Hola. Esto puede llegar a ser incómodo xd
¡Pero espera! No saltes esta parte, este anuncio tiene cosas importantes.
¡Bienvenidos al primer long fic de Hiccstrid! Les seré honesta, no pensé en hacer esta historia, creí que el primer fic hiccstrid de más de 5 capítulos iba a ser un AU moderno, una comedia romántica de más de 20 capítulos, con algunos clichés y eso (tengo pensado uno xd) pero después vi "The Chilling Adventures of Sabrina" y me enamoré de muchas cosas (Ambrose y Harvey, por ejemplo 7u7), ¿qué más puedo decir? Mi mente loca atacó de nuevo xd
En este fanfic no tomo el Satanismo al pie de la letra. Básicamente estoy tomando algunas referencias, pero, repito en caso de que no haya quedado claro: NO TOMO EL SATANISMO AL PIE DE LA LETRA, en específico, ninguna religión xd
Datos extra: En esta historia Astrid tiene 17 años (suena de fondo "17 años" de los Ángeles Azules xd), y Hiccup 20. Las demás edades las iré aclarando conforme vaya avanzando la historia. Algunos capítulos tendrán palabras altisonantes, así como algunas escenas de violencia gráfica leve. De igual forma, yo les iré avisando.
No les quito más tiempo, ¡disfrútenlo!
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¿Iban en la dirección correcta?
La mujer se tomó el vientre, su pequeño era bastante inquieto estos últimos días, como si estuviera listo para salir del cálido refugio de carne dentro, sin embargo, aún le faltaban unos dos meses para nacer. Aquello era más que extraño, pero la völva que ahora le acompañaba, Mørke, decía que aquello era normal. Varios bebés nacían con anticipación y, le había asegurado que aquellos eran los más grandes guerreros.
No temían ni siquiera a no estar listos. No le temían al mundo.
O por lo menos, eso era lo que ella decía. Y había que hacerle caso. No todas las mujeres son bendecidas con el don de escuchar la voz de Odín y asegurarse de que se cumpliera su voluntad. Eso, más aparte de los poderes mágicos que muchas poseían.
Mørke era una mujer de mediana edad, cabello negro que caía en una línea recta por su espalda. Ojos negros enormes que se tornaban rojizos cuando tenía una visión o formulaba un hechizo; el rostro era afilado, igual que todos sus rasgos. No le faltaba ningún diente, su bastón le llegaba por encima del hombro. A diferencia de muchas völvas, Mørke no cojeaba, de hecho, tenía la gracia de una muchacha quinceañera, así como el cuerpo de una valkiria. Nadie sabía cuántos años tenía a pesar de siempre parecer joven, ni siquiera su esposo lo sabía. Mørke había llegado hacía unos meses, justo cuando la mujer castaña descubrió que estaba embarazada de su primer hijo.
Justo ahora, la völva vestía una túnica negra, que le llegaba hasta las rodillas. Una falda negra que llegaba hasta sus tobillos desnudos y una capa de piel de oso para protegerse del frio, sin mencionar la gran cantidad de pulseras y amuletos que llevaba en el cuello. La mujer embarazada, en cambio, solo llevaba un vestido gris, que resaltaba su abultado vientre, mallas y nada más. La bruja le había indicado que, a donde iban, no se le permitía llevar zapatos o alguna capa o prenda abrigadora. La joven puso mala cara, así como también se frotaba los brazos cuando una ráfaga de aire la golpeaba, porque, vamos, en Berk hacía demasiado frio.
En especial en el bosque.
La mujer volvió a suspirar mientras trataba de no concentrarse en el dolor que le provocaban las diminutas piedras y ramas que se le incrustaban en sus pies hinchados. Pensó en su esposo, en lo ocupado que debía estar ahora, con eso de ser el jefe de la isla... O también, en lo preocupado que estaría si descubría que ella no estaba en casa como le había hecho creer. Se mordió los labios, sintiéndose culpable, posiblemente él le reñiría, le diría que no estaba para caminatas en el bosque debido a su estado...
Pero Mørke le había dicho que se trataba de algo importante. No podía desobedecer a la völva que se ofreció a cuidar su embarazo. Las völvas siempre se enfocaban en ayudar a los demás, incluso los que estaban tan expuestos como ella en esos momentos.
Es lo que Gothi hacía en la aldea. Con sus visiones y predicciones siempre los cuidaba a todos.
Odiaba preguntar, pero sentía que tenían que hacerlo. Se estaban internando demasiado en el bosque, alejándose de la aldea, eso significaba que su esposo se preocuparía todavía más.
--¿Cuánto falta, Mørke?-- cuestionó la castaña con unos cuantos jadeos en su voz. Sentía que la planta de uno de los pies le dolía de sobremanera y que posiblemente estaba sangrando. Gimió cuando sintió un líquido entre los dedos de sus pies, respondiendo afirmativamente a sus sospechas.
--Estamos cerca-- le respondió. Su voz era dura, pero seductora, aterciopelada aunque a veces hablara golpeado. Si ella no fuera una völva, seguramente todos los hombres de la aldea se pelearían por ella.
--¿Estas segura?-- gimió la mujer embarazada-- Estamos muy lejos de la aldea, tal vez deberíamos dejar esto para otro día...
--¿Y desaprovechar la luna llena de hoy, Valka?-- replicó Mørke con tono burlesco. Valka solo rodó los ojos; Mørke era especialmente sarcástica en algunas ocasiones-- Oh vamos, solo son unos cuantos metros...
--Ya debe ser la media noche-- la interrumpió la castaña-- Si no estoy en casa pronto Stoick va a preocuparse demasiado.
--Ah, sí-- recordó Mørke, haciendo una mueca, pero Valka no alcanzó a verle.-- Olvidé lo obsesivo que puede llegar a ser nuestro querido jefe.
--Stoick no es obsesivo-- objetó Valka, con un ligero tinte de molestia en su voz-- Es solo que es nuestro primer bebé y...
--Sí, sí, sí-- La interrumpió Mørke. Hizo a un lado algunas ramas que estaban en el camino. Valka le imitó y se quedó parada junto a Mørke quien se había detenido en medio de un claro. La luna iluminaba el espacio sin árboles de una forma plateada, en medio de este, había una especie de dibujo extraño en el centro, pintado con cal. También había luz naranja que provenía de algunas antorchas al margen del dibujo.
Eso no se parecía para nada a una revisión de rutina.
--Valka, cariño-- dijo la völva con voz suave y hasta cierto punto... ¿maternal? Valka dio un respingo, completamente fuera de lugar-- Ve al centro, espera a que te diga lo que tienes que hacer.
Sin cuestionarse, caminó hasta allí, despacio, sintiéndose hipnotizada por la luz de las antorchas, así como por la forma de la flama. Como se movía de un lado a otro.
