N/A:

1. Strawberry Panic! pertenece a Sakurako Kimino.

2. El relato se encuentra narrado en primera persona, desde el punto de vista de Yaya Nanto.

3. Las personalidades pueden verse cambiadas un poco, pero en general se mantendrán lo más fiel posible a como se ven en el anime. También se mencionaran ciertos hechos que ocurren en el anime, con su explicación pertinente.

4. Si ven esta historia fuera de mi cuenta de FF o facebook por favor comuniquemelo, digamos No al plagio y apostemos siempre al original.

5. Cualquier sugerencia y/o crítica me la pueden hacer llegar por medio de un PM o un review.


Inesperada brisa:

Hace tiempo atrás había conocido alguien que parecía un ángel, mas el tiempo me demostraría que ese tierno y delicado ser no estaba hecho para mí.

Su calidez y su ternura las sentía como algo sagrado pero aunque deseara algo más; solo me venían envueltas en sincera amistad. Y es que aunque lo quisiera, Amane Ōtori había llegado antes a la vida de Hikari Konohana y nada alteraría ese suceso significativo para el corazón de esas dos; que hoy disfrutaban de ser Etoile*.

La noticia de su elección y el posterior traslado de Hikari a la habitación de Amane, ya que como compañeras en tareas pasarían todo el tiempo juntas, me empujó a una visible depresión.

Aquella depresión me tenía entre dos extremos igual de insoportables, ya que por un lado durante el día me la pasaba de un humor oscuro, tratando a todos con bastante sarcasmo y desprecio. En cambio a la noche, viendo la cama y el escritorio de la izquierda vacíos, rompía a llorar hasta que me quedaba dormida.

Viendo que me volvía un incordio para todos los que se encontraban a mí alrededor, opté por encerrarme en mi cuarto y solo salía a dar los exámenes. Ni siquiera me presentaba en las actividades del escolar.

Mi aislamiento y actitud un tanto infantil no pasó inadvertida para cierta jovencita de pelo rosa y ojos color topacio, que comenzó a irrumpir por las mañanas como si de una brisa se tratara.

—Yaya - Sempai —llamó entrando sin permiso a mi habitación—: Es hora de levantarse, recuerde que como alumna de segundo año debe de dar el ejemplo a las de primero.

—Déjame dormir, Okukawa-chan —respondí tapándome con las cobijas hasta la cabeza y enojada agregué—: Para ejemplo están las Etoile.

—Las Etoile son un ideal al que se desea llegar —comentó mientras tiraba de mis sabanas—; y usted Sempai es el ejemplo más cercano al que se tiende a imitar —Me arrojó el uniforme al tiempo que descorría las cortinas de la ventana haciendo que los potentes rayos del sol iluminaran toda la habitación.

—¿Ejemplo cercano? —susurré para mí mientras entraba en el cuarto de baño para cambiarme.

Al salir del toilette vi que en el marco de la puerta de la alcoba, esperaba Okukawa con expresión seria y decidida a arrastrarme hasta mi salón.

Con un largo suspiro me deje llevar hasta el aula y me sorprendí de cuánto me habían extrañado, al parecer era cierto lo del ejemplo o admiración que generaba en diversas alumnas.


Aquella escena en mi habitación se repetía cada mañana y se había hecho una costumbre que Tsubomi Okukawa me acompañase al salón de clase. Pero aún no lograba que retomara mí puesto en el coro o que almorzara y cenara adecuadamente; y por supuesto no evitaba que antes de dormir se escaparan de mis ojos lágrimas mudas.

Sin embargo la brisa primaveral de color de los cerezos siguió irrumpiendo en mi cotidianeidad y se las ingenió para colarse en mi curso a la hora del almuerzo.

—Yaya - Sempai, ni se te ocurra escapar —advirtió poniendo una mano sobre mi hombro y tuteándome como era su nueva costumbre—: Es hora del almuerzo y hoy comerás conmigo.

—No tengo ganas, Okukawa-chan —rezongué pero fui arrastrada de todas maneras.

—Debes alimentarte —Me regañó con tono preocupado, cuando llegamos al sitio que había escogido para el almuerzo, y alcanzándome el bento* añadió—; espero te guste.

—Arigatou* —respondí tomando el bento de sus manos y sentándome.

Una vez acomodadas en el césped, descubrí que el lugar escogido no estaba muy lejos de la fuente con la estatua de la Virgen María, en la que me reunía con Hikari a almorzar. Pero a diferencia de aquel lugar este se encontraba más a la sombra, era más fresco y el agua de la fuente se oía como si de un pequeño arroyo se tratase.

De pronto una paz que hacía tiempo no sentía comenzó a envolverme y extrañamente me quede dormida sobre el hombro de Tsubomi.

