Hola!

Estoy muy complicada de horarios y comenzando a estudiar asi que me queda muy poco tiempo para escribir. Pero tengo esta pequeña historia terminada para que no se olviden de mí ;)

La escribí para TVD foro pero la quiero compartir con ustedes, porque es distinta a lo que suelo escribir.

Espero que les guste o por lo menos la lean.


Título: Cuatro Fotos
Autor: SSPety
Rating: +18 (Por las dudas)
Resumen: Alguien encuentra cuatro fotos, cuatro momentos de una historia. Las partes de un viaje que marcan los puntos clave en una relación.
Pairings: Matt/Rebekah

Disclamer: Los personajes no me pertenecen sino a la autora L.J. Smith y a la CW

Cuatro fotos

Tengo en mis manos cuatro fotos, cuatro momentos del verano que pasaron juntos, cuatro lugares con los que él sólo podía soñar, que están muy lejos de Mystic Falls.
Sonrío a los dos rubios que me miran en la imagen, él un chico de pueblo, que trabaja en un bar, que no tiene nada más que una mansión que ni siquiera es suya y las cicatrices de mil heridas.
Ella una hermosa mujer que ha recorrido el mundo, que tiene mil años y es una vampira, que no tiene cicatrices, por lo menos, no de las que se ven.

Lo que tienen en común, es que están solos, que han pasado por mucho más de lo que quisieran, y que en este momento ella quiere estar con él, y él quiere estar con ella.
Matt le recordó lo que es ser humana, le mostró lo que es un corazón puro, se preocupó por ella cuando tal vez no lo merecía, y finalmente le demostró que las segundas oportunidades existen.
Rebekah le hizo ver a él cuanto vale, que siendo exactamente como es, puede conquistar a la mujer más poderosa del mundo y que vivir es hacer aquello que temes más.
Por eso empezaron ese viaje, para dejar atrás errores, traiciones, heridas. Para ver a dónde los llevaba el camino, qué deparaba el mundo para ellos, fuera de toda la locura de intrigas y muerte de aquel pequeño pueblo de Virginia. Salieron sabiendo que era sólo un verano, que no había un para siempre, que él no dejaría de ser humano y ella no dejaría de ser inmortal, que el futuro no era una opción. Pero no importaba, lo de ellos era el presente, lo de ellos son estas cuatro fotos.

Roma

Sólo hay algo que le gusta más a un vampiro que poder asombrarse con los cambios del mundo, y es poder ver lo que nunca cambia. Estar en un lugar que es igual cada vez que vienes a verlo, que no es un recordatorio de lo efímero de todo lo que está a tu alrededor, por eso la primera parada fuera de América fue Roma.

Ya habían pasado una semana en la que Matt se fascinó de la locura de New York, de los cientos de miles de personas que no veían nada de lo hermoso que había a su alrededor, y en la que ambos se habían conocido un poco más.
Hablaron de música, de comida, de sueños, de películas. Rebekah tenía mucho que enseñarle del mundo pero Matt tenía mucho que mostrarle de los últimos 80 años. La vio reír con series que él había visto mil veces y ella miraba por primera vez, le mostró las mejores canciones de cada década y los Films que uno no debe dejar de ver. Él sospechaba que algunas de esas cosas ella ya las había visto, o las conocía, pero parecía disfrutar viéndolas con él.
Salieron de compras, porque Rebe quería llevar a Matt a lugares donde es mejor no ir de Jean y remera, y aunque a él no le gustó mucho, ella estaba acostumbrada a comprar con una mirada, no con dinero.
Sin embargo tenían un acuerdo tácito, aceptarse como son, esa era la única forma de sobrevivir el verano, tal vez literalmente.

Los primeros días ella había intentado comportarse como si fuera humana, como aquella noche del baile, pero esa no era Rebekah y no había forma de que durara, aunque tal vez ninguno de los dos lo quería tampoco. Porque su viaje no era para aparentar, fuera bueno o malo debía ser real.

