección de colores más adecuados para la peluca de un payaso de circo. Mechones irregulares de cabello amarillo en los extremos de su cabeza, seguidos por otros colores como verde limón, azul, rosa, lila y, en el centro de su cabeza, un único mechón de su color original. Sin jabón a la mano y con pocas esperanzas metió la cabeza al grifo del agua para tratar de regresar a su color natural, pero el agua corría tan clara como al momento de salir de la llave. El arcoíris en su cabeza solo se volvió ligeramente más opaco por la humedad. No era temporada de usar la piscina por lo que encontrar un champú sería muy complicado.
Lo que le había arrojado Kodachi sería difícil de remover.
Si es que aquello se podía quitar.
Como un último intento Nabiki probó usar la secadora de cabello y mientras el calor le quitaba la humedad su mente vagó hacia el momento del desastre.
oOo
Era una de las habituales emboscadas que la retorcida hermana de Kuno le tendía a Akane. Pero el entrenamiento «secreto» que tenía con Ranma estaba dando muy buenos resultados. Kodachi se vio superada en cada pelea y sin importar cuántos trucos usara el resultado fue siempre una feroz paliza para la rosa negra. Lentamente los períodos de calma entre cada ataque fueron cada vez más amplios; la teoría de Nabiki fue que la menor de los Kuno no tenía la misma recuperación a los golpes que su hermano. Al final Kodachi hizo un último intento, pero esa pelea terminó incluso más rápido que las anteriores. Un feroz golpe al abdomen dejó a la rosa negra sin deseos de continuar y el combate se terminó. Akane siguió su camino a la escuela y Kodachi se puso en pie penosamente. Cojeando en la dirección opuesta Kodachi comenzó a alejarse. Al ver el deprimente espectáculo Nabiki remató la derrota de la gimnasta con un:
—Igual que si te hubiera atropellado un camión, ¿no, Kodachi?
La joven del leotardo le dio una mirada llena de odio a Nabiki, pero ella no se sintió asustada en lo más mínimo. En su estado actual, Kodachi era tan peligrosa como una gelatina, así que, tal y como esperaba, la rosa negra dio media vuelta y se alejó cojeando sin decirle una sola palabra. Nabiki siguió su propio camino y cuando ya casi se olvidaba del asunto una bolsita le golpeó en la cabeza liberando un fino polvo de colores. Creyendo que era una de sus clásicas drogas paralizantes Nabiki contuvo el aliento y se alejó lo más rápido que pudo, sin embargo no ocurrió ninguno de los temidos efectos que esperaba. Con la idea de que el polvo era algo patético como harina se examinó en el reflejo de la ventanilla de un auto. Solo para descubrir que su cabello era de colores.
Con su cabellera seca y sin cambios Nabiki dejó de lados sus recuerdos y suspiró. Si la mezquina venganza de Kodachi hubiera sido en otro momento ella solo se habría encogido de hombros y regresado a casa. Pero el día de hoy no podía darse el lujo de volver ya que tenía una «entrevista informal» con uno de los reclutadores de la universidad a la que quería ingresar. Cancelar o aplazar la reunión sería como decirle al entrevistador que no le interesaba, y la Toudai era sin duda la mejor opción para sus planes. Llamar a alguno de sus colaboradores para pedir ayuda era una mala idea, cualquier rastro de debilidad y perdería mucho del respetuoso miedo que le tenían. Llamar a su hermana hubiera servido, pero Akane llegaría a la escuela con el tiempo justo. Con el poco tiempo que tenía Nabiki decidió usar el teléfono fijo fuera del baño para llamar a uno de sus chantajeados especiales y pedirle un servicio. Con eso el estatus de su víctima pasaría de ser: «incondicional esclavo» a «muy asustado para revelarse». Nabiki introdujo una moneda en el teléfono e hizo la llamada.
El plan de emergencia resultó ser efectivo. Una de las pelucas de la colección Gosunkugi (¿por qué tenía una copia tan buena?) funcionó lo suficientemente bien para que nadie notara nada raro. La entrevista con U.T fue rápida y con algunas promesas vagas para un buen negocio en el futuro, sus colaboradores la dejaron sola el resto del día escolar, con lo que evitó cualquier potencial accidente que moviese la peluca de su lugar.
