Hola hola, oh hermanos míos.
Antes que nada quiero decir que esta historia es puramente experimental, tenía ganas de escribir algo con el estilo de Anthony Burguess en "La naranja mecánica/Clockwork Orange", cuando la imagen de la dulce Mabel vestida con las ropas de Alex invadió mi gulivera osea cabeza.

Si es que no conoces esta obra, ni en forma de libro o película quizás te sentirás confuso ante el uso de algunas palabras, es Nad-sat el argot juvenil de este mundo imaginario, puede buscarse por google.

Bueno, espero que la disfrutes de todas formas.

-.-.-

Y ahí estaba yo, Mabel y mis tres drugos, Candy, Grenda y mi brato Dipper sentados en el bar alucinógeno Illuminati, pensando en que podríamos hacer aquella oscura y calurosa noche de verano.

¿Y ahora que pasa, eh?

Como quizás no sepan oh hermanos míos, en aquel bar servían las más exquisitas plantas, hongos y ácidos para alterar la consciencia. Yo disfrutaba de una paleta alucinógena, dulce sabor de cereza y LSD que entumece la rota, preparando mi rasudoque para otra noche de dulce ultra-violencia.

Ya no teníamos dengo suficiente para otra ronda, debíamos salir a tolchoquear alguna bábuchca loca o algún veco de mala monta si queríamos concretar esa noche como era digno de hacerse.

¿Y qué hacemos ahora? Preguntó mi brato encendiendo un cancrillo con cautela, sus pupilas estaban dilatadas. Su espalda tensa. Sus puños apenas daban chance al tubo de tabaco que se consumía con rapidez formando extrañas figuras celestiales en el proceso.

-Vamos- Me levanté de mi asiento, tirando en un contenedor cercano el plástico insaboro que alguna vez sostuvo mi golosina, viendo como las luces y colores a mí alrededor se retorcían bajo los efectos de las drogas.
-¿Dónde vamos? – Preguntó Candy ajustando las cuerdas de sus botas pesadas tipo militso, las mismas que usábamos los demás, aquellas ideales para patear.
-Necesitamos un poco de aire- Contesté en forma calmada, avanzando a través del mar de glasos brillantes y dilatados que construían el ambiente del bar aquella noche, como es natural los demás no tardaron en seguirme.

Las calles eran un cúmulo de luces artificiales y oscuridad. Neon, freón, diversidad de gases excitados en gamas de colores falsos, vidividie tras de mí para comprobar que ya mis drugos habían salido del lugar, ahí estaban, en perfecta formación dejándose impresionar por el aire que los rodeaba.

Dado que era una noche calurosa el ambiente burbujeaba actividad por parte de aquellos que el sudor o la cocaína no les permitían sentar la gulivera.

No tardaríamos mucho en encontrar alguna susca o chavalco descuidado en el cual liberar nuestros instintos. Caminamos en dirección a la zona industrial, un lugar poco concurrido pero más importante aún libre de las fastidiosas videadas de los militsos.

Caminamos a paso rápido disfrutando de las luces y la actividad nocturna, molestando a las putas y los drogadictos que habían salido de sus cuevas en busca de diversión. El aire comenzaba a nuquear como azufre y humo, ya estábamos llegando a nuestro destino.

La zona industrial, grande y desolada zona de asfalto pestilente a químicos y progreso, no era un lugar agradable para estar, menos con los sentidos tan agudizados por la vellocet.

Por suerte para nosotros, no tardamos en encontrar a nuestro primer juguete de aquella noche, un viejo de aspecto corpulento y grasoso caminaba confiado por la calle iluminada por los focos, sosteniendo un periódico en sus brazos, pasó a nuestro lado cuando interferí sobre él.

