Bueno, aquí va una nueva historia... Es una idea que tuve hace un tiempo, con ganas de crear un nuevo fanfics. Es interesante, espero que le sguste, y si no... bueno, lo siento XD
Cualquier comentario y otras cosas, se agradecen :)
K-ON! no me pertenece... muchas gracias
-Siento que está siendo un poco injusta conmigo-
-No, está siendo justa contigo-
-Pero, pero… ¿para una semana?
-Eso te ganas por irresponsable, Ritsu- le dijo Mio sin ninguna pizca de compasión en su rostro- Debiste haber entregado ese trabajo ayer y haber pensado que faltar a clases NO te ayudaría…
-¿Qué acaso no has visto a la profesora Sazaki enojada? ¡Un horror!- dijo Ritsu llevándose las manos a la cabeza horrorizándose solo por el recuerdo- Y hoy… hoy fue como revivir una pesadilla
-Eso te pasa- comenzó a decir Mio levantando la barbilla- Por no preocuparte por tus estudios. Ritsu, deberías agradecerle a la profesora por darte otra oportunidad, ya que tus notas están tan bajas, que si no haces ese trabajo, vas a repetir este año
Ritsu palideció.
-¿Y… cómo sabes que estoy en esa situación?
-Uno: soy tu mejor amiga (y debiste haberme dicho eso desde un principio)- dijo Mio seria, y un tanto herida- Y dos: Yamanak-sensei habló conmigo y me dijo eso para que te ayudara
-… ¿Desde cuándo la llamas… y por qué a mis espaldas?... –balbuceó la chica atónita, pero cambió su rostro rápidamente a uno agradecido y desesperado- ¡¿Y vas a ayudarme? ¡Oh, Mio, cómo te quiero!
Ritsu abrazó a Mio con los ojos agradecidos. Mio siguió sin cambiar su expresión de reproche. Las dos iban caminando por un atajo que habían tomado después de ir a la biblioteca. Había sido un día agotador. Cómo se había dicho, a Ritsu le dieron una segunda oportunidad por un deber que olvido (después de que la profesora la subiera y bajara en retos) además de tener varios exámenes sorpresa y algunos de práctica para los que se avecinaban. Estaban a casi dos meses para rendir examen de admisión para las universidades, y los nervios estaban comenzando a fluir. Aún así, Ritsu había sido igual de floja que todo el año anterior, jugándole una mala pasada y obteniendo muy bajas calificaciones porque la dificultad de las pruebas y trabajos había aumentado el triple. Estaba en la cuerda floja, pero aún así, no había cumplido completamente con todos sus deberes, y eso exasperaba a Mio (aunque no tanto como a sus padres)
-Si yo también, y por eso me preocupare de que día Y noche estudies- dijo, con una pizca de maldad en su voz, mirando de reojo a Ritsu- día y NOCHE
-Mmh…- Ritsu la soltó de repente- quizás ¿podríamos negociar eso?
-¡Ni lo pienses!- dijo enojada la pelinegra- ¡tú vas a pasar, vas a entrar a la misma universidad que nosotras y me comprarás un gran helado en agradecimiento!
-¿No que estabas a dieta?- dijo Ritsu levantando una ceja
-Los nervios me dan antojo…- murmuró sonrojada mirando hacia el lado contrario a la castaña
Caminaron unos metros más. El sol estaba poniéndose en el horizonte, poniendo el ambiente aún más frío. Mio comenzó a mirar la calle que habían tomado, notando que no era una calle por la que pasaban a menudo. Un escalofrío recorrió su espalda no solo por el viento fresco, sino que por recordar que unas cuadras más allá, estaba la casa. Comenzó a acercarse levemente a la castaña con cada paso que daban.
-¿Hay… algún problema?- preguntó Ritsu arqueando una ceja y mirándola de reojo. Estaba rosando su hombro y se había encorvado un poco
-No, nada- dijo Mio alejándose sonrojada- es que… no, nada
-Mmmhh… es por esa casa, ¿verdad?- dijo Ritsu apuntando una casa una cuadra más adelante.
