Cada uno tomo rumbos distintos. No habían motivos para seguir juntos.-Todos pensaban de esa manera menos ella quien seguía en Karakura a la espera de que uno de sus amigos volviera a la ciudad.
"Como si eso fuese a pasar" Pensaba mientras caminaba por una zona que nadie frecuentaba pasar. Lo único que podría habitar por ese lugar serían animales rastreros.
Comenzó a recordar cuando vivían por esos lados de Karakura, apartados de los humanos, cuando eran una familia.
Se paro al frente de lo que había sido su antiguo hogar. Cerro los ojos y respiro profundo. Se sentó en el piso y abrazo sus piernas. A diferencia de la ciudad, ese lugar era tan callado y pacífico.
En la mañana había salido de su casa con la necesidad de pasar por ahí, por alguna extraña razón sentía que tenía que visitar ese lugar.
Estaba pensando en dejar Karakura, estaba casi segura de que si se iba de la ciudad olvidaría esos recuerdos tristes que tanto le recordaban a sus amigos.
Miro al cielo y sonrió para si misma. Se levanto y se fue a paso lento.
Caminaba lentamente mientras veía sin ningún interés las vitrinas de las tiendas. Tantos humanos a su alrededor le irritaba, pero tenía que sopórtalos en reverencia.
Miro con repugnancia a una pareja de enamorados que se estaban besando, todos los humanos le eran desagradables y mas aun cuando hacía ese tipo de cosas.
Paro frente a una tienda y miro a la vitrina, había un maniquí con peluca verde. Sonrió con ironía y siguió con su caminata.
Hace días atrás había soñado con ella. Soñó que se la había encontrado en ese lugar, y desde ese entonces todos los días pasaba por ahí.
Se dispuso a entrar a una tienda cuando se imagino que le diría cuando se la encontrara. Si retrocediera dos años, cuando todos se separaron, en ese momento nunca se hubiese imaginado que llegaría a extrañarla.
