Hola, aquí su servidora con un fic en colaboración con MGCT94... para nuevo fic, estaremos actualizando cada sábado, así que ahora disfruten y comenten que les pareció.
Capitulo uno. Días de rutinas.
"-¿Y si olvidaras el hecho de que te secuestré, podríamos ser amigos?-preguntó un poco apenado, curioso sobre ella, por algún motivo, no quería perderla.
-No soy muy buena teniendo amigos –dijo ella aún sintiendo su mirada fuerte y tierna sobre su rostro, sobre sus ojos ambarinos, pero él no desistía, seguía mirándola, pasando de la vigilancia a la curiosidad, pues era una chica sumamente hermosa.
-Ayuda conocer a la persona –respondió con una sonrisa en el rostro, tal vez desconcertada, tal vez curiosa, tal vez obligada, pero de algo estaba ella segura: era una sonrisa sincera.
-Ya me conoces.
-No… sólo sé que eres hostil y buena manipulando fuego –ella bufó un poco por lo bajo sintiendo cómo esas cuerdas raspaban su piel con fuerza, desvió la mirada y cabeceó un poco -¿tu color favorito?
-No te pases de la raya –contestó sin interés, pero éste se limitó únicamente a reír con un resoplo.
-Vamos… -convenció con una sonrisa brillante, tal vez demasiado para un erizo plateado como él. Le regresó una mirada llena de… ¿confianza? No lo sabía, pero había algo en él que la hacía creer que no era un secuestrador común.
-Lila –dijo tímidamente mientras sonrojaba un poco, era la primera vez que hablaba de sus gustos personales, incluso en la escuela se reservaba… de no ser por esa eriza rosa que se empeñaba en llevarse bien con la gata -¿y el tuyo?
-Dorado –respondió un poco vacilante, tierno tal vez.
-¿Cómo los lingotes de oro? –preguntó queriendo dejar salir una risa, pues para ella, a él le debía gustar mucho el dinero si es que se había atrevido a secuestrarla.
-No –respondió ahora con un sonrojo, imaginando en qué estaba ella pensando –como los rayos de un amanecer –esa respuesta la inquietó un poco… ¿quién era él? ¿por qué siendo él tan agradable, tierno y hacendoso, hacía esa clase de cosas? Algo en él la atrajo, pero no podía dejarlo notar. Desvió la mirada un poco y entonces Silver lo notó –imagino que me has de odiar por esto, por haberte secuestrado.
-Realmente no –replicó con un tono un poco relajado.
-Eso es nuevo… ¿A qué se debe? ¿No extrañas a tu familia? ¿Tu hogar? –ahora la curiosidad lo comía a él, era su primera víctima así.
-No, porque en realidad… no tengo a dónde ir –contestó haciendo sentir un poco de lástima a su victimario, pues jamás se esperó una respuesta tan vacía y triste como esa. Inmediatamente volteó de lado para evitar cruzarse con la mirada ambarina de su secuestrada… seguir viéndola era martirizante por la lástima que le adquirió."
Así fue como lo conoció, así fue como ella descubrió que ese chico podría ser tal vez algo a lo que aferrarse en esta vida, así fue como no se rindió ante las adversidades… pero su historia no inicia así, sino que tiene un comienzo diferente para una chica de catorce años.
Otro día más... ¿Para qué los contaba si no tenían nada de buenos los que venían? ¿Marcar un día más en el calendario? Sólo eran días, días y noches que iban y venían, así de sencillo, para ella no era nada porqué alegrase, era un ciclo, algo normal en la vida... o eso era lo que creía ella.
Despertaba antes de la salida del sol, cuando el gallo sentía que el alba se aproximaba, como una premonición. A Blaze, no le importaban esas cosas, sólo le interesaba terminar antes sus quehaceres para que la señora no desatara su furia sobre ella, pero era otro intento fallido, otra prueba tirada a la basura, porque nunca importaba el cómo ejecutara sus tareas, la señora permanecía enfadada con ella, no le gustaban las cosas como las hacía, siempre tenía que cambiar, para la señora, Blaze siempre estaría en un error, tal vez imperdonable, tal vez incorregible. La señora siempre terminaba insatisfecha, y a decir verdad, a Blaze le importaba muy poco. Hacía tiempo que dejó de importarle el complacerla, ella sólo trataba de hacer las cosas y quedar al margen, así, alejarla lo suficientemente de sí misma, pero eso era imposible porque la odiaba... la odiaba con furia contenida, pero Blaze no sabía de donde surgía esa furia. No sabía el motivo de ese odio.
Se levantó de la cama, en la cual no llevaba más de cinco minutos acostada. A pesar de que eran suficientes, necesitaba un buen descanso para su humor. Las pesadillas se volvían cada vez más frecuentes, habían vuelto después de tanto tiempo, justo cuando pensó haberlas superado.
Todas eran negras, cargadas de depresión y monstruos imaginarios que no le hacían tanto daño físico como psicológico... sobretodo mucho daño emocional, porque su mente era devorada constantemente por esos monstruos, monstruos con un privilegio especial: tenían cara y nombre.