-Disculpa hermano. -El hombre grasoso levantó la goloba sin temor, obviamente la figura de un grupo conformado mayoritariamente por débochcas no le parecía ninguna amenaza- No es mi intención molestar pero no pude evitar ver que tienes una gasseta, ¿Es del día de hoy?.
-Si, claro- Respondió dejándome sentir el olor de carnes putrefactas en su aliento, si había algo que detestaba era la gente sucia, en este mundo mantener la rota limpia no es algo imposible, las chicas lo rodearon mientras yo leía el diario el cual no ojeaba ya hace varios días, pude notar en su rostro cierto nerviosismo al sentirse rodeado- Bien devuélvemelo ya que tengo que irme.- dijo intentado arrebatar el papel de entre mis dedos, lo alejé con rapidez dándole una mirada de reproche.
- No creía que fuera un problema el darme una miserable gasseta hermano- dije con sarco, este guardó silencio enrollando de nuevo sus dedos sobre sus palmas gordas y sudorosas – No eres muy dadivoso ¿verdad? -
- No es eso vamos, yo solo.- su voz titubeaba
- Creo que debes aprender algo sobre la humildad hermanito.- Fue lo último que le dije antes de que mi hermano le plantara un golpe certero en la espalda con su amado bate color rojo brillante, el hombre grasoso cayó al suelo, intentó levantarse pero Candy lo pateó con fuerza en la rota cracandole la mandíbula, yo permanecí de brazos cruzados viendo como el hombre gritaba y gemía ante los golpes que mis drugos le proporcionaban.

En uno de sus desesperados intentos por levantarse y escapar, lo tomé del cuello de su camisa manchada con sangre, desenfundando mi britba la cual acerqué a los pliegues de grasa bajo su quijotera, este solo hizo sonidos indescifrables a través de su mandíbula llena de chorreante kroovy- Quizás esto te enseñe a ser un poco más generoso la próxima vez hermano- sentencié dejando que Candy y Grenda vaciaran sus bolsillos, Dipper observaba apoyando el bate detrás de su cuello con una mirada despectiva.

Busqué en mi carmano por un chicle de menta, lo abrí hábilmente aún sosteniendo mi filosa britba contra el cuello del hombre- Y para que veas que no somos del todo malas personas- metí el chicle en su rota cerrándosela de un golpe en la quijada, este gritó de dolor volviendo a desplomarse- cuida tu maldito aliento. – Terminé de decir caminando con tranquilidad lejos del hombre que gritaba y lloraba lleno de dolor e ira.

-Este tío tenía muchísimo dengo, debía ser jefe de algo- Las chicas contaban el botín recolectado del hombre, mientras yo repasaba las imágenes de lo ocurrido en mi mente, los colores brillantes de la sangre, las luces y las sombras jugueteando al ritmo de los tolchoques, todo unido por la orquesta de sonidos guturales y gemidos de dolor. La gloria, la ultra-violencia, siempre me sacaba una sonrisa honesta.

-Nunca dejará de divertirme- musitó mi brato mirando con su sonrisa vacía las profundidades de la calle plagada de repulsivos olores, tronando su bate contra los muros de asfalto de la zona industrial, conocía esa sonrisa era la misma que se posaba sobre mis labios.

Como éramos gente humilde, nunca necesitábamos más plata de la necesaria para pasar el resto de la noche en el bar intentando alcanzar la iluminación, con lo robado a ese hombre solo necesitaríamos otro golpe y podríamos ir a descansar.
-¿Y qué hacemos ahora mis queridos drugis?- Pregunté alegre.
-Iría a tolchoquear unas putas- Agregó Dipper con su sonrisa vacía, a mi me parecía una buena idea, el tronar de unos huesos, maquillaje y lagrimas me parecían algo que quería experimentar. Pero claro, teníamos esa vieja costumbre de uno para todos y todos para uno; se debía votar.
-Podemos ir a robar una tienda, tengo hambre- Agregó Grenda.
-Si, además las putas suelen ser peligrosas yo voy por lo que dice Grenda- argumentó Candy, haciendo girar su manopla sobre sus dedos delgados, los tres me miraron al final, siempre era más importante mi opinión, Dipper me video sonriente, esperando a que diera partida a su idea. Sonreí en respuesta.

