REVELACIONES

Capitulo I

DECISIÓN CORRECTA

Zuko se encontraba en la orilla del barco, el sonido de las olas golpeando el casco, dejando que una suave brisa acariciara su rostro, el viento moviendo su cabello y él, perdido en sus pensamientos observando la luna en el firmamento negro brillando como un farol guiando a los navegantes. Su mente recordaba una y otra vez lo sucedido en Ba Sing Tse. La traición hacia su tío y hacia esa chica de la tribu agua, no era lo mismo que sentía de culpa que su tío pero podía sentir esa incomodidad, sobre todo por lo que hablaron antes de que él decidiera ponerse de lado de Azula. Ahora regresaba a la nación del fuego, regresaba a su hogar. Después de cuatro años vería de nuevo la tierra que lo vio nacer, vería de nuevo a su padre. Todo ese tiempo estuvo deseando regresar, deseando que su padre lo perdonara y él pudiera con orgullo estar a su lado, pero no había capturado al avatar como se supone que había prometido, no se sentía completo.

- ¿No tienes frio?

Miró a su costado, era Mai.

- Tengo la mente ocupada. Pasó mucho tiempo, hace más de cuatro años que fui expulsado. ¿Qué habrá cambiado? ¿Qué habrá cambiado en mi?

Y así era, cuatro años de los cuales se podía decir que no era el mismo, o así lo creía él. A los trece había salido de la nación del fuego con el único propósito de atrapar al avatar, pero ahora, a sus diecisiete ya no se sentía como el mismo. Había algo, un vacío.

Maihizo una mueca de aburrimiento fingiendo un bostezo dando entender que no le importaba mucho las preocupaciones del joven príncipe.

- Solo pregunté si tenias frio, no por la historia de tu vida.

Trato de decir en tono relajado, pero él se molestó por la indiferencia de ella, por supuesto, como podía entenderlo, si ella no había sido expulsada ni marcada por su propio padre. Sintió una fuerte repulsión hacia la chica.

Ellase acerco, lo abrazó por detrás asomando su cabeza sobre su hombro, colocó su mano sobre el hombro del príncipe y con la otra ladeo su rostro para que quedara cerca del de ella. Mai era alta, casi de su misma estatura.

- No te preocupes Zuko –le dijo la chica tratando de que así olvidara sus penas, pero era más que obvio que solo trataba de esquivar el tema de conversación pues no le apetecía saber nada de los pesares de él. Sin más acerco sus labios a los de él tratando de besarlos.

Zuko sintió su respiración, el aroma de Mai chocando con su rostro y los labios de ella cerca de los de él. Cerro sus ojos para sentir el beso, pero al hacerlo la imagen de uno par de ojos azules apareció en su mente, desvió su cara, haciendo que ella le besara la mejilla, Mai al sentir un tacto diferente abrió los ojos con sorpresa.

- Lo siento Mai, no me siento para esas cosas – le dijo sin ningún tacto Zuko.

Mai se sintió ofendida por el rechazo del príncipe, pero aun así no dijo nada y se fue un poco disgustada.

Era muy extraño, ¿por qué había pensado en ella?

Con ella había sido sincero, le había contado lo que a nadie, había hablado de su madre y ella también le conto lo de ella, al final pareciera que se habían ganado la confianza de ambos. La joven maestra agua había decidido curarle la cicatriz, sabia que no lo hacia por lastima o pena hacia él. Por algún motivo pensó que estaba en su naturaleza el ser noble, aun que en otras ocasiones se había enfrentado a su furia y determinación. Aun así, el gesto que ella había tenido hacia el aun no pasaba desapercibido para el príncipe.

Comenzó a recordar lo sucedido con el avatar, después de que Azula lo matara ellos huyeron en el bisonte volador, los guerreros Dai li que estaban al servicio de Azula los persiguieron, solo supo que, cuando regresaron la traían a ella, a la maestra agua.

Azula no la mató, sabia que seria una buena fuente de información que después usaría cuando estuvieran en la nación del fuego. Zuko no le había dicho nada. Le miró atada e inconsciente y en su rostro se podían ver lagrimas. Una prisionera más para la nación del fuego.

