Prólogo: Grimmauld Place
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- Hay que reconsiderar los hechos, Albus. -Dedalus Diggle, un mago bajito y menudo se había levantado de su sitio y miraba a los presentes con la ceja fruncida, intentando convencerles de que, lo que el mago más poderoso de la historia y actual director de Hogwarts estaba proponiendo, era una estupidez y una de las más grandes que había oído.
Durante la guerra con Voldemort, antes de que el niño lo venciera, había aceptado unirse a la orden de Fénix cuando los mortífagos y servies del señor oscuro habían matado su familia; la única que le quedaba. En ese entonces solo buscó algo de venganza, razones por las que ellos habían hecho tal barbaridad y creyó que su causa descansaría en paz cuando el mago oscuro fue vencido, pero no fue así del todo. Él volvió y esta vez más fuerte y peligroso que nunca, actuaba en silencio y en discreción, provocando más de un temor en todo el mundo mágico. Desde entonces, la orden de fénix volvió a reunirse y a pesar de que Dedalus, estaba en proceso de jubilarse, volvió a unirse en ella y a hacer todo lo posible para intentar vencer una vez más al señor oscuro. No quería el fin del mundo mágico, ni del mundo muggle y mucho menos pensaba dejar que éste fuera gobernado por un mago como aquél.
Siempre en sus años en la Orden había hecho todo lo que el director de Hogwarts pedía, pues era él quien decidía lo que tenían que hacer. Sus palabras siempre fueron órdenes para todos los miembros, sus consejos eran sabios y todos lo respectaban, al fin y al cabo había demostrado ser merecedor de ese respecto. Pero esta vez lo que el Albus Dumbledore les estaba proponiendo era una estupidez, un suicidio y no estaba dispuesto a aceptarla. No estaba dispuesto a arriesgar tantas vidas si aquella misión salía mal, ya murieron bastantes sacrificados por esa causa y esta vez no tenía las de las ganar. El señor Oscuro había vuelto más fuerte que nunca, más feroz y peligroso que antes; un paso en falso y él lo sabría, y aprovecharía esa debilidad para destruirles.
- Piénsalo Dedalus, sería la única manera de poder vigilarlos más de cerca.
Nimphadora Tonks se levantó de la silla situada al lado de su marido Remus Lupin y recorrió con la mirada a todos los presentes de aquella reunión sentados detrás de aquella gran mesa redonda. Una vez más, en Grimmauld Place la Orden de Fénix volvía a reunirse para decidir sus siguientes pasos para proteger el mundo mágico de las garras de los mortífagos y su señor oscuro.
Muchos asintieron ante su comentario al estar de acuerdo, otros simplemente la miraban dudosos y hasta pensativos. Lo que el director les había propuesto era tan buena como mala idea, y en eso estaban de acuerdo todos los presentes, pero también sabía que debían actuar y cuando antes. Durante los últimos meses había intentado descubrir lo que el mago más temido de la historia tenía en mente, sus planes, misiones o cualquier cosa que les ayudaría protegerse de él, pero como siempre fue en vano. En los últimos dos meses, había perdido más miembros de los esperado del departamento de Aurores y todo eso porque en vez de actuar, estuvieron esperando sus siguientes pasos que resultaron para muchos catastróficos e imposibles de evitar.
Al fin, Albus había decidido dar un grande paso al descubrir de la existencia de la única arma que podría ayudarles a vigilar más de cerca los enemigos; infiltrarse entre ellos. Claramente que eso iba a ser muy difícil, si algo había caracterizado a Tom Ryddle en sus tiempos escolares, fue la desconfianza hacia sus compañeros. Siempre actuaba en solitario y no contaba más de lo necesario a nadie que no sea lo suficiente como para que lo considerase digno de su confianza.
Necesitaban que alguien se infiltrarse con ellos de manera que no se diesen cuenta, alguien que no tenía nada que ver, ni con la Orden, ni con el mundo mágico, ni con nadie. Le costó, pero encontró esa persona que podría llegar a ayudarles igual que a destruirles, pero como era de esperar no muchos pensaban arriesgarse.
-Además, -prosiguió la metamórfoga.- Te recuerdo a ti y a todos los presentes, que el-quien-no-debe-ser-nombrado, ha empezado a actuar en discreción. Nadie sabe lo que planea ni sus siguientes pasos hasta que estos no fueran llevados a cabo. Por esa misma razón perdimos a tantos miembros durante estos últimos meses y en su honor ¡hay que hacer algo al respecto!
- Por no contar que eso sólo podría traer nuevos problemas. -esta vez fue Remus Lupin quien tomó la palabra, el licántropo y ex profesor de Hogwarts.- No saber cuales son sus siguientes planes o lo que tiene en mente, le dan a él un avantaje y a nosotros nos deja de brazos cruzados, sin saber como actuar. Necesitamos que alguien se infiltre con ellos y nos pase información a pesar de los riesgos que esto nos da. ¡Hay que intentarlo!
- Eso nadie nos lo afirma. -se apresuró a decir Dedalus con el ceño fruncido, haciéndose oír entre las varias voces que se había esparcido por la sala gracias a las palabras del licántropo.- Es verdad que nos estamos en desventaja, pero esa no es la solución. No solo arriesgamos vidas inocentes sino también el perder esta guerra. ¡No! ¡No podemos aceptarlo! Existe otra solución, ¡debe de existir!
- Estoy de acuerdo con Dedalus, el plan es un suicidio. -Kingsley Shacklebolt se levantó también de su silla y miró al director con duda.- No podemos exhibirnos tanto. Nos arriesgamos el hecho de perder esta guerra y todo por lo que nuestros antepasados una vez lucharon.
-Nadie nos afirma que vaya a funcionar, pero es un hecho. -Albus Dumbledore quien había estado observando la escena en silencio al fin se decidió por hablar. Sus ojos azul claro brillaban con fuerza a través de sus gafas de media luna, las cuales en un momento las quitó y las empezó a limpiar con un trozo de su manga. Después de lo que pareció un incomodo silencio en el que nadie dijo nada, decidió proseguir.- Es una misión suicida, o como quiera llamarlo Kingsley, pero es la única manera de enterarnos de lo que pasa y proteger a los nuevos incrustados con ellos. Además, os recuerdo que no sería la primera ni la última persona incrustada del lado oscuro...
- Disculpame entrometerme Albus, -dijo Elphias Doge, un mago anciano que pertenecía en la orden desde que ésta se había creado. Siempre había respectado a Albus Dubledore, lo había admirado como su ídolo y estaba orgulloso de formar parte de la Orden junto a él, pero si en algo coincidía por primera vez con Diggle o Kingsley, era que esa misión era suicida. - Pero ¿te has parado a pensar en el peligro que nos estaremos exponiendo si se llega a descubrir algún día? Nos podría a peligro a nosotros y a cualquier implicado. Conoces a Ryddle y su mano no temblará a la hora de torturar para sacarle información a alguien, y créeme nadie sobrevive a tal tortura. Por no contar que la mayoría de los implicados fueron todos descubiertos y torturados hasta la muerte, ¿de qué nos sirvió mandarles allí? ¿para que a los dos día tuviéramos que enviar sus cadáveres a sus familias?
- Lo se, querido Elphias, todo esto lo pensé antes que tú y me preocupa el hecho de que llegue a descubrirse algún día. Se lo que pasó con toda esa gente que se infiltró, pero simplemente fueron pasos mal calculados. Esta vez es diferente. Te aseguro que es diferente. -dijo el director de Hogwarts con tranquilidad, al mismo tiempo que con una servilleta se limpiaba la sudor de su frente.- Es incluso más peligroso que antes, ya que arriesgamos mucho más pero si algo aprendí con el paso del tiempo es: ¡quien no arriesga, no gana! -hizo una pausa en la que recorrió con la mirada a cada uno de los presentes y antes de preseguir apoyó sus manos en la mesa mientras jugaba con sus dedos.- Durante todo este tiempo me he preocupado por el bienestar de mis alumnos, para que no siguiesen el mal camino pero hay cosas en las que lamentablemente no puedo hacer nada sin ponerles a ellos también en peligro, y lo único que me queda es esto. No se trata solo de ganar esta guerra o de conocer los siguientes pasos de Voldemort -un eco se hizo en la sala ante la sola pronunciación de ese nombre. Más de uno sintieron un escalofrío recorrer su cuerpo, pues a pesar de todo, seguían temiéndolo y ahora ante su vuelta, con más razones que nunca- Se trata de cuidar a mis alumnos. A esos alumnos que necesitan ser guiados hacia la luz, porque ellos son nuestra esperanza. Ellos son los que acabarán esta guerra aunque os cueste creerlo. Y la mejor manera de hacerlo, es recurrir a esto.
Varios de los presentes parecían algo convencidos ante su discurso, mientras que otros se estaban replantando el plan. Era verdad que no podían hacer nada desde las sombras puesto que ni siquiera sabían quienes realmente habían vuelto a la causa del señor oscuro y que aquello que el director les estaba proponiendo era lo más práctico, por más que fuese muy peligroso. Por no contar que varios familiares cabía la posibilidad de que obligasen a sus hijos de unirse a su causa y eso sólo conseguiría darles más desventaja.
Había varias opciones que se replantaban en aquel momento y el director lo sabía. Muchos tenían dudas y hasta él mismo los tenía. Pero necesitaba asegurarles que todo iría bien, necesitaba hacerlo porque era la única manera que él también consiguiese creerlo.
-Personalmente Albus, no puedo aceptarlo. -la palabra la había tomado Emmeline Vance, una bruja de porte majestuoso y trabajadora del ministerio de magia desde hacia un tiempo.- Encuentro que no debemos implicar a cierta gente en la orden y menos a su edad. Es más, apenas conocemos si podrá realmente llevar a cabo la misión o se re...