"No llores" se susurró "no llores nunca, no debes llorar jamás" se repetía en su mente. "No llores" se había vuelto su lema, siempre lo decía cuando sentía esa asesina e incontrolable rabia en su garganta buscar una manera de salir de ella, no siendo liberada por lágrimas cristalinas, sino por lágrimas escarlata de la sangre de aquellos que la hacían sufrir.
Mientras se duchaba se acarició suavemente la espalda marcada por esas cicatrices que le recordaban su infancia, marcada por abusos y tratos dignos del infierno en el que se encontraba... de alguna manera, le recordaban su odio, su odio por la muerte de sus padres, su odio a sí misma y un odio que la carcomía por dentro, uno que le arreciaba hasta los huesos y buscaba transformarla en un monstruo a pesar de contenerse a sí misma sin conocer los motivos para ello. "Aquí vamos otra vez" pensó a la vez que se levantó lentamente de su cama mientras contemplaba la luna llena desde el ventanal de su ático; era lo único que agradecía de aquella casa, de aquel infierno: tener una vista con la cual vanagloriarse, imaginar que corría libre entre aquellos edificios era lo que le mantenía la esperanza aún viva, o lo poco que le quedaba de ella, porque ésta moría poco a poco y la dejaba abandonada en el olvido y en la cara negra de la desesperación. Se puso el uniforme escolar: una falda de cuadros cuyo color base era el café y una camisa blanca de manga corta y cuello recosido era lo que usaba para caminar en las frías madrugadas a sus clases, donde, al menos por un minuto, podía fingir que su vida no era tan horrible, que no sólo trabajaba para aquella señora que se creía más que cualquier otra por tener a un marido cuyo puesto en el senado le permitía varios lujos indescriptibles… tal vez únicos en su naturaleza. Se echó la mochila negra a la espalda y fue directamente a su escuela: una escuela pública con poca reputación en cuanto a su nivel académico, pues la dueña de la casa y ama de Blaze jamás le iba a dar algo que considerara "lujo" como lo llamaba el tener una educación buena, de calidad; pero lo que no sabía era que Blaze era una estudiante excelente, pues sólo estudiaba para mantenerse fuera de la realidad con sus libros, para mantener su mente enfocada en otra cosa que no fuera su dolor aunque le costara más horas de sueño… lo que era bueno ahora que aquellos seres llegaban fugitivos a su mente para arrancarle un grito a media noche.
Llegó a su escuela y entró con paso apesadumbrado, subiendo cada peldaño con cansancio y un poco de precaución, pues el frío la había hecho resbalar por el asfalto muchas veces.
-¡Blaze! –ahí estaba ella, la única chica que se atrevía a hablarle a la chica sin importar cuántas veces ésta se rehusara a dirigirle la palabra, pero no la ahuyentaba. Amy Rose llegó a su lado y la saludó jovialmente y sin hacer mucha conversación -¿Cómo estás? –era lo único que se limitaba a preguntar después de ver que su silencio era en general absoluto.
-He estado mejor –musitó la gata para sí misma, entonces Amy arqueó una ceja y entró con ella al salón, donde se acompañaban en el mismo pupitre hasta que Sonic llegaba, por ende, la gata terminaba compartiendo asiento con la soledad mientras que la eriza perseguía a un erizo de color azul que no se rehusaba en recibir sus asfixiantes abrazos, sin embargo, no la tocaba. Aquellas escenas se le hacían ligeramente hilarantes y desviaban sus pensamientos del problema principal… "panem et circenses" (N/A: Panem et Circenses en latín significa "Pan y Circo" distracciones antiguas para evitar que la gente pensara en lo que de verdad le atañía… viene de Roma)" pensó de inmediato al darse cuenta de lo que eso representaba para ella, un entretenimiento ligeramente barato.
Las clases pasaban rápido, tal vez demasiado para alguien que deseaba que el tiempo se paralizara en algún punto específico entre su final de jornada y camino de vuelta a clases; llegó la hora del almuerzo, esperaba sentarse sola, siempre lo había esperado, pero sus planes se veían frustrados porque cierta eriza rosa, quien ya le había tomado algo de estima a la gata, llegó a su mesa y se quedó comiendo su almuerzo tranquilamente. Blaze no sentía nada por ella, no sentía nada por nadie, pero tampoco le daba lo mismo su presencia, sólo no se adaptaba a que le agradara a alguien de verdad, pocas personas le habían hablado y esas pocas le dieron una impresión muy mala a excepción de Amy, no era que le cayera bien del todo, pero en ocasiones la compañía, aunque fuera silenciosa, de alguien más podía animarla en los momentos más tristes… en su vida todos eran tristes, así que eventualmente la fue aceptando.
-¿Crees que hay alguna forma de que le guste a Sonic? –preguntó Amy rompiendo el poco silencio que embargaba a Blaze, a pesar de que era una pregunta poco importante para la gata, se alegró de que la hiciera, pues pronto iba a empezar a jadear tan sólo por pensar en lo que le esperaba en casa.
-¿Qué? –preguntó desviada de sus pensamientos, entonces Amy empezó a reír.
