Disclaimer: Naruto, todos sus personajes y elementos pertenecen a Masashi Kishimoto.

Mi mejor obra

Todavía estando en aquellas circunstancias podía decir que se sentía más orgulloso que nunca. Su creación más perfecta, la obra de arte más valiosa de todas cuantas guardaba en su oscuro taller, mostraba al fin todo el poder que tenía contra él, su creador, su maestro. Ni siquiera había crecido lo suficiente, pero su manejo de títeres era sencillamente perfecto. Y Sasori no podía hacer otra cosa salvo sonreír, a pesar de que estaba perdiendo, a pesar de que hacía mucho que nadie le causaba tanto daño. Su adversaria había conseguido acercarse después de una seria y reñida batalla de marionetas, y con aquel elegante y aparentemente sencillo títere que ella misma construyó con tan sólo siete años desmontó sus dos brazos mecánicos y apresó el aguijón, asegurando el bienestar de su manipuladora. Brillante, increíble. Ahora, mientras el títere de su hija aguantaba firme las sacudidas del aguijón, ella manejaba sus brazos, ya ajenos a su cuerpo, y los utilizaba para adueñarse de sus propias marionetas, haciéndose con el control de la batalla. Unas risas rompieron la rítmica melodía de las marionetas en activo.

-Me parece que está claro quién ha ganado, sí –Deidara se acercó desde la única esquina segura de la sala, sonriendo a la joven marionetista y a su sempai por igual.

La joven echó un vistazo desconfiado a su acorralado padre antes de hacer que todos los títeres volviesen a ser simples muñecos y de devolverle los brazos, sin acercarse, temiendo una posible revancha. No se fiaba cuando su padre sonreía así, y con Deidara por el medio todo podía ser. Trajo a Sukeruton, su marioneta, hasta ella, y examinó en silencio cada pieza, buscando algún daño grave o irreparable. Por suerte, su eficaz mantenimiento y las habituales mejoras habían hecho de Sukeruton una de sus mejores marionetas. Echó un vistazo al fondo de la sala, donde otra descansaba con la coraza partida en dos. Warrior era una gran defensa, pero todavía resultaba lenta y pesada. Tendría que trabajar en ello.

-No te preocupes, no es tu mejor obra –La mirada de sus ojos dorados se clavó en los de su padre, pacíficos, fríos, del color de la miel. Se había sentado contra la mesa de trabajo y esperaba a que el rubio le devolviese sus brazos. La marionetista selló a Sukeruton de nuevo en su pergamino y caminó hacia su padre, dejando que una débil sonrisa curvase sus labios. Aquella tarde, después de catorce años, doce de ellos aprendiendo junto a su padre y mentor, había conseguido vencerle, y de qué forma. Una hermosa danza entre guerreros de madera y acero, la búsqueda del arte mediante aquello que perdura… Todo eso expresado en un pequeño duelo de marionetistas expertos, que se sentían de aquel modo más unidos que pensando en los vínculos sanguíneos.-. Ya lo arreglarás.

-Tendría que haber usado otra, Warrior no está preparado para tales velocidades –Cruzó los brazos sobre el pecho, suspirando.-. Si hubiese sido un poco más fría, no habría arriesgado la integridad de Warrior.

-El perfeccionismo familiar, um. Tenéis una idea equivocada de lo que es el arte, el arte es…

-Una explosión –Contestó ella, interrumpiéndolo, sacando otra sonrisa a su padre. Se parecían muchísimo entre ellos, eran prácticamente la misma persona, lo único que los diferenciaba era el fuerte carácter de la muchacha, algo que de seguro había heredado de su madre.-. Ya lo sabemos.

-¡No me hables como si estuviese loco, um! –Respondió el rubio, enervado. Sin embargo, ella se abstrajo, mirando el suelo, pensando posiblemente en los errores que había cometido.

-Sunako –La llamó su padre, sacándola de su ensimismamiento.-, ya no tengo nada más que enseñarte.

-¿Y eso qué quiere decir?

-Pues significa que ya no puedo retenerte más. Eres libre de hacer lo que te plazca.

-Genial. Quiero formar parte de Akatsuki de forma oficial.

-Ni siquiera sabes a qué nos dedicamos –El único secreto que Sasori nunca reveló a su hija: a qué demonios se dedica la organización Akatsuki. Y por ello, no podía permitir que su hija tomase aquel camino. Claro que había alguna otra razón.