-Tolchoquiemos unas putas- dije comenzando a caminar.
-¡Hey! – Alegó Candy, me di vuelta mirándola fijamente. – Son dos contra dos, es un empate.

Mi mirada se posó en ella con mayor profundidad, pude sentir su miedo a cada paso que me acercaba a su rostro- lo es, ¿no? Me pregunto qué se hace en una situación como esta- La mirada de Candy temblaba, sabía que cometió un error al cuestionarme- quizás quieras britsear por mantener tu posición
-Ya basta Mabel- Grenda dijo acercándose amenazante- Deja en paz a Candy- Dipper se puso a mis espaldas usando su bate para apoyar su cuerpo.
-¿Qué pasó mis queridos drugis?, debo recordaros que no fui yo quien decidió ponerme a mí como la líder de nuestra alegre Schaica.
-Creo que ya no debería ser así- Dijo Grenda levantando sus hombros- nunca nos llevas a nada bueno, no hacemos más que quebrar huesos por míseros golis, podríamos estar ganando mucho más.
-Pero ¿Para qué quieren dinero? ¿Es que no tienen todo lo que el mundo puede ofrecer?
-Ya no está bajo discusión Mabel- Candy se adelantó- Ya no serás la líder.
-O quizás quieras britsear por mantener tu posición- Defendió la gran Grenda sosteniendo la cadena en su pantalón lista para atinarme un golpe.

Dipper se adelantaría en mi defensa, pero le hice una seña para que retrocediera, - Creo que entiendo, si la mitad del grupo no está contento con mi desempeño podemos probar algo diferente- los músculos de mis débochcas se relajaron liberando una risa nerviosa. – ¿Y qué proponen?.
-oh- dijo Candy con una sonrisa asustada- Hay un gran golpe que podremos llevar a cabo esta noche, solo debemos actuar dentro de unas horas.

Veo que lo han estado pensando ya hace tiempo, y me alegro por ustedes mis queridas drugas, en algún momento tenía que llegarles la iluminación, vamos pues, andando.

Mientras andábamos por el borde del muelle iba yo aparentemente tranquila, pero cavilando todo el tiempo, así que Candy sería ahora la general dictando lo que teníamos que hacer o no hacer, y Grenda su perro faldero de sonrisa boba. Pero de repente caí en la cuenta que el pensar es para los glupos y que los umnos cuentan con la inspiración y lo que el bogo manda, porque ahora venía en mi ayuda una música deliciosa, de un bohemio bar de antaño escapaban notas y vidie enseguida el camino a seguir.

-Y bien Candy- dije en voz parsimoniosa arrebatando el bate de las manos de Dipper , ella no alcanzo a voltearse antes que la densa pieza de madera la golpeara con fuerza en el pecho, haciéndola caer.
-¡Oh no!- Exclamó Grendaintentando desenrollar la cadena del borde de su talla, pero Dipper interfirió tomándola con fuerza de la ruca.

-Déjalas – ordenó lanzando una britba desenfundada cerca de la forella aturdida- ahora están a mano- Sonreí ante la oportunidad, lanzando el bate de regreso a las manos de mi querido brato desenfundando mi propia navaja del interior de mi bota.
Candy blandió su nocho resplandeciente, dando golpes desesperados intentando cortar alguna parte de mi cuerpo, con la punta metálica de mi bota doblé su rodilla, esta cayó al suelo con una expresión llena de miedo, me abalancé sobre ella, pero no al litso o a los glasos si no a la ruca de Candy que sostenía el nocho y entonces hermanos míos lo soltó, corte con suficiente profundidad como para dejar salir su sangre libremente tiñendo el pavimento, pero no lo suficiente como para dejarle un daño irreparable, esta me miró con terror, entendiendo claramente mi mensaje. Yo. Estaba a cargo. – Ahora- dije en voz calma sacando una venda de uno de mis carmanos entregándosela a Grenda dejando que como buena perra guardiana acudiera al rescate de su ama- Olvidémonos de los planes y los golpes, tenemos dengo como para un rico SmileDip, volvamos al bar illumnati y olvidemos lo ocurrido, ¿qué dicen mis queridas drugis?.

