Hola sempais :D, vaya pensé que tardaría en llegar un nuevo fic de esta pareja tan linda y tan extraña (que últimamente me tiene obsesionada) y les juro que si no hay más fics de ellos me la pasare escribiendo (que aunque yo ya sepa lo que va a pasar ¬¬, me espero poder sorprenderlos y hacerlos leer esta historia de principio a fin OwO)
Naruto no me pertenece, es de Masashi Kishimoto, si mío fuera... jamás habrían muerto mis sempais Akatsuki, y la serie no se llamaría Naruto. Sería Akatsuki :D
Y creo que ya fue demasiado... ¡Ahora! 3...2...1...
=CAPÍTULO 1=
"El destino es el que baraja las cartas, pero nosotros somos los que jugamos…" William Shakespeare.
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Miró el cielo nuevamente con los ojos inyectados en sangre y llenos de terror al chico que estaba delante de él. No quería admitir que sentía miedo, pero lo tenía. Aquel mocoso que le había inspirado confianza en un principio, ahora levantaba un brillante cuchillo justo encima de su cabeza, justo apunto de bajarlo y terminar con su vida.
– Por favor– susurro el hombre con voz ronca, tumbado en el piso empedrado –Ten piedad.
– Se tiene piedad por el alma… tú ya no tienes alma, hum– dijo el chico sonriendo maliciosamente, con los ojos azules brillando por el brillo que la espada reflejaba de la luna llena que yacía quieta detrás del rubio – ¿No te parece?
El hombre tragó saliva. El leve viento que cruzó sobre su rostro sudado fue una minuciosa caricia que agradeció infinitamente, incluso a pesar de que su cuerpo temblaba lo atribuía a la adrenalina que corría por sus venas.
– Por favor… tengo información que podría servirte– insistió el hombre, su voz delataba el miedo.
– ¿Qué información podría tener un monstruo como tú que pudiese interesarme, hum?
– Sé sobre… sé sobre él… Sobre Madara.
– ¿Madara?– dijo el chico burlándose – ¿A caso me ves cara de idiota? Madara está muerto, y ahí se quedara para siempre el muy maldito, hum.
– ¡Claro que no lo está!– grito el hombre – ¡Él va a regresar! En este momento todos dicen lo mismo.
– Pues… volverás a decirlo en el infierno, hum.
La espada bajó rápida y fugaz, el hombre gritó.
– ¡Deidara!
El rubio detuvo la espada justo a unos centímetros del hombre que gemía y lloriqueaba. Deidara se giró a ver a quién lo había llamado, casi obediente. De entre las sombras se removió una figura, se acercó con sigilosos pasos a dónde se había desarrollado unos segundos antes la pelea.
Se detuvo de repente. La luz de la luna llena le pegaba directamente en unos profundos ojos negros, parecidos a dos pozos profundos, rodeados por unas pronunciadas ojeras. Tenía la piel morena y la cabellera negra azabache. La luna solo le iluminaba la mitad del rostro, la otra mitad permanecía en la oscuridad, y sin embargo, el hombre pudo apreciar como de repente el ojo que yacía en la oscuridad adquiría un brillo rojo.
– ¿Madara, has dicho?– le pregunto con una profunda voz grave.
El hombre asintió.
– ¿Y se puede saber quién te ha dado esta información?
– Ha sido… una fuente muy confiable, se lo… se lo aseguro…
– ¡Bah! A otro perro con ese hueso, hum– dijo el rubio enderezándose y poniendo los ojos en blanco – ¿De verdad podrías crees eras mentiras, Itachi?
El pelinegro salió completamente y la luz le dio de lleno en los ahora desiguales ojos. El hombre volvió a tragar saliva, se puso en rodillas y contemplo con admiración al joven que estaba ahí. Parecía alguien muy sensato y que definitivamente podría salvarle la vida del otro cazador.
Asintió levemente, como si se dirigiera a una especie de deidad. Itachi se sintió removido por la compasión para con ese hombre que lo observaba, con el rostro lleno de manchas de sangre y el sudor que le pegaba los cabellos castaños al rostro redondo y moreno.
