Buenas tardes a todos! Soy Ashty-1991. Por si algunos no lo sabíais, tuve un problema con mi ordenador y perdí el documento de "La Cumbra del Éxito". Pero no os preocupéis, porque aquí traigo una nueva invención, titulada "La Guerra de los Mundos (Ojo! no confundir con la película), que espero que os guste tanto o más que el anterior, el cual seguiré escribiendo en cuanto la universidad me brinde algo de tiempo. Dicho esto, os dejo a continuación con las premisas con las que arrancará esta nueva historia:

1) La historia empieza cuando Ash completa su viaje por Sinnoh. Además, en este fic sólo existirán las cuatro primeras regiones, de Kanto a Sinnoh.

2) Contaremos con la participación de algunos personajes que sólo debutaron en videojuegos o en el manga. Ya me encargaré yo de que sepáis de ellos, para evitar confusiones tontas.

3) No os sorprendáis si alguna descripción física de algún personaje no coincide con la del anime. Mi objetivo en este fic es conseguir una mezcla perfecta entre los personajes del manga y el anime.

4) No sabría deciros cual es el género idóneo para esta historia. Será una mezcla de todo, eso si, para mayores de edad, de modo que si alguien no cualificado lee estos versos, será sólo bajo su propia responsabilidad. La historia contiene grandes dosis de acción, misterio y suspense, escenas de contenido sexual, violencia y lenguaje soez, el mítico e inolvidable romance entre personajes, etc. Todas estas temáticas hacen, para mi gusto, la perfecta historia.

5) Todos los capítulos se compondrán de las mismas partes: Narración de la historia oportuna en cada capítulo y unas "fichas" de cuatro personajes protagonistas del fic, que informan sobre sus edades, alturas, ocupaciones, etc. A medida que surga un nuevo capítulo, nuevas fichas de nuevos personajes lo harán tambien. La única excepción es este capítulo, que además de todo eso, incluye un/a breve introducción/prólogo.

6) Por último, dejaré de ser pesado, y sólo me queda deciros que lo paséis bien y que os guste tanto o más que a mí.


La Guerra de los Mundos

Introducción:

En un futuro no muy distante, en un mundo cansado y oscuro, la guerra se ha convertido en rutina. El caos derivado de un terrorismo sin censura impera con fuerte puño de hierro sobre todos los rincones de las cuatro regiones.

Durante diez largos años, la oscuridad ha invadido incluso el corazón de los más optimistas, y ahora la Tierra llora. Los macabros planes del Team Rocket por dominar el planeta no tienen límite, alterando cada vez más la tensa relación existente entre la peligrosa organización y el Ejército Pokémon, el cual está constituido por numerosos Rangers y entrenadores Pokémon que aspiran a una mejor posición, e incluso algún que otro miembro del Alto Mando lucha por la causa de liberar al mundo de aquel mal. Mucha sangre ha sido derramada, y todo por una avaricia que no conoce de límites, razón o ética. Cientos de miles de entrenadores y Pokémon han muerto en el intento de conseguir un mundo mejor, y el conflicto aún no ha concluido. Pese a que el Team Rocket haya conseguido contaminar a la mayor parte de las masas del planeta con su máquina de corazones oscuros, hay algo que siempre frenará sus avances en esa construcción de su mundo apocalíptico: La luz latente en los corazones guerreros y sin miedo. Por cada cien corazones corrompidos, uno totalmente puro brilla más que cualquier estrella del firmamento, lo que da una nueva esperanza a una civilización triste, desesperada y que alberga una desgarradora nostalgia, al pensar que todo tiempo pasado fue mejor, sin duda aparente.

La eterna y dual lucha entre la luz y la oscuridad está en la recta final, y sobre los hombros de un joven de veinticinco años, y sus amigos, descansa el destino y futuro de la raza humana. Unos pocos elegidos, hombres y mujeres sencillos que apenas están preparados para lo que les espera, y que vacilarán al asomarse al abismo de la locura producida por la gravedad del asunto.

La Guerra ha comenzado…


Capítulo I: Regreso a casa.