-…-
Era una casa abandonada. Tenía un pequeño patio lleno de arbustos y árboles secos. La puerta estaba cerrada con tablones, al igual que algunas ventanas, aparte de estar sucia. El muro del patio que separaba de la calle que era como de un metro de alto también lo estaba, y la reja estaba abierta… mejor digamos que no había reja. No era el exterior de la casa lo que asustaba a Mio, sino que era el que salía de la casa. Un hombre de aproximadamente 70 años, muy arrugado y de muy mal carácter. Cuando la chica tenía 10 años, había pasado en su bicicleta, y al parecer había molestado al hombre, porque de la nada le gritó fuertemente, le tiró agua y la comenzó a perseguir. Después de eso, trató de no usar nunca esa calle.
Ritsu comenzó a reírse a carcajadas después que la pelinegra le contó esa historia, ganándose un gran golpe.
-¡No-No te burles!- le gritó enojada y sonrojada.
Habían llegado frente la casa… pero no había aparecido nadie. Se veía deshabitada.
-Oye, ¿y cuándo se supone que aparece ese viejo?- preguntó Ritsu intrigada, mirando hacia el patio
-¡¿Qué estás esperando que aparezca? ¡No, por favor, vámonos!- le suplicó Mio agarrándola del brazo y arrastrándola lejos de la casa. Pero no fue tarea fácil, Ritsu era más fuerte que ella, y sólo la arrastró unos centímetros, sin ser suficientes para que la castaña notara algo
-Una de las ventanas está abierta… Mio…- dijo peleando y invirtiendo los papales, arrastrándola a ella ahora.
Entraron al patio y Mio la soltó haciendo que esta callera al suelo y Ritsu se tambaleara hacia adelanta, casi cayendo de bruces.
-¿Estás bien?- le preguntó Ritsu mirándola
-No, porque no estamos en un lugar en el que deberíamos…- dijo Mio con una mueca- además, tu deberías estar estudiando
-Estoy segura que puedo escalar hasta esa ventana- dijo la castaña completamente ignorando a su amiga y dirigiéndose rápidamente a la ventana
-… Ritsu… ¡oye, no!- suplicó Mio con los ojos llorosos y se levantó rápidamente
La castaña ya había llegado bajo la ventana. Estaba a unos dos metros del suelo. Había unas cajas a un lado, Ritsu las apiló y se subió para alcanzar la ventana.
-Por favor, vámonos- susurró en súplica Mio, temblando- independiente de si es la casa de ese… señor… es propiedad de alguien más, nos meteremos en problemas
-Sólo quiero echar un vistazo- dijo Ritsu subiéndose en la ventana- una casa abandonada con una ventana abierta y la posibilidad de ver dentro de ella no se encuentra todos los días…
Apoyó sus piernas en el marco de la ventana y miró hacia adentro. Estaba bastante oscuro.
-Estás evitando el estudio- dijo Mio aún temblando, pero enojándose- ¿sabes? Quizás sí deberías repetir
-¿Qué? No, sólo…- comenzó a decir la castaña dándose la vuelta, pero dio un paso en falso, y cayó al otro lado.
-¡Ritsu!-
Mio se alarmó al ver a su amiga desaparecer. Se escuchó un fuete golpe que duró varios segundos, como si muchas cajas de madera cayeran y se rompieran, y un aullido de dolor. Mio se subió a las que había afuera y trepó en la ventana para ver a su amiga.
-¡Ritsu! ¿Dónde estás?- gritó Mio asustada, viendo un desorden dentro de la casa
-… Aquí… ay…- Ritsu se quejó y sacó partes de las cajas que estaban sobre ella. Miró hacia la ventana y vio a Mio. La verdad, si no hubiera sido por las cajas, la caída hubiera dolido mucho más.
-¿Estás bien?- preguntó ahora aliviada al ver a su amiga viva
-Creo que… algo se rompió- dijo llevándose la mano a su espalda, y sacó una zanahoria partida por la mitad.