Pero a pesar de eso, sabía que aquello no estaba bien de muchas formas. En primera porque dicho dibujo parecía una estrella y en segunda, porque al llegar al centro se topó con un cuchillo.
Valka lo reconoció. Era el suyo. Era el que usaba cuando era más joven y ayudaba a su padre a cazar jabalíes salvajes para la cena. Stoick y ella habían acordado que ella no lo llevaría, debido a su estado. Titubeó, tratando de no pisarlo.
--Tómalo-- ordenó Mørke, apenas inmutándose-- Y repite conmigo:
--Mørke, no entiendo...
Pero ya era tarde, Valka se encontró a si misma repitiendo las mismas palabras que enunciaba la bruja:
Med denne kniven
-- Med denne kniven-- Valka tomó el cuchillo con demasiada gracia, incluso para una mujer embarazada. Su mente se sentía en blanco...
Jeg skal ta barnet mitt
--Jeg skal ta barnet mitt-- dirigió el cuchillo hacía su barriga. Estaba temblando.-- ¡¿Qué es lo que estas..!? ¡Stoick!
Med dette våpenet mitt
--Med dette våpenet mitt... ¡No, no, no!
Jeg skal ferdig med livet ditt
--¡Suelta...! Jeg skal ferdig med livet ditt-- empuño el arma, dispuesta a apuñalarse el estómago, más específicamente, a su bebé. Valka soltó lágrimas, sintiéndose impotente, al mismo que estúpida.
Mørke no era una völva, Mørke era una heks... ¡Y la había engañado! ¡Para matar a su bebé! ¡Para hacer magia negra! ¡Esa perra...!
Selv før det starter
La heks sonrió, esperando que el ritual terminará para así obtener unos cien años más de vida. La verdad le daba lo mismo lo que pasará después. Stoick podría conseguirse a otra muchacha, igual de ingenua y estúpida que Valka...
--Selv før det star...
--¡Valka!
Un hombretón pelirrojo, que le doblaba la estatura a Valka salió de entre los arbustos, corriendo lo más rápido que podía hacía ella. A su espalda venía un hombre regordete rubio y sobre la espalda de este, Gothi, la völva real de Berk. Esta dio un salto hacia el suelo, elevó su bastón y luego golpeó con fuerza el suelo; de este salió una ráfaga de viento que recorrió todo el claro, apagando las antorchas y borrando el pentagrama.
--¡Stoick!-- le gritó Valka a su esposo, con lágrimas de alivio. La fuerza invisible que controlaba sus movimientos pareció soltarla, por lo que arrojó el cuchillo lejos y se lanzó a los brazos del hombretón. Este la envolvió en un abrazo protector.-- Oh, Stoick...
--¡Vikingos!-- gritó Mørke, como si aquello fuera un insulto. El hombre rubio la sostuvo para que no escapase. Esta comenzó a forcejear.-- ¿¡Cómo se atreven a interrumpir mi ritual!?-- espetó, en dirección a Stoick. Valka se aferró a su esposo con más fuerza, protegiendo su vientre.
--Y tú, ¿¡cómo te atreves a usar a mi esposa y a mi hijo como parte de tu ritual!?--le respondió con furia Stoick. La bruja le escupió, pero apenas y llego unos cuantos metros. El pasto que había recibido la saliva de ella empezó a quemarse en sí mismo, dejando una pequeña mancha café.
--¡Gothi tenía razón!-- exclamó el hombre rubio, tratando de que la heks no se le escapará-- Esta tan podrida que si la quemamos ahora podría explotar la aldea entera.
--¡Ustedes no quemarán a nadie, simples mortales!-- la voz de Mørke se había transformado a una extraña y gruesa voz, como si viniera del propio infierno. El rubio sintió que sus esfuerzos flaqueaban, tanto por el terror como por la fuerza de la bruja mala.-- ¡Ustedes no son nada contra mí, ni contra el Señor Oscuro!
Stoick soltó una exclamación cuando la bruja empezó a sacar espuma con la boca y a retorcerse en ángulos inhumanos en los brazos de su amigo. Los ojos de la bruja se volvían rojos mientras escupía insultos en una especie de nórdico extraño, combinado con latín.
--¡Los mataré a todos!-- exclamó la mujer, mientras Gothi sacaba de uno de sus bolsos una especie de vasija con polvo. Empezó a murmurar sin hacer ningún sonido, lanzando los polvos, que quemaban la piel de la heks.-- ¡Esta isla es mía y del Señor de la Noche! ¡Invasores, mortales asquerosos!
--¿Qué es lo que está haciendo la anciana?-- cuestionó Stoick.
--¡Desterrado a la bruja!-- respondió su amigo con un grito. Dicho esto, los rodeo un viento abrazador, como si viniera de las profundidades del infierno; un relámpago cruzó el cielo, como si lo partiera a la mitad. Valka sintió una punzada en el vientre.
--¡Con todo el poder que me confiere el Señor Oscuro, maldigo esta tierra!-- exclamó Mørke, el rostro se le había deformado en una cara deforme, los ojos saltones, la piel repleta de arrugas y zonas hinchadas, así como algunas verrugas y un color desagradable color crema. Los labios estaban hinchados de un preocupante color azul, las manos se le habían vuelto las de un muerto, con las uñas tan largas y afiladas que empezaron a hacerle heridas a su propio cuerpo, así como a los brazos del que la sujetaba--¡Maldigo a tu engendro, Valka Haddock, maldigo a tu pequeño y asqueroso bastardo!-- señaló a la pareja, Stoick giro a Valka-- ¡Cuando nazca apenas y podrá vivir! ¡Y cada noche, cada vez que la luz lunar le toque tan sólo un pelo, será un natt raseri! ¡Y su carne me servirá de alimento! ¡Ya verás cuando regrese, golfa! ¡Tu hijo no será más que una aberración en tu pueblo!-- luego señaló a Stoick-- ¡Y tú no serás más que huesos y carne muerta cuando yo regrese! ¡Los maldigo, los maldigo!
--Odín nos ampare-- murmuró Stoick, sin más palabras que esa.
--¡Se van a arrepentir!-- gritó Mørke antes de zafarse del hombre rubio con gran facilidad-- ¡Det er et løfte!
Entonces, se enrollo en sí misma, transformándose en una bola de fuego elevándose hasta el cielo para después desaparecer en la negrura de la noche.
El claro quedo en completo silencio.
Valka sintió una contracción bastante fuerte, así como un líquido recorriéndole las piernas.
El bebé iba a nacer esa misma noche.
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Esto... es Red Death.
La única isla que no es una isla técnicamente. Viéndola bien, solo es un volcán activo rodeado de tierra, con apenas unos cuantos árboles y miles y miles de rocas. Algunos restos de lava enfriándose, lava todavía ardiendo, en fin... La vista es bastante linda, si saben a lo que me refiero. Lo que la hace especial es lo que está dentro de ella.