Aquel inhumano frío polar desmotivaba por completo las facultades físicas y psicológicas de los valientes soldados. Su ángulo de visión era cada vez menor, y todo se iba tornando cada vez más de un negro sepulcral. Para el veterano Ash Ketchum, Comandante de la Milicia de Metal y de la Patrulla Roja, siendo ésta última una subdivisión de la primera, aquella era la misión más arriesgada que había vivido en diez largos años de servicio militar. Había perdido a dieciséis compañeros en aquel operativo llevado a cabo en Ciudad Trigal, la mayoría de ellos cadetes reclutados recientemente. El objetivo de la misión era destruir la famosa Torre de Radio, que mediante una dantesca antena parabólica contactaba con un satélite de corazones oscuros del Team Rocket. Dicho instrumento enviaba unas ondas oscuras al planeta Tierra, corrompiendo así las almas de humanos y Pokémon. El éxito de la misión era indiscutible, pero muchos hombres murieron en el intento, al salvar a los ciudadanos esclavizados.

Las dos reglas de la Milicia eran bastante claras a la hora de actuar: Nunca uno debía hacerse el héroe, y siempre estaba prohibido mirar a un Pokémon Oscuro a los ojos, o éste te corrompería. Es por eso que todos los integrantes de la brigada, al igual que sus Pokémon, iban revestidos con potentes armaduras metálicas, al igual que unos cascos que les otorgaba una especie de visión infrarroja y una perfecta protección visual.

Era verano, pero un verano especialmente raro. En pleno mes de Junio, los termómetros marcaban una temperatura de cuarenta grados bajo cero, los ríos permanecían congelados y todo el paisaje de Jhoto estaba teñido de una densa y molesta capa de nieve. No habrían pasado apenas dos años desde que Articuno, una de las tres Aves Legendarias de Kanto, fue corrompida por la Máquina de Corazones Oscuros, provocando así un descontrol del tiempo cuando el majestuoso Pokémon aparecía. Ash y el Coronel Steelix, su superior y único superviviente a la masacre de Trigal, sufrieron en sus propias carnes la fiereza y la agresividad del Articuno Oscuro. Se podría decir que era más grande de lo normal, con un plumaje más negro que el carbón y unos orbes amarillos como ojos, diferenciándole fácilmente de su bella y limpia versión.

Las imágenes empezaron a sucederse rápidamente. Muy pocos son los Pokémon que atacan a un humano sin motivo aparente, y esta vez no iba a ser todo lo contrario. Lo último que recordaba de aquella violenta situación era la oscuridad al cerrar los ojos fuertemente. Articuno había destrozado por completo el casco de Ash, haciéndolo vulnerable a su poder oscuro y a su mirada, vacía y muerta, y cuando por fin creía que todo terminaba en aquella gélida montaña del norte de Ciudad Trigal, se hizo la luz. Pikachu encontró la liberación de su Poké Ball, cegando a la endemoniada ave con su ataque Destello. Ahí acababa el fin de aquella evocación al pasado.

Despertó bruscamente ante aquel espeluznante sueño. Un sudor frío le recorría la frente, y su respiración era demasiado agitada, como si se le fuese a salir el corazón por la boca. Hacía tan sólo una hora que había tomado asiento en el tren que llevaba hacia Ciudad Azafrán, y faltaban aún dos horas para que llegase a su destino. Mientras tanto Pikachu, a su vera, descansaba pacíficamente fuera de su Poké Ball, como los pocos pasajeros que les acompañaban en el viaje. Como miembro de la Milicia de Metal, tenía terminantemente prohibido liberar a sus Pokémon de sus Poké Balls en zonas hostiles, a no ser que el peligro cesará. El que en su tiempo fue aquel mozo de Pueblo Paleta se contempló en la ventanilla de su vagón. Con aquellas largas barbas morenas y una melena similar parecía un Arcanine, con todo alborotado y repleto de pelo por todas partes. Aún no se creía que aquel fuera su rostro después de diez largos años de cautiverio militar, de dolor y sufrimiento por liberar al mundo de la oscuridad permanente. Sin contar todo eso, tenía unas ganas inmensas de llegar a su hogar, de abrazar a su madre tras una larga ausencia. La única comunicación que este muchacho tuvo con su madre era por varios e-mails que solían mandarse, ya que el sedentario trabajo de su hijo les impedía encontrarse cara a cara durante mucho tiempo. Ante el glorioso pero desafortunado éxito obtenido en la madrugada de aquel día, decidió relajarse, seguir durmiendo y dejar de pensar en Pokémon Oscuros, muertes y terrorismo. Sus pensamientos se centraban ahora en su madre y sus amigos, a los que deseaba ver en su estancia en Kanto.