-¿Ah? ¿Qué? de aquí no puedo ver muy bien-
-Nada, no te preocupes, estoy b…- pero se calló.
Vio nuevamente la zanahoria. Tenía algo extraño dentro. Cómo había poca luz, sacó su celular y la iluminó. Levantó una ceja al ver que la verdura tenía unos papelitos enrollados dentro. Sacó uno y lo desenvolvió. El corazón casi se le detiene por completo al ver que el papelito era nada más y nada menos que un billete.
-M-Mio… ¿a cuánto está el dólar?
-… ¿A qué viene esa pregunta?- dijo Mio sin comprender
-Es que… en esta zanahoria hay como 100 dólares en efectivo
Mio se quedó unos segundos en silencio, tratando se tragar esa frase, de entenderla. El corazón le dio un vuelco al comprenderla… ¿Acaso Ritsu acabó de…?
-Está lleno, Mio, esto está lleno de billetes- la castaña temblaba. No lo podía creerlo, eran dólares en una zanahoria. Y no era la única. Las cajas que se habían roto estaban llenas de ellas… Y no eran las únicas cajas. Se asustó, pero a la vez, sintió una gran emoción.
-Ritsu, sal de ahí rápido- dijo una también asustada Mio. Si ahí había esa gran cantidad de dinero, eso quería decir que había gente. Y no cualquier gente…
-Vo-vo-voy…- tartamudeó Ritsu, guardándose el billete en el bolsillo, levantándose y corriendo hacia la ventana, saltando los restos de cajas que había en el suelo.
-Rápido rápido- Mio alargó la mano.
Ritsu puso un par de cajas que no se habían roto, subió y tomó la mano de su amiga. Mio la ayudo a subir (usando fuerza que generalmente no usaba, a pura adrenalina), pero algo paró nuevamente su corazón. Escuchó un auto. Miró hacia afuera mientras subía a Ritsu, y vio a cuatro personas salir de él. Hombres, altos, con gafas y ternos. Algo en su atmosfera les dio mucho más miedo que el viejito que la había perseguido siete años atrás.
-Vi-vienen- balbuceó Mio
-¿Qué?- Ritsu sintió que algo iba a ocurrir, algo feo
Por el miedo, nervios y la falta de concentración a todo lo demás que no fueran esos hombres, Mio soltó sin querer a Ritsu, y por la falta de fuerza, se fue hacia atrás y cayó al otro lado al lado de las cajas. Se quejó, pero al ver a los hombres acercarse, se quedó en silencio y se escondió detrás de las cajas. Al parecer, no la habían notado. La puerta estaba en la otra pared, así que no se dirigieron hacia Mio. La chica los escuchó murmurar mientras la puerta se abrió. Cuando entraron, se levantó rápidamente y se subió en las cajas.
Ritsu ya se había puesto nuevamente de pie, pero se había quedado de piedra al escuchar las voces. Esperó unos segundos hasta que oyó otro ruido mucho más aterrador: La manilla de la puerta principal abriéndose. Comenzó a hiperventilarse, mirando para todos lados para esconderse.
-¡Ritsu!- le susurró Mio desde la ventana.
La castaña estaba en una pieza aparte a la que habían entrado los hombres. Aún tenía unos segundos. Se subió como una bala en las cajas y agarró fuertemente la mano de Mio.
-¡Te sudan las manos!- susurró Ritsu subiendo a la ventana
-¡No creo que sea el momento adecuado para hablar de eso!- la reprochó Mio, bajando al suelo cuando su amiga estuvo en el marco
En eso, la puerta se abre. Ritsu vio al hombre, el hombre vio a Ritsu.
-¿Quién…?- comenzó a decir el hombre.
Ritsu no esperó a que terminara. Completamente en pánico, la castaña saltó al otro lado, dejando al hombre con las palabras en la mano.
