ENCUENTRO


En una refrescante tarde de otoño la mansión Kido se llenaba de sus antiguos inquilinos. Los adolescentes habían quedado atrás para dar paso a hombres jóvenes con sueños realizados, ilusiones venideras y algunos fracasos. En Japón se habían quedado el par de hermanos legítimos y el eterno protector de Saori; Seiya. Frecuentemente era visitado por su hermana Seika que gustaba de vivir en Grecia.

Shiryu tras la batalla de Hades y asegurarse que su vista se había recuperado de alguna forma inexplicable, fue el primero en partir, no era un secreto que en Rozan más que un hogar encontró el amor. Hyoga permaneció algunos años al lado de su mejor amigo hasta que repentinamente regresó a Siberia, Saori ante la negativa absoluta de los herederos Kido por manejar el imperio de Mitsumasa se vio forzada a llevar las riendas de esté ayudada por Ikki, que resultó ser muy eficaz para defender los intereses del imperio Kido, ante las tomas hostiles de empresarios con mayor experiencia en el mundo de los negocios. Las razones de Ikki para actuar así fueron cuestionadas a su espalda por Seiya y Hyoga, no se explicaban como el mayor de espíritu libre e indomable decidió quedarse bajo el yugo del imperio Kido que por tantos años había odiado y renegado, solo Shun llegó a conocer las verdaderas razones.

Saori les daba la bienvenida a los recién llegados en el recibidor de la mansión, cuando el timbre interrumpió los cálidos abrazos y saludos.

- Lo…siento…es…que…–jadeó sin aliento Shun recargando la palma de la mano izquierda contra el pecho de la persona que abrió la puerta, estaba doblado por la cintura con la mirada hacia el piso intentando reponerse.

- Las llaves…–dijo cansinamente Tatsumi.

- …tu auto…–afirmó Ikki. El peliverde movió la cabeza afirmativamente sin cambiar de posición.

- …la grúa...–intervino Seiya. Volvió a asentir.

- …el teléfono…–ordenó con un suspiro Saori a Tatsumi.

- ¿Que pasa? –interrogó confuso Shiryu, observando el comportamiento despreocupado de sus compañeros.

- Es una costumbre o ¿planeas hacerlo tradición? –rió Seiya –Shun, es cliente frecuente de las grúas.

- Que mala condición ototo –señaló burlonamente Ikki –y te dices santo de Atena.

- Eso pasa Ikki, cuando dejas de entrenar –contestó Seiya mostrándo con orgullo al aludido sus bien formados bíceps, Saori dejó escapar una risa burlona.

- Te recuerdo Seiya que eres el primero en pedir tiempo fuera cuando juegas con los chicos –rió la pelimorada.

- Oye…tuve que correr… desde el centro –defendió débilmente Shun.

- ¡Hey! podrían explicarme –exigió el dragón atónito, atrayendo la atención de los presentes, que envueltos en la rutina habitual se habían olvidado momentáneamente de la presencia del dragón.

- Es por mi profesión, nunca se quién puede solicitarme y no siempre encuentro estacionamiento –explicó el peliverde casi recuperado aun recargado en el fuerte pecho.

- O nunca te das cuenta que es un lugar prohibido –ridiculizó Ikki entrecerrando sus ojos –a veces me preguntó si siempre has sido así de distraído o es cosa de algún dios maligno.

- Que gracioso, Ikki, ¿Ikki? –ironizó Shun mirando asombrado a su hermano mientras tentaba curiosamente su mano por el pecho donde había estado recargado; reconociéndolo, todo este tiempo creyó estar sostenido en el bien torneado pecho de su hermano pero él estaba ahí, frente a él, junto a Saori que a su vez tenía a su lado de Seiya y finalmente Shiryu –¿entonces de quien era este fuerte pecho? –pensó. Su mirada fue subiendo desde los tenis de lona blanco con diseños de notas musicales negras y azules, pasando por el pantalón de mezclilla deslavado, hacia la playera gris con mangas color turquesa para detenerse en un par de ojos azules que lo miraban con una mezcla de incomodidad y confusión enmarcados por una rubia cabellera –¡HYOGAAAA! –gritó sonrojándose por completo incorporándose rápidamente y retirando la mano la sensación que le quedaba en está simulaba un hierro ardiente.

- ¡Aahh! –murmuró la diosa contrariada y apenada –creo que olvide mencionarte que Hyoga venía de China…también.

- Ho…ho…hola, Hyoga tanto tiempo sin…–tartamudeó muy nervioso Shun, introduciéndose temeroso por fin en la mansión.

- Lo mejor será irme a un hotel –interrumpió categórico el ruso sin apartar la gélida mirada del peliverde.

