Los suaves pasos sobre la grava resonaban claramente en el silencio de la noche, un suspiro, aún más profundo que los 6 anteriores de dejó escuchar, rompiendo brevemente el monótono ruido de los pasos de la sombra que se deslizaba con agilidad entre sus hermanas.
El era un Gryffindor, un Gryffindor es valiente, sin embargo la valentía consistía en dominar el miedo o dejarlo a un lado… ¿Cierto?...
Pues bien, el estaba cansado de todo eso; de sombras acechantes entre sus hermanas sombras, de saberse observado, vigilado…Mandar todo al carajo, incluyendo el miedo o intranquilidad, lo que fuese, no era ser valiente, pero bien, el por mas Gryffindor que fuera era aún mas Slytherin, y eso no le pesaba… ya no…aunque esa no era una acción muy astuta la verdad. Decidió dejar de divagar y enfrentar el problema. Se recargó en su árbol favorito en ese parque cercano a Privet Drive y sacó un cigarro, lo encendió de manera automática encendiendo mágicamente una llama entre sus dedos al chasquearlos y luego de una bocanada hablo…
-Buenas noches-su voz era serena-es bueno tener compañía en los paseos nocturnos, pero preferiría que me dejaras disfrutarla tranquilamente en soledad…al menos una noche.
Una suave y aristócrata risa se dejo escuchar entre las grandes sombras que proyectaban los arboles que abundaban en esa zona del parque. A Harry se le hizo inquietantemente conocida, recordaba haberla escuchado, pero en otra entonación, una más…arrogante. Ok, aquello era increíble.
-Buenas noches Potter, debo admitir que no te imaginaba tan solitario…ni vicioso si vamos al caso-añadió la suave voz con fingida educación e incredulidad, deliciosamente condimentada con el habitual sarcasmo que la caracterizaba ante el mundo.
-Pues ya ves Malfoy, soy una pequeña caja de sorpresas-respondió el azabache, admitiendo para sus adentros la verdad tras esas irónicas palabras, después de todo, se acababa de dar cuenta de algo sorprendente incluso para sí mismo; se alegraba de ver a Draco Malfoy.
Pero después de 3 semanas y unos cuantos días de confinamiento, ¿Quién no lo haría?
-Y bien pequeño dragón, ¿Mis adorables salidas nocturnas han terminado para siempre?, ¿O me podré terminar este cigarrillo en tu compañía y luego largarme tranquilamente a casa, para reencontrarnos la próxima noche, y así hasta que decidas matarme?- le cuestiono con cierto dejo de diversión, y demasiado humor negro, dejando a un lado la sorpresa que sentía ante su tono "amable" y "divertido", además claro de su presencia en aquel lugar tan...muggle.
-¿Que te ha pasado Potter?-pregunto casual, avanzando con pasos tranquilos hacia el muchacho frente a él.
-¿Qué te ha pasado Malfoy?, ¿Has olvidado tu antigua pulcritud y elegancia?- le regreso el cuestionado asombrándose ligeramente (ok, bastante) ante el aspecto de el rubio; su antes engominado cabello platinado, caía despeinado y con gracia, de un modo que le recordó vagamente a el joven Sirius de su álbum de fotos… demasiado Black, solo un Black se vería elegante despeinado. Llevaba una moderna chaqueta negra muggle abierta, que dejaba ver una camiseta blanca con algún grupo de música, y los bordes de una sudadera roja entre ambas prendas, unos vaqueros oscuros deslavados y rotos, justo como los de los modelos de la televisión a los que tanto envidiaba Dudley, y unos zapatos deportivos negros con motivos rockeros que, juraría, valían más que todo lo que él llevaba puesto. Lo más asombroso no era todo lo anteriormente descrito, después de todo Malfoy siempre llevaría estilo y calidad en cuanto a ropa, no por nada era rico, Malfoy y Draco, lo asombroso de el asunto era que Draco Malfoy, sangre pura, reconocido jefe de la casa de las serpiente en el colegio, e hijo de mortífago para rematar, llevaba ropas muggles, peor aún, parecía cómodo con ello.
-Ni tu ni yo tenemos nada que perder Potter, así que; dame un cigarrillo y vamos, te contaré una trágica y triste historia que seguro te interesará, y si Potter, yo soy el protagonista principal-le dijo el rubio con suavidad, persuadiéndolo con la mirada, mientras se acercaba al ojiverde con cautela.
Tal vez fuera la noche, tal vez fuera el hecho de que Malfoy era su primer contacto con el mundo mágico desde hace tiempo, ¿O acaso tan solo fue el tono que aunque sarcástico como siempre no había dejado de ser amable?, curiosidad, deseo de compañía amigable (aunque este último adjetivo solo muy recientemente en la persona en cuestión), deseo de compañía mágica, o el poder persuasivo de su mirada, su sonrisa entre irónica y triste y la amarga sinceridad en sus palabras.
Al carajo
El rubio aceptó el cigarrillo gustoso.
La noche era larga…