El incesante sonido de pisadas inundaba la comisaría de Ciudad Celeste, garantizado un ambiente de nerviosismo y mucho trabajo. Aquella misma madrugada, una mujer con unos cabellos más anaranjados que el atardecer se reincorporaba en su despacho tras seis largos meses de baja por depresión. Con el deber por encima de todo, la subinspectora Misty Waterflower decidió volver a su puesto de trabajo, y sentía como el frío se apoderaba de su despacho, y de ella misma, ¿por qué habría vuelto a aquel lugar, después de estar a punto de perder su propia vida? Otra vez sentía esa misma angustia, y las mismas arcadas que padeció durante el tratamiento. En un momento de debilidad, o por pura necesidad, varias lágrimas brotaron de sus ojos tan azules como el cielo hasta morir en sus finas mejillas, sintiéndose ridícula por el simple hecho de mostrarse tan frágil como una amapola. Instantáneamente, se secó. No quería que sus hombres la viesen así, después de todo el tiempo que la costó ser reconocida como la mujer más brava del cuerpo. Ni quería ni podía mostrarse débil, aunque fuese así como se sintiese. La llamada de un agente novato la despertó de su aislamiento mental.

-Subinspectora, el corresponsal de Ciudad Verde acaba de llegar, ¿les informo para que esperen?- le informó, sin percibir tan siquiera la mirada de su superiora.

-Así es, agente. Ofrézcales café, que en unos minutos les atenderé.- cortó ella la conversación, apurada por quedarse sola, para poder así secarse mejor sus mejillas.

La puerta cerrándose a sus espaldas la hizo tranquilizarse. Su respiración era más acelerada de lo normal, ya que sufría un pequeño episodio de claustrofobia, que sumado a su depresión podía ser mortal para la antigua Líder de Gimnasio. Con el pulso tembloroso, se llevó una pastilla a la boca e ingirió un poco de agua para pasar mejor aquel antidepresivo. Apresurada por la necesidad de nicotina, se encendió un cigarrillo para liberarse de toda aquella depresión. Mientras tanto, se colgó su collar-placa y buscó su arma reglamentaria, ya dispuesta para reunirse con su homogéneo de Ciudad Verde. Normalmente, no se le otorgaba a un agente con tratamiento su arma, pero Misty no era una agente normal, sino la Subinspectora de la comisaría. Había mucha confianza depositada en sus casi diez años de experiencia. Veloz como un rayo, corrió por los pasillos para entrevistar a aquellos policías que tantas molestias se habían tomado en llegar hasta allí, vistos los peligros que aguardaban por el mundo.

El look de la pelirroja era muy femenino, ya que se ausentaba frecuentemente de su uniforme: su largo cabello descansaba sobre sus hombros, e iba suelto, como la crin de una yegua. Lucía, a su vez, un top blanco que resaltaba sus atributos femeninos, unos pantalones vaqueros, de los cuales colgaba su arma enfundada, y unas elegantes botas altas de cuero marrón. Por último, una preciosa pulsera azul con pequeñas conchas blancas rodeaba su muñeca derecha. Tras aquella carrera por el cuartel, se reunió con el subinspector de Ciudad Verde, que, casualmente, era amigo suyo. Era algo más joven y alto que ella, con una melena rojiza mucho más larga que la suya. Vestía siempre de negro, normalmente con una cazadora de cuero del mismo color que llevaba una gran calavera blanca dibujada en la parte trasera de la prenda a describir. Pero, sin lugar a dudas, lo que más le fascinaba a ella de él eran sus ojos, plateados como preciosas lunas llenas.

-Me alegro de que hayáis llegado a salvo, Kamon.- declaró ella.

- Ya sabes cómo son los caminos, que cualquiera puede ser el último. -le sonrió éste- ¿Tú cómo te encuentras de tu depresión? Todavía no me has comunicado porque te has ausentado del cuerpo durante este medio año.