– ¿Itachi?– pregunto Deidara mirando a su compañero – ¿No estarás pensando en llevarlo al cuartel, verdad? ¡Kakuzu nos mata si llevamos otro prisionero, hum!
Itachi advirtió el pánico en el hombre, abrió la boca para decir algo pero entonces el hombre se puso de pie, gritando y gimiendo hecho a correr, Deidara, enojado le tomo del cuello antes de que el hombre pudiera correr más. Esbozó una escalofriante sonrisa.
– No lo has hecho más divertido, hum.
El hombre lanzo un grito inconcluso cuando de un corte fino Deidara le separo la cabeza del tronco.
Itachi suspiro, su ojo rojo volvió a la normalidad y miró detenidamente a Deidara. El rubio levantó la cabeza del hombre y lo miro con una expresión ahora aburrida.
– En realidad, ya me había fastidiado, hum.
– Tú no eres muy diferente a Hidan ¿lo sabías?
Deidara lo miro con una sonrisa altiva y en un movimiento rápido le arrojo la cabeza. Itachi la atrapo sin siquiera parpadear. Observó al hombre, su rostro deformado por el miedo del último suspiro. En unos segundos aquel deformado por el terror se convirtió en cenizas, igual que el resto del cuerpo.
Itachi miró a Deidara y él compartió su mirada.
– Al menos Hidan no dudaría en mandar a callar a ese sujeto, hum– le dijo con sorna – ¿Qué Madara estará de vuelta? No me jodas, hum.
Itachi lo miro usar el pie para levantar en el aire el sombrero de paja que usaban. Que era parte de su uniforme.
– No deberíamos pasar ese tipo de información, Deidara– le dijo mientras sacaba también el sombrero de paja –Eso es lo que ha puesto a Akatsuki en peligro.
– Uy. No me digas que te has tragado eso– respondió Deidara burlonamente –El que seas desconfiado y callado es solo con nosotros ¿verdad? Te tragas todo lo que dicen los bichos como ese vampiro, hum.
– Prevenir nunca está de más.
– Bah. Solo era una excusa para no matarle, o poder escapar, hum.
Itachi se coloco el sombrero en la cabeza y comenzó a caminar al lado de Deidara con sus pasos siempre sigilosos. Solo escuchando lo que Deidara decía sobre su última pelea, y notando como la gente que vivía en ese pueblo de mala muerte gritaba y murmuraba bajo la protección de casas cerradas con cerrojo y ventanas tapadas con más madera.
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Los dos caminaban entre un callejón sucio y húmedo. La oscuridad no les era problema, pues habían sido entrenados para no tropezar en la noche y cumplir eficazmente con su trabajo.
El único sonido que interrumpía el silencio profundo en el que se hallaban era el de sus pisadas y los charcos que no se molestaban evitar.
– Mira, mira. Esto no habría pasado si tú me hubieras ayudado– dijo el más bajo de ambos, quitándose el sombrero de paja y dejando ver unos cabellos grises y unos ojos violetas – ¿Te ha parecido gracioso abandonarme con esos dos puñeteros perros? ¿Eh, Kakuzu?
El más alto se giro a verlo. Sus ojos verdes destellaban incluso en la sombra.
– ¿Te parece que me importa?– le dijo con una profunda voz –De no haber echó tanto ruido cuando llegamos a su guarida, los licántropos no nos habrían pescado.
– ¡Esa no me parece razón suficiente como para dejarme ahí tumbado!
– Es que no te deje ahí tumbado– replicó el moreno –Tenía que pelear con los licántropos. Al final siempre fui a rescatarte, aunque ahora… ya me puedo ir arrepintiendo.
– ¿Cómo podrías arrepentirte de salvarme a mí? ¡Soy tu compañero! Jashin dice que debes de respetarme.
– Si tú no me respetas tu Jashin y tú pueden ir besándome el trasero.
– Oh, eres imposible Kakuzu. Un verdadero…
– ¿Es que no pueden dejar de discutir ni un momento, hum?
Kakuzu e Hidan se giraron a ver a Deidara e Itachi, que recién llegaban.