En las celdas del barco, el Dragón del Oeste estaba sentado con los ojos cerrados meditando, al lado de él, pero en otra celda estaba la maestra agua, sentada casi en la misma posición que él. Se podían escuchar sus respiraciones pausadas, como si estuviera haciendo practicas de respiración.n

- Será muy duro para usted cuando lleguemos a la nación del fuego – hablo el ex general.

- No temo por lo que me espera allá.

Sintió orgullo por la valentía de la joven.

Los de la tribu agua son personas de admirar. No importa que tan difíciles se vuelvan las circunstancias, su determinación es inquebrantable.

Ella sonrió.

- ¿Se siente decepcionado? – le preguntó.

El ex general sabia a lo que se refería la maestra agua.

- Él es libre de elegir su propio camino.

Katara abrió los ojos miró al ex general, estaba decepcionado. Algo en el interior de ella sabia que Zuko no era tan malo como siempre creyó, aun que la verdad lo detestaba por que siempre andaba tras ellos también podía sentir esa desesperación que irradiaba de él por conseguir al avatar. Nunca entendió por que tanto desespero por obtenerlo, pero cuando platico con él ese día, se dio cuenta de cuales habían sido sus verdaderas intenciones y que en verdad podía comprenderlo. Así es, ella podía comprenderlo. Aun así no podía perdonarlo, de cierta forma se sintió traicionada cuando el decidió ponerse de lado de su hermana.

- Lamento lo que le hiso a tu amigo – dijo después Iroh.

- No fue su sobrino quien lo hiso – cerro con fuerza sus puños recordando lo que Azula había hecho. Ella casi… con su gran fuerza de voluntad detuvo las lagrimas que estaban por salir.

Esedía había sido capaz de salvarlo, o al menos eso creía, casi al instante en que había sanado su herida los guerreros maestros tierra al servicio de Azula los encontraron, trataban de hacer caer a Appa, Katara supo de inmediato que serian atrapados, sin dudarlo salto del bisonte y con ayuda de su agua control le hiso frente a los guerreros. Sokka trato de ir por ella, pero Toph lo detuvo, Al final fue atrapada, pero no le importó. Ella así lo quería.

- Espero que sepa bien lo que hace, princesa – fue el último comentario del Dragón del Oeste.

En la nación del fuego, aquellas ancianas gemelas anunciaban con algarabía los sucedido por los príncipes, la caída de Ba Sing Tse y la del avatar. Azula fue la primera en ser nombrada y después escucho su nombre. Debía admitirlo, su corazón latía fuertemente, cuando camino hacia el balcón y quedo frente a los guerreros de la nación del fuego. Por muchos años deseo eso, por muchos años, esperaba regresar y ser recibido de esa manera, pero no sentía la satisfacción que se supone que debía sentir. Fue ovacionado, halagado, pero el se sentía muy diferente a eso.

Se encontraba en el jardín, sentado frente a uno de los estanques cortando un trozo de pan el cual se los arrojo a las pato-tortugas, las cuales se acercaron fervientemente a devorarlos.

- ¿Por qué tan desanimado hermano? ¿Mai no te ha sabido complacer? – hablo Azula acercándose a él.

Zuko solo le dio una mirada de repulsión. El no quería nada con Mai aun que al parecer ella se estaba dando la idea equivocada.

- Papa no me ha visto desde que llegué – dijo con enojo. Habían pasado tres días, al final ¿no había regresado para tener de regreso su honor y al fin ser reconocido por su padre? ¿acaso no era eso lo que el quería?, se preguntaba con odio.

- ¿Y eso que?

- No pude capturar al avatar.

- Que importa el avatar esta muerto – le dijo con reproche su hermana – A no ser… que el avatar haya logrado sobrevivir.

Zuko abrió los ojos un poco impresionado con lo que su hermana lo que su hermana acababa de decirle, de manera involuntaria recordó lo que la maestra agua le dijo. Aquella agua que según ella tenia unos poderes especiales, con los que planeaba sanar su cicatriz. ¿A caso ella…?

- No – dijo con seguridad – No hay forma de que haya sobrevivido.

