Fic dedicado a una de mis mejores amigas.

Te quiero. Te echaré de menos.

Algún día volveremos a encontrarnos.


DISCLAIMER: Detective Conan y todos sus personajes pertenecen a Gosho Aoyama. Éste es un trabajo fan sin ánimo de lucro.


Capítulo 1: el primer trago.

Justo en el instante en que abría la puerta, un disparo resonó en la galería de tiro. El muchacho dibujó momentáneamente una mueca de disgusto.

La galería de tiro no le gustaba. Los disparos sonaban más fuerte de lo normal entre aquellas paredes; además, la pólvora se acumulaba y flotaba en grandes cantidades en el aire, acosando a su aguileña nariz cada vez que se atrevía a asomarla por allí. Pese a que llevaba unos pocos años trabajando para la Organización, evitaba en la medida de lo posible acercarse a la galería de tiro. Y si en ese momento estaba allí era únicamente por un motivo de fuerza mayor.

Aquella misma mañana, al despertarse había encontrado un discreto sobre en su buzón. No le hizo falta abrirlo para saber que era un comunicado del líder máximo de la Organización. No lo había visto todavía, ni conocía a nadie que supiera siquiera si era hombre o mujer, pero recibía a menudo mensajes de ese tipo y ya estaba acostumbrado.

En aquella ocasión, le informaba de que le había sido asignado un superior, y por tanto debía acudir a una de las bases de la Organización para conocerlo. Añadía sólo dos detalles de esa persona: que se encontraría en la galería de tiro hasta el mediodía y que su nombre en clave era Gin.

La idea no le hacía mucha ilusión. Su rango en la Organización era de por sí bastante bajo, y parecía que al líder, ella o él, le gustaba recordárselo constantemente. Sin embargo, no tenía otra opción. Cuando pasó a formar parte de la Organización lo supo: supo que ya nunca podría abandonarla. Al menos, no con vida.

Miró alrededor en busca del tal o la tal Gin, escudriñando la galería de tiro con sus pequeños ojos castaños, pero no vio a nadie. Aquello le extrañó: apenas hacía unos segundos había oído un disparo, por lo que tenía que haber alguien allí. Dio un par de pasos y un nuevo disparo lo cogió por sorpresa, provocando que su corazón diera un vuelco. Maldiciendo por lo bajo se fue acercando más y más al origen de los disparos, que ahora sonaban uno tras otro sin apenas tiempo entre cada uno.

Y entonces vio a alguien.

Una muchacha.

Había una chica allí, en la galería de tiro, a apenas unos pasos de él. Era alta, sin apenas curvas y algo flacucha. Quedaba oculta por las pequeñas paredes del cubículo desde el que disparaba, concentrada y mirando únicamente al frente; por eso no la había visto antes. Llevaba tapones en los oídos, como hacían la mayoría de los miembros cuando practicaban el tiro. Tenía el pelo largo y de color rubio ceniza, visualmente casi plateado, recogido en una cola de caballo que nacía en su coronilla. Como estaba girada no podía verle la cara, así que le dio un leve toque en el hombro para llamar su atención.

La chica se giró en el mismo instante en que él la rozó. Al verlo, sus ojos se abrieron como platos y retrocedió un par de pasos con el cuerpo en tensión. Luego le apuntó con la pistola. Temblaba ligeramente.

-Perdona, no… -intentó disculparse él- no pretendía asustarte…

La chica no varió su gesto, y entonces él recordó que llevaba tapones y que seguramente no lo había escuchado. Le hizo un gesto señalando sus propios oídos y luego los de ella, con lo que reaccionó y se los sacó sin dejar de apuntarle. Depositó los tapones en el pequeño apoyo que había para disparar, miró con recelo al recién llegado y preguntó:

-¿Quién eres?

Al oír esa voz, el muchacho no pudo evitar un gesto de incredulidad. Algo fallaba. Miró a la chica mejor: primero su garganta, luego su pecho…

-¿Quién eres? –repitió ella-. ¿Quién eres y qué haces aquí?

El muchacho, sorprendido, dejó fija la mirada en los ojos verdes que tenía ante él.

-Eres un chico.

-¡Pues claro que soy un chico! –exclamó su interlocutor, apretando la pistola entre sus manos a la vez que sus mejillas se encendían-. ¿Qué creías? ¡Que tenga el pelo largo no significa que sea una chica!

-¿Qué edad tienes?

-¿Y a ti qué te importa?

-No llegas a quince, ¿me equivoco?

El chico de pelo largo le mantuvo la mirada unos segundos, completamente sonrojado. Finalmente, la desvió momentáneamente y respondió:

-Tengo catorce. Los cumplí hace poco.