- Primero el trabajo, y después la vida privada, ¿de acuerdo?- estableció la fémina, ganándose la aprobación de su amigo.-Bien, parece ser que, inesperadamente, el verano ha vuelto, y mi pregunta es, ¿Articuno ha sido purificado?

-Así es. Gracias a la intervención del Ejército Pokémon, no sólo ha sido liberado Articuno de su prisión oscura, sino que además la maquinaria que transmitía las ondas oscuras de Ciudad Trigal ha sido destruida, por lo que no podrán corromperse de forma directa más corazones durante al menos seis meses, impresionante, ¿no crees?- le informó el pelirrojo eufórico.

-La verdad es que sí, saben hacer su trabajo, ¿qué brigada ha sido la encargada de tal hazaña?- cuestionó Misty, mientras redactaba el informe.

-La Patrulla Roja, primera subdivisión de La Milicia de Metal, el mejor escuadrón del ejército. Normalmente, dicha patrulla sólo permite su acceso a los mejores, pero en estos tiempos tan turbios hasta un cadete puede acceder a ella. Desde hace poco, La Patrulla Roja contaba con apenas veinte integrantes.- respondía objetivamente el Subinspector de Ciudad Verde.

-Dime algo de los miembros de esa Patrulla Roja.- se limitó a decir ella, mientras escribía a toda velocidad.

-Parece ser que durante la madrugada de este día, dieciséis de sus miembros murieron sirviendo a la causa en la "Operación Golem", pero eso no les impidió ni neutralizar al Team Rocket, ni salvar a los ciudadanos. La mayoría de los cadáveres han sido reconocidos, y tan sólo dos supervivientes han salido airosos de esta.

-Son muy afortunados, sin duda alguna, ¿se sabe de sus identidades?- preguntó la Subinspectora.

-En efecto. La máxima autoridad del Ejército Pokémon, el Coronel Steelix, es uno de los dos supervivientes. Aunque parezca que no, al viejo aún le queda mucha cuerda.- se permitió hacer aquella broma.

-Más sabe el diablo por ser viejo que por ser diablo, Kamon, ¿y el otro superviviente?

-Uno de los hombres de confianza del Coronel, y el mejor guerrero detrás de él. No es otro que Ash Ketchum, Comandante de La Milicia de Metal y de La Patrulla Roja.- le respondió su amigo, con cierto tono de admiración en sus palabras.

Aquel nombre la puso el vello de punta, tanto incluso que partió el lapicero con el que redactaba el informe y se clavó una pequeña astilla en la mano con la que escribía. Su estómago no paraba de dar vueltas y dejó de tener contacto con el mundo real. Ni tan siquiera se había inmutado en el pequeño dolor concentrado en la palma de su mano, provocado por aquel diminuto trozo de madera, e incluso le había entrado un poco de tembleque ante la noticia de última hora. Debía alegrarse de que su viejo amigo hubiese vuelto sano y salvo de aquella arriesgada operación, pero no era así, y en su lugar había florecido la tristeza. Una pequeña lágrima nació hasta recorrer el trayecto hacia sus labios.

-Misty, ¿estás bien? ¿Te has hecho daño?- la "socorrió" Kamon, preocupado ante el shock de la muchacha.

-Sí- mintió ella como pudo- ¿por qué no me esperas fuera, y vamos a tomar un café o algo? ¡Dame unos minutos!- y salió corriendo con el informe en la mano hacia su despacho.

Tras un sonoro portazo que casi hizo temblar su despacho, la pelirroja se sentó violentamente en su silla y rompió a llorar, con la cabeza apoyada en su mesa. Desde hacía una larga temporada, la muchacha fuerte que todo el mundo conoció en el pasado había mudado a la piel de una niña pequeña, que sollozaba sin conocimiento. Durante el tiempo que había sufrido aquella depresión, contó con el apoyo de sus hermanas y sus amigos, con el de todos menos con el de Ash, su mejor amigo. Realmente, Misty no sabía si culparse a sí misma, al idiota de Ash o a ambos de lo ocurrido. Algo más rehecha, dejaba de llorar poco a poco.