De las personas cercanas a Nabiki nadie pudo notar nada fuera de lo cotidiano. Las clases fueron como siempre, el almuerzo fue normal, apuestas se realizaron como siempre y Kuno fue aplastado (también como siempre). Un vengativo y loco artista marcial apareció para desafiar a Ranma... como siempre. En el exterior ninguna de las locuras habituales afectó a Nabiki como para moverle un solo cabello.
Pero por dentro para la mediana de las Tendo fue uno de los días más largos y tensos que pudiera recordar. Su máscara no tenía grietas, pero por dentro se encontraba en un estado de alerta por las cosas que podían salir mal.
¿Y si una ráfaga de viento movía su cabello falso? ¿Y si alguno de sus deudores notaba la peluca? ¿Y si el director Kuno pedía otro de sus absurdos cortes de cabello? ¿Y si Kodachi regresaba para terminar su mezquina venganza?
Mil y una opciones para el desastre le susurró su mente y fue solo una vida de disciplinado auto-control lo que impidió que cediera al pánico. El sentirse tan vulnerable era algo que ella odiaba, porque le recordaba los primeros meses tras la muerte de su mamá cuando la falta de dinero la tenía en un estado de alerta y miedo casi constante. Pese a todas las alarmas que le gritaba su mente, en el exterior la máscara de control y calma se mantuvo en su lugar.
Pero no fue nada fácil.
Al final del día escolar ella salió con paso sereno como siempre, pero por dentro quería correr.
El único cambio visible en la rutina de Nabiki fue un desvío hacia el centro comercial y el gasto imprevisto de un tinte para cabello de marca americana. Fue una inspiración de último minuto la que le hizo comprar un tinte en lugar de tratar de buscar algo para lavar su cabello; lo mejor era reiniciar con un color nuevo y no tratar de recuperar el anterior. El costo fue sin embargo una pequeña fortuna y estuvo cerca de hacer una rabieta como las de Akane, pero perder la calma de esa manera (y mucho menos en público) simplemente no era su estilo. Nabiki no se enojaba…ella se vengaba. Con esa idea en mente pudo recuperar su balance mental para no gritar en plena calle.
Con la ocasional picazón en la cabeza por culpa de la peluca y con sus compras ya hechas Nabiki regresó a casa como si se tratara de un día ordinario; pero su mente era un caldero hirviente donde ella agregaba poco a poco los ingredientes de su venganza. Varios escenarios estaba listos pero ninguno le parecía lo suficientemente bueno. Casi había llegado a la seguridad de su habitación cuando un pequeño descuido subió aún más la temperatura de su molestia.
Ranma huía de su prometida y para evitar chocar con Nabiki el joven de la trenza la rodeó, el movimiento evasivo causó que ella diera medio giro justo donde estaba parada. El asunto no habría pasado a mayores si Akane no hubiera hecho la misma maniobra para evitar golpear a su hermana. Pero a diferencia de su prometido Akane usó más fuerza que delicadeza en su maniobra, lo que provocó que Nabiki diese otro medio giro y se enredase con sus propias piernas hasta caer sobre su trasero. La peluca de Nabiki se movió lo suficiente para mostrar parte del colorido secreto que escondía.
Tan absurda fue la escena que la pareja se quedó inmóvil mirando a Nabiki.
—¿Qué fue lo que te…? —logró balbucear Akane.
—Kodachi fue lo que sucedió hermanita —respondió Nabiki manteniendo un tono de voz de ligera molestia, aunque mentalmente se estaba golpeando la cabeza contra el muro por haber sido descubierta tan cerca de llegar a su habitación.
—…
Justo como esperaba, el inicio de una sonrisa empezó a formarse en la cara del chico maravilla. Mejor recordarle su lugar en la cadena alimenticia a Ranma.
—Fue algo muy lamentable —añadió—: Y no me gustaría escuchar una sola palabra, rumor o risa sobre este penoso incidente. Soy una chica sensible después de todo y podría querer venganza sobre quien se burle. ¿Ne?
Nabiki vio con satisfacción cómo la pareja de enamorados asentía violentamente. Con eso se ajustó la peluca para ir por fin a su cuarto.