Genial. Ahora la Organización reclutaba a niños afeminados y previos a la pubertad. Pronto aquello estaría lleno de idiotas de trece años parloteando sobre lo que harían cuando les creciera barba.

-¡Pero eso no es lo que importa ahora! –exclamó el niño, nuevamente enojado-. ¿Quién eres? ¿Qué haces aquí?

-No creo que deba preocuparte –repuso él secamente, pasándose una mano por nuca y sintiendo los mechones de pelo negro rozar sus dedos-. Estoy buscando a alguien.

-Pues aquí no está –contestó el chico-. Tú eres la primera persona que entra en toda la mañana.

-Eso no es posible –argumentó él-. Me dijeron que estaría aquí. Será que no viste llegar a esa persona.

-Te repito que no ha venido nadie –replicó el niño mientras jugueteaba distraídamente con el seguro de su pistola-. A lo mejor, quien sea que te dijo que esa persona vendría te mintió.

-"Quien sea que me lo dijo" –citó, molesto- fue nada más y nada menos que el líder de la Organización.

-A lo mejor no confía en ti.

El muchacho dirigió una mirada de odio a su interlocutor mientras él toqueteaba la pistola.

-¿Acaso vas a decirme –replicó, cada vez más enfadado- que confía más en un crío de catorce años?

-No sé si confía en todos los niños de catorce años –contestó simplemente-. Pero sé que confía en mí, en Gin.

Cuando oyó aquello, el muchacho se quedó estupefacto. No podía ser. Ese niño…

-Tú… -comenzó- ¿tú eres Gin?

Él le dedicó una mirada de recelo y, tras unos segundos en silencio, contestó:

-Sí, yo soy Gin. ¿Y tú quién demonios eres para hablarme así?

Un niño.

Un niño de catorce años. Nueve menos que él.

Un crío de catorce años era su jefe.

Vodka dio la espalda al niño y se tapó la cara con las manos.

Aquello parecía una broma pesada.


Notas de la autora:

¡Hola! Hello! Konnichiwa! Hallo! Salut! ¡Aquí vuelve Shiho Furude, lista para el ataque!

Empecé a escribir este fic el pasado 12 de junio, y lo terminé la madrugada del 19. ¿Y por qué he tardado tanto en publicarlo? Hay dos razones. Una es que soy una perfeccionista: lo he revisado al menos una docena de veces en estos meses, e incluso le pedí a mi mejor amigo que lo beteara (¡gracias desde aquí!). La otra razón es que, debido a las vacaciones, he pasado bastante tiempo sin tener una buena conexión a Internet, ¡o sin tiempo para conectarme! Incluso teniendo ya una buena conexión he tardado en publicarlo y he seguido haciéndole revisiones.

La verdad es que tenía muchas ganas de escribir esta historia, cómo Gin y Vodka se conocieron y forjaron la relación que vemos reflejada en la serie. Es más, hace unos años ya empecé a escribir lo que podríamos llamar una "versión". Sin embargo, apenas escribí una o dos páginas; ni siquiera tenía una trama planeada, fue pura improvisación.

Desde que ideé la historia del porqué de las gafas de sol de Vodka para El fin, mis ganas de escribir sobre cómo ellos dos se conocieron aumentó; además, quería incluir el incidente que menciono en El fin, narrándolo con detalle, recreándome. También influyó Anne Rice; últimamente he estado leyendo mucho de ella, y amo el detalle con que narra y describe. Yo también quería hacer algo así, o al menos intentarlo. En El fin, para no hacer capítulos muy largos y cansar a mis lectores, tuve que ponerme a mí misma unos límites muy estrictos, así que casi no había descripciones, y las pocas que había eran muy cortas y poco detalladas. Por eso, aquí decidí dar rienda suelta a mi escritura. Lo cual se traduce en ¡descripciones a tutiplén!

Como habréis visto antes del inicio del capítulo, dedico este fic a una de mis mejores amigas. Por decirlo así y sin entrar en detalles, las circunstancias nos han separado temporalmente. Sin embargo, sigo queriéndola mucho, tanto como sé que ella sigue queriéndome a mí. Algún día, cuando las circunstancias cambien, volveremos a reunirnos: eso es seguro. Y entonces retomaremos nuestra amistad, porque es inmortal; estar separadas no acabará con ella. Por todo esto el dedico este fic, que gira en torno a la amistad. Ella sabe que la quiero y que jamás dejaré de hacerlo. No doy su nombre para proteger su privacidad, pero si ella llega a leer esto tengo claro que se reconocerá entre mis palabras.

Sin más que decir, os dejo. Espero que os haya gustado el capítulo. ¡Me encantará recibir vuestra opinión a través de un review! Muchos besos y hasta el próximo capítulo,

Sherry Furude