-¿Y ahora qué voy a hacer…?- susurró, mientras se llevaba las manos a la cabeza, alborotando su precioso cabello.


Recién llegado a Ciudad Celeste, donde vivía de forma anónima, el Coronel Steelix se había instalado en su modesta casita. Se dio una relajada ducha, comió en abundancia y se sentó en su cómodo sillón de cuero color crudo. Se permitió el lujo de tomar una copa de whiskey y fumar un enorme puro. A sus pies, un majestuoso Entei dormía mientras recibía caricias en la cabeza por parte de su entrenador. Como si estuviese totalmente ausente del mundo en el que vivía, Steelix sostenía entre sus manos una foto antigua. En ella, unos padres sonrientes mostraban orgullosos a su bebé de poco más de un mes de edad. Ella era muy guapa, y el joven padre se mostraba orgulloso del entorno familiar del que gozaba. Miraba la imagen con cierta tristeza, reflejada en el único ojo que aún conservaba, y tras un pesado y desgarrador suspiro, guardó la foto. Entei aún dormía mientras su entrenador fumaba y llamaba a alguien a través de su Poké Gear. Tras varios pitidos, escuchó la voz grave de su contacto.

-Infórmame sobre la situación.- dijo el anónimo.

-Sabes de sobra lo que ha pasado, capullo. La Torre Radio de Ciudad Trigal ha sido destruida, y con ella la parabólica de Corazones Oscuros. He hecho lo que acordamos: El Team Rocket no podrá hacer de las suyas, y de paso mis hombres y yo hemos lucido tus armaduras con el fin de patrocinarlas, eso fue lo que acordamos, ¿no?- acordó Steelix, mientras se ajustaba el parche negro sobre su ojo derecho.

-Así es, viejo amigo. Págame lo acordado, un millón. Como comprenderás, mis armaduras son de la mejor calidad.

-Hecho, y que no se te olvide mi comisión.- expresó el Coronel, con una sonrisa en sus labios, provocando una enorme carcajada en su contacto.

-No te preocupes, tendrás lo acordado. Te doy un treinta por ciento.

-¡De eso nada, ratero! Quiero cobrar un cincuenta por ciento de las futuras ventas. La mayoría de mis hombres han muerto en combate, y el Comandante y yo nos merecemos un plus de peligrosidad. En un futuro cercano, tus piezas serán vendidas cada dos por tres para gremios como el nuestro.-negoció el tuerto.

-Eres un canalla, un puto hueso duro de roer. Está bien, tendrás lo acordado.- aceptó el misterioso hombre a través del aparato.-No tendré que recordarte que esto es dinero negro. Estamos ahora como para que el Team Rocket o las mismas regiones metan las narices en nuestros negocios. Hoy en día, ser Señor de la Guerra es muy arriesgado. Asegúrate de guardar bien el parné.

-Descuida, carcamal. Tendrás más noticias mías sobre cualquier tema relacionado con los Rocket, o por si necesitamos algún pedido.

- Y a mí me encantará oírlas, y hacerte un buen precio. -y los dos empezaron a reír a carcajadas.- Cuídate, socio.

La conversación terminó, dejando al veterano militar más que de buen humor. Se sirvió otra copa y cortó otro puro. Era una ocasión especial.


Se apeó del lujoso ferry en el que viajaba. Ver todo aquello era demasiado duro para Ash. La ciudad seguía siendo la misma, pero había algo que envolvía a Pueblo Paleta en un manto grisáceo de dejadez y pena. Cerca de la costa, una alta torre de vigilancia había sido levantada, a saber Dios cuando. Poco antes de llegar al Bosque Verde, una verja había sido levantada para evitar la entrada de gente sospechosa, sin contar que entre el trayecto marítimo que separaba Paleta e Isla Canela se construyó hará unos años un pequeño puerto que impediría el avance de cualquier extraño. El muchacho entendía que todo aquello era vital para garantizar los derechos y libertades de Pueblo Paleta y de aquella isla, lugar de nacimiento del famoso Blaine, pero lamentaba mucho que los ciudadanos se sintiesen acorralados y asustados como vulgares ratas. No es que hubiese mucho movimiento por el lugar, ya que apenas eran las nueve de la mañana y a que la gente frecuentaba menos las calles, sintiéndose más seguro uno en su propio techo.