- Hable con esa persona Emmeline, y créeme esta más que dispuesta a aceptar esta misión y llevarla al cabo a pesar del peligro que esto conlleve. -Minevra McGonagall había tomado la palabra bajo la sorpresa de algunos de los presentes. La profesora de trasformaciones de Hogwarts no era de las que participaban mucho en la orden o hablaba, a pesar de que siempre estaba presente. Su voz había sonado clara y fuerte, haciéndose escuchar por toda la sala, y consiguiendo esparcer algunos múrmuros al terminar, otros simplemente asentían.
- A eso me refiero exactamente, Minerva. -Dedalus volvió a retomar la palabra y esta vez parecía más molesto que antes. No entendía como a pesar de saber el peligro que estaban corriendo, seguían con ese plan.- Si magos incluso mejores que ella consiguieron llevar al cabo esa misión ¿Cómo lo haría un menor? Ni siquiera sabe el peligro que le aguarda, ni...
- Dedalus, conoces su historia y no es igual que cualquier persona a su edad. -Ojoloco Moody habló con firmeza haciendo que más de uno se sobresaltase ante la gravedad de su voz, pues había sonado más peligrosa que de habitud.- No estoy de acuerdo con el plan, pero tampoco lo rechazo. Nos ayudará mucho en cuanto a los nuevos infiltrados se refiera, por no contar que al ser la única persona en el nido de las serpientes, tendremos más información que cualquiera de las otras espías pueda darnos.
- Y ante cualquier problema, recordad que tenemos quien pueda ofrecerle ayuda allí dentro, tanta como más información aún sobre lo que está sucediendo -Remus Lupin retomó de nuevo la palabra, levantándose de la silla en un intento de llamar la atención de todos los presentes.
- ¿Cómo quieres que confiemos en esa persona si ni siquiera sabemos quién es ese otro que nos pasa información desde adentro? -preguntó Dedalus rojo de la furia.
- El nombre del otro infiltrante no es necesario que lo sepáis de momento, pero confío en esa persona plenamente y nos ayudará con esta misión. -dijo Dumbledore mirando a los presentes con firmeza.- Y recordad todos, no solo se trata de que nos pasen información, sino también de evitar que gente inocente sea obligada a unirse a la causa de Voldemort sin quererlo. Se trata también de salvar a esas pobres almas sin elección y guiarlos hacia la luz.
- ¿Y cuentas con que un simple menor lo consiga? -la burla era bien evidente en la voz de Kingsley que se le adelantó a Dedalus. Muchos asintieron en forma de aprobación ante su pregunta, otros simplemente miraban al director inexpresivos.
- Cuento con que nos ayude a poner de nuestra parte más gente y sobretodo, descubrir lo que Voldemord tiene planeado hacer con esos nuevos soldados...
La sala se llenó de murmullos de nuevos, unos de aprobación otro de desaprobación. Estaba claro que el plan era suicida, pero visto la gravedad de la situación tuvo que reconocer hasta Dedalus que ese era una probabilidad de ganar.
-Y si me permiten añadir, -dijo Ninphadora Tonks levantándose también desde su sillón.- Yo entrené esta persona, es más la conozco lo suficiente para saber que no hay alguien mejor para hacer este trabajo, y es la única manera de infiltrarse con los nuevos elegidos por el-que-no-debe-ser-nombrado, sin levantar sospechas.
Esta vez fue el silencio que inundó la sala, que fue interrumpido por unos pequeños golpes en la puerta, donde se dejó ver una mujer regordeta y pelirroja con una gran bandeja que volaba a su lado en dirección hacia los presentes. El olor a cerveza de mantequilla caliente inundó la sala y por unos instantes, los presentes olvidaron la razón por la que había sido reunidos allí y se dedicaron a saborear a aquella bebida tan sabrosa que la señora Weasley había preparado para ellos.
Quizás el director tuviera razón. Quizás el plan al final funcionara, pero en los dos casos lo iban a saber con el tiempo. Ahora no les quedaba más que esperar y centrarse en evitar las muertes de gente inocente. Dedalus se sentó en su sillón y se cruzó de brazos. Por un instante miró a Kingsley quien justo venía de ser servido por la señora Weasley con una cerveza de mantequilla. Sus miradas se encontraron y en un acto de complicidad, asintieron.
- Está bien, -dijo Dedalus volviéndose hacia Albus Dumbledore quien lo miraba inexpresivo- Espero con todas mis fuerzas que esto funciono, por el momento, no nos queda otra que confiar en que haga bien su misión -El director asintió y los otros miembros parecían algo más aliviados al haber llegado en un de acuerdo al fin. No estaban del todo convencidos, pero estaban dispuestos a arriesgarse con tal de proteger el mundo mágico y muggle.