– Vaya… ¿qué tal les ha ido?– pregunto Hidan restándole importancia al comentario del rubio – ¿No les han dejado nada de información?
– Nada interesante en realidad, hum.
– Que misiones tan aburridas. Pein debería de dejarnos descansar un rato. Los seres frikis del mundo bien podrían dejarme rezarle a Jashin.
– Pues espero que Pein no te escuche quejarte de él– dijo Kakuzu –Porque ahí sí que no te ayudo.
– No necesito ayuda. No soy la rubia.
– ¡¿A quién llamas rubia? ¡Soy hombre, hum!
– Y si sigues gritando todos en esta aburrida ciudad lo sabrán.
Itachi se dedico solo a verlos discutir unos entre otros.
Todos los días eran lo mismo. No había nada en ese aburrido lugar que lograra convencerlo de que su vida realmente valía algo. Salir a cazar demonios, y seres frikis como los llamaba Hidan era lo único a lo que se aferraba para no desear estar muerto. La vida le resultaba realmente aburrida.
Como un maldito libro incompleto. Algo le faltaba, pero no sabía qué.
– Te daré una lección que no olvidarás Hidan– dijo Deidara, entre los cabellos que cubrían su ojo izquierdo se vieron unos destellos verdes turquesa.
– O quizá el que se lleve la paliza serás tú, rubia– dijo Hidan mientras su ojo izquierdo se volvía color negro.
Para los cazadores era normal que su ojo izquierdo cambiara de color al activar sus habilidades especiales, y estas habilidades variaban en tres niveles:
La primera solo activaba habilidades que los demás humanos no podían despertar: Más velocidad, más resistencia, más poder, más agilidad y un incremento de los sentidos del oído y vista.
La segunda variaba según la persona: Algunos podían leer las mentes, otros podían traspasar las paredes, en fin, muchas cosas.
La tercera era una transformación completa de un cazador, también variaba según el usuario: a la mayoría le crecían cuernos, o alas. Algunos pasaban a poseer colas, garras o zarpas. Normalmente los que llegaban a utilizar la tercera fase, no volvían a ser normales y tendían a volverse locos, morir o simplemente a desaparecer. Solo unos cuantos sabios sabían controlar esta fase.
Todos y cada uno de Akatsuki sabían activar la segunda fase de su poder. Lo que normalmente llevaba a tener desastres en la guarida que los obligaban a mudarse más seguido de lo que deberían.
Algunos Kenryoku* se distinguían por ser increíbles y otros por ser nomás que el incremento de la fuerza, o habilidad ya adquirida antes.
Akatsuki solo tenía usuarios del Kenryoku muy poco comunes. Por ejemplo: Deidara al usar la segunda fase obtenía dos bocas en las palmas de sus manos, podía moldear arcilla y hacerla explotar; Hidan prácticamente se hacía inmortal, y por si no fuera poco hacía un extraño ritual en el que al obtener la sangre de una persona podía matarla "asesinándose" él mismo; Kakuzu tenía varios monstruos que salían de su espalda y lo obedecían, cada uno de ellos tenía un elemento que utilizaba para atacar, y encima hacían a Kakuzu "inmortal" ya que cada uno lo podía remplazar y funcionaban como corazones; Itachi era capaz de neutralizar la mente y además adivinar los movimientos de su oponente; Konan se podía convertir en papel y aunque al principio a ninguno le pareció sorprendente, ella podía convertir el papel en un arma letal; Kisame controlaba el agua a su antojo; Zetsu se trasportaba por cualquier lugar (y nadie sabía que más); Tobi podía tras pasar cualquier cosa y además podía decidir que tocar mientras lo demás lo traspasaba… por ejemplo, si él atravesaba tu pecho y quería tomar tu corazón y apretarlo, podía hacerlo; Y Orochimaru tenía ciertas habilidades de serpiente, eso de sacar serpientes de la manga, invocarlas, y prácticamente parecer una de ellas.