Es imposible sobrevivir al golpe de un rayo. Incluso el avatar no era inmune a ello. Miro con seguridad la mirada dorada de su hermana, no debía dudar, aun que por dentro sentía esa ligera incomodidad, ella no lo noto.

- Bueno – dijo Azula finalmente – Si es así no tienes nada de que preocuparte.

Sin más Azula se marcho para dejar a su hermano con dudas e misma noche, Zuko recibió la llamada de su padre. Aun que había deseado hablar con él, ahora no estaba del todo seguro.

En una celda dentro del palacio se podían escuchar fuertes latigazos que golpeaban sin descanso, unos muy leves gemidos se dejaban escuchar después de cada golpe pero ni una súplica, ni una lagrima derramada, nada.

- Vaya que si es persistente - dijo uno de los hombres ahí presentes, mientras se acercaba a la maestra agua – Solo dinos lo que sabes y terminaremos con todo esto.

Un escupitajo recibió por parte de ella como respuesta.

- ¿No ha dicho nada? – preguntó Azula fuera de la habitación.

- No princesa, se niega a hablar.

Azula hecho un vistazo al interior. Lo primero en ver fue la espalda sangrante de la maestra agua. Sonrió para si misma.

- Síganla azotando.

Siguió su camino, salió de aquel sótano solo para entrar a la parte habitable del palacio cuando Ty Lee la abrazó fuertemente.

- Hola Azula – le dijo con su alegría natural que en muchas ocasiones encontraba fastidiosa la princesa.

- ¿Qué haces Ty Lee? Pensé que estarías en tu casa.

- Bueno, es aburrido ahí. fui a ver a Mai pero no la encontré en su casa. De seguro esta con Zuko.

- Si, tal vez – le daba igual lo que Mai y su hermano hicieran.

- Sabes, es estupendo que Zuko haya regresado. Ahora el se convertirá en el señor del fuego y Mai posiblemente la señora del fuego.

Aun que la pequeña castaña no lo decía con malas intenciones si no con alegría y felicidad, Azula no lo recibió de la misma manera aquella noticia. Pero, aunque le doliera, tenia razón. Zuko ahora se convertía de nuevo en el sucesor de su padre y la estúpida de Mai probablemente se casaría con él. Realmente Zuko no podía dirigir la nación del fuego. no pudo ni siquiera capturar al avatar y había sido ella quien derroco Ba Sing Tse. Azula hasta ese momento no había considera en convertirse en la soberana de la nación del fuego pero le resultaba tentadora. Tenia que encontrar la forma de que así fuera.

- ¿Azula? ¿Me estas escuchando? – le reclamó su amiga.

- La verdad no. Si me disculpas voy a ir con mi padre a infórmale lo que paso en Ba Sing Se.

La sonrisa adornada su rostro, sabia a la perfección lo que tenia que hacer.

El símbolo del fuego estaba frente a él. Detrás de aquella puerta esperaba su padre. Había sido llamado, por fin. Su padre hablaría con él. ¿Lo reconocería como su hijo? ¿Le devolvería su honor? ¿Lo despreciaría por no haber atrapado al avatar? Respiro profundo y al dejar salir el aire, salió con el todas esas preocupaciones y abrió la puerta.

Un largo y ancho pasillo, pilares rojos con el estandarte de la nación del fuego, al fondo una hilera de fuego, detrás de aquellas llamas estaba él. su padre.

Se inclinó frente a él.

- Estuviste de viaje mucho tiempo - Su voz era más ronca de lo que recordaba – Puedo ver que el peso de los viajes te ha cambiado - si Zuko no tuviera la cicatriz seria una copia exacta de él. Se veía más hombre, ciertamente, pues ahora tenia diecisiete años, con seguridad era también más alto que su propio padre – Enmendaste tu error hijo mío.

El señor del fuego se levanto y avanzó hacia su primogénito. Zuko levanto su rostro para mirar a su padre.

- Bienvenido a casa.