—Llámanos si necesitas ayuda —murmuró Akane.
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Por última vez ese, día Nabiki se repitió que de haber mantenido la boca cerrada no estaría en su situación actual.
El agua caliente del baño hizo maravillas para quitar la tensión de su cuerpo pero poco podía hacer por su cabello. La blanca espuma en su cabeza era una buena pista de que el champú regular era inútil para quitar el color. Lo que sí era raro fue la cantidad de espuma que tenía en la cabeza. Mientras limpiaba su cuerpo cierta parte de su mente buscaba una manera poco dolorosa para que Akane y Ranma olvidaran el asunto también…como si nunca hubiese sucedido.
Al comprobar que no se quitaba el color lavando solo quedaba la opción de usar el tinte de modo que con un suspiro lento Nabiki dejó caer agua sobre su cabeza para retirar la molesta espuma.
…
¡…!
¡…!
Con mucha calma, Nabiki tomó una toalla y retiró la humedad restante de su rostro.
El tiempo que había usado el baño fue sin duda muy largo pero necesitaba recuperar el balance perdido. Al mirarse en el espejo vio a la persona en control de siempre; su reflejo mostraba un tono de cabello poco más oscuro que el que reconociera desde su infancia, la diferencia solo se notaba si realmente la buscabas.
La única persona que notaría el cambio sería Kasumi, pero por su discreción natural no haría preguntas innecesarias. El cepillo pasaba suavemente por el cabello como si la pequeña odisea de su dueña no hubiese pasado.
Ahora la absurda cabellera de arcoíris ya no existía, era algo que solo estaba en los pensamientos de quienes la vieron.
Solo un recuerdo.
Solo en su mente.
Como un tonto rumor que no se podía demostrar.
«Yatta».
POR FIN la inspiración llegó a Nabiki, ya sabía cómo regresarle el golpe a Kodachi.
Fue una Nabiki mucho más enfocada quien bajó esa noche a cenar.
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—¿Nueva marca de champú, Nabiki? —preguntó «casualmente» su hermana mayor.
—Sí, un poco caro pero creo que el cambio era necesario.
Kasumi solo le dio una de sus sonrisas normales como respuesta.
Traducción para Nabiki: si necesitas hablar sabes en qué momento buscarme.
Con el diálogo secreto de hermanas terminado Nabiki tomó sus palillos para comer.
Por su parte, Ranma y Akane le daban miradas fugaces a Nabiki, pero su expresión era la misma de siempre, calmada, en control y con una ligera sonrisa depredadora en el rostro.
Nabiki estaba centrada porque ahora tenía un plan.
La cena transcurrió sin incidentes raros, solo la pelea de rutina Ranma vs. Genma por robar la comida. Nabiki terminó su té verde y se encaminó a su habitación. Ya en sus dominios personales fue directo a su libreta de contactos para buscar a las personas clave para su plan. La escuela de Kodachi no era su territorio regular, pero conocía a varias personas de utilidad. Con el radar de Kodachi, Nabiki tendría que ir con mucho cuidado, solo algunos golpes sutiles para provocar la avalancha.
Nada de negocios en este pequeño plan, solo sutil y dulce venganza.
Al terminar de afinar los detalles de su plan, Nabiki se dio cuenta de que ya era muy tarde y aún le quedaba un pendiente que no podía esperar: su hermana. Kasumi tenía su propio sistema infalible para descubrir las cosas que le interesaban y no la quería indagando. Con pasos suaves salió de su habitación y recorrió el silencioso pasillo hasta llegar a la planta baja.
Justo como esperaba, todas las luces de la casa estaban ya apagadas excepto por el débil resplandor de la televisión que delataba a su hermana. Kasumi miraba un programa extranjero de esos que solo ella encontraba tan divertidos. Ciertos días, y muy entrada la noche, la mayor de las Tendo relajaba su máscara de perfección para comportarse como una adolescente. Nabiki miró el pequeño bote de helado a sus pies el cual resistía los asaltos de la cuchara lo mejor que podía, pero a ese ritmo estaría vacío en poco tiempo. Kasumi se percató de la presencia de su hermana y sin apartar la vista de la pantalla hizo un gesto con la mano para que se reuniera con ella bajo la gruesa manta que la cubría.