Un dragón muerto.
Era un dragón Reina, y era tan enorme que abarcaba todo lo que era el volcán. Tan era su tamaño que mantenía al volcán estable, aun lo hace estando muerto, y los dragones aun nos siguen como la seguían a ella. Despedazan aldeas enteras para traernos comida.
No es un gran ejemplo, pero de no ser por eso, los comeríamos a ellos. Y no me gusta la carne de dragón, si me lo preguntas. Es dura e insípida, además de que no puedes cocerla o se hará roca.
Una mancha roja atravesaba el bosque con gran agilidad, pero de forma cautelosa, como si no quisiera ser descubierta. La mancha tenía forma humana, más concretamente el de una chica adolescente, miraba a su alrededor, como si buscará algo.
El bosque estaba verde, sorprendentemente, el musgo cubría la mayor parte de los troncos de los árboles y el suelo, así como algunos árboles caídos. Ella los cruzaba hábilmente, sin embargo casi resbala con una roca.
Como verán, vivimos dentro del dragón. Hace calor, mucho, aunque los hechizos ayudan soportarlo. Las heks somos fuertes, podemos con solo un poco de calor.
Somos unas cincuenta, todas mujeres. Porque sólo las mujeres podemos ser discípulas del señor oscuro y en un aquelarre, todas podemos estar seguras. Es lo que hacemos, es lo que se hace cuando vives en armonía unos con otros.
Los dragones no nos molestan demasiado, adoptamos Terribles Terrores como compañeros, ¿han oído sobre que las brujas tienen gatos negros? Pues nosotras tenemos terribles terrores. Son lindos, discretos y si se enfadan lo suficiente, mortíferos.
Al cumplir los diecisiete, cada bruja es bautizada en nombre del Señor Oscuro. Solo así se forma parte del aquelarre por completo; te garantiza que por lo menos no te lancen maldiciones. También tienes que adquirir un compañero dragón.
La chica observó una rama, parecía ser la que estaba buscando. La tomó y entre la capa sacó un bolso de cuero. De este sacó una bola de estambre blanco.
Arrancó la rama del árbol, la cual tenía una forma torcida, pero puntiaguda. Se acercó a un árbol caído, rebuscando en su bolso, sus ojos azules brillaron cuando encontró un libro pequeño, forrado en cuero y con las hojas amarillas, desgastadas por el uso. Buscó entre las páginas para luego dejarlo abierto sobre el árbol.
--Muy bien-- mustio la joven, para sí. Se quitó la capucha revelando una trenza rubia, que le caía por el hombro para refugiarse en su pecho. Tenía las mejillas sonrojadas por el calor, pero no sudaba; tenía los labios de un sano color rosado, así como unas cuantas pecas cruzando por su nariz, casi imperceptibles de no ser por su piel blanca.
Una banda café cruzaba su coronilla, los ojos color zafiro eran rodeados por unas pestañas enormes. Soltó un suspiro y tomó la rama, leyó la página del libro mientras tomaba el estambre.
--De acuerdo; "hechizo para encoger"-- leyó con voz clara y dulce-- Se utiliza una vara de un árbol joven y estambre blanco-- informó a sí misma, asintiendo-- y mientras se pronuncia se...-- cerró los ojos, tratando de recordar-- ¿se dice el hechizo mientras se enrolla el estambre?-- volteó a ver el libro y sonrió-- Sí, eso es-- apartó la vista del libro-- y después de apunta al objeto que se desea encoger.-- la chica soltó un sonido de satisfacción--Fácil.
Tomó la punta de la bola de estambre, dejando caer el resto. Con el pulgar sujetó el extremo de la punta contra la rama. Cerró los ojos, mientras enunciaba el hechizo.
Med denne unge grenen
Som min sjel
Med denne hvite tråden
Som jeg var en gang
I størrelse vil jeg redusere.
Un rugido sonó después de haber dicho la última palabra. La desconcentro de tal forma que la rama se le resbaló de las manos, la cual apuntó hacía el sonido.
El rugido paro inmediatamente.
--Oh no-- jadeo la muchacha, tomando sus cosas y corriendo a toda velocidad para correr hacía el sonido-- Creo que lo encogí...-- admitió.
Apartó arbustos, ramas y esquivó rocas resbaladizas, para llegar hasta un claro minúsculo. La joven buscó el origen del sonido y más exactamente lo que había encogido por accidente; miró hacia todos lados, hasta que sintió un pequeño pinchazo en su brazo derecho.
--¿Pero qué...?-- exclamó sin aliento, para luego buscar lo que la había pinchado. Encontró una pequeña espina amarilla atrapada en su capa; la analizó un buen rato. No parecía vegetal, sino de hueso. Ella reconoció el dragón que la había lanzado-- Nadder Mortífero-- reconoció--Pero ellos no son de ese...
Soltó un jadeo al ver justo frente a su nariz a un Nadder Mortífero del tamaño de un Terrible Terror. Le rugió pero a pesar de la quietud del bosque, apenas le escuchó.
--... Tamaño-- terminó la frase, aún con los ojos sobre el Nadder-- Oh, lo lamento, chico-- se disculpó, sintiéndolo de verdad. El dragón le rugió en respuesta, enfadado-- ¿Chica? ¿Eres una chica?-- el dragón no rugió, pero no se veía más tranquilo.
Se escuchó ruido, así como algunas voces chillonas. La joven las reconoció, las brujas propietarias de estas pertenencian a su aquelarre. Astrid se dio cuenta de la situación.
Querían cazar a la dragón. Y la estaban persiguiendo hasta que ella la encogió.
No podía dejar ni que la descubrieran ni mucho menos que matarán a la dragón.
La dragón, sin embargo, rugió con todas sus fuerzas, tratando de escaparse. La muchacha reaccionó, por lo que trató de atrapar al dragón.
--Oye, oye-- le gritaba en susurros. Utilizó su bolsa a modo de red-- solo quiero ayudarte.-- le dijo al dragón, hasta que le atrapó, pero esta vez el dragón rugía mucho más fuerte-- ¡Cállate o te matarán!-- le susurro a la bolsa, mientras su corazón se le ponía a mil-- ¡No quiero hacerte daño, auuuch!-- gimió cuando los ahora pequeños dientes del dragón le mordieron la mano. Cerró la bolsa con fuerza, cuidando de que este no saliera.
Cuando sintió que las brujas estaban cerca, se metió entre un arbusto lo suficientemente grande, todavía sosteniendo con fuerza la bolsa, cuidando de que no se abriera.
--¡Tålmodighet!-- grazno una bruja con voz chillona, la joven la reconoció al instante. Era Prudence, la cocinera. Cocinaba horrible, por cierto. La que la acompañaba era una bruja cazadora, la que se encargaba de conseguir la comida-- ¿¡Donde está el sabroso Nadder que me prometiste!?