Esas palabras cayeron como piedras en un estanque, que poco a poco se hundían hasta tocar el fondo, dejando solo agua turbia en la superficie. Había esperado tanto tiempo para eso, para que regresar a su hogar, que su padre le diera la bienvenida y lo reconociera, pero sentía un gran vacío. ¿Realmente aquel era su hogar?

- Me sentí muy orgulloso de ti príncipe Zuko – su padre continuo halagándolo – Estoy orgulloso porque tu y tu hermana conquistaron Ba Sing Se.

Fue Azula la que logro aquella conquista. Se decía mentalmente el príncipe

- Estoy orgullo cuando el traidor de tu tío – sintió una fuerte punzada en su pecho – probó tu lealtad, hiciste lo correcto.

¿Fue lo correcto?

- Y capturaste al traidor.

La cara de decepción de su tío, pasó por su mente. De alguna manera no lo veía como el traidor, como su padre lo llamaba, si no todo lo contrario, era él, quien se sentía como traidor.

- Y lo que más me enorgullece es tu logro más legendario. Destruiste al avatar.

Si su padre hubiera estado frente a él hubiera visto la cara que puso el joven príncipe al escucharlo. ¿Destruir al avatar? ¿Su padre pensaba que él había destruido al avatar?

- ¿Que te dijeron?

- Azula me contó todo. La sorprendiste y la asombraste con tu poder y ferocidad, en el momento de la verdad.

Zuko se mantuvo en silencio. ¿Qué había hecho Azula? Realmente no sabia que estaba pasando, ¿por qué Azula había mentido? Al salir del salón del señor del fuego se dirigió a la habitación de su hermana. Sin importarle que ella durmiera, irrumpió en la pieza.

- ¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué le dijiste a nuestro padre que YO mate al avatar?

Azula con indiferencia se levanto de su cama mirando con reproche a su hermano mayor.

- Parecías tan preocupado por como te trataría papá por no haber capturado al avatar que simplemente pensé que si yo le decía que tu lo mataste ya no tendrías de que preocuparte.

- ¿Por qué lo hiciste? - Insistió.

- Tómalo como un gesto de generosidad.

- Mientes –Zuko conocía muy bien a su hermana, ella nunca le daba a nadie "generosidad" como había dicho, si lo hiso era por que tenia un deseo más oculto.

- Por favor Zuko, ¿qué podría yo ganar dejándote a ti todo el crédito por matar al avatar? A no ser… que el avatar en realidad este aun vivo. Entonces toda la gloria se convertiría en vergüenza y deshonor.

Ahí estaban las verdaderas intenciones. Azula no estaba segura de que el avatar estuviera muerto. Y por ello le echo la responsabilidad a su hermano.

Ella pudo ver la cara de su hermano. La trampa ya estaba puesta, de esa manera podía quitarlo de su camino y asegurarse su lugar en el trono, era divertido, siempre le había resultado muy fácil manipular a Zuko.

- Para que no pienses mal de mi, te diré quien puede quitarte esa duda.

Zuko dudo - ¿Qué quieres decir?

- La maestra agua.

- ¿Qué?

- Ella huyó con el avatar cuando lo atacamos, aunque después fue capturada. Ella es la única que te puede confirmar si en verdad esta muerto o no.

Katara. Hasta el momento no había pensado en ella.

- ¿Qué le han echo? – le preguntó.

- Nada que no se mereciera. Le hemos tratado de sacar información desde que llegó pero es muy necia.

Zuko sabia los métodos que podía usar la nación del fuego para sacar información. Un sudor frio lo cubrió.

- Aun esta con vida si eso te preguntas – hablo Azula adivinando los pensamientos de su hermano – Pero no se por cuanto tiempo. Aun que la verdad tal vez no te convenga que ella siga con vida.

- ¿Qué quieres decir?

- Piensa Zuzu, ella es la única que sabe que fui yo quien en verdad mató al avatar. Si habla, ¿Qué crees que dirá nuestro padre? O peor aun, que tal si dice que el avatar esta con vida.

El semblante de Zuko paso de la sorpresa al enojo.

- ¡Fuiste tu quien decidió decir que yo había matado al avatar! ¿¡Ahora tengo que cargar con tus errores!? – le gritó

- Ya te lo he dicho hermanito, solo deseaba hacerte un favor. Y esa rata de agua se interpone en tu camino para obtener la confianza de nuestro padre. Es tu decisión lo que desees hacer.