Con un suspiro, Nabiki entró en las cálidas mantas para la plática entre hermanas; las reglas eran simples: si Kasumi le permitía verla en semejantes fachas y conducta, entonces Nabiki tenía que bajar sus propias defensas y hablar sin su habitual máscara. Sin saber cómo abordar el tema, la mediana de las hermanas miró la pantalla frente a ella.
«—Temporada de patos.
—Temporada de conejos.
—De patos.
—De conejos
—¡De conejos!
—¡Temporada de patos! ¡Fuego!
¡BANG!»
El extraño programa no le dio ninguna inspiración para iniciar la plática, pero Kasumi se adelantó y solo le preguntó:
—¿Un mal día?
Era sin duda el eufemismo del día, pero Kasumi no se merecía la respuesta irónica que les daría a otros.
—Un… horrible día.
La mediana de los Tendo se sorprendió del temblor en su voz y con un esfuerzo calculado se tragó el impulso de llorar que no sabía ni de dónde había venido.
—Cuéntame.
Nabiki le contó a su hermana todo el incidente y el control de daños que tuvo que hacer hasta que llegó a casa. Después de una pausa, Kasumi respondió.
—No fue un día horrible, hermana. Fue un asco de día, y no fue muy inteligente de tu parte burlarte de un oponente caído. Pero eso explicaría por qué tardaste más de una hora en el ofuro. Por lo menos evitaste un desastre mayor.
—Sí, pero yo no puedo actuar como si no hubiera pasado nada —dijo Nabiki con voz triste, y añadió—: Solo… no puedo.
—Oh cielos, Nabiki, tu cabello.
—…
Fue una pausa muy larga hasta que Kasumi encontró su voz de nuevo para hablar.
—Supongo que tienes un plan para retribuirle a esa niña.
Nabiki no estaba segura de qué la sorprendía más, si el hecho de que su hermana la conociera tan bien como para adivinar que ya tenía un plan en mente; o el hecho de ver una de las sonrisas de desafío de Ranma en la cara de Kasumi.
—Lo tengo, hermana.
—Bueno, búscame si necesitas ayuda con tu… plan.
Con la aprobación silenciosa de su hermana para su revancha, por primera vez ese día Nabiki pudo sonreír.
Por su parte, Kasumi pensaba en la forma de ayudar a su hermana. No con su venganza, pero el ver a Nabiki tan emotiva era algo que le preocupaba.
La imagen de una mujer llegó a su mente y con ella sus propios planes comenzaron a formarse.
oOo
Hiroshi Aida era por costumbre un médico de ideas fijas y muy definidas, o como lo llamaban sus colegas un «viejo y duro cuadrado», así que cuando se formaba una opinión sobre algo o alguien era casi imposible hacerlo cambiar de parecer: el cielo era azul, la televisión era estúpida, la única cosa buena que aportaron los extranjeros a Japón fue el chocolate y la juventud actual era banal y tonta.
Sin embargo, ahora tenía que ajustar su opinión un poco: la mayoría de la juventud actual era banal y tonta. Su última visita fue una revelación, una niña de no más de 16 o 17 años, quien al entrar no perdió el tiempo con rodeos, fue directa y asertiva con lo que quería saber y cuando terminó con sus preguntas, le dio una adecuada reverencia y se retiró. Las noticias que le dio no eran las mejores pero la joven no perdió en ningún momento la compostura. Pobre niña. A pesar de los problemas personales, semejante conducta era agradable de ver en estos días.
—¿Qué clase de persona era esa niña, sensei? —preguntó la enfermera con un ligero tono de burla—. ¿Un robot o un trozo de hielo?
El señor Aida le dio una mirada molesta a su imprudente asistente y respondió:
—Llame a nuestra siguiente visita, Kobato-san.
Casi toda la juventud era atolondrada.
oOo
Diez días después del «incidente», y de camino a su hogar, Nabiki descubrió a dos de las lacayas del equipo de gimnasia de Kodachi espiándola. No le costó mucho trabajo hacerles creer que la jugarreta de Kodachi había funcionado y ella se veía forzada a usar una peluca para ocultar su cabello de colores (un par de fotos de Akane en bikini bastaron para que Gosunkugi le cediera la peluca sin hacer preguntas). Nabiki se dio cuenta de que le tomaban algunas fotos en el momento en que ella «casualmente» ajustaba su cabello de tal manera que aparentaba ser una peluca. Con la información falsa en camino la mediana de las Tendo se preparó para lazar la bola de nieve que causaría una avalancha para la rosa negra.