- Por favor Hyoga, te lo suplico –pidió Saori buscando con la mirada el apoyo de Seiya e Ikki –esto es importante, cenamos y luego decides ¿te parece?.

- Rubio –dijo Ikki alzando los ojos –sé que te encantaría que ese –señaló a Tatsumi con el teléfono en la mano que como siempre los veía de mala forma –haya trabajado arreglando tu vieja habitación y que haya hecho algunas cosas para hacerles una comida decente, en vano. Divertido, sin duda, pero te advierto que no vine desde el centro soportando dos horas de tráfico para verte desfilar solo cinco minutos, así que cenas y se acabó –finalizó Ikki y sin decir más fue hacia el comedor con los brazos cruzados sobre la nuca, a pesar de los años sin ver al peliazul Hyoga tenía que reconocer que seguía imponiéndose ante todos los Kido.

- ¡CENA! –gritó con singular alegría Seiya, secundando la acción de Ikki. Rodeó con un brazo a Shiryu y Hyoga, colgado de los cuellos los condujo hacia el comedor. Restándole importancia a la resistencia que ponía Hyoga una y otra vez.

- Shun…yo –dijo dudativa Saori mientras lo miraba con mucha tristeza –debí...

- No te preocupes, Saori no es tu culpa, algún día tenía que pasar –dijo con la mirada baja –vayamos a cenar –añadió sin mucho ánimo. Shun sonrió tristemente al otorgarle el paso a la diosa.

Durante la cena Shiryu les contó a sus antiguos compañeros de batalla el último año que tenía viviendo con Hyoga, que inicialmente había ido a realizar un estudio sobre vida y costumbre de antiguos pueblos que dieron origen a China, detalles de la relación que mantenía con su actual prometida Sun-rei que vendría a Japón en un par de semanas y lo difícil que le había resultado adaptarse a una vida normal tras la paz que junto con todos los presentes habían obtenido. El principal problema radicaba en que siendo un japonés en China enseñando artes marciales chinas, no había sido bien recibido por sus habitantes. Las constantes interrupciones de Seiya, resaltando sus cualidades como maestro de primaria y una que otra anécdota en la que siempre terminaba involucrado con el director del plantel, como si se tratara de un alumno más, obtuvieron merecidas reprimendas por parte de Ikki alegrando el ánimo de Hyoga, que no paso por alto las miradas fugaces del peliverde sentado a su lado. Casi al final de la cena el celular de Shun sonó y contestó sin prestar atención al número.

- ¿Diga?…ahh…hola…si…no…ajá…no…mucho…adiós –colgó nervioso evitando la mirada atenta de Hyoga.

- ¿Ocurre algo? –se dirigió preocupado Shiryu a Shun.

- No, es otra tradición –intervino Seiya divertido, mientras comía una segunda ración de postre –Shiryu, nuestro gentil y platicador amigo suele contestar con monosílabos. Creo que sus pacientes tienen mucho efecto en él como ninguno suele hablar, apostaría que está perdiendo la capacidad de comunicarse con el mundo.

- Seiya –dijo Shun fulminándolo con la mirada –permiso –dejando la servilleta de tela sobre la mesa se retiró del comedor, abandonando el celular en la mesa junto al plato de comida casi intacto.

- No te preocupes Shiryu, te acostumbraras de nuevo a nosotros –afirmó Seiya sentado a su lado poniéndole una mano sobre su hombro. El pelinegro se limitó a asentir confuso, recordaba que Hyoga solía ser distante y de no haber estado presente en la cena no hubiera creído que durante todo el tiempo no hubiera cruzado palabra con Shun o lo que era más raro, Shiryu juraba que Hyoga hizo todo lo posible por evitar cruzar la mirada con el peliverde incluso notó que el único lugar que quedaba vació en el comedor estaba junto a él y al entrar Shun notó que el ambiente entre los dos era incómodo. Además, recordó que hubo un par de veces en China que Shiryu había cuestionado acerca del peliverde a Hyoga y este solía responder escuetamente que debería estar bien, cambiando abruptamente de tema, hasta ese momento Shiryu no le había dado importancia pero comenzaba a creer que eso no habían sido simples coincidencias.

- Shiryu, estoy ansiosa por iniciar con todos los preparativos –Saori sonriente se puso en pie acercándose al pelinegro abrazándolo fugazmente, sacándolo de su ensimismamiento –de verdad, esta ha sido una gran alegría, y te advierto que no permitiré que no hagas uso de la parte que te corresponde para todo esto.

- Saori, aún tenemos tiempo y no creo correcto empezar sin Sun-rei además…

- Además nada, Shiryu si no te conociera creería que comienzas a arrepentirte –Seiya rodeó el cuello del dragón guiñándole un ojo –además ya deberías saber que esto les crea una gran ilusión a las mujeres, se llenan de catálogos y van de tienda en tienda.

