Prólogo
Las palabras salieron instintivamente de su boca.
- Room.
Al instante pudo sentir todo a su alrededor con claridad, las personas a su alrededor, la ubicación de cada cosa, cada ser vivo y el cuerpo ya sin vida de Cora-san. Todo lo percibía como jamás lo había echo y al mismo tiempo sentía que hacerlo era algo totalmente natural. Miro a Doflamingo, su rostro mostraba sorpresa, tal vez era la primera vez que veía esta habilidad, la "magia" que le había dado Cora-san. Cuando su atención paso de la extraña área que había creado hacia él, reacciono una vez más por instinto, abrazando el cuerpo de su persona más preciada.
Con rabia y lagrimas gritó - ¡Shambles!
Al instante estaba al otro lado de la isla y aunque no estaba herido se sentía extremadamente agotado, esforzandose por no cerrar los ojos miro el cuerpo de Cora-san y la tristeza inundo todo su ser. ¿Cuatas veces había visto morir a quienes quería frente a sus ojos? ¿cuantas veces más tendría que pasar por esto? ¿Por qué, si sabía muy bien que los cadáveres no hablan, estaba allí, otra vez, tratando de que Cora-san abriera sus ojos?
Neciamente se aferro al cuerpo que ante el clima ya estaba helado, le hablaba, le gritaba, lo agito, todo con tal de que abriera los ojos. Sabía que no lo haría, pero no pudo evitar entre las lagrimas, con el dolor de la enfermedad y el de su propio corazón aferrase desesperadamente a la ilusión de que abriría sus ojos, que lo felicitaría por alejarlos de Doflamingo, que buscarían el bote y vivirían juntos, aún con el mundo en contra de ellos.
No supo cuanto rato paso así, tratando de despertar a Cora-san, pero cuando al fin ante el frío y el dolor perdía la conciencia vio algo, tal vez un poco más grande que él, acercase entre la nieve, con sus ultimas fuerzas se aferro protectoramente del cadáver de Cora-san, la frialdad de un cuerpo sin vida le parecía algo natural.
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Abrió los ojos para ser recibido con un dolor abrumador, se encontraba acurrucado contra el cuerpo frío de Cora-san, estaba otra ves allí recostado con un cadáver, el cadáver de la única persona que aquella noche no debió haber muerto.
Las lagrimas volvieron a cubrir sus ojos, esta vez en menor cantidad, como si se hubiera acostumbrado a esto… No el dolor ya lo acompañaba desde hace mucho tiempo, era tanto dolor que estaba adormecido e incluso si quería llorar más fuerte no podía, estaba ahogado en su propia miseria.
Se sentó para mirar bien a Cora-san, al hacerlo un paño húmedo cayó de su frente y por primera vez cayó en cuenta que no sabía donde estaba, solo estaba seguro que no era en manos de Doflamingo. No podría estar con Cora-san si hubiera sido el quien lo encontró.
Con cariño y esta vez sin esperar nada tomo la mano de Cora-san y miró a su alrededor. Estaba en el cuarto de una casa de madera, al parecer abandonada por la suciedad acumulada. El cuarto no tenía mucho, solo una cama donde estaban él con Cora-san y un velador, en este estaba un viejo cubo lleno de agua. Al no escuchar a nada ni nadie se dejo relajar.
Con cuidado dejo el paño que había estado en su frente sobre el velador, le llamo la atención lo caliente que estaba. Se sentó en la cama aun tomando la mano la mano de Cora-san y miro su rostro sin vida.
Esta vez el llanto fue profundo y los gritos como la primera vez que perdió a alguien. Incluso en la muerte, incluso tras haberlo dejado, Cora-san le sonreía, con esa misma sonrisa con la que lo alegraba, con la que lo consolaba, con la que le mostraba su magia una y otra vez, con esa sonrisa que siempre lo hacía sentir humano.
Sintió la puerta tras de si abrirse y un par de pies resonar apresuradamente contra el piso. No les prestó atención y como no lo había echo en mucho tiempo lloró el dolor, la soledad y por amor.
Na: Bueno, les presentó una idea que se me vino a la mente mientras esperamos por el próximo capitulo del manga, nada canon y dudo mucho que con spoilers, ya que todo aquí es solo parte de mi imaginación. Solo constara de un prologo, un capitulo y un epilogo.
¡Faltan historias con los piratas Corazón! Y como faltan aquí mi aporte.
