CAPÍTULO 1: UN ENCUENTRO, TODO COMENZÓ AQUELLA NOCHE.
Caminaba por las calles de Nagoya bajo la luz de un tenue alumbrado. Se bajó del tren y se adentró en las avenidas pero caminaba sin éxito en círculos. El error de un amigo lo había obligado a salir imprevistamente de viaje, mas no le molestaba, por el contrario, había sido él quien se ofreció. Con papel en mano buscaba la dirección de la persona que ahí se indicaba; la información había sido proporcionada por nada más y nada menos que el hermano menor. La pareja preocupada por el erróneo envío, solicito a su buen amigo calmar las aguas al otro lado del continente, y así lo haría.
Solo en contadas ocasiones había tenido el gusto de ver en persona al dueño de las pesadillas de su mejor amigo; prácticamente conocía al sujeto por lo que su amigo llegaba a relatarle con horror, lo que para él resultaba bastante exagerado pero entretenido. Cuando tuvo al tirano frente a él por primera vez no pudo creer lo fácil que era de leer, era idéntico a como lo había imaginado, su actitud, su postura, para él era como una ventana abierta, no era difícil predecir sus actitudes tan cambiantes y su terquedad. Resultaba algo gracioso encontrar una persona tan reacia y renuente al cambio teniendo un hermanito tan "liberal". Después de tanto tiempo tenía que encontrarse con ese tirano y se preguntaba si habría cambiado un poco su actitud, pero lo dudaba.
- Alguien así no cambia fácilmente.
Pensó observando la dirección con una ligera sonrisa dibujada en su rostro. Miraba de un lado a otro buscando una señal que le indicará el camino pero parecía inútil. Estaba por llegar a una esquina cuando escucho a una persona gritar bastante molesta. Del otro lado se aproximaban un par de "amigos" discutiendo, uno de ellos estaba totalmente molesto y era muy persistente mientras que su superior solo ignoraba sus lloriqueos sin importancia.
- Esa voz… de alguna manera me suena muy familiar.
Asomo un poco su cabeza solo para encontrarse con la persona que buscaba, había resultado afortunado pues ahora él sería quien le indicaría el camino. Verlo tan enojado discutir con el otro chico le indico que, efectivamente, seguía siendo la misma persona de fuerte carácter, no había cambiado en nada.
- Lo sabía, es Souichi-kun.
El encuentro entre los tres tal vez había sido mera coincidencia pero solo uno de ellos aprovecharía la situación para su propio beneficio. Por lo que veía estaban teniendo una pelea por algo sin sentido, solo se quedó observando pues parecía que algo divertido podía ocurrir, quizá podía molestarlo con ello después, sabía lo fácil que el rubio perdía los estribos. Isogai observaba expectante mientras sentía que la conversación se tornaba algo rara. El pequeño kouhai tenía algo en mente que dejaría al espía con los ojos más que abiertos y a su Senpai vuelto un demonio.
- ¿Qué es esto…? Por alguna razón no se siente muy normal.
El chico acorralaba al tirano, dejándolo sin escapatoria. Veía como la bestia se congelaba y los gritos cesaban a la par que miraba fijamente a su acompañante. Si recordaba bien, Kurokawa había mencionado a una persona así, un chico que siempre estaba detrás del tirano y con gustos algo extraños, cosa que nunca había entendido, sino hasta entonces. El de bellos ojos esmeraldas tomo de la barbilla a su Senpai posando sus labios sobre los de su amor, dándole un efusivo beso.
- ¿Ehhh?... ¿Qué es lo que están haciendo esos dos?
La respuesta era más que obvia pero no podía creer lo que sus ojos veían. ¿Por qué alguien tan homofóbico como él permitía que le robaran un beso? No tenía sentido alguno. Si bien, en algún momento pensó que cedería y terminaría aceptando a Kurokawa como la pareja de su hermano, nunca pensó que Souichi fuera a cambiar tan radicalmente. ¿Acaso se había equivocado?
- ¡Esto debe de ser alguna broma…!
El beso que presenció era poco comparado con lo que estaba por venir. Morinaga no planeaba parar por más que su Senpai se lo pidiera. Su enojo era comprensible, Souichi no cumplía con los plazos acorados y ahora estarían algunos días separados, era demasiado para él. Pensaba pasar la noche juntos pero de un momento a otro sus planes se arruinaron y a Souichi poco le importó todo aquello. Si no podían estar juntos al menos lo complacería y escucharía su dulce voz como pago. Se escuchaban claramente los gemidos de placer junto a las interminables quejas.
Isogai veía la escena aterrorizado y confundido. ¿Cómo es que un hombre podía gemir así? Ninguna de las mