¡Hola!
Cómo prometí volví con mi pareja favorita de todo bnha: Kacchako.
Esta historia va a ser un poco difícil de redactar, sin embargo, me voy a esforzar al máximo. Espero sus comentarios de ayuda. En realidad, es bastante complicado manejar estos temas que voy a narrar, pero creo que podré hacerlo. ¡Espero que les guste!
Bueno, menos charla y más lectura: Aquí tienen.
Disclaimer: Todos los derechos para Horikoshi Kohei.
Pensé que era un resfriado.
Bueno, en realidad no pensé en eso. El primer día que empecé con todo esto sentía un dolor de garganta que me imposibilitaba tragar, toser o incluso hablar. La sentía seca e inflamada.
De repente sentía frío… Recuerdo que estaba en mi cama acostada aferrándome con las pocas fuerzas que tenía de mi cobija especial: la rosa con dibujo de conejos que me había acompañado desde lo más remoto de mi infancia. Y allí, en la soledad de mi habitación, temblaba ligeramente. No tenía miedo ni nada, solamente sentía frío y ganas de dormir para despertar ya recuperada.
Cuando sonó mi teléfono lo cogí con más espíritu que fuerzas, lo acerqué a mi oído y mientras seguía acostada de costado con los ojos cerrados, solo atiné a decir "Hola".
Deku-kun me descubrió por completo con solo esa palabra, no pensaba decirle nada porque pensaba que era un simple resfriado. O una gripe estacional tal vez, nada grave. Pensaba en dormir y luego de despertar iría al doctor a consultar si seguía así de mal.
Pero él, tan preocupado como era, llegó a mi departamento en un abrir y cerrar de ojos. Bueno, no abrí y cerré los ojos, siempre los mantuve cerrados.
— Ochako-chan —gritó desde el otro lado de la puerta, yo cerré mis ojos con fuerza al escucharlo tan fuerte, me llevé una mano a la cabeza para calmarme—. Voy a pasar.
Por supuesto que yo no me levanté a abrirle, estaba totalmente enfocada en mi labor de dormir hasta el último momento. Él llegó a mi cama en seguida, solo pude notar sus aprensiones al verme así. Me tocó la frente, me llevó un paño húmedo y me hizo levantarme sin siquiera preguntarme.
— Estoy bien —fue lo único que pude decir en un susurro apenas audible, pues, por muy poco que hablara, el dolor de garganta estaba allí estrujándome la garganta sin piedad.
— Solo vamos a estar seguros ¿Sí? —¿Quién podría negarse en mi estado? Apenas sí tenía energías para pararme, ¿cómo podría discutir con él? Me puso una chaqueta y fuimos al hospital.
Solo era una méndiga faringitis. Me habían indicado muuuuucho reposo (lo cual me costaría mucho cumplir) y unos antibióticos. Beber mucha agua, comer livianito y cosas que te dicen cuando enfermas.
Y en unas dos semanas ya me sentía de maravilla de nuevo. Ya no dolía al tragar, no dolía al toser, no dolía al hablar. Mi garganta se sentía libre y era maravilloso. Mi alegría por mi recuperada garganta era tan grande que para celebrar Deku-kun me llevó a un restaurant a comer lo que quisiera.
¿Deku-kun? No estábamos saliendo… No oficialmente. Ni tampoco éramos amigos… ¿Cómo decirlo? Cuando tenía problemas él era el primero en aparecer en frente de mí, era como si tuviera una antena que le dijera "Ochako está en problemas" y él dejaba todo para verme… Siempre que fuera posible dejarlo todo, claro.
Éramos adultos, éramos héroes y éramos muy cercanos. A veces pasaba la noche en mi departamento y dormíamos juntos para tratar de opacar nuestra soledad con nuestro calor. Él me abrazaba y… ¿Estaba feliz? Pues sí, de alguna manera.
No estaba triste ni mucho menos.
Aunque a veces me sacaba de quicio con sus preguntas y su fanatismo extremo, la mayoría de las veces no podíamos sino reír olvidando todo lo que nos rodeaba, cenábamos mientras platicábamos y terminábamos viendo películas hasta dormir… Y era esa sensación la que más me gustaba. Por eso, aunque me irritaba siempre terminaba cediendo ante él.
¿Soy una bruja? Tal vez.
Ya ni siquiera recordaba mi enfermedad; estaba de nuevo en mi trabajo de heroína, repartiendo sonrisas como siempre lo había hecho. Había un villano que había destrozado varios edificios y allí estaba yo tratando de ayudar a rescatar personas de escombros. Deku-kun estaba ahí, peleando. También estaba Bakugo-kun. Ambos peleaban juntos y hacían tan buen equipo que si me lo planteaban a los 15 años diría "NI HABLAR".
Pero ocurría, era real y yo estaba feliz de verlos.
Al atardecer, después de que se llevaran al villano y quedáramos libres antes de pasar a declarar, corrí rápidamente hacia ellos. Ellos estaban discutiendo y mientras yo me acercaba tuve la desagradable sensación de verlos en cámara lenta, el sonido se ralentizó y yo giré la cabeza hacia el costado para constatar que todo estaba extraño, estaba aturdida; volví a mirar hacia adelante mientras Bakugo-kun estiraba su mano hacia mí y yo me sentía como si estuviera estancada.
Pero no fue lo suficientemente rápido. Caí de rodillas ahí mismo.
Claro que tuve miedo ¿Qué fue eso?