--¡Estaba aquí!-- replicó la otra bruja de nombre Tålmodighet. Su voz parecía cansada-- Deja de chillar.
--¡No estoy chillando!-- chilló la mujer cocinera-- Me prometiste un nadder y yo quiero un maldito nadder!
Astrid sintió que el bolso casi se le sale de las manos.
--Shhh-- le ordenó en un susurró casi inaudible, hacia la dragón atrapada. Sintió pisadas cerca de su arbusto, sintió una punzada de terror, ¿y si veían dentro de su bolso? Ella se defendería, pero vamos...
--¿Escuchas eso?-- murmuró Tålmodighet, conservando la calma. La otra mujer chilló en respuesta que no había escuchado nada; la joven se encogió, cuidando de que no la observarán.
Ni la olieran.
Sintió con horror como las hojas se movían, pero luego el movimiento cesó. La joven respiro aliviada cuando las pisadas retomaron la marcha.
--Andando, no pudo haber ido lejos-- sentenció la cazadora. La cocinera soltó una maldición y fue tras ella de mala gana.
Cuando la joven sintió que no había nadie, salió de los arbustos, colocándose la capucha. Corrió alejándose varios metros, para detenerse frente a un árbol viejo, abrió la bolsa de cuero, que ya no se movía de forma violenta.
El dragón salió con rapidez, pero no huyó de la bruja rubia que le había liberado. Sólo se quedó volando frente a ella.
--Yo... no sé si pueda devolverte a la normalidad-- admitió la chica, con tacto-- Lo lamento mucho... pero por lo menos eres libre.
La dragón solo ladeo la cabeza. No tenía la intención de irse y la joven lo sabía.
La joven saco el aire de golpe, quería asegurarse de que lo que estaba pasando era lo que ella creía. Alargó la mano hacía el pequeño hocico de la nadder Mortífero, esperando a tocar el hocico del nadder. Sintió un vuelco en el corazón, cuando la piel de la dragón contra la suya.
Jadeo. Sonriendo.
--Creo que tengo una compañera-- dijo ella todavía con una sonrisa. La Nadder voló hasta ella, parándose en su hombro mientras se refugiaba en su cuello.-- ¿Cómo te llamaré? Eres tan azul y los nadder son rápidos... Como las tormentas-- la chica se dio cuenta del buen nombre que tenía-- ¿Qué tal Stormfly? ¿Te gusta?-- le cuestionó a la dragón, quien solo rugió en respuesta-- Bien, Stormfly, mi nombre es Astrid.
Como mencione antes, nuestro aquelarre vive en el cadáver de Red Death. Lógicamente que la limpiamos y nos deshacemos de las vísceras así como de la sangre. Aunque, bueno, comimos dragón por meses...
Cada bruja vive en una parte del cuerpo de la Reina Dragón. Yo, por ejemplo, vivo en uno de los ojos... en el derecho para ser exactos.
Astrid subió por la boca del dragón, esquivando los dientes. Subió por un unos cuantos túneles hasta llegar a una extraña puerta de madera, dio unos golpecitos en ella y por ende se abrió lentamente. Entro por ella.
Era una habitación con diversos estantes llenos de frascos, libros y toda clase de objetos extraños. Había una cama de madera, así como un caldero en medio de todo el minúsculo cuarto. Por suerte nadie la había visto, y por ende nadie le había preguntado por el Nadder minúsculo en su hombro.
Dejo la bolsa en uno de los estantes, tirándose a la cama de sopetón. Stormfly se puso al pie de la cama, observando a su nueva compañera. Esta alargó una mano hasta su pierna, rebuscando algo en su bota. Cuando lo encontró, lo trajo hacia su rostro.
Era un cuchillo como de mantequilla. Hasta que lo lanzó, dando un giro de 360 grados. El arma cambio de repente, convirtiéndose en un hacha de doble filo, la cual Astrid atrapó con maestría antes de que esta pudiera matarle. La rubia observó el mango del arma, para luego tomar un trapo de la cómoda, dispuesta a limpiar la hoja filosa.
Reparó en la dragón por dos segundos.
--¿Tienes hambre?-- le preguntó la rubia, apartó el hacha, dejándola sobre la cama. Se levantó, dirigiéndose a un armario, rebusco entre las cosas que habían allí-- No tengo pescado para ti, nena..., solo tengo un poco de pollo-- informó, sacando un paquete, envuelto en papel-- ¿A los dragones les gusta el pollo? Quiero decir, es carne.
La dragón no hizo ninguna señal afirmativa, pero tampoco una negativa. Astrid se encogió de hombros, dirigiéndose ahora hasta el caldero, lo apartó, dejando ver una brasa. Armó un sistema para poder cocinarlo mientras daba vueltas, lo hechizó para que lo hiciera solo.
Esperaba que el olor no alertara a ninguna bruja, lo último que quería era que la molestaran. Volvió a su tarea de limpiar y afilar su hacha, sintiendo la mirada de Stormfly sobre ella, con cautela. A pesar de que a los dragones los veía muertos o en rodajas sobre su plato, no estaba tan familiarizada con el hecho de ver a Stormfly viva y prestándole atención. La joven hizo una mueca. Cuando era más pequeña, Astrid había comido nadder.
Posiblemente a una familiar de Stormfly. Eso le revolvió el estómago, era por lo mismo que atrapaba pollos salvajes, no le gustaba comer dragones, a pesar de lo que decía su aquelarre. Aunque sí tenía algunas escamas y dientes, para las pociones o hechizos. Ella iba a ser la mejor hechicera de todo el aquelarre.
Una vez el pollo estuvo listo, apartó unos cuantos pedazos y los coloco en un cuenco, ahora, con el estómago encogido, Stormfly comería mucho menos. Dejó el cuenco frente al dragón, que comió gustoso; ella, sin embargo, tomó otro trozo de papel y envolvió lo sobrante para la cena. No tenía hambre.
Hecho un vistazo por la retina del dragón muerto, algo agradecía de estar en el ojo derecho: podía ver las costillas con gran claridad y por ende, el gran salón. Ella nunca pasaba por ahí cuando salía al bosque, casi siempre entraba justo por donde no debía, por la boca. Astrid observó a Prudence, quien estaba rezongando y haciendo rabietas; sintió una punzada de nervios, si descubrían que Stormfly ahora estaba con ella, seguramente la colgarían de los tobillos en el árbol más alto. Pero, si mostraba a Stormfly en unas semanas, una vez que el asunto este olvidado, nadie le haría nada, es más, hasta le tendrían más respeto.
Era una buena idea, después de todo.
Más allá de Prudence, se encontraban otras brujas, quienes llevaban flotando a un Gronckle muerto, listo para ser comido. Astrid hizo una mueca de asco y se apartó del ojo; dispuesta a afilar su hacha nuevamente.