Fue hacia un teléfono e hizo la primera llamada para citar a un grupo de estudiantes de la escuela de Kodachi.
oOo
Al día siguiente de esa llamada telefónica un grupo de colegialas con uniformes color marrón y otra con uniforme azul celeste compartían varios pasteles en una casa de té, aunque su plática estaba lejos de ser normal para un grupo de chicas.
—¿Iniciar rumores sobre Kodachi Kuno? —preguntó una de las estudiantes confundida y añadió—: ¿Te volviste loca? No queremos problemas con la rosa negra, Tendo-san.
Nabiki ya se esperaba varias reacciones así, por lo que se concentró en su papel de conspiradora.
—Me siento un poco herida, Nanami-san. ¿Acaso no somos aliadas en una causa común? —replicó Nabiki con un fingido gesto de dolor.
—No se trata de miedo, pero…
—Te preocupa que si Kodachi se entera de la verdad hará tu vida escolar imposible —remató Nabiki.
—Ninguna de nosotras ha visto a Kodachi estos días, pero con esa absurda forma de saltar y su locura ella puede aparecer en donde quiera. ¡Y en cualquier momento! —replicó otra de las chicas.
Nabiki se permitió sonreír un poco ante el recuerdo de la última pelea de la rosa negra y les dijo:
—Tenemos tiempo, Mitsuki-san, sé de buena fuente que Kodachi no estará visible para nadie en la escuela por varios días todavía. Es más —añadió Nabiki—: su costumbre de estar donde quiera es algo que usaremos a nuestro favor, porque nadie podrá demostrar por completo que no fue vista donde queramos. Y si siguen el plan, Kodachi no podrá rastrear los rumores a su origen.
Las jóvenes se quedaron en silencio mientras Nabiki explicaba qué tipo de rumores eran los que debían difundir en San Baco. No era un enfoque directo como temían, eran más bien matices… pinceladas de una idea. Ninguna podía ver el propósito final de las mentiras, pero estaban de acuerdo en que aún si se descubría la verdad, Kodachi no estaría molesta en absoluto.
Todo lo contrario.
Cuando todas estuvieron conformes y la reunión ya se disolvía, Nabiki decidió pulir algunos detalles con una persona en particular.
—En algún momento Kodachi podría quererle dar cierto sentido a lo que sucede —dijo Nabiki a la chica de gafas redondas frente a ella— y es en donde tú entras, Kiyama-san.
La chica de las gafas estaba en GRAN deuda con Nabiki, pero para mantener las apariencias de no ser su casi esclava a ojos ajenos, la joven le dio una mirada aburrida a la joven Tendo.
—¿Qué quieres que haga? —peguntó Kiyama ligeramente inquieta.
—Si Kodachi te llega a buscar ten disponible para ella la información «correcta» — y luego añadió—: Algunos datos que la hagan creer que la mente puede bloquear recuerdos para protegerse, sean malos o unos muy buenos. Eventos tan intensos que el cerebro los encierra porque simple y llanamente no puede lidiar con ellos. No me importan los datos duros, solo deja que ella lo sepa de la forma correcta.
«Los datos deben parecer muy reales o ella no caerá», pensó Kiyama.
—Bien.
Y desde ese día la máquina de habladurías en San Baco comenzó a funcionar.
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Continuará…
Notas:
En primer lugar quiero agradecer a Randuril y Noham por su ayuda con este fic. Para más locuras y novedades pueden visitar Fantasy Fictions Estudio, tenemos galerías, música y saludables dosis de humor blanco y negro. ¡Anímense!
Con respecto a la historia puedo decir que la venganza de Nabiki recién inicia con los rumores, pero quedan muchas preguntas: ¿De qué tipo serán? ¿Por qué Kasumi apoyaría una venganza? ¿Kodachi feliz por las habladurías?
Para encontrar las respuestas y más no se pierdan el siguiente capítulo.