-No, pero no me importa. Los ninja sólo somos armas, ¿verdad? Atacamos o defendemos, pero no sentimos. Somos marionetas sin marionetista –Dedujo, ante el silencio de su padre y su compañero.-. Pero Akatsuki tiene a los shinobi más poderosos y peligrosos de las grandes naciones ninja. Si me quedo, aprenderé. Haré lo que se me ordene, no me importa hacer trabajos sucios siempre y cuando pueda beneficiarme de ellos. Y convivir con cualquiera de los miembros de esta organización sería un tremendo beneficio.

Sasori puso los ojos en blanco, y su hija aprovechó el momento para ayudarle a ponerse los brazos. Lo reconstruyó en silencio, esperando algún tipo de reproche o comentario, quizá alguna broma de Deidara. Pero nada pasó. El maestro marionetista se volvió a poner la capa negra de rojas nubes y, haciendo un gesto a Deidara, se encaminó a la salida.

-Arregla a Warrior. Mañana hablaremos de todo esto.

Dicho esto, los miembros de la organización abandonaron el taller, dejándola sola con sus marionetas. En silencio, recogió a Warrior y lo llevó hasta la mesa de trabajo, dispuesta a empezar la reparación y posterior mejora. No obstante, la batalla había sido más dura que ninguna, y el sueño pudo con ella poco después de que la noche cayese. Sasori regresó en silencio junto a su compañero, buscando no despertar a su hija, pero estaba más que seguro de que ni se enteraría. Un sueño profundo podía ser un problema y jugarte malas pasadas, y aquella sería una de aquellas ocasiones. Se acercó a la muchacha y, en un gesto cariñoso poco propio de él, apartó algunos cabellos escarlata de su rostro de porcelana. Sobre la mesa, descansaba el cuerpo de Warrior, ya reparado –y posiblemente con algún cambio invisible a simple vista-, lo cual le hizo suspirar.

-¿Seguro que quieres hacerlo, sempai, um? –Murmuró Deidara. También sus ojos reflejaban cierta tristeza. El maestro asintió justo antes de sacar una jeringuilla y un pequeño frasco lleno de un líquido con el que rellenó el instrumento. Apoyó el bote con cuidado en la mesa, cogió firmemente el brazo de su hija e inyectó el contenido del frasco.- Pero, sempai, no comprendo… Se ve a la legua que no quieres que se vaya, sí.

Sasori no respondió. Devolvió a Warrior a su pergamino y, cogiendo también el de Sukeruton, los guardó en un bolso porta kunai que colgó en el pantalón de su hija. Luego, tomándola en brazos, la envolvió a ella en una túnica negruzca que Deidara sostenía, y le cedió a este el cuerpo profundamente dormido de Sunako.

-No elegí tener una hija. Como no se elige estar enamorado. Pero cuando se llevaron a su madre, le prometí que la cuidaría, y eso he hecho. Es mi obra de arte más valiosa, y deshacerme de ella me cuesta horrores, pero –Se apartó los rojizos cabellos con una mano, ante la mirada del rubio, que esperaba atento una continuación.- no puedo dejar que cometa el error de lanzarse al vacío que es esta organización. Todos los que estamos en Akatsuki hemos nacido fuera, hemos vivido fuera, hemos conocido el mundo y finalmente hemos decidido unirnos a la causa. Pero ella nació aquí, nunca ha salido de estas paredes, y necesito que comprenda que tiene que ver muchas cosas antes de entregar toda su vida a lo único que conoce. Aunque, para qué mentir, espero que finalmente decida volver por su propia voluntad.

-Te odiará después de esto, um –Concluyó el rubio.

-Tú sólo preocúpate de que llegue sana y salva.

El joven de ojos azules hizo crecer una figura de arcilla, un ave moldeada con anterioridad, y acomodó el cuerpo de la chica entre las garras de esta. Luego, a una orden, el ave salió por la entrada y desapareció, dejándolos solos. Deidara cerró los ojos, se sentó y mantuvo el sello, esperando a que el pájaro de arcilla alcanzase su destino y cumpliese su función. Aun sin ver nada, sintió que Sasori no estaba en su mejor día. Sabía que, efectivamente, acaba de dejar marchar a su mejor obra.


He aquí el primer capítulo del nuevo fic al que me he aventurado. Es la segunda vez que redacto la historia de Sunako, lamentablemente perdí mi primera redacción, pero es el primer OC que creé, y le tengo mucho cariño. Espero que os haya gustado, y que os apetezca leer más. ¡Un saludo!

Drusila.