-Siempre tan despistada, Blaze –dijo un poco divertida, Blaze rió un poco esperando calmar sus ansias –pregunté si crees que haya alguna forma de que le guste a Sonic.
-¿Es en serio? –respondió seria –sería buena idea que dejaras de estrujarlo –respondió sin pensarlo dos veces, pero al momento se arrepintió porque, en caso de que le hiciera caso, perdería su "pan y circo" –Amy… le gustas como eres, no te esmeres más en algo que ya está hecho –fue la única respuesta que encontró para dar por cerrado ese tema sin embargo, no la convenció y siguió hablando de lo mismo a pesar de parecer desesperante.
Terminó la jornada del día y regresó a su casa con un poco de miedo, Amy siempre la acompañaba hasta cierta esquina y después se separaban para volver a sus vidas normales… lo que significaría un tormento o suplicio para Blaze.
Entró introduciendo lentamente su llave a la ranura de la puerta, sabiendo que del otro lado estaría ella: aquella gata de color ocre que la torturaba tanto física como psicológicamente sin importar nada. Tragó con fuerza y se llenó de valor para enfrentarla.
Abrió la puerta, pero para su sorpresa ella, la señora Cravioto, no estaba ahí, al parecer no estaba, eso la hizo relajarse por un par de segundos y entonces caminó hasta las escaleras con tranquilidad, pensando que ese valor podía juntarlo para más tarde.
Apareció al filo de las escaleras en el piso superior, la agarró de las solapas y la lanzó haciéndola rodar cuesta abajo y golpearse con los peldaños empolvados. Brotó algo de sangre de su nariz por el golpe, la señora se le acercó lentamente y la volvió a alzar del suelo.
-¿Qué te dije, estúpida? –le preguntó con tono fuerte mientras la sujetaba contra la pared -¿qué te dije? Que limpiaras las escaleras ayer… dime ¿están limpias?
Ella sabía que debía responder un "no" con tono miedoso, pero lo único que hizo fue gruñir y gemir por el dolor de su nariz. No contestó.
-¿Están limpias? –Volvió a gritar sin ninguna compasión hasta que obtuvo lo que quería, después la lanzó contra el suelo –bien, estúpida… ahora vas y las limpias. Por cierto, no quiero que tu sangre ensucie mi alfombra ¿estamos? –caminó sobre su espalda sin compasión alguna con sus zapatos de tacón alto.
La odiaba, la aborrecía con toda su alma, ahora más que nunca por haberla sometido a ese ridículo trato. Gruñó nuevamente por lo bajo mientras se levantaba poco a poco; el señor Cravioto por lo general no estaba en casa, por eso no podía decirle absolutamente nada sobre cómo la trataba la gata ocre, confiaba en él… por algún motivo era así e incluso el trato con él era, por mucho, menos agresivo que cualquier palabra salida de la boca de su esposa. Se levantó lentamente mientras se apoyaba en el pasamano de las escaleras con las manos empapadas en su sangre. Jadeó un poco y logró mantenerse en pie, superando el mareo que le producían los malos tratos de la señora… "Al menos no me azotó con su regla" pensó con un poco de ironía y se dispuso a limpiar las escaleras y el pasamano como se le antojaba. Cuando terminó de pasarle incluso la cera para sacarle brillo, regresó a su habitación para atenderse la nariz, por suerte no estaba rota ni mucho menos, sólo un poco herida "al menos es mucho mejor que las heridas de la espalda" Empezó a hacer su tarea poco después para regresar a su labor en la casa, tenía suerte de que no le dejaran demasiados trabajos.
Hizo la cena, un magnífico cerdo asado con una manzana en la boca cubierto de salsa dulce y ensaladas a su alrededor de distintos tipos…
-¡Eres una estúpida! –Gritó la señora mientras escupía el cerdo asado en el plato, a la señora le había gustado, pero buscaba cualquier forma de humillarla –sabe demasiado salado ¿qué no sabes hacer nada bien?
-Discúlpeme –dijo indiferente mientras iba a la cocina para dejar su mandil, pues sus tareas ya habían terminado por ese día.
La tomó por el cuello y la miró fijamente a los ojos.
-¡Escúchame, escuincla estúpida! Vives en esta casa nada más porque tus padres fueron buenos amigos de mi esposo de otra manera, ya te habría mandado al maldito orfanato. Soy condescendiente, así que tú decides: o me haces otro cerdo asado sin sal o duermes en la cangreja –le sugirió, la chica dio un respingo al escuchar sus palabras… la cangreja, aquel agujero con cuatro paredes que se encontraba en el techo y miraba hacia abajo a 50 pisos de distancia… ese lugar era el culpable por su miedo a las alturas. La decisión no fue difícil, por lo que rehízo el cerdo, no pudo controlar su furia y sacó algunas llamas de la boca, por un segundo creyó que eran su imaginación, restándoles importancia, pues ya había tenido demasiados delirios en su vida.
Bueno, espero les haya gustado, dejen reviews con sus opiniones. Mis agradecimientos a MGCT94 por sus ideas (ya que la mayoría de las ideas son de ella XD) y por haberme escogido a mi para hacer este fic con ella, me siento muy contenta.
Tarah Zen y MGCT94.