Zuko no dijo más y salió de la habitación de su hermana. Azula reía divertida, no importa que decisión tomase Zuko al final, ella sabia que su hermano no estaba del todo seguro, así como ella de que el avatar no estaba muerto. Seria el deshonor lo que le esperaba si alguien más decía que estaba con vida el avatar. Además podría disfrutar de ver morir a la maestra agua. Aun no estaba de acuerdo con lo que su padre había decidido hacer con ella. Pero si Zuko la mataba, eso seria perfecto, de igual manera su padre se molestaría con él.

Caminaba con enojo por los pasillos del palacio. Su hermana lo había metido en un gran aprieto. Si ella había dicho que él había matado al avatar ¿por qué había traído a alguien que podía desmentirla? ¿en que rayos estaba pensando? Se detuvo, dio media vuelta y se dirigió al sótano. Donde estaba seguro que tenían a la maestra agua.

Bajo escalones, dio varias vueltas en los anchos pasillos que poco a poco se volvían mas angostos hasta llegar a donde un guardia le había indicado que se encontraba ella. No había guardias que custodiaran la entrada, lo que le pareció de lo más raro. Se paro frente a la puerta y la abrió. Lo que vio lo dejo impactado.

Iluminada solo por la tenue luz de las antorchas, se encontraba hincada, todo su peso sostenido por sus manos levantadas sostenidas por grilletes y gruesas cadenas. Le daba la espalda al príncipe, una espalda desnuda con fuertes marcas de azotes completamente ensangrentada, aquella escena era terror. Zuko no supo que decir. ¿Había estado así durante tres días?

Con lentitud se acerco a la maestra agua. Se agacho para quedar a su altura, se dio cuenta que no solo su espalda estaba desnuda su parte delantera también, aunque sus largos cabellos cubrían su pecho, el no sintió pudor al verla, si no preocupación por el estado del cuerpo de la muchacha. Sus ojos estaban cerrados y su rostro descansaba sobre uno de sus brazos, su respiración era lenta pero parecía estar dormida. Quiso tocarla, pero se detuvo al escuchar como unos hombres lo llamaban.

- Príncipe Zuko, ¿qué hace usted aquí? – pregunto uno de los soldados.

- Eso a usted no le importa – dijo con enojo, aquellos hombres le habían hecho eso, sin darse cuenta sintió un profundo odio hacia ellos, realmente no tenia por que dar una explicación a esos hombres, el tenia todo el derecho de ver a su prisionera ¿o no?

- Lo lamento su alteza - Se disculpó el hombre cabizbajo.

- ¿Ha dicho algo? – preguntó, no con enojo y firmeza como hace un momento, si no con duda y casi temor.

- No su alteza, no ha dicho nada, se ha negado a hablar.

El príncipe la miró, los golpes en su espalda eran la prueba de que realmente la estuvieron forzando al máximo para que hablara, pero al parecer su determinación y lealtad era más fuerte que aquellos golpes. Aun así no le gusto para nada verla de esa manera. Volteo a ver a los guardias de nuevo.

- ¿Qué hacen aquí? ¿Vienen a torturarla? – su furia había regresado, era muy noche para que estuvieran ahí a menos que fuera para sacarle más información.

- ¿Acaso no estas tu aquí para eso?

La tenue voz de Katara dejo impresionados a los hombres. Zuko inmediatamente dirigió la vista hacia la chica.

- ¿Tu hermana ya se canso de azotarme y ahora te manda a ti?

Zuko no supo que decir, ¿Azula la había estado torturando? ¿Ella la había dejado en ese estado?

- Su alteza – hablo uno de los soldados – recibimos ordenes de llevarla a otra habitación.

- ¿A donde? - pregunto con algo de duda y enfado.¿ Pensaban llevarsela a otro lado y seguir torturandola? Por algún motivo se enojo por eso

- No estamos seguros, pero al parecer el señor del fuego pidió que la llevemos a una de las habitaciones del ala este.