- Ja, como si no hubiera visto que tienes cantidad de folletos de banquetes ocultos en tu cuarto, glotón –mencionó inocentemente Ikki mirándose despreocupadamente las uñas de su mano izquierda, regodeándose descaradamente de la rabieta que hacia el menor de los Kido, acerca de su gran interés en la comida que sería servida en gran día que Shiryu y Sun-rei unirían sus vidas. Hyoga observó divertido la escena, se escabulló sin que nadie se diera cuenta, encontrando fácilmente su objetivo que salía del tocador de la planta baja. Al percatarse de la presencia del rubio Shun se detuvo en seco tras la puerta que acababa de cerrar, Hyoga examinó con cuidado al peliverde. En estos años no había cambiado nada, los ojos esmeralda reflejo de su alma, altura similar a la de él, pálida piel, escuálida complexión, incluso el mismo largo de cabello, todo en el armonizaba de tal forma que cualquier agencia de modelos sin miramientos lo contrataría para hacerlo su mejor lanzamiento.

- Lo olvidaste –dijo secamente Hyoga mostrando el teléfono con una llamada perdida en la pantalla del mismo que Shun no percato.

- Gra…gracias Hyoga –titubeó Shun acercándose lentamente para tomar el celular.

- Sigues siendo el mismo, ¿cierto? –afirmó mordazmente señalándolo con su celular, provocando que Shun se detuviera abruptamente –con esa cara de ángel y un alma más torcida que cualquier demonio.

- Hyoga yo…–intentó defenderse el peliverde dando un paso hacia el ruso.

- ¡NO TE ME ACERQUES! –gritó aventando el celular. Shun logró esquivarlo y el teléfono se estrelló en la pared.

- ¿Qué demonios pasa? –interrogó Ikki molesto que había corrido desde el comedor seguido por Seiya, Saori y Shiryu. Encontrando a Shun y HYoga en el pasillo junto a la escalera principal.

- No es nada onii-san. Un placer verte Shiryu –Shun haciendo una leve reverencia, sentía como su cuerpo reaccionaba ante el comportamiento del rubio –me marcho a casa.

- Solo no, eso es seguro –mencionó mordaz Hyoga.

- Si así fuera ¿en que te afecta, cisne? –enfatizó.

- Basta ustedes dos –resonó la voz de Saori –deberían de tratar de comportarse.

- Déjalo Saori, el ruso tiene algo que decir –dijo Shun con sarcasmo. Crueles como suelen ser los niños Hyoga, fue constantemente molestado por su origen cuando niños lo que le acarreó frecuentes peleas defendiendo su amada nacionalidad situación que no cambió mucho, una vez que siendo adolescentes se reencontró con sus medios hermanos. Aunque por su fría actitud los obligó a respetar y guardar silencio ante cualquier insinuación despectiva de su nacimiento fuera del país nipón, sin embargo en todos esos años existió solo una persona que hasta hacía un momento nunca lo había echado en cara, ambos inmediatamente lo supieron, no habría vuelta atrás. –Sigues siendo solo un niño caprichoso.

- Ja, ¿Quién lo dice? te sientes muy valiente con tu hermano defendiéndote ¿no? –socarronamente Hyoga lo retó con la mirada.

- ¿Y eso es lo que detestas? que yo si tenga quien lo haga –replicó Shun dando dos zancadas que lo llevaron frente al rubio –no como tú, que estas solo –añadió mordazmente.

- ¡SHUN! –regañó Ikki. Consiguiendo que su hermano fijara su atención en él y desistiera de pelear con el ruso.

- ¡Me largo! –vociferó Shun para dar media vuelta y desaparecer por la puerta.

- ¡Hey! Alguien puede decirme, ¿Qué pasa aquí? –interrogó Shiryu asombrado del comportamiento de Shun y Hyoga, hasta dónde él recordaba eran los mejores amigos y jamás había visto que Ikki regañara a Shun o lo que era más confuso en vez de salir tras él como era su costumbre se quedó parado en el recibidor o que Saori no hubiera dicho más sin duda algo no marchaba bien.

- Amigo, hay cosas que deberías saber –susurró tristemente Seiya –tomándolo por un brazo lo condujo hacia el comedor nuevamente.


¿Que profesion es la de Shun? aunque no esta dificil de saber o no?

¿Que pudo hacer para que Hyoga lo odie de esa manera?

¿Shiryu podra tener todas estas respuestas? averigualo en el siguiente capitulo

Oh si ya se ya se deberia ponerme a trabajar en mi actualización lo se, pero ya tenia este capitulo por aqui desde hace muxo y hoy me sentia tan triste que decidi hacerle la vida miserable a alguien mas asi que lo refine muajaja, espero lo hayan disfrutado x que disfrute reeditandolo ...y aunque sea un review