Prólogo
Corazón. Una palabra con muchos usos y significados, la prueba física de la vida, y en las carreras es la voz de la adrenalina misma. En su joven vida Zen no hubiera imaginado encontrar algo tan excitante en el sonido del motor y la brisa a toda velocidad. Estas vueltas y giros extremos eran tan adictivos, tan placenteros que no podía evitar arreglar las exhibiciones y carreras más osadas de la historia del motocross. A veces se sentía mal por preocupar a su mejor amiga y manager Jaehee, pero en los vítores de la gente él encontraba más que solo admiración. Fantaseaba a veces que conocía a sus admiradores, que lo querrían por algo más que su cara y su fama, tener verdaderos amigos y por un tiempo con esa vida de lujo estuvo feliz.
No fue sino hasta aquel terrible accidente, qué todo empezó a ir mal. Jamás volvería a correr, con su musa en luto y sin propósito, Zen tuvo problemas en muchos sentidos. Bebía por las noches, quizás un poco más de lo que acostumbraba y en algún punto, sofocado por la falsedad de la gente que lo había abandonado, se fue.
Abandono todo, hasta su única amiga, esperando encontrar un amigo que no fuera embotellado. ¿Qué hacía pensando todo esto ahora? Sencillo, estaba perdido. Fue tan impulsivo su viaje, su decisión que la realidad de las cosas empezaba a cobrar cuentas. Con una mochila, dinero y sin rumbo alguno Zen camino esa noche por el pueblo; simplemente esperando un indicio del destino.
