Disclaimer: No, todavía no me pertenecen.
Copos de nieve
I
Bufanda
Se encontraba fuera de su casa comprando las cosas para la cena y cuándo terminó de comprarlas salió del supermercado, dándose cuenta de que sin duda alguna había empezado a nevar cómo tanto lo habían anunciado.
Salió de ahí sin mucha esperanza de llegar a tiempo a su casa, después de todo, cuándo nevaba los autobuses se retrasaban lo que no le dejaba otra opción que esperar.
Caminó hasta la parada y cuándo llegó se encontró con varias personas que al igual que ella esperaban con ansias el siguiente autobús.
—¿Cuándo tiempo lleva esperando? —Escuchó que una persona preguntaba
—Más de una hora.
Era un poco lógico, ahí estaba empezando a nevar y en otros lugares probablemente la nieve hubiera cubierto gran parte de las carreteras. Kagome dedujo entonces que tendría que esperar mucho más de una hora para poder llegar de nuevo a su casa.
Se mantuvo mirando los copos que poco a poco caían y cubrían todo a su paso, agradeció a su madre haberla convencido de llevar un abrigo y una bufanda por qué si se hubiera salido con un suéter simple sin duda alguna en ese momento se estaría muriendo de frío.
Observó su bufanda, no era la que siempre usaba, dado que la que siempre usaba se le había perdido… ese día.
Un ligero rubor subió por sus mejillas, pero nadie lo notó y si alguien lo notó, debió de haber pensado que se debía al frío que estaba haciendo. Pero Kagome sabía que no era por el frío, más bien, era por el recuerdo de lo que había pasado.
II
Whiteness*
Se había alejado un poco del grupo porqué quería estar sola para poder estudiar para el examen que presentaría en unos días y con todo el ruido que luego provocaban sus amigos no iba a poder, así que lo mejor era desviar un poco su camino.
Había estado haciendo frío y de vez en cuando nevaba; llevaba un abrigo y una bufanda color azul para no resfriarse.
Caminó hasta que finalmente encontró un árbol alejado de todos los demás y se sentó en el suelo recargándose del gran árbol, entonces, sacó su libro de Historia y empezó a estudiar y a decir verdad, se le hacía más fácil estudiar ahí, dónde no había ningún ruido, dónde lo único que se podía escuchar era el viento moviendo las hojas de los árboles pero fuera de eso no había nada que hiciera que se distrajera, de hecho, estaban tan concentrada que no había notado que un par de ojos ámbares la miraban con curiosidad —aunque no lo demostraran, claro—. Y él quiso marcharse —después de todo no tenía nada que hacer ahí—, pero permaneció ahí esperando, aunque ni él mismo sabía que esperaba.
Kagome tuvo que desviar la mirada del libro cuándo sintió que algo caía sobre su cabello y levantó la vista, dándose cuenta de qué era un copo de nieve y que no solo era uno, sino eran varios que empezaban a caer poco a poco hasta llenar el suelo de cada uno, logrando así que fuera una blancura total.
Estiró su mano hasta que un copo cayó sobre ésta y sonrió.
—¿No te parecen lindos los copos de nieve, Sesshomaru? —Preguntó y él se dio cuenta de que había sentido su presencia, después de todo. Sesshomaru se mantenía del otro lado del árbol, dándose los dos la espalda mutuamente.
—No.
Kagome se esperaba una respuesta así. —Son bonitos los copos de nieve, lo cubren todo… haciendo que el paisaje se vea mejor.
Y era cierto, poco a poco los copos empezaban a cubrir los árboles haciendo que éstos se vieran mejor de lo que eran. Los animales corrían a buscar un refugio y algunas personas empezaban a salir a jugar con la nieve o se mantenían juntos conviviendo.
Eso era lo hermoso de esa estación; de esa blancura.
III
Tormenta
—¿A Rin no le gusta jugar en la nieve? —Preguntó después de un muy, muy largo silencio. Sesshomaru pareció pensarlo, a decir verdad a su protegida le encantaba hacer cualquier cosa que implicará estar al aire libre. Así que asintió—. ¿Está con Jaken? —De nuevo asintió—. ¿No tendrá frío en un día como éste?
—Está bien.
Kagome ya no sabía que más decir, pero tampoco se quería ir, quería seguir ahí mirando poco a poco como todo se llenaba de un color completamente blanco. Quería estar ahí en silencio, disfrutando la compañía que Sesshomaru… ¿le ofrecía?
Quiso preguntarle que hacía ahí pero era prácticamente imposible que él le diera alguna explicación de por qué permanecía ahí junto a ella, recargado en aquel árbol mirando los copos de nieve caer cuándo el mismo había dicho que no le gustaban.
La temperatura poco a poco bajaba, haciendo que el frío se apoderará de su cuerpo y no quería admitirlo, pero, tenía mucho frío y se tenía que ir o moriría congelada. Además, ¿qué tal si una tormenta se avecinaba y ella no pudiera regresar a la aldea o peor aún, a su casa?