Una bomba de sentimientos invadió el cuerpo del joven Comandante al ver su casa, tal y como siempre la recordaba. Corrió hasta la puerta, barrera que separaba aquella ciudad casi fantasma de su colorido y alegre hogar, y aporreó la puerta, rezando porque su madre le reconociese. La puerta empezó a abrirse lentamente, casi de forma tímida, hasta que una Delia con alguna que otra arruga y varios cabellos canosos en su melena castaña se quedó muda al contemplar aquella estampa. Lentamente, lágrimas de alegría brotaron de los ojos de su madre, que observaba aquella sonrisa dibujada en el rostro de su hijo, además de aquellos ojos rojizos tan raros pero hermosos que tanto adoraba.

-¡Ash, Pikachu! ¡Gracias a Dios que estáis bien!- gritó abrazando fuertemente a sus dos amores.

-Mamá, cuanto tiempo. No veas lo que te he echado de menos.- le respondió con la voz un poco quebrada por la emoción.

-Ven, entra.- y tras secarse las lágrimas, aferró el chaleco de su hijo mientras tiraba fuertemente de él.- Las calles no son nada seguras.

No muy lejos de allí, un viejo Profesor Oak postrado en una silla de ruedas se deleitaba viendo aquel feliz reencuentro familiar a través de unos prismáticos. Sonriente de oreja, se ayudó con sus manos enguantadas para dirigir aquel cacharro con ruedas hasta donde su nieto llevaba a cabo su investigación. En la otra punta del laboratorio, el joven Gary trabajaba sin descanso alguno desde hacía por lo menos tres días. Vestido con su particular bata blanca y con aquellas gafas parecía un auténtico científico.

-¿Por qué no te vas a dormir un rato, Gary? Llevas sin pegar ojo durante casi setenta y dos horas. Te hará bien.- le aconsejó su anciano abuelo.

-No, gracias, abuelo. Ahora mismo no puedo dejar la investigación, y más cuando tenemos tiempo de sobra para ponerle remedio a este estropicio.- susurró cansado, mientras limpiaba los cristales de sus gafas y se servía una enésima taza de café.

-Tracey se encargará de continuar tu trabajo en cuanto regrese. Además, tienes un buen motivo para descansar y estar fresco como una lechuga.- dijo el Profesor, levantándose difícilmente de la silla para ponerse en pie, con la ayuda de un bastón de madera.

-¡Abuelo, procura no levantarte tan bruscamente! A ver, dime, ¿qué motivo es ese?

-La casa de los Ketchum ha abierto de nuevo sus puertas. Ash ha regresado, y supongo que querrás entablar un épico combate contra él, ¿o me equivoco?- le informó Samuel, mostrando una sonrisita que solía crispar los nervios de su nieto.- Voy a hacerle una visita a Delia. Seguramente Ash esté ya acostado, después de un largo y cansado viaje. Deberías hacer lo mismo.- le oyó decir a su abuelo, mientras salía del laboratorio.

Aquella noticia le dejó anonadado, ¡su viejo rival de nuevo en el hogar! Aunque no le gustase nada que su abuelo llevase razón en casi todo lo que decía, no le quedó más remedio que admitir que el Profesor estaba en lo cierto. Un brillo celestial inundó los verdosos ojos de Gary, y sonrió satisfactoriamente ante la llegada de Ash. Desprendió se así de su bata y lentes, dejándolas encima de su mesa de trabajo. Dormiría un par de horas, eufórico por disfrutar de un combate con uno de los mejores entrenadores al tenía el gusto de conocer.


Fin del Capítulo I

Espero que os haya gustado este primer capítulo, pero todavía no ha acabado. A continuación, las fichas de los cuatro personajes elegidos para el primer capítulo.


Personajes (Fichas 1-4)

1) Ash Ketchum

Edad: 25 años

Altura: 1,86 metros

Ocupación: Comandante de la Milicia de Metal y de la Patrulla Roja, del Ejército Pokémon.

