¡Soy un Dragon Slayer!
Lanzó un gruñido al observar el techo, ¿por qué nadie podía creer lo que decía? Los dragones existen y él estaba especializado en enfrentarlos ¿era tan difícil de entender? Volvió a gruñir e intentó levantarse de su cama. Estaba harto de que no le creyeran, que lo llamaran mentiroso, que le dijeran idiota por creer en cuentos de hadas.
—¡Ignel existe! ¡Los dragones existen!—Gritó con furia—¡Ellos existen! ¡No es mentira!—pateó la acolchonada pared varias veces—¡Soy un asesino de dragones! ¡Déjenme salir de aquí!
Estaba harto, harto de color blanco, harto de cosas acolchonadas pero sobre todo… estaba harto de la camisa de fuerza.