Estar sola no le importaba demasiado, pero ahora que tenía una compañera, no se sentía tan incómoda de murmurar cosas o de platicarle sobre el día. Su tía tenía razón, los compañeros eran bastante necesarios.
En especial si eres una bruja solitaria.
No se culpaba a sí misma, las otras chicas de su edad eran presumidas y pésimas para lograr hechizos sencillos. No iba a malgastar su tiempo hablando con semejante tipo de brujas incompetentes; además, su meta era otra, bautizarse y esperar su turno de gobernar el aquelarre con su tía.
Aunque donde viviesen fuese solo un montón de huesos.
Escuchó pisadas, rápidamente se volvió y trato de esconder a Stormfly en su bolso como antes. Esta pareció molestarse un poco, pero no le mordió ni le lanzó espinas. Casi al momento escuchó un par de golpecitos en la puerta.
Le era fácil permanecer firme ante las situaciones como esas. Susurro el conjuro que abría la puerta.
--¡Toc, toc!-- saludó una voz joven-- ¿Cómo está mi sobrina favorita?
La mujer que se apareció por la puerta camino con gracia y los brazos abiertos hacia la muchacha. Astrid sonrió.
--Soy tu única sobrina, tía Mørke-- le respondió Astrid, ocultando su bolsa detrás de sí, fuera del alcance visual de la mujer. Se acercó a ella y le dio a su familiar un fuerte abrazo-- Bienvenida de nuevo.
--También estoy feliz de volver-- respondió la mujer pelinegra. Acariciando con cariño la espalda de su sobrina-- Esto de ir de viaje y buscar en todas y cada una de las islas es agotador-- admitió con cansancio.
--¿Eso quiere decir que no encontraste nada?-- cuestionó la sobrina, algo triste.
Los ojos de la mujer brillaron.
--No puedo decirte que encontré-- contesto su tía, controlando la emoción, sin éxito.-- Pero déjame decirte que es algo que nos cambiará la vida a todas-- habló en tono maternal, mientras la miraba a los ojos. Después hecho un vistazo a la habitación-- Pero... No es tiempo de hablar de eso, convocare un banquete con el aquelarre-- avisó, como una niña pequeña a punto de recibir su primer libro de hechizos. Astrid asintió, a pesar de que no le gustaba demasiado el aquelarre y el hecho de comer dragones, si significaba de que su tía había encontrado algo nuevo, valía la pena-- Hablando del aquelarre, me costó mucho trabajo encontrarte, creí que vivías más cerca del cerebro.
Astrid ladeo la cabeza, no era que quisiese hablar de eso.
--Bueno, no es como que sea la favorita de la señora Weeks-- fue lo único que la chica respondió a la primera.
Su tía negó con la cabeza.
--Algunos no toleran que sus hijos no sean los mejores-- La bruja sonrió con malicia, al igual que su sobrina. Apretó la mejilla de la rubia con suavidad, un gesto que Astrid valoró mucho.--Ojos... a tu madre le gustaría la vista.
--Posiblemente.
--¿Qué sabes sobre un nadder desaparecido?-- preguntó de pronto.
¿¡Eh!?
--¿Un nadder?-- Astrid casi titubea, casi.
--En el bosque, Tålmodighet y Prudence estaban buscando uno... Desapareció misteriosamente.-- la atención de la heks se fijó en un frasco con escamas verdes, bajo el rótulo "cremallerus"-- Como si se hubiera esfumado.
--No he visto ninguno-- Astrid negó con la cabeza, actuando estupendamente-- Salí al bosque, y escuche un rugido, pero no vi nada.
Su tía pareció creerle.
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Stormfly ya se había acomodado en el bolso de Astrid. Comprendió de forma bastante rápida que su nueva compañera no deseaba que le viesen... todavía, por lo que sólo cuando estaban solas volaba al rededor del cuarto, se apoyaba en el hombro de la rubia o se acurrucaba en la cama para dormir una siesta.
Al anochecer, Astrid se colocó de nuevo la capa. Debajo de esta, llevaba una falda café, una túnica azul y unas botas; encantó el paquete de pollo para que Stormfly no pudiese abrirlo, lo metió en el bolso junto con la dragón. Colocó la correa del bolso en el hueco de su cuello y el hombro, pasándolo por la cabeza, de modo que este quedase muy bien cubierto por la capa. Stormfly asomó su cabeza por uno de los huecos, solo para echar un vistazo.
Bajo por los túneles, iluminados por antorchas. Conforme iba bajando más brujas se le juntaban, apenas hablándole o más bien, sin siquiera mirarle. Astrid no le tomó demasiada importancia, es más, ella sentía que era al revés.
Una vez llego a lo que antes eran los pulmones y que ahora eran unos trozos de carne carcomidos, se fijó en la enorme mesa que estaba en medio, esperando. Tenía platos hechos de hueso (de dragón), que estaban junto a cubiertos de hueso (de dragón), y en el centro había un plato más grande, donde reposaba el platillo principal.
Dragón.
Hizo un mohín por el asco, pero luego se sentó en su lugar, un asiento a lado del de su tía.
Mi tía Mørke es... extraña. Nadie sabe de dónde viene, solo se sabe que es la fundadora de nuestro aquelarre. Ella y su hermana (mi madre) buscaron en cada rincón del archipiélago a cada heks que quisiera pertenecer a él. Desgraciadamente, mi madre murió en un accidente extraño, que no ha pasado de ser más explicación que "una tragedia".
La tía Mørke me ha enseñado todo lo que sé. Algún día ocuparé su lugar. Porque en unos días será mi bautismo y una vez sea parte oficial del aquelarre...
Una vez estuvieron todas sentadas, Mørke hizo una señal para que comieran. Las mujeres lo hicieron, todas con un salvajismo atroz y despiadado, incluida la líder del aquelarre. Astrid, sin embargo, aprovecho los momentos descontrolados para sacar de su bolso la bolsa con pollo. Colocó todo en su plato, e hizo algunos movimientos para despistar, sin embargo, nadie le estaba prestando atención.
Mientras comía (de una forma un poco menos bestial y contenida) le pasó algunos trozos a Stormfly, quien los recibió gustosos, haciendo el menor ruido posible. La muchacha alargó la mano hacia una jarra con agua (la sangre de dragón tampoco era demasiado de su agrado) y sirvió un poco en su copa; hacia bien evitando las náuseas.
Stormfly no sabía lo que comían, pero por el olor parecía algo sumamente repulsivo. Le gustaba más el pollo un tanto seco que preparaba su nueva y rubia compañera.
Una vez se acabó el Gronckle, las brujas se calmaron y empezaron a hablar entre sí, algunas a gritos. Mørke se aclaró la garganta de forma audible.
Todas se callaron.
--Muy bien-- habló la voz firme de la bruja, con los ojos negros resplandecientes.-- Detesto comer dragón-- admitió, pero no lo hizo con desagrado, lo hizo como si estuviesen en una conversación tan casual e íntima, que ninguna bruja dijo nada.