Cuando le sellaron el pasaporte por primera vez, Matt se sintió extraño, ya no sólo había salido de Mystic Falls, realmente estaba saliendo al mundo.
Cuando se sentaron en sus lugares, Matt se giró a mirarla con un brillo divertido en los ojos.
-¿Si el avión se cae, podrías salvarme? -Era la pregunta de un niño desafiando los poderes de un superheroe.
-Yo no puedo volar, Matt. -Lo miró tratando de entender qué quería sacar de eso.
-Pero debe de haber una manera. Tal vez correr super rápido sobre el agua.
Entendió que estaba bromeando con ella, y decidió devolvérsela.
-No me digas que te da miedo el avión…
-No. Sólo quería saber si podrías.
-Sí, no tengo idea de cómo, pero lo haría.
-Realmente no tenía idea de si podría hacerlo, pero lo intentaría.
-Ok. Me alcanza, sino, yo te salvaré a ti.
Le guiñó un ojo y le dio un beso, haciéndola reír.
Tal vez él lo dijo bromeando, pero ella no pudo evitar recordar aquella noche en su casa, cuando le cubrió los hombros con su chaqueta. Esa noche que no pudo permitir que Kol lo lastimara, porque supo que él era distinto. Alejó ese pensamiento, porque demasiado había pasado desde aquella noche, y no todo era bueno, es más, casi nada lo era.
Lo que pasó en Mystic Falls se quedó en Mystic Falls, como lo que pasara fuera, se quedaría fuera.

Pero era inevitable preguntarse si esa premisa era siquiera posible, sabía que intentaría con todas las ganas dejar el pasado bien lejos, pero la parte de regresar y hacer de cuenta que nada pasó… Esa no la tenía tan clara.
Mucho había cambiado en ella en poco tiempo, porque se había cansado de ser el títere de Klaus, de seguirlo por el mundo llevada más por el miedo que por el cariño. De ser fiel a un juramento que hacía cientos de años se había roto. De actuar como una niña caprichosa a la que nada le importaba, sólo por miedo a que cada vez que algo le importaba salía lastimada. Y la última prueba había sido Stefan, lo que tuvo con él fue bizarro, pero podría haber sido real, hasta que Klaus se lo arrebató.
Por un momento se reprendió por la estupidez que acababa de pensar, eso había muerto aún antes de empezar, ella podía estar un poco loca en aquella época, pero él estaba más allá de cualquier definición de enfermedad mental. Lo que no quita que fue divertido, y que en ese momento sintió que era importante.

Ya en Roma se alojaron en el Hotel Splendide Royal, en la suite Villa Borghese, no se podía negar que a Rebekah le gusta el lujo, y Matt podría hacer el sacrificio de pasar algunas noches allí.
La vista era magnifica y tenían una terraza privada con hermosos sillones, con lo que parecía una iluminación delicada y romántica, y privacidad lograda con los arbustos de flores rojas que la rodeaban.
Fueron directamente a ella, porque era realmente hermosa y seguramente a la noche sería mágica.
-Yo había leído que a los vampiros no se les puede sacar fotos. -Comentó Matt sacando su cámara.
-Es tan real como lo del ajo y las cruces. -Respondió ella riendo.
-Entonces quiero una foto. -Se giró mirando y encontró lo que parecía el lugar ideal, junto a una de las luminarias que aparentaba ser un candelabro alto, y dejando las flores de fondo.
-Ok, pásame la cámara y te la tomo.
-No. De ambos.

Buscó dónde colocar la cámara y arregló el disparador para que les diera unos segundos para prepararse.
Se pararon uno junto al otro, sonriendo como dos amigos que están de viaje juntos, y la luz del flash dejó ese momento guardado para siempre.

Cuando entraron de nuevo, Rebekah comenzó a analizar mejor las dos habitaciones decoradas con muebles que parecían antiguos, pero sin uso, creados para dar la impresión de estar en un lugar que se quedó estático en el tiempo, en el esplendor de Roma.
-No me gustan las cortinas.- Dijo la vampira, mirando la tela roja con flores.
-Le da un toque de color, pero si las cerramos del otro lado son azules… -las cerró aún antes de que ella respondiera, el chico no podía estar menos interesado en el color de las cortinas, pero no perdía nada con darle gusto.
-Tampoco me gusta el cubrecama…
Los dos se giraron a ver la enorme cama, que estaba cubierta a juego con las cortinas y Matt se acercó y lo quitó.
-Listo. -Respondió con una sonrisa.
-¿Y ahora, que hacemos? ¿Qué quieres conocer? - Preguntó ella porque reconocía la tensión que comenzaba a formarse, esa que llevaban 8 días esquivando.
-Estoy cansado del viaje, ¿podemos recorrer más tarde?
-Claro. Descansa. Yo tengo que ir a buscar… ya sabes… buscar alimento. -Era claro que él sabía que ella necesitaba sangre, pero aún le costaba decirlo. Por momentos lamentaba mucho que aquella cura ya no existiera.
-Quédate. -Murmuró su amigo a unos pasos de ella.
Esa palabra la pegó al piso. En la semana que llevaban juntos había un par de límites que aún no habían cruzado, porque definitivamente eran lugares de no retorno. Rebekah sabía que estaba poniendo en juego más que sexo y más que un poco de comida, porque Matt había despertado en ella cosas distintas. No porque ella no fuera de las que se enamoraban, al contrario, ella amaba con facilidad, ese siempre era su problema.
Pero él le hacía sentir que podía ser amada, que esta vez no se había enamorado del chico equivocado, pero que era algo con fecha límite.

