Día 1. Temperamento/Hábitos

Cada mañana es exactamente lo mismo, no importan los días que hayan transcurrido, la sorpresa de todos al ver a la recta y responsable vicepresidenta de la clase al lado del joven de humor exagerado era algo sin duda sorprendente.

El día comenzaba casi de la misma manera. Yaoyorozu llegaba a la salida de la estación donde Bakugō, su pareja y compañero, arribaba. Ella se quedaba parada bajo la sombra de un árbol verde que había fuera de aquella construcción, esperando por cualquier sorpresa. Algunos días era recibida con un beso, algunos otros observando la espalda del más bajo y, en la mayoría de las ocasiones, con una discusión acerca de ese comportamiento tan celoso.

Cada día, el de cabello rubio llegaba antes que la joven a ese punto de espera, observando cada movimiento en ella que le parecía tan agraciado, observando el juego que llevaba con sus dedos y aquella sonrisa de niña boba que sabía solo él provocaba en ese maldito dulce rostro.

Los días que el pelirrubio llegaba y le daba un beso eran aquellos donde veía a otro hombre verla a lo lejos, esos días donde le daba la espalda eran los días donde debía disculparse por un error que cometió y aquellos donde terminaba por lastimar físicamente a alguien eran los días donde se atrevían a tocarla y terminaba el trabajo con la frase: "Es MÍ chica, maldita basura", y una discusión.

En la escuela, al entrar al salón de clases, Momo tomaba asiento y Bakugō se quedaba a su lado, hablando con ella o algún idiota que los interrumpiera, hasta que el profesor de la primera asignatura hacía aparición. Durante la hora del almuerzo, había un trato, dos días de la semana comerían juntos y los otros tres se lo dedicarían a amistades o algún pasatiempo; no hubo objeción alguna por parte de ninguno, ambos sabían que era una buena decisión para no estropear su relación.

Ahora, a la hora de la salida, cada semana y en el último día, el de ojos escarlata se apoderaba por completo de la pelinegra, cosa que se había vuelto costumbre varias semanas después de comenzar a salir. Ese día la llevaba a su propia casa con el pretexto de que estudiarían y, aunque en un principio eso era verdad, las cosas llegaban a terminar con un par de prendas en el suelo, respiraciones agitadas y unas cuantas suaves marcas fáciles de ocultar a los demás.