Disclaimer: Todo pertenece a Martin.
Este fic participa del Reto #35 "Adaptando Leyendas" del Foro Alas Negras, Palabras Negras. Con la leyenda del "Vampiro".
Él vino en la noche
By
Ambitious Witch
Las manos blancas se aferraron desesperadamente de la colcha. Sabía, sabía que esa noche vendría.
No debería temerle, debería respetarlo, era su hermano, su señor esposo. Una mujer debía cumplir su deber.
Pero lo odiaba.
Odiaba aquella paranoia que cada vez la asustaba más y más, detestaba esos ojos violáceos que la miraban con una mezcla de lujuria, desprecio y locura, aunque fueran los mismos que veía cada vez que miraba su propio rostro en el espejo.
Ya no veía a la princesa que había sido, ni tampoco a la reina de los primeros años: feliz, o al menos mínimamente, mientras cargaba orgullosa a su hijo en brazos, sus hijos había sido la salvación que esperó que viniera con la muerte, que evitaron que quedara tan loca como Aerys.
Viserys estaría en su habitación, su pobre niño, temblando mientras escuchaba los gritos. Siempre le decía que nunca saliera del cuarto cuando pasaban esas cosas, que debía quedarse quieto y no acercarse a su padre; que mamá estaría con él en la mañana, porque todo iría bien.
Todo iría bien. Era una mentira para el niño y para ella misma.
Pensó en aquel caballero que lo había dejado todo al estar sin ella, aquel breve romance en que una corona de rosas rojas se posó en sus cabellos plateados. Pero aquella maldita adivina se había presentado, él se había marchado, y su de su corona sólo quedaron las espinas.
Aerys había sido impulsivo de joven, sí, pero también encantador, generoso e inteligente, la gente lo quería mucho, pero no era así con su relación con su hermana, siempre había sido brabucón y molesto, y carecía por completo de delicadeza o sentido de la protección. Rhaella había aprendido a evadirlo incluso en los rincones más remotos del palacio, algo que le había dado la reputación de una joven solitaria y taciturna.
Se había casado con su hermano. Casi todos los reyes de su dinastía lo había hecho, sin embargo, a diario se sentía sucia por ello. Y no por razones religiosas, sino porque sentía que ella había ayudado de laguna forma a ese monstruo.
Los gritos resonaron más fuerte, y la reina se tapó las orejas con las manos.
No entendía el fuego, le temía más que nada desde que se había hecho una quemadura de pequeña, pero a su señor esposo parecía gustarle más que ella misma, no es que se sintiera celosa, sí por ella fuera, bien podría beberse el fuego que quisiera con tal de que la dejara sola.
Pero nunca lo haría, de hecho, él fuego parecía aumentar su locura, su lujuria, y ella era lo más cerca, y lo más inofensivo que tenía a la mano para utilizar desde que las mujeres de la corte habían aprendido a escapar de él, también estaba Elia, pero ella nunca salía de sus aposentos y mantenía bien escondidos a sus niños.
Los sirvientes decían que Rhaegar estaba viendo a una chica del Norte, o escribiéndose con ella o algo así. Todos decían "la pobre princesa", porque su marido supuestamente la engañaba, Rhaella no podía sino envidiar a su nuera; había educado a su hijo, sabía que jamás le haría daño a una mujer.
Pero Aerys, sí. A él nada le importaba, y menos lastimarla. Vendría en la noche, luego de quemar a sus víctimas, y él la lastimaría, le diría que debía respetarlo pues era su rey y su esposo. Como un monstruo, le sorbería la vida y luego ya no quedaría nada.