Astrid sintió como sus ojos se abrían de la impresión mientras bebía de su copa. Pudo notar que otras hacían lo mismo.
Otras, como Prudence, dejaron de lamer los huesos restantes.
--¿Ustedes no?-- cuestionó la mujer, sonriendo, esperando una respuesta... y al mismo tiempo no-- Su carne es dura, llena de nervios... El sabor es tan fuerte...-- se estremeció de forma teatral-- Chicas, hermanas, ¿hace cuánto que no comemos yak? ¿O pollo?
Hace como dos minutos...
--... ¿no extrañan el cordero asado?-- continuó Mørke, levantándose de su lugar-- ¿Comer algo más que solo vegetales, carne humana quemada, y unas cuantas sobras...?-- Mørke rodeó la mesa, mientras las brujas le miraban de forma dubitativa. Astrid recordó que ella nunca había comido cordero, ni una sola vez. Pero sí carne humana-- ¿Vivir en el exterior?
Es algo que a cada una de las brujas les hubiera gustado, pero no podrían vivir todas juntas. E incluso si pudieran vivir separadas, los vikingos tratarían de matarlas al instante.
--¡Pero claro que sí!-- chilló una de las brujas-- Todas soñamos con eso.
--¡Es culpa de los estúpidos mortales!-- gritó una chica, un poco mayor que Astrid-- ¡Ellos nos han quitado todo!
--Los repulsivos mortales...-- susurró una mujer, una de las de mayor edad-- Merecen arder en el infierno por obedecer sus falsos dioses.
--Y lo harán-- coincidió Mørke, apoyando ambas manos en la mesa, recargándose en ella-- Más temprano que tarde-- sonrió. Las demás solo callaron, prestando atención-- He encontrado algo bastante interesante en uno de mis viajes... bueno-- se retractó, riendo de forma simpática-- Debo confesar que tal vez lo robé de por ahí.
Empezó a rebuscar en la manga de su túnica. Cuando encontró ese algo, lo exhibió frente a todas las brujas: un pieza alargada de madera, con diversos detalles tallados en ella, media aproximadamente treinta centímetros y tenía una empuñadura de metal bastante elegante; el resto era de una suave, fina y exquisita madera, bastante perfecta que parecía no ser del todo real. Todas las heks abrieron los ojos como platos.
Era una tryllestav.
Una varita mágica.
Una bruja se levantó de la mesa de golpe, haciendo mucho ruido.
--¡¿De dónde la sacaste?!-- interrogó, apuntando hacia la varita con un dedo largo, huesudo, nudoso. Mørke sonreía con emoción.
--Ya te lo dije, se la quité a alguien-- se encogió de hombros, sosteniendo la varita por lo largo, con ambas manos-- Al parecer soy un lys, ¿buena suerte, verdad?
Astrid no cabía en su asombro, incluso Stormfly había alcanzado a ver el artefacto mágico que tenían enfrente. La dragón se revolvió en el bolso, inquieta por el porvenir.
--¿Desde hace cuánto que la tienes?
--Ayer... Por eso volví tan rápido.
--¡Creí que estabas buscando un lugar donde vivir!-- chilló Prudence, también levantándose de su lugar.
--Maldita bruja con suerte-- mustio una mujer a un lado de Astrid. La rubia le miró con desprecio.
--Creo que no entiendes el significado de esto, Prudence-- respondió con voz dura la pelinegra, haciendo que, su sobrina ahora alternará la mirada entre ambas-- ¿Sabes lo que es esto?
--Sí, sí... Una varita mágica-- la voz de Prudence estaba plagada de sarcasmo. A pesar de su nombre, no era la más prudente de todas.
--Y el artefacto más poderoso que existe en la Tierra-- completó Mørke, jugueteando con la varita-- Todo lo que desees es posible con esto, todo... Incluso gobernar una isla.-- explicó, mirándola de reojo-- Vida eterna, riquezas, traer a alguien a la vida. Lo que sea.
--¿Quieres decir que eso nos sacará de aquí?
Había sido Astrid la que había formulado esa pregunta. Todo el aquelarre se volvió hacía ella, mirándola con dureza, a Astrid no pareció importarle mucho aquello.
Mørke la miró durante un rato y alzó una ceja.
--Sí-- dijo la líder con un hilo de voz, observando directamente a su familiar. Había cierto orgullo en su mirada-- Con esto, nada ni nadie podrá detenernos... Ni el vikingo más grande y fuerte podrá ser obstáculo para la tryllestav. Por fin, después de mucho tiempo, el archipiélago puede volver a ser nuestro... y del señor oscuro, claro.
--¿Y qué es lo que esperamos?-- cuestionó la bruja de manos huesudas. Su voz era desagradable y vieja.-- ¡Vamos a por ellos!
Las heks empezaron a levantarse, alisando sus túnicas, limpiándose las comisuras de los labios y sin parar de hablar, nerviosas, llenas de emoción. Astrid no se movió, estaba completamente sorprendida.
¿Recuerdan lo del bautismo? Pues el mío es mañana por la noche.
--Yo no iría sin un plan-- Mørke había vuelto a sentarse en su lugar, varita en mano. Dicho esto, las brujas se volvieron para mirarle, en silencio, deteniendo los murmullos.-- Tengo una pequeña isla en mente con la que podemos empezar. Deben estar en la ruina a esta hora, y es buena idea empezar con ellos-- sugirió. Murmullos de nuevo, algunos en desacuerdo, otros... También, solo que las dueñas de estos estaban ansiosas por desatar el caos.
--¿Qué?-- la voz de Astrid sonó casi inaudible.
--Berk.--anunció la pelinegra sin cuidado.
Las mujeres soltaron un bufido. Berk era la peor elección que su líder podía hacer. Es más, era más genial adueñarse del asqueroso mercado del norte. Hasta las más jóvenes lo sabían.
--¿Ese trozo de piedra flotante?-- escupió Tålmodighet con desprecio a pesar de que su voz era tranquila.-- Ese lugar es mil veces más frío y húmedo que un hielo.
Mørke rio, como si la muchacha hubiese dicho un chiste muy bueno.
--La chica tiene razón, es un trozo de roca que no vale nada-- intervino la señora Weeks, era una mujer de grandes mejillas y ojos pequeños. Cuando se reía, contraía su gorda nariz, dándole el aspecto de un cerdo-- Tal vez lo único rescatable de ahí sean los niños, para comerlos...
--También tienen ovejas, Lilian-- observó Mørke, todavía riéndose sola.
--¿Por qué Berk?-- intervino alguien, Astrid no supo identificar quien.
Mørke seguía sonriendo, se encogió de hombros, dando a entender que la razón era muy normal.