Se impresiono, en el ala este se encuentran las habitaciones de la familia real. ¿Qué planea su padre?

- Díganme en donde está, yo mismo la llevaré - dijo con firmeza. No pensaba dejarla a ella sola con aquellos hombres, no confiaba en ellos. Si la habían estado torturando todo ese tiempo sabia que eran capaces de hacerle algo más. Y no le gusto para nada pensar en eso.

Uno de los hombres quiso objetar pero otro lo silenció.

- Como usted ordene su alteza, lo escoltaremos hacia allá.

Soltaron las cadenas y antes de que ella cayera al suelo, el detuvo su caída haciendo que cayera en su pecho. Uno de los soldados llevaba una bata, cuando el príncipe cargo a la joven en sus brazos tratando de no lastimar su espalda, el soldado se acercó para cubrir el cuerpo de ella.

Caminaron en silencio. La maestra agua no dijo nada en todo el camino. Sus brazos rodeaban su cuello y podía sentir el ligero respirar de ella. Miro su rostro, pareciera que estuviera durmiendo. El sabia perfectamente de lo que era capaz, ya la había capturado antes y siempre buscaba la manera de liberarse y salir huyendo, pero en esos momentos, su maltrecho cuerpo, su cara sucia, la habían dejado muy mal herida y su cuerpo estaba agotado, miro con recelo a los guardias y maldijo a Azula, era consciente que era una prisionera de guerra, pero había límites. Uno de los guardias se detuvo frente a la habitación que al parecer iba a ser la nueva prisión de ella.

- Esperen afuera – ordenó el príncipe. Y sin poder objetar, los demás hombres se quedaron en el pasillo.

Al entrar el príncipe quedo un poco sorprendido. Era lujosa y amplia pero en el balcón había unos barrotes, pero la decoración era diferente, las cortinas y sábanas eran de colores lilas, blancos y turquesas, no parecía una habitación de la nación del fuego. Pero más importante aún, ¿Por que la habían cambiado a esa habitación? se fijo en ella y después se dirigió a la cama. La coloco con delicadeza pero aun así la chica dejo salir un quejido de dolor.

- Lo siento – dijo casi como un susurro. Pero aun así la maestra agua lo escucho pues abrió los ojos por primera vez desde que la cargo.

Solo fue por un instante, el azul de sus ojos brillaban con gran intensidad, y lo miraban a él. Su rostro estaba sucio, su cabello revuelto, pero aun así, el pudo ver belleza en ella.

- Que honor que el príncipe me haya escoltado a mi nueva prisión - apesar de que hablaba con una notoria pesadez la arrogancia de sus palabras no pasaba desapercibida.

Bajo su mirada avergonzado. Como si hubiera hecho algo malo.

- Deseo hacerte una pregunta.

Ella lo miró.

- ¿Enserio quieres preguntarme algo?

Era demasiado obvio que no le respondería, de otro modo no estaría así como estaba, pero aun así, el príncipe lo hiso.

- El avatar, ¿esta vivo? – su mirada de oro se fijo en la de ella.

No se dijeron palabra alguna, en la mirada de él podía ver preocupación y determinación y en la de ella también. El príncipe esperaba que ella hablara, que dijera algo, pero los labios de la muchacha se quedaron sellados. Ella desvió la mirada. Trato de incorporarse pero el dolor de su espalda casi se lo impidió. El al ver lo que quería hacer casi por instinto le ayudó a que se sentara. La tela de la bata se deslizo dejando al descubierto su pecho, el desvió la mirada avergonzado y ella se cubrió. Realmente estaba débil. Pero aun así encararía al príncipe.

- ¿Por que deseas saberlo? Tu mismo lo viste – hablo con un poco más de firmeza.

- Pero tu eres una maestra agua. Esa agua que me enseñaste, con la que curarías mi cicatriz, la usaste en él ¿verdad? – se levanto de la cama para verla a la distancia no se sentía cómodo estando tan cerca de ella.

- ¿Qué sentiste?

- ¿Qué…?

- Cuando dije que podía curarte la cicatriz. Cuando aun siendo tu enemiga había decidido ayudarte. ¿Qué sentiste?