— Ochako-chan, ¿estás bien? —La voz de Deku-kun retumbaba en mi mente mientras sujetaba mi cabeza con la mano que traté de agarrar a Bakugo-kun. Al recordar eso solo quise morir tragada por la tierra de la vergüenza, odiaba sentirme débil.
— Ehhh —ambos estaban alrededor de mí mirándome desde arriba, Deku-kun se había agachado ligeramente y se sostenía sobre sus rodillas, mientras Bakugo-kun estaba de brazos cruzados mirándome con la barbilla levantada como si fuera una cucaracha. Hasta puse escuchar un "Tch" en mi mente, quise escupirle ahí mismo.
— Deberías tener más cuidado —dijo el rubio con aires de autosuficiencia, me sonrojé mientras trataba de levantarme tomando la mano de Deku.
— Deku-kun, solo tropecé —Fue la respuesta más lógica que encontré, pero la verdad que no recordaba haber tropezado ni mucho menos. Solo quería que se olvidaran de ese papelón y volvieran a lo suyo lo más rápido posible.
— Aun así, Ochako-chan —él me sujetaba del brazo mientras me estabilizaba, cuando me paré totalmente me solté y empecé a sacudir mi ropa con torpeza—. Si tienes un raspón es mejor limpiar la herida.
Maldito Deku-kun, a veces me trataba como una niña. Y sí, a eso me refería con que me irritaba bastante a veces.
— Aunque Kacchan fue el que más se preocupó —podría jurar que estaba riendo, pero no pude ver nada porque él ya me había dado la espalda y había empezado la marcha. Me giré y vi a un Bakugo sonrojado hasta las orejas con el humo saliéndole hasta de la boca, realmente avergonzado.
Recordé su mano estirada, yo traté de sujetarme después de todo. No supe si reír y molestarlo o agradecerle.
— Deku… maldito… ¡cállate!
— Pfff —solté a reír sin siquiera pensar más. A veces era verdaderamente divertido.
Sin embargo, cuando quise reír noté algo raro. Y Katsuki, como estaba en frente de mí, también lo notó.
Dio unos pasos y bajó la cabeza hasta estar en frente de mi cara, casi chocaron la punta de nuestras narices. Me sonrojé al instante y lo empujé. ¿Qué demonios le pasaba?
Hizo una mueca de risa (realmente tétrica a mi gusto, pero no olvidaría jamás esa cara tan perturbadora), llevó hacia atrás encorvando sus labios y me mostró cada uno de sus blancos alineados dientes… Yo sólo entrecerré los ojos confundida.
— Hazlo —su voz gruesa era tan intimidante que sin rechistar lo imité. Otra vez el rubor se apoderó de mí.
No fue nada raro para él ni para mí. Él suspiró y empezó a caminar dejándome atrás. En seguida empecé a caminar detrás suyo, siguiéndolo.
— ¡Bakugo-kun!
— ¿Qué quieres? —preguntó dándose la vuelta de repente, giró tan rápido que casi choco con él, me sujetó de los hombros para mantenerme apartada.
No supe qué decirle.
— Ten más cuidado.
Esa fue la primera noche que me sentí realmente extraña. La voz de Bakugo-kun diciéndome que tuviera cuidado no dejaba de retumbar en mi mente. Tampoco dejaba de tener la sensación de sus manos en mis hombros, ni la sensación de calor cuando acercó su rostro al mío de una manera despreocupada.
Su mano estirada como invitándome a bailar.
Quise llorar por ser tan patética. ¿Por qué no dejaba de pensar en él?
Pensé en Deku-kun casi al instante, y miré mi móvil. Tenía sus mensajes sin leer, pero ya los había leído en la vista previa del mensaje.
Abrí la aplicación de mensajería, y con un golpe eléctrico en mi pecho, busqué el contacto de Bakugo. Miré su perfil, su foto, su estado. ¿Cómo podría vivir él tan despreocupado mientras yo estaba en ese estado?
Fuera totalmente de mí misma me encontré queriendo mandarle un mensaje. En seguida lo descarté…
Es muy tarde…
Debe estar muy cansado…
Tal vez está con alguien más…
Tal vez… solo…
"Hola"
Mi corazón latió con prisa cuando noté que él estaba escribiendo. Me aguanté las ganas de gritar como chiquilla hormonal ahí mismo. Al menos no quedé ignorada ahí por siempre.
"¿Pasa algo?"
Quiso llorar. ¿De felicidad? No sabía… ¿quería decir que la tenía guardada como contacto también por eso no preguntó quién era?
Recuerdo que pensé bastante qué decir mientras apretaba mi celular contra mi pecho. La respiración de pronto se me hizo pesada mientras una idea loca se cruzaba en mi mente:
"Bakugou-kun… Salgamos"
En seguida me arrepentí, porque todo rastro de valentía se iba cambiando a tristeza cuando noté que se había desconectado justo después de que lo leyera. Entonces hice un lado el celular, me revolví incómoda en mi cama y suspiré profundamente.
Cerré los ojos con decepción.
El sonido de un mensaje logró activarme rápidamente. Casi de un salto agarré mi celular con ambas manos, y mientras ignoraba el chat de Deku, miraba el de Bakugo con el corazón desbocado a punto de salirse por mi boca.
"Ok"
PD: Si tienen alguna duda sobre lo que voy a estar hablando, no duden en preguntar.
PD2: Sus reviews serán bien recibidos.
PD3: Ya estoy escribiendo en cap 2, no pasará mucho, lo prometo.