Pero ellos se consideraban unos ceros a la izquierda. Porque sabían que Pein era el más impresionante de todos. Nadie sabía con exactitud quién era él en realidad, ya que varias veces habían visto a distintas partes de él en la casa. Entiéndase, creían que Pein podía dividir su alma en distintos cuerpos, y además cada uno de ellos poseía habilidades diferentes. El favorito era el que podía repeler con algo parecido a un empujón cualquier cosa, y podía atraerlos. Funcionaba como un campo magnético. Además, era el único en Akatsuki que podía pasar a la tercera fase y controlarse.
– Te convertiré en arte, Hidan, deberías alegrarte hum– dijo Deidara sonriendo y sacando una especie de avecilla de arcilla.
– Para eso tendrás que matarme y… dudo que lo logres– dijo Hidan sonriendo.
– Y que les vayan dando– dijo Kakuzu –Si ustedes arman un lío se las ven con Pein.
Ambos se quedaron quietos mientras un escalofrío les recorría la espalda.
– Muy bien– dijo Deidara enderezándose y aparentando indiferencia, mientras su ojo izquierdo volvía a la normalidad –Lo dejaré por esta vez, hum.
Itachi hizo un atisbo de sonrisa. Deidara era un chico agradable cuando se comportaba. Hidan hizo lo mismo susurrando algo por lo bajo sobre que Jashin castigaría Deidara o algo así.
Kakuzu suspiro.
– Será mejor que nos vayamos metiendo antes de que se impaciente alguien ahí dentro.
– ¿Quién podría ser?– dijo Hidan malhumorado –Si nosotros vamos a hacer el trabajo, Pein se aguanta. Él no es el que anda por ahí exterminando anomalías.
– Que no te escuche decir eso, hum.
Los dos caminaron al final del callejón discutiendo y repartiendo molestos comentarios sobre su trabajo.
Kakuzu espero que Itachi caminara y cuando él lo hizo, Kakuzu camino a su lado.
– Pareces más pensativo que de costumbre– dijo Kakuzu serio mirando atentamente al Uchiha – ¿Ha pasado algo interesante?
Itachi lo miro con tranquilidad. Y lo observo varios instante antes de deducir si era sensato confiar la información del vampiro para con ellos. Pareció convencerse de que así era.
– El vampiro dijo que Madara estaba de vuelta.
Kakuzu abrió los ojos de par en par y se detuvo.
– ¿Cómo dices?
– Lo que oíste. Según él, Madara está de vuelta.
– Eso es imposible. Zetsu aseguro su muerte en manos de Hashirama.
– Pues… si lo que dijo ese pobre ser resulta ser cierto estaremos en problemas.
– Deberías comentárselo a Pein. Seguro que él sabrá que hacer.
– Seguro.
Al final del callejón había una especie de puerta vieja y oxidada. Deidara abrió la puerta y se adentro al lugar. Le siguieron Hidan, Kakuzu y hasta el último Itachi, que cerró la puerta con cuidado y elegancia.
Adentro se respiraba un aire fresco sin que lograra darles frío. Se abría frente a ellos un pasillo pintado del color de la sangre. No había cuadros, ni adornos. El cambiar prácticamente cada tres semanas de lugar no les permitía más que acondicionar un lugar abandonado para dormir y para comer.
Normalmente ocupaban lugares retirados y que la gente llamara embrujado. Se aseguraban que su presencia no fuera más que una mera sombra a la que no se le prestara atención.
Itachi camino con lentitud tras los pasos de Hidan y Deidara que habían empezado a discutir nuevamente. Kakuzu, molesto se adelanto a ellos.
– Maldita sea– dijo mientras les jalaba las orejas y ambos gritaban – ¿Podrían hacer el esfuerzo al menos de cerrar el pico? ¿O les coseré las bocas a ambos?
– ¡Ah!– grito Deidara – ¡No, espera, ya va, me comportare, lo prometo, hum!
– ¡si, si, eso! Pero suelta ya, Kakuzu. Terminarás arrancándome la oreja.
– Ganas no me faltan.
Itachi suspiro cansado. Cuando decía que esto era algo de todos los días lo decía enserio. Sintió la respiración de alguien en el cuello y se giró. Ahí estaba Tobi, sonriendo y con un ojo rojo brillando al lado de uno negro.