Zuko no supo que responder, desvió la mirada de la chica.

- ¿Por qué quisiste ayudarme? – le respondió él, pues aun no entendía por que le había ayudado - Tu misma lo has dicho, somos enemigos, yo más que nadie te he hecho daño y aun así… - se detuvo en ese momento, acababa de admitir que le había hecho daño, que el había sido el culpable de todo, que no merecía que le ayudasen. Le dio la espalda a la maestra agua. Estaba muy confundido.

- Esta en mi naturaleza el ser noble – hablo ella con calma y tranquilidad – así como en la tuya traicionar.

Lasúltimas palabras no fueron dichas con amabilidad, si no con fuerza y rabia. Zuko se dio la vuelta para verla, pero ella ya no estaba en la cama, si no de pie del otro lado, arrojándole una bandeja, en el instante en que él la esquivaba, Katara ya estaba frente a él golpeándolo en el estómago, el siguiente golpe iba dirigido a mandíbula, con el codo lo golpeó fuertemente enviando al príncipe al suelo.

- ¡Y así me sentí yo cuando me traicionaste! – dijo con odio la maestra agua.

Antes de que el príncipe se pusiera de pie de nuevo ella ya lo estaba atacando. Sin importar las condiciones físicas en las que se encontraba comenzó una pelea con él, Zuko en un movimiento de sus piernas hiso caer a la maestra agua, pero ella no toco el suelo. Apoyando sus manos en el suelo, dio una vuelta cayendo a unos metros de distancia de él. Aquel movimiento le recordó Zuko a Ty Lee, sin esperar más se dirigió hacia ella comenzando un combate de cuerpo a cuerpo.

En un movimiento detuvo sus muñecas y las agarro con firmeza mientras la recargaba contra la pared. Aquello dejo salir un gemido ahogado de dolor en ella. Ahora la tenia inmovilizada, son sus manos arriba de su cabeza, y su pierna en medio de las de ella. Solo así se quedaría quieta.

- ¿Por qué hiciste eso? – le reclamó furioso Zuko. – ¡Solo trataba de ser amable contigo! - se enfureció por la actitud de ella, él simplemente trató de ser amable y ella lo pisoteaba golpeándolo por la espalda.

- Ahora sabes lo que sentí – le respondió ella con odio y dolor.

En ese momento se detuvo, miró los ojos de la maestra agua, un azul como el océano donde se veía tristeza y dolor, se separo de ella, ese sentimiento de traición lo poseyó. Ella tenia todo el derecho de estar enojada con él, y él, no era más que un miserable. Miró sus manos y para su sorpresa vio sangre en ellas. Miro de nuevo a la maestra agua que estaba recargada en la pared, respiraba con dificultad, aun que no traía prenda alguna en la parte superior, sus pechos estaban cubiertos por su cabello, subían y bajaban, no podía verlos en su totalidad pero podía notar la redondez, el tamaño y la firmeza de ellos. Pero su mirada se desvió a las manos de ella, sus muñecas estaban sangrantes, poco a poco vio como perdía sus fuerza dejándose caer, pero su cuerpo no toco el suelo. El la sostuvo, haciendo que su frágil y delicado cuerpo se apoyara en él.

Desvió su mirada a la pared donde ella estuvo recargada, una gran mancha de sangre estaba ahí, después miró la espalda de ella, sus heridas estaban punzantes y de ellas brotaba sangre. Inmediatamente le habló a uno de los guardias para que le hablaran a un médico, pero no fue necesario, pues este ya esperaba afuera de la habitación.

Zuko salió dejando al hombre y a una sirvienta en la habitación mientras atendían a la maestra agua y se marcho de ahí.

Grandes dudas lo albergaban. Pudo sentir en carne propia como se había sentido la maestra agua cuando decidió ponerse de lado de su hermana al hacerle ella casi lo mismo. Lo que hiso que el príncipe se sintiera peor fue al pensar en su tío. ¿Realmente le había fallado a él también? ¿Qué pensaría de él ahora? ¿Habría tomado la decisión correcta?

Sin que nadie lo supiera y en la soledad de su habitación lloro amargamente.