—Perdón, no fue mi intensión quedarme dormida —Me disculpé a penas desperté de la siesta.

—No te preocupes, es el efecto que ejerce este lugar —expresó con una tierna sonrisa y levantándose agregó—: Es hora de las clases de coro, no voy a pedirte que me acompañes pero me gustaría que de apoco fueras retomando tus actividades con normalidad —Me miró con dulzura—: Tienes mucho potencial para hacer grandes cosas, no te dejes abatir.

A continuación tomó los bento, los guardó en un bolsito y se dirigió hacía la Iglesia en donde practicaba el coro. Mientras se alejaba me detuve en el movimiento que hacía su cadera y me pareció que pretendía seducir con su andar. Pero descarté esa idea al pensar que estaba hablando de Tsubomi, ella gustaba de Hikari no podía estar interesada en mí ¿o sí?.


Los almuerzos continuaron durante un mes y medio; en el que me recuperé de las horas que pasaba llorando en mi habitación. Ya fuera descansando en el hombro o en el regazo de Tsubomi, o simplemente hablando de cualquier trivialidad se notaba como me iba relajando y recuperando mi habitual alegría.

Un día sin darme cuenta la acompañé hasta la Iglesia pues más que nada quería oírla cantar, ya que me había acostumbrado al cándido sonido de su voz. Sin embargo el encontrarme con Hikari, que venía del brazo de Amane, fue mucho para mí y terminé dando media vuelta encaminándome hacía mi dormitorio.

Ya dentro de mi alcoba rompí en llanto y no me percaté que cierta jovencita, suspicaz y perseverante, me había seguido y logrado colarse dentro de la misma.

—Sí lloras por haber perdido el sol, las lágrimas no te dejarán ver las estrellas —pronunció suavemente.

—No… estoy... para refranes, Tsubomi - chan —exclamé algo irritada pero sin dejar de llorar y usando su nombre como venía siendo mi costumbre actual.

—No es solo un refrán Yaya - Sempai; es también una filosofía que trato de poner en práctica cada vez que la necesito —alegó rápidamente y sentándose en el borde de mí cama agregó—: O acaso crees que eres la única que ha sufrido por amor.

—Ajá —Me reí irónicamente y añadí con un tono un tanto cruel—; no me hagas reír Tsubomi -chan eres demasiado chica como para entender estas cosas.

—Seré chica pero no tonta —repuso seriamente y añadió algo triste—: También amé a alguien que no me correspondió pero seguí adelante sonriendo, secándome las lagrimas y tratando de ver el lado positivo de lo que me había ocurrido.

—¿Y lo encontraste? —pregunté con cierto cinismo—; digo al lado positivo.

—Sí, hallé una luna que brilla más que cualquier sol —replico sin dar mucha importancia a mi tono socarrón—; aunque temo que aún no se ha dado cuenta del poder interior que posee.

—Que bien, me alegro por ti —Espeté acomodándome en mi cama, no sabía porqué pero el saber que le interesaba alguien me molestaba un poco—: Mas me gustaría que me dejaras sola Tsubomi-chan.

—Bueno ya basta, no puedes seguir así por más tiempo —dictaminó con firmeza en la voz y, levantándose de un salto de la cama, añadió—: Y seré yo quien le ponga un punto final a esta actitud infantil e irresponsable que estas adoptando Yaya-san.

—¿A qué te refieres? —inquirí extraña, pues era la primera vez que me llamaba con el sufijo «san».

—Me refiero a que me mudaré a esta habitación y procuraré que vuelvas a ser la misma de antes —explicó dirigiéndose hacia la puerta de la alcoba y dejando escapar un suspiro agregó—; o por lo menos un esbozo más decente de lo que eres ahora.

—No te atreverías —gruñí pero Tsubomi ya había salido de la habitación y no me oyó o pretendió no hacerlo.

Al cabo de unos minutos una celadora entró en la recamara anunciando que la señorita Okukawa-san sería mi nueva compañera de cuarto. No podía creer que se hubiese salido con la suya; primero porque no éramos del mismo curso y segundo porque yo era la última persona que ella hubiese querido cerca, ¿o no?. Demasiados dudas y ninguna certeza era lo que rondaba por mi cabeza en esos instantes.


N/A:

1) Etoile: Es una palabra francesa que significa estrella. El sistema Etoile de Astraea Hill (es el complejo estudiantil que compone tres prestigiosos colegios femeninos), es usado en la política interna entre las escuelas y administra las operaciones escolares. El sistema designa a dos Etoile que son elegidas al mismo tiempo y comparten sus delegaciones como un equipo.

2) Bento: Es una ración de comida sencilla preparada para llevar, bastante común en la cocina japonesa. Viene en cajitas y se suele prepararse en la casa para llevar al trabajo o a la escuela.

3) Arigatou: Gracias en japones.