Matt se acercó y la rodeo con los brazos.
Él se resistió mucho a esa rubia que lo miraba con miedo. Claro que tuvo sus razones, pero debía reconocerle que fue persistente, que intentó acercarse a él con más ganas de lo que lo había hecho nadie.
Él estaba acostumbrado a la gente que lo dejara atrás, esa era la constante en su vida. Su madre prefiriendo un amante, una botella o diez dólares antes que a él. Su hermana con su adicción siempre tomando las decisiones equivocadas, que le costaron la vida. Su primer novia dejándolo, porque no lo amaba, la segunda dejándolo por su mejor amigo, y luego todos convirtiéndose en vampiros, híbridos, cazadores…
Todo a su alredor cambiaba más rápido de lo que él podía asimilarlo, y lo más normal de sus últimos dos años fue el tiempo que llevaba con Rebekah. Con la persona que no se alejó de él, sino que hizo todo para estar estar a su lado…

-Vive. -Susurró en su oído antes de besarla, y ambos sabían de que hablaba.
Ese límite lo cruzarían en Roma.
Él subió las manos hasta su cuello, para profundizar el beso, para dejar que la pasión comenzara a fluir entre ellos. Ella respondió acariciando su espalda hasta llevar una mano a su cabello, y trajo la otra hasta su pecho.
La ropa comenzó a caer lentamente, ninguno de los dos tenía prisa, querían disfrutar ese momento, esa anticipación que sólo se siente la primera vez. Esa mezcla de miedo, adrenalina, deseo y ansias, esas ganas de devorarse, pero de que ese descubrir constante de sensaciones no acabe.
Porque cada caricia era la primera caricia, y nunca volvería, ese primer contacto piel con piel, nunca volvería a sorprenderlos, y esa primera vez podría repetirse, pero ya no sería la primera.
Se recorrieron centímetro a centímetro, se saborearon meticulosamente, se acariciaron hasta llegar al límite del deseo. Y luego se fusionaron, humano y vampira, hombre y mujer, simplemente Matt y Rebekah.
Él fue dulce y cuidadoso, pero en un momento recordó que ella no era frágil y delicada. El joven amable dejó salir esa parte primitiva, ese lado animal que todos tenemos. Y la experiencia de estar juntos cambió completamente, se devoraron en un fuego abrazador, de una forma totalmente salvaje. Hasta que ella tomó completamente el control y le mostró algo de lo que había aprendido en tantos años de vida, porque parecía una chica de 17 años, podía tener su lado inseguro, e incluso un lado frágil, pero era una vampira, una original.
El placer los recorrió hasta un clímax, que llegó con eso que ella tanto temía, pero no pudo evitar.

-Creo que me lastimé el hombro. -Comentó él sin poder borrar la sonrisa de su rostro, mientras yacían desnudos en el suelo, sobre el horrible cubrecama que habían tirado un par de horas antes. - Y tengo un arañazo en el pecho, pero lo tomo como un cumplido.
-Puedo curarte si quieres.

-Sabes que prefiero no beber sangre de vampiro, ya compraré una pomada, que seguro es como las lesiones de lo partidos.
-Lo siento, no debí… -Miró la marca de sus dientes en el otro hombro de piel dorada.
-Yo no lo siento, fue magnífico, una experiencia muy distinta. No me dolió, incluso intensificó… tú sabes.
-¿Qué tal si subimos a la cama y dormimos un poco? Podemos conocer Roma por la noche.
Así lo hicieron, durmieron abrazados, porque ya no eran los que dejaron el pueblo. El camino les había mostrado que el verano sería muy interesante, que serían tres meses intensos, no solo conociendo el mundo conociéndose ellos mismos.

Luego de roma ya no serían los mismos de la primera foto.

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En un par de días si no puedo seguir con las otras subo el segundo.

Besos y escucho opiniones ;)