—Debo de irme —dijo al fin—. Hasta luego, Sesshomaru —y le ofreció una sonrisa antes de darle la espalda y empezar su larga caminata hacía dónde según ella se encontraba la aldea.
El Yōkai miró al cielo y supo entonces que una tormenta se avecinaba.
Y sin siquiera pensarlo dos veces, la siguió.
Se arrepintió de no haber ido directamente a la cabaña de la anciana Kaede, también de no haberle pedido ayuda a Sesshomaru para regresar a la aldea. ¡Cómo se arrepentía! Ahora se encontraba caminando —con gran esfuerzo— contra la corriente de aire que amenazaba con hacerla caer y sepultarla poco a poco en la nieve —que ya había alcanzado gran nivel—.
Su cabello se mantenía moviéndose al compás del viento, lo que hacía que su visión no fuera muy buena, sus piernas se empezaban a cansar por tener que empujar la nieve y todavía seguir caminado, sus manos se empezaban a poner frías a pesar de los guantes que se había puesto y poco a poco sentía cómo el cansancio se apoderaba de todo su cuerpo.
Sus parpados se empezaban a cerrar; su cuerpo demandaba descanso.
Fue entonces cuando no pudo más y cayó sobre la nieve.
Sesshomaru la observó caer y se acercó al cuerpo de la sacerdotisa que yacía en el suelo y al cargarla se dio cuenta de que no solo estaba helada, sino que también ella estaba temblando, lo que hizo que al momento de cargarla ella se acurrucara en su pecho en busca de calor.
Entonces, él emprendió la caminata hacía la aldea dónde se encontraba su medio hermano, obviamente no iba a llegar hasta allá y mucho menos se llevaría a esa humana con su grupo y cuidaría de ella. Simplemente la dejaría cerca de la aldea, dónde Inuyasha pudiera percibir su aroma e ir por ella.
Y así lo hizo.
IV
¿Quién?
—Disculpe señorita, ¿va a tomar el autobús?
—¿He? —Los recuerdos de Kagome fueron interrumpidos—. ¡Sí! —Y se aproximó a las escaleras para subir el autobús y por fortuna, había encontrado un asiento desocupado junto a la ventana. Le agradeció tanto a la persona que la había llamado, de no ser así hubiera perdido el autobús y tardaría aún más en llegar a su casa.
Aunque al ver por la ventana y ver todo completamente cubierto por la nieve recordó finalmente cuándo había despertado; sus amigos se habían mostrado verdaderamente preocupados por su estado de salud cuándo la habían encontrado.
Kagome le había preguntado a Inuyasha qué si él la había rescatado de morir sepultada en la nieve, pero él había negado, de hecho, le había dicho que a ella la encontró cerca de la aldea, recargada en un árbol y sin su bufanda cosa que a ella le resultó extraña.
Ella sabía que no había estado para nada cerca de la aldea, y podía apostar a que estaba demasiado lejos. Entonces, ¿alguien la había rescatado y llevado hasta ese lugar? Y así había sido así… ¿Quién?
Y después de tanto, tanto pensarlo llegó a la conclusión de qué o había sido un aldeano —aunque no lo creía, un aldeano la hubiera llevado hasta la sacerdotisa Kaede y no la hubiera dejado en un árbol— o había sido Sesshomaru —y aunque fuera creíble que la dejará lejos de la aldea había algo que no encajaba. ¿Por qué él la salvaría? —.
Aunque después prefirió dejar eso por la paz; aunque le diera muchas vueltas al asunto sabía muy bien que no tendría alguna respuesta.
Pero, cada vez que veía nevar se le hacía imposible no acordarse de eso. Aunque se sentía feliz de pensar que él la había salvado.
[*] Blancura.
Horrores ortográficos corregidos (?)
Notas interminables de la autora:
Agradezco mucho a las que se acordaron de mí y notaron mi ausencia en Fanfiction n.n Se los agradezco enserio, fue un gesto muy lindo y aunque no tenía nada de inspiración explote lo que pude a mi musa.
Bueno, el punto de estás interminables notas era el hecho de qué abandonaré por un tiempo el mundo de Fanfiction por muchas… cosas. No es fácil de explicar. Pero mantengo mi promesa de qué volveré en breve.
Por lo tanto agradezco su cariño, su apoyo y ánimo que me daban. Todos los reviews que me han dejado hasta ahora han sido mi impulso a seguir y no retirarme desde antes. Se los agradezco, de verdad —hace un corazón cómo los de Facebook—. ¡Son sensacionales! Muchas, muchas gracias por todo.
Espero les haya gustado el one-shot n.n Y si quieren saber algo los links de dónde encontrarme están en mi perfil ;D
¡Saludos! —Les da un abrazo y les pasa chocolates disimuladamente—. ¡Nos leemos en breve! (Tal vez) ¡Los quiero! ¿Ya se los dije? :3