Su primo siempre estaba jugando con su Kenryoku en segunda fase.
– Hola Itachi san.
– Tobi, ¿qué pasa?
– ¿Cómo es qué nunca te espanta mi presencia?
– Es porque ya estoy acostumbrado a tus juegos. Debes buscarte a alguien más con quién jugar.
– Hum… quizá Deidara sempai– comentó el chico sonriendo –Pero siempre hace volar a Tobi, y Tobi es un buen chico.
Itachi se limitó a asentir, como si le prestara verdadera atención mientras seguían caminando por el pasillo. Tobi tenía una piruleta en la boca que chupaba con aire distraído.
– En realidad Itachi san– dijo de pronto –Venía a decirte que Pein san te está buscando.
– ¿Para qué?
Itachi se había escuchado molesto, y es que estaba irritado. Había salido a plena madrugada a buscar un vampiro y ahorita mismo no estaba de los mejores ánimos. No quería tener otra tarea.
– Creo que se trata de un trabajo.
– Tsk. ¿Es qué no puede esperar para mañana?
– No creo. Parece impaciente porque salgas.
– ¿Yo solo?
Tobi al ver la cara de inconformidad de su primo comenzó a reír. Itachi frunció el ceño, molesto.
– No, claro que no. Te irás con Deidara y conmigo.
– Ah… ¿entonces le irás a decir a Deidara ahora?
– Esto… sí, ahorita voy. Quiero que se le bajen los malos humos de su misión.
– ¿No crees que yo también los tenga? ¿Es qué no te doy miedo? Mi Kenryoku puede cogerte incluso si te vuelves intocable.
– Je, si, lo sé. Pero tú no me harías nada.
– ¿Cómo lo sabes?
– Porque soy tu primo y me quieres mucho. Y porque Tobi es un buen chico.
– Tsk.
– Bueno… ¿irás? También creo que te quiere a ti en especial. Seguro que tú serás el que dirige la misión.
¿Y qué tenía eso de nuevo? Itachi suspiro y asintió. Tobi sonrió y salió corriendo gritándole a Deidara algo. Vaya, una misión detrás de otra, ¿No era un fastidio?
Camino hasta las escaleras y las subió con pesadez y tomándose el tiempo del mundo.
Por fin llego a la habitación donde se había hospedado Pein y tocó tres veces la puerta.
– Adelante.
Itachi abrió la puerta y se metió con paso silencioso. Pein estaba dándole la espalda, mirando por una ventana estúpidamente grande que daba a la ciudad, por la calle corrían algunos autos.
– ¿Qué pasa, Pein?– le pregunto Itachi, infundiendo respeto en la voz –Tobi me ha dicho que me llamabas.
Pein no se giro hacia él. Itachi se tomo la libertad de pasear nuevamente la vista por el cuarto. Era grande y aunque olía a moho, era el más cómodo de todos. Tenía una cama matrimonial, un ropero grande y en el piso, bien acomodadas estaban las maletas que siempre llevaba de un lado a otro Pein. Había un escritorio grande donde reposaban una serie de papeles y una lámpara verde llena de polvo.
– Alguien va a obtener el Kenryoku– dijo de pronto Pein haciendo que Itachi lo mirara, o su espalda pues todavía no se dignaba a voltear.
– ¿Y?– pregunto un poco molesto – ¿Es alguien digno?
– Si no fuera así no te molestaría, ¿no crees?
Pein se giro y le mostro unos ojos cafés tranquilos. Itachi tragó saliva.
– Su nombre es Akasuna no Sasori– dijo poniendo una mano sobre el escritorio –Parece ser un cazador muy prometedor.
– ¿En serio?
– Sí. Y a juzgar por la información traída por Zetsu…– agregó mirando unos papeles –Podría haber más organizaciones tras él.
Porque Akatsuki era solo una más de tantas. Aquí los cazadores solitarios no sobrevivían, siempre eran los objetivos de las criaturas de la noche. Y además, cada organización cobraba por servicios como hacer desaparecer un vampiro o dos (aunque no siempre era tan fácil como suena) o liquidar una manada de licántropos.