--Me la deben. La maldije una vez, jure que tomaría venganza contra todos sus asquerosos habitantes-- relató Mørke, para asombro de su sobrina. Ella no tenía ni idea de eso-- Además, sé de muy buena fuente que ahí vive un furia nocturna.
¡Un furia nocturna!
Los furias nocturnas son las criaturas más mágicas que existen. Con eso quiero decir que todo en ellos sirve para la magia, sus escamas pueden curar cualquier enfermedad, hacer que cualquier poción funcione, mientras que su saliva es perfecta para una poción de generación. Es de las más efectivas y de mejor calidad que existen.
Sus dientes son cosa aparte. Los libros dicen que si logras matar uno con los dientes fuera de sus encías, así como teniendo el conocimiento suficiente, puedes crear una tryllestav con ellos.
Los furia nocturna eran geniales. Pero casi no hay, es muy difícil encontrar uno en estos tiempos. Unos dicen que están extintos.
Y otros, que están en una especie de mundo oculto debajo de la tierra y el mar.
--¿De qué...?
--Lo verán cuando lleguemos-- Mørke se levantó-- Partiremos hoy a media noche.-- aviso, dándose golpecitos con la tryllestav en el dorso de la mano-- Y háganlo para no volver.-- luego, reparó en Astrid, quien la seguía mirando expectante-- ¡Ah! ¡Helga, hermana!-- llamó de improviso a la mujer más anciana del aquelarre--Ten todo listo para un bautismo oscuro. Mi sobrina tendrá el mayor honor de todos... Matar a la mejor de las bestias.
Astrid abrió los ojos como platos. Sin querer, dirigió una mano hacia el bolso de cuero, donde Stormfly se había escondido nuevamente.
--Y no será cualquiera, corderito-- añadió con ternura maternal, que aunque sutil, denotaba demasiado orgullo-- allí, hay tantos dragones. Seguro podremos encontrar un Furia Nocturna.
Las brujas hicieron un sonido de tomar aire, sorprendida.
--Bruja hija de...-- mustio una chica.
Astrid se sintió en las nubes. Y al mismo tiempo, la abordó un estrés sorprendente.
.
Valka estaba cansada. Tenía lágrimas en los ojos y el cuerpo lo sentía de gelatina, no se veía capaz de moverse en los próximos días.
Traer a un niño era demasiado cansado.
Gothi, de forma servicial le pasó una especie de té que la relajó al instante, cosa que agradeció profundamente. Habían sido demasiadas emociones en una sola noche. Su bebé había nacido una hora después de ser prácticamente maldecido... o al menos eso le parecía lo que había dicho Mørke. Inhalo aire, preocupada, venciendo las hierbas que intentaban calmarla.
--Mi bebé-- balbuceo, tratando de levantarse. Gothi la detuvo en seco-- Mi bebé-- repitió, esta vez más fuerte, alarmada. Tembló y apretó con fuerza la mano de la anciana, en busca de una respuesta rápida.-- ¿Donde... donde...?
La puerta se abrió, revelando a un hombre robusto, con una pata de palo y un garfio. Era rubio, con un bigote largo, se veía que le faltaban varios dientes. Detrás de él estaba Stoick, sosteniendo un paquete de mantas, que en sus enormes brazos se veía ridículamente minúsculo.
Valka contuvo la respiración. Miró a su esposo exigiendo una respuesta.
--Es pequeño, pero vivirá-- informó el hombre rubio. Stoick se acercó a Valka, con cautela.-- Y casi no llora.
--Lloró cuando salió-- lo contradijo Valka.
--Sí, pero se calmó demasiado pronto-- el rubio se colocó a un lado de la völva.
--Deja de asustar a mi esposa, Gobber-- le regaño Stoick al hombre. Este solo volvió a encogerse de hombros mientras gruñía. Se dirigió a su esposa, pasándole el pequeño bulto-- Tiene tus ojos, Val.
Valka sostuvo el montículo, aparatando con delicadeza las mantas que lo cubrían. Ahí estaba su hijo, su bebé, la pequeña persona con la que había soñado tantas veces. El pequeño culpable de que ella comiese tantos bizcochos a la media noche y el que se ponía inquieto cada que su padre no estaba; dormitaba hasta que sintió el cambio de temperatura. Abrió los ojos para toparse con los de su madre, reveló que tenía ojos verdes, no tan azulados como los de Valka, cierto, pero eran verdes a fin de cuentas, las pecas salpicaban el pequeño rostro rosado, el cabello castaño le caía por la frente, pero era tan delgado que solo rozaba la piel con suavidad.
Ella no pudo imaginarlo mejor. A pesar de ser bastante pequeño, se le veía fuerte, tranquilo y sano; arrugó la nariz, bostezando perezosamente para regresar a su sueño. Tal vez no se daba cuenta de la gravedad de la situación anterior, ni parecía importarle demasiado el hecho de haber salido antes.
La mujer lo acuno entre su pecho y sus brazos, derramando lágrimas. Era tan perfecto. Tan frágil. Tan... débil. Necesitaba ser protegido o no sobreviviría en ese mundo de vikingos rudos y grandes. En ese mundo repleto de dragones.
--Dormirá mucho los próximos días. En lo que se desarrolla un poco-- murmuró Gobber a Stoick, quien asintió, todavía observando como su mujer mimaba a su primogénito.--No hay nada que un poco de leche materna y muchas mantas no pueda arreglar.
Valka sollozo con fuerza, sin embargo el bebé no reaccionó ante eso. Siguió impasible, dormido. La castaña temió que no despertará.
--Es tan pequeño...-- murmuró con voz pastosa. Stoick le paso una mano por la espalda, tratando de calmarla-- No va a sobrevivir mucho tiempo. Stoick, esto es mi culpa...
--Por supuesto que no, Val-- respondió el hombretón rápidamente, limpiando las lágrimas de su mujer-- Él va a ser un hombre grande y fuerte con el tiempo.--aseguró, con la voz llena de esperanza-- Ya lo veras, será el mayor guerrero de Berk. No habrá vikingo en esta tierra que no lo respete.
Valka sorbió por la nariz. Stoick tenía razón, el pequeño no podía ser juzgado tan pronto. Todos los bebés eran pequeños, ¿qué no? Pero, aun había una cosa que la inquietaba demasiado.
--¿Y qué hay de Mørke y su maldición?-- atajó, Stoick alzó las cejas. No le había dado tanta importancia hasta ahora-- Dijo que se convertiría en un... en un...
Buscaba recordar lo que la heks había dicho que su hijo sería. Aquel nórdico que usaba era diferente al que ellos hablaban.
Gothi empezó a dibujar y Gobber a traducir. Cuando la anciana terminó este alternó la mirada entre ella y la pareja, preocupado. Los nervios de Valka le revolvieron el estómago e hicieron que le doliera como si tuviera punzadas. Abrazó al bebé con más fuerza.