Ambas me miraban con una expresión de confusión y horror entremezclado, Dipper, sonreía divertido, limpiando su bate con alevosía. – Bien- Respondieron al unísono. Compramos algo para beber antes de partir, yo y mi brato reíamos infantilmente comentando algún evento pasado de ultra-violencia, mis otras dos drugas no hablaban demasiado, era natural. No tardamos en volver al bar, los colores y los sonidos parecían normalizarse aunque mis ojos aún estaban dilatados, necesitábamos algo para relajar las guliveras antes de volver a nuestros domos.

El SmileDip era la crema innata del Illuminati bar, una bomba alucinógena saborisada en agradables tonos frutales, DMT y variedades de mescalina estaban entre sus componentes esenciales, era el tipo de coctel que te noquea lejos de la realidad en forma de fuertes visiones, nunca sabías cuanto tiempo te ibas exactamente, pero fácilmente podías vivir una vida entera, morir, reencarnar y pasar otra existencia en forma de algún político alienígena o una oruga alegre en campos de fuego para luego morir de forma repentina a mano de una infame avispa de enorme proporción y últimamente darte cuenta que has estado todo el tiempo sentado mirando alguna señal luminosa.

Era mi favorito, una de las camareras, vestida con su uniforme luminoso bordado con la característica pirámide del bar nos trajo un frasco con el brillante polvillo, saboree un momento remojando mis labios y echando una mirada inquisitiva a mis drugos, - Y, ¿todo está como antes no hermanitas?, borrón y cuenta nueva ¿verdad? .
-Si – Respondieron temerosas con la mirada fija sobre la herida de Candy.
-¡Bien! Ahora disfrutemos de nuestro festín alucinógeno, pero antes Candy, ¿cuál decías que era el golpe que querías hacer?
-No importa, ya no.
-Oh vamos muchachas, si ambas pudieron pensarlo y planificarlo creo que vale la pena escucharlo.
-Se trataba de un gran robo- Se adelantó Grenda con la mirada perdida.
-¿Un robo? Cuéntame más Grenda querida.
-Hay una tienda, cuyo dueño es un paranóico que no confía en los bancos-
-Ya veo, ¿y pensaban entrar y robarle todo su dinero?
-No es tan simple- Dijo Candy abriendo el frasco de SmileDip haciendo una línea sobre la mesa de cristal preparándose para sorberla- El viejo tiene su dinero muy bien escondido, por lo que sabemos tiene una caja fuerte en alguna parte, el plan era, entrar sin que se de cuenta, seguirlo hasta el momento en que guarde el dinero en la caja, como supuestamente hace cada noche y entonces, quedarnos con todo. – Su tono era monótono, y su mirada baja.
-Veo que lo tenían mejor pensado de lo que yo misma imaginaba. -
-Tal vez- Asumió Candy desviando la mirada.
-Pues me parece genial.- Dije alegremente causando una mirada impactada incluso de parte de mi brato.- Mañana discutiremos los detalles. ¿Les parece? Por ahora. Disfrutemos.

Una sonrisa tonta se esbozo en los labios de las chicas, un líder debe saber cuándo consentir a sus borregos, propuse un brindis, por nuestros futuros planes, armando 4 grandes líneas de SmileDip sobre la mesa, todos, sorbeteamos juntos, no solo como muestra de hermandad, si no que no me arriesgaría a que me atacaran mientras viajaba por las lunas de Júpiter o destruía enemigos al filo de la espada de algún imperio inexistente.

Cuando el SmileDip entra en tu cuerpo lo primero que puedes sentir es el sabor dulce y acido de las frutas volviéndose intenso, llegando a la garganta y colándose libre por los pulmones, los objetos comienzan a temblar, antes que la negrura ilusoria te golpee.