Antes, los cazadores habían servido a nobles causas, trabajando unos entre otros.
Antes de que los seres de la noche se dieran cuenta de que iban a ser exterminados por ellos y se juntaron, y convirtieron poderosos cazadores en su bando, haciéndolos vampiros, hombres lobos o simplemente exterminándolos.
Los cazadores que absorbían fuerza de los seres de la noche, se volvían prácticamente sus mascotas, mascotas que a veces se salían de control. Y esos escasos momentos de locura incontrolables, convertían el Kenryoku a la tercera fase. Y si bien nunca sobrevivían, podrían durar varios días (o incluso semanas) causando el caos. Esta especie de trauma en la que entraban, les permitían con un rasguño solamente convertir a otros cazadores en remedos de ellos y algunos incluso vomitaban demonios que no morían al desaparecer su creador.
Ahora los cazadores estaban atravesando una especie de crisis. Más y más de ellos terminaban convirtiéndose en demonios y sembrando la muerte.
Y ahí es donde entraban las organizaciones como Akatsuki, que se encargaban de mantener el orden.
Cada vez que un Kenryoku estaba por liberarse, organizaciones se lanzaban contra el novato para persuadirlo de unirse a ellos.
Los cazadores especializados, sabían que un Kenryoku estaba por liberarse porque siempre había pequeñas señales, sutiles y casi imperceptibles. Akatsuki tenía la ventaja de Zetsu. Una de sus extrañas habilidades de segunda fase era esparcir esporas (literalmente) que viajaban atreves del viento y el agua, y que por medio de ellas podía espiar a cada ser. Estas esporas se adherían a los humanos que estaban por liberar el Kenryoku y entonces Zetsu los espiaba. Si los destellos de habilidad parecían interesantes, Pein los mandaba a traerlo.
Hace mucho que no lo hacían. El último en unirse había sido Deidara, hace cinco años.
– ¿Y no han sabido que puede hacer?
– Zetsu dice que podría ser un marionetista.
– ¿Solo eso?
Los marionetistas eran poco comunes, pero no muy especiales. Claro, según el punto de vista de Itachi.
– Uno diría que no te interesaría eso.
– Bueno– dijo Pein sonriendo –Este es especial.
– ¿Por qué?
– Parece que su habilidad no solo está en las manos. Zetsu cree que tiene un potencial para dominar la mente.
Así que eso. Entonces Itachi comprendía por qué buscarlo, y aunque no era muy seguro que los datos de Zetsu fueran ciertos… valía la pena averiguarlo.
– ¿Y? ¿Cuándo partimos en busca de él?
– Así que Tobi ya te contó que llevarás compañía.
– No entiendo exactamente por qué… pero sí.
– Créeme Itachi. Este chico nos otorgara gran influencia sobre los demás. Y si resulta ser lo que esperamos… deberíamos de tener unos cuantos refuerzos en caso de…
Itachi frunció el ceño. Tocaron la puerta.
– Adelante.
– ¿Llamaste Pein, hum?– pregunto el rubio con voz respetuosa. Atrás venía Tobi jugando con los cabellos largos del rubio, ahora sus ojos estaban negros.
– Sí. Itachi les dará los detalles. Parten mañana a las dos de la tarde. E Itachi…– Itachi lo miro –No quiero que me regresen sin él… a menos que… su Kenryoku no resulte ser lo suficientemente bueno.
Itachi asintió y salió de la habitación en silencio. Deidara levantó una ceja y Tobi se quedo mirando a todos.
– ¿Eh? ¡Itachi, espera! ¿Qué pasa? ¿De qué va la misión, hum?– grito Deidara mientras salía de la habitación junto con Tobi jalando de su cabello, Tobi cerró la puerta al salir.
– Vale… creo que no hay mejores que ese trío para este trabajito– comentó Pein mientras giraba a ver la ventana.
Okey-da! Este es el primer capítulo de mi nuevo fic ItaSaso, (esta vez ItaSaso desde el principio ^^U) ¿muy frikeado? ¿les ha gustado? Yo espero que sí.
Si quieren conti deberán dejar review OwO, sempais
Matta ne~ hum :D