Historia: Tras su larga aventura en Sinnoh, Ash regresó a Pueblo Paleta, el lugar que le vio nacer. Para colmo, el mundo se había vuelto loco, y en una soleada mañana, el cielo se tornó negro como la noche. El Team Rocket estaba detrás de todo aquello, provocando que los Pokémon interactuaran con una conducta extraña y malvada. Una semana más tarde de la grave noticia, es sabido del origen de la Máquina de Corazones Oscuros y de la guerra entre la organización terrorista y el Ejército Pokémon, que buscaba desesperadamente el alistamiento de nuevos cadetes. Nadie, ni mucho menos Ash, sabía cuan de larga iba a ser esta revuelta, y es por eso que durante diez largos años puede contar con los dedos de una mano las pocas veces que ha pasado unos días con su madre y amigos. Tras su última misión, regresa de manera "indefinida" a Kanto, dispuesto a vivir esos días al límite y recuperar el tiempo perdido.


2) Misty Waterflower

Edad: 25 años

Altura: 1,66 metros

Ocupación: Subinspectora de la Policía Local de Ciudad Celeste.

Historia: Poco después del estallido de la guerra, los Líderes de Gimnasio de las cuatro regiones tienen prohibido ejercer batallas oficiales contra los aspirantes, y Misty fue una de ellas. La otorgación de medallas oficiales y la celebración de las Ligas Pokémon están penalizadas bajo pena de traición a la Nación. Dispuesta a no perder su potencial, la joven muchacha decide alistarse en el Cuerpo de Policía de su ciudad, donde con el paso de los años consigue llegar a ser la respetada Subinspectora del Cuerpo de Policía de Ciudad Celeste. También son pocas las veces que puede reunirse de manera formal con sus amigos, pues las calles ahora son mucho más peligrosas que antaño. Un día como otro cualquiera, Misty es dada de baja temporalmente en el Cuerpo, debido a una enorme depresión, pero pasado ya lo peor, decide volver, pero, eso sí, más afectada de lo normal, con grandes cambios de personalidad y con una breve pero férrea depresión.


3) Brock

Edad: 30 años

Altura: 1,88 metros

Ocupación: Doctor Pokémon y célebre escritor.

Historia: Tras los sucesos de Sinnoh, el gran ligón de Ciudad Plateada regresa a su hogar con la vocación de convertirse en el mejor Doctor Pokémon que ha existido hasta entonces. Estallado ya el conflicto, se les prohíbe tanto a su familia como a él ejercer el cargo de Líder de Gimnasio. Con el paso de los años, Brock ha conseguido llegar a lo más alto en su amada profesión, y es reconocido como uno de los mejores. Las numerosas reyertas le han hecho viajar continuamente, curando tanto a humanos como Pokémon. Su sabida experiencia en varios campos del cuidado Pokémon le han servido también para escribir numerosos libros dedicados exclusivamente a estas maravillosas criaturas, que actualmente sufren mucho por los malvados planes de una organización sin escrúpulos.


4) Gary Oak

Edad: 25 años

Altura: 1,85 metros

Ocupación: Famoso Investigador Pokémon.

Historia: Diez largos años de experiencia delatan al nieto del ilustre Profesor Oak. Gary estableció su puesto de trabajo en su pueblo natal, junto con su abuelo, Tracey y, en algunas ocasiones, Brock. Su mayor prioridad en estos tiempos difíciles es el estudio de los Pokémon Oscuros. Como la mayoría de los científicos, Gary y compañía trabajan sin descanso en la construcción de la Máquina de La Luz, la única solución a toda aquella locura que sumerge al mundo en el caos. Muchos son los entrenadores que temen a esta joven promesa, famosa por ejercer durante un breve período de tiempo el cargo de Líder de Gimnasio de Ciudad Verde. Como hombre responsable que es, y debido a la avanzada edad de su abuelo, a veces suele ser él quien el que otorga a los novicios su primer pokémon, y el que les entrena en el pueblo, consecuencia de los peligros provocados por el Team Rocket en el mundo exterior.


Hasta aquí, concluye el primero de muchos capítulos. Tan sólo espero que os haya gustado tanto o más que mi anterior fic, y ya sabéis: Libre albredío para comentar y sugerir cualquier cosa, que no muerdo!