Cielo, cielo y paraíso, me encontraba ahora a los pies de una montaña, apuñalando barbaros de escudos rústicos mientras yo vestía una gran armadura, mi espada cortaba tiñéndose de sangre que se deslizaba suavemente por su mango, reía, no era solo el poder lo que embriagaba, era el saber que sin motivo aparente descuartizabas sus patéticos cuerpos y no podían hacer nada al respecto. Como cuan sueño hermoso que cambia al voltearse me vi a mi misma perdida en las paredes de una gran ciudad, huyendo de los militsos por razones que no comprendía, escuchaba la voz de Bogo diciendo que me protegería de los barbaros, las calles eran eternas de colores ostentosos pero carentes de vida, como una mala caricatura recogí gran cantidad de armamento, riendo frenéticamente mientras descargaba las oleadas de plomo contra las hordas de militsos al ritmo de una hermosa canción del g

enio Rossini, The Thieving Magpie, la gloria, la gloria el cielo y el infierno desatados en los ríos de sangre y las bocanadas iracundas de humo de mis cañones de interminable munición.

Esos fueron mis sueños favoritos esa noche, la realidad volvió tan temblorosa como en un principio, Dipper fumaba un cancrillo, su mirada era lúcida, seguramente ya había aterrizado minutos antes estaba jugando con su bate, levanté la mirada, Candy y Grenda ya no estaba ahí.

-Dame uno de tus cancrillos hermano mío.
-Claro- Dijo acercando la caja hacia mí, para luego poner un mechero con amabilidad.
-¿Dónde están las niñas?-
-Creo que no importa- dijo Dipper- mirando el humo con cierta satisfacción.
- Sabes que no me gusta que me ocultes cosas brato.
-Y tu sabes que no me gusta que me interroguen hermanita, no hagas el militso y vamos a casa- ante esta oración no evité imaginar los ríos de sangre y el humo de mis alucinaciones, riendo suavemente.

El camino a casa desde el bar no fue demasiado largo, tendíamos pasos rápidos para evitar toparnos con los rayos del sol, que comenzaba a teñir el horizonte de colores más claros.
-¿la bitha de anoche era necesaria?- preguntó Dipper en tono serio.
-Por supuesto. – Dije sonriente.
-Entonces ¿por qué después asumiste seguir el plan de Candy y Grenda?
-Dip brato mío, todo esto nunca se trató de sus planes, Candy y Grenda no solo cuestionaron mi autoridad, maquinaron para tomar el control, yo solo les di frente, me mostré como la líder, por cierto, agradezco el gesto del cuchillo, sabes cómo hacer las cosas divertidas.

Había sido una noche excelsa, mi mente saboreaba los momentos vividos, mientras guardaba mi parte del botín en un lugar seguro, Dipper entró en la habitación que compartíamos, ya nos habíamos quitado las partes más pesadas de nuestros atuendos, se sentó en mi cama, mirando como terminaba de quitar mi camisa color blanco quedando solo con mi sujetador y mis bragas, lo miré un momento subiendo mis piernas a la cama, tocando ligeramente su entrepierna con la palma de mis pies.

Fuera de aquellas paredes nuestra relación era distante y a la vez protectora, Dipper no era mi perro faldero como Grenda lo era de Candy, no, el era mi perro silencioso y rebelde, si algo no le parecía, no tomaba partido, siempre velaba porque yo no saliera lastimada. Pero una vez llegábamos a casa dejaba de ser eso para convertirse en mi amante, nuestro amor por la violencia carente de sentido nos había unido tanto como es posible unir a dos seres humanos.

Practicaríamos un poco del viejo y conocido mete y saca, mete y saca antes de poder dormir.
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¿Demasiado mal? Me gustaría vuestra opinión, yo continuaría.
Pero si no gusta, solo quedará como un experimento narrativo :)