Kagami x Kuroko ~


Piernas blancas

~Capítulo único~


Otra vez. Otra vez no podía quitarle los ojos de encima a esos bien trabajados miembros posteriores. Se ruborizó y al acto siguiente, con su típica brusquedad, se alborotó el rojo cabello. Gruñó fastidiado de sí mismo y finalmente se tranquilizó.

Apoyó los brazos cruzados sobre las rodillas y acomodó la barbilla de manera que pudiera observarlo cómodamente. Su equipo entero practicaba una extensa variedad de tiros. Mientras él, obligado por la entrenadora, reposaba al margen de la duela. Tan sólo mirando.

Los senpais le echaban miradas furtivas y extrañadas de vez en vez. Incluso Riko no comprendía muy bien, o al menos se hacía la desentendida, la razón por la que el bruto de Kagami no replicaba ni se portaba inquieto. Peculiar, sin duda.

No quisieron saber más y continuaron con lo suyo.

La cuestión era que, Taiga estaba tan quietecito y obediente porque estaba demasiado entretenido viendo las piernas de Kuroko. El peliazul trotaba concentrado intentando lograr canastas normales. Total fiasco. Ya era su trigésimo fallo. El pelirrojo sonrió enternecido al percatarse del pequeño mohín dibujado por su sombra.

Al segundo siguiente enfocó de nuevo su vista en las piernas del chico.

Oh joder… Estoy obsesionado.

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Kagami-kun… ¡Kagami-kun!

La nada sutil zarandeada lo había despertado. ¿Se había quedado dormido? Eso era imposible. Jamás podría aburrirse de observar a Tetsuya, ni por muy muerto de cansancio que estuviera.

¿En qué momento…?

No te dormiste, estrellé accidentalmente un pase contra tu cara. Y te dejé inconsciente. — explicó su compañero, de pie junto a la banca de los vestidores a donde lo habían remolcado Mitobe y Kiyoshi.

Idiota.

Susurró. Ladeó la cabeza para recuperar la movilidad y allí estaba de nueva cuenta. La vista más bonita y excitante que sus ojos pudieran disfrutar.

Las piernas de Kuroko ejercían en él una poderosa fuerza magnética. Esbeltas sólo hasta ciertos estándares, firmes, suaves, blancas, dulces. Extendió poquito la mano, deslizando la yema de los dedos sobre la piel de los muslos, por debajo del short. La disparidad entre sus temperaturas erizó al peli celeste.

No has dejado de verlas. — replicó en un susurro, sin apartarlo.

Es que me encantan. ¿Qué quieres qué haga?— respondió con mofa. Sonriendo alelado desde su lecho improvisado.

El más bajo disfrutó de unas ligeras cosquillas antes de sentarse sobre el poderoso abdomen de Taiga, con las piernas colgando a cada costado. El pelirrojo le recibió gustoso, atendiendo a la coquetería de su novio. Lo atrajo de la nuca con una mano para poder imprimirle un beso fogoso en los labios, mientras la otra, le acariciaba desde la cintura hasta el tobillo. ¡Carajo! En verdad lo volvían loco.

¿Por qué te gustan tanto?— quiso saber Kuroko, exhalando su aliento sobre la boca del otro.

Por nada y por todo, realmente. Son hermosas, fuertes y son tuyas. No necesito una razón. ¿O sí? — expresó un poco ceñudo. El peli celeste negó. — Amo todo de Kuroko Tetsuya, ¿okay? Es lo que querías oír. — agregó con un tono de falso hastío.

Kuroko sonrió de oreja a oreja.

Sí, Kagami-kun. También me fascinas. — dijo, abrazándole por el cuello. El tigre sonrió con satisfacción.

Aunque admito que… Me gustan más por cómo lucen esas marcas rojas que te dejo cada noche. Cuando las veo mientras te bañas, sólo me incitan a dejar muchas más.

Tetsuya no dijo nada, su rostro no reflejaba el sentimiento del momento, pero era consciente de que, como pocas veces, las mejillas le ardían. ¡Le ardían como el infierno y todo por culpa de su salvaje e idiota Kagami-kun!

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Tengo sueño y alucino cosas. ¡Wahoo!

Es culpa del anime que vuelva a fantasear tanto con éstos dos. Es una incoherencia, ¿les gusto? (:

Besos. Rizel~