--Pues... si tiene una... eh, pequeña maldición-- el hombre se veía apenado. También triste. Ese bebé era como su sobrino debido a que Stoick era como su hermano.
Valka volvió a llorar con más fuerza. Stoick solo hizo una mueca, casi imperceptible.
--¿Y de qué se trata?-- el hombre pelirrojo titubeó, nervioso, asustado, triste... Stoick The Vast no sabía exactamente como se sentía en aquel momento.
La anciana dibujó en la tierra de la choza con su bastón con la mirada fija y el rostro sin ninguna expresión aparente. Gobber la observaba nervioso, esperando que no fuese nada grave, o nada... vamos, nada que se considerase como un caso perdido. Cuando terminó, resultó que había hecho un dibujo perfecto de un dragón, así como escrito en el idioma de siempre: natt raseri.
--¿Un dragón?-- cuestionó Gobber en voz baja, tratando de identificar el dragón-- Gothi, ese no es un dragón normal, ese es un...
--Un furia nocturna-- reconoció Stoick. Valka alzó la mirada, sorprendida.-- Mi hijo se convertirá en una bestia... ¡En un dragón!
Se levantó furioso, esta vez, el grito sí alertó al bebé, quien empezó a llorar a todo pulmón. Valka, en un intento de tranquilizarse y tranquilizar a su bebé, empezó a arrullarlo todavía con la voz rota y las mejillas llenas de surcos.
Stoick se quitó el casco, lo arrojó contra una de las repisas de la völva, causando un gran estruendo. Golpeó una pared y la cabaña entera tembló por la magnitud del golpe.
--Cálmate, lo estas asustando-- imploro Valka a su esposo. El bebé no dejaba de llorar, con la misma intensidad, Stoick se giró para mirarle furioso, pero al mismo tiempo, con los ojos repletos de lágrimas.-- Es mi culpa, Stoick... no debí confiar en ella, lo siento tanto...
--Val, no es verdad.-- repuso él, con voz fuerte, cargada de impotencia-- Yo debí cuidarte, no debí dejarte sola. Ni mucho menos dejar entrar en nuestra isla a esa...-- no completo la oración, por respeto a la anciana, su esposa y el bebé. Gobber le dio una palmada en el hombro, mostrando su apoyo.-- Si hubiera hecho lo correcto, él estaría sano y salvo.
--De hecho, Gothi dice que hay algo que se puede hacer-- intervino Gobber, acercándose nuevamente a Gothi, quien asintió. Dibujo algo rápidamente en el suelo-- Ella dice que no tiene el poder suficiente para acabar con la maldición. Pero si puede convertirla en una ventaja.
--¿Ventaja?-- cuestionó Valka, sintiendo que la preocupación bajaba un poco. Gothi asintió.
--Sí... Esperen-- pidió Gobber, leyendo en silencio la explicación que la anciana escribía. El pequeño bebé dejó de llorar tan fuerte, pero seguía tan asustado que buscó el pecho de su madre, tratando de encontrar el sonido tranquilizador de su corazón, tal como su instinto lo marcaba. Y quizás buscaba algo de comer.
Gemía, nervioso. Stoick se quedó plantado ahí, esperando. Sentía mucho el haber asustado a su pequeño hijo, pero sentía más no haberlo protegido cuando pudo.
Ahora ese pequeño tendría que pagar el precio.
--Ah, ya veo-- dijo Gobber al fin, junto ambas manos, dispuesto a explicarle a la pareja-- Escuchen, esa bruja maldita le lanzó una maldición de conversión al pequeño--informó-- ¿Alguna vez han escuchado la leyenda de los hombres lobo? ¿O la del dragón que cada que mordía a alguien se transformaba en un dragón también?
"Pues este caso es similar.
"El pequeñín será normal. Comerá normal, dormirá normal (eh, en lo que cabe, puesto que todavía es muy pequeño) y hará las mismas cosas que un bebé normal haría. El problema será cada que le dé la luz de la luna... Este se convertirá en un mortífero furia nocturna que podría destrozar la aldea y matarnos a todos en segundos.
Valka sollozo. Stoick solo tomó aire con fuerza.
--Pero Gothi puede moldear esa maldición. Modificarla-- añadió Gobber con optimismo-- Ella retrasará sus transformaciones, hasta que adquiera un poco que conciencia. Después de eso, él podrá transformarse a voluntad-- explicó, con una chispa de emoción.
--¿Y eso porque sería bueno?
--Stoick. Ese niño puede ser el protector de Berk. El fin con la guerra. La paz entre dragones y vikingos, ¿no lo ves?-- Gobber lo tomó de los hombros-- Tendrá la fuerza de cien hombres. Será tan poderoso que nada ni nadie podrá detenerlo. Piénsalo. Si el crece, amando Berk, él podría ser... maravilloso.
Stoick se lo pensó un momento, mirando a Valka mientras está amamantaba al bebé. Ella no tenía palabras, mucho menos él.
--¿Será... permanente?-- cuestionó el jefe.
--Eso me temo.
--¿Y si lo odia?-- preguntó Valka de improviso-- ¿Qué pasará si odia ser lo que es?
--No lo odiara, si lo sabe desde un inicio-- contradijo Gobber-- Además, lo odiara mucho más si no puede controlarlo.
En eso tenían razón. El bebé terminó de comer su ración y su madre lo levantó para hacerlo eructar, tal y como todas las mujeres le aconsejaron hacer una vez ella quedó embarazada. Lo colocó en su hombro, dando suaves palmadas. Tenía miedo de que fuera a romperse.
--Es algo justo-- Stoick habló mientras observaba a su nueva familia.--¿Qué se debe hacer?
--Primero el pequeño Haddock debe tener un nombre.-- sugirió Gobber-- Luego podemos empezar.
Stoick se acercó nuevamente a su esposa, le abrazó con fuerza mientras ella devolvía al bebé hacia su pecho.
--Es el más pequeño de todos los niños en Berk-- mustio el jefe. Valka asintió, dejando de llorar lentamente.
--Tu abuelo también lo era-- señaló Valka, recordando-- Le pusieron Hiccup porque había nacido mucho antes...
--Sí-- también lo recordó Stoick-- Y también le pusieron Horrendous porque... bueno, era horrendo.
Valka rio. Su bebé no era horrendo. Al contrario.
--"El más pequeño de la manada".
--Yo creo que le queda-- Gobber se metió en la conversación.
Valka asintió.
--Será el tercer Hiccup Horrendous Haddock en la familia-- dijo Stoick, con orgullo-- Y el primero en convertirse en dragón.
Valka sonrió, sintiéndose preocupada aun, pero con mucha más esperanza. El bebé los miró, con sueño.
--Hiccup, vas a ser un gran hombre. Y un dragón majestuoso.
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Ya quedo uwu
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Si llegaste hasta aca, ¡mil gracias! Los quiero :3
Pd: El maldito no me guardó el formato de palabras. Una disculpa :c