-¡Hey, espera!- le gritó
Pero las dos amigas ya habían saltado la muralla que tenían frente ellas, corriendo como condenadas a muerte… y la verdad, no era algo muy diferente a eso. No pararon de correr por diez minutos, hasta que llegaron a la casa de Mio. Recién ahí dentro, después de haber cerrado con llave la puerta, se detuvieron. Las dos estaban pálidas, temblaban y sudaban. El aliento se les había ido ya hace rato, pero la adrenalina las había hecho correr hasta allí sin parar. Mio se apoyó en la puerta y se sentó en el suelo. Las piernas ya no le daban más, al igual que Ritsu, quién se tiró en el sofá. Estuvieron largos minutos sin decir nada, hasta que un celular de escuchó. Las dos chicas saltaron.
-¿A-aló?- contestó Ritsu
-Hola mi amor, ¿estás bien?- era su madre
-Sí, un poco cansada. ¿Qué pasa?-
-Que hoy con tu padre no llegamos a dormir a la casa. El vuelo se atrasó y dormiremos aquí. Satoshi se quedará donde un amigo, así que estarás sola en casa.
-Ah, jeje… está bien- dijo un tanto nerviosa la chica
-Cuídate mucho, nos veremos mañana… Y procura hacer tus deberes. Te quiero-
-Yo igual, cuídense-
Colgó. Algo en su interior le decía que ese no era el mejor momento para quedarse sola en casa. ¿Miedo?
-¿Qué pasa?- le preguntó Mio acercándose a ella. Había logrado levantarse.
-Mi mamá… dice que no volverán a casa esta noche- dijo Ritsu
-¿Te quedarás sola?-
-Mmh… debido a los recientes incidentes…- dijo Ritsu. No tenía ninguna gana de quedarse sola después de esa pequeña aventura
-Puedes quedarte si quieres- dijo Mio levantándose- mis papás llegaran tarde eso sí… pero llegarán
-Oye, Mio…-
Mio miró a su amiga. Aún tenía cara de susto, y estaba un poco sucia por la caída.
-Creo debí haberte hecho caso en no entrar…-
-Que debiste haberme hecho caso…- Mio temblaba, pero no era por miedo ni cansancio. Estaba enojada, furiosa- Debiste, pero no lo hiciste, nunca lo haces… ¡Ritsu, ¿te das cuenta en lo que casi nos metemos? ¡Era dinero extranjero, quizás millones! ¡Probablemente eran traficantes y nos metimos en medio de ellos! ¡¿Sabes lo que esa gente puede hacer?
-Sí sé, si sé- dijo abatida y sintiéndose culpable- pero que iba a saber que era un lugar dónde escondían dólares de Estados Unidos
-No, no tenías porqué saber- dijo cruzándose de brazos- Pero si me hubieras escuchado ¡ni siquiera lo sabríamos ahora!
Hubo otro silencio entre ellas. Ritsu no sabía que decir, porque Mio tenía razón. Se hundió en el sofás, afligida y aún asustada. Había sido una experiencia algo extrema.
Mio suspiró. Estaba asustada, y por eso había reaccionado así, aún sabiendo que Ritsu no lo izo con querer. Le daba rabia lo impulsiva que podía ser (y quizás un poco estúpida), pero ¿Qué se podía hacer ahora? Lo mejor quizás, era olvidar todo.
-¿Tienes hambre?-
Ritsu la miró, sorprendida por esa pregunta.
-Lo mejor será no pensar más en eso- dijo dirigiéndose hacia la cocina- ninguna palabra, nada… ni siquiera lo pienses.
Se puso a sacar cosas del refrigerador. Ritsu sonrió. Quizás su amiga tenía razón, lo mejor era no involucrarse en eso, no hacer nada. Aunque ese hombre la había visto… bueno, el lugar estaba oscuro, difícil que la recordara. No, no, lo mejor será olvidarlo todo. Después de algo así las cosas no podrían empeorar.
Como dije, cualquier comentario y otras cosas, son bien aceptadas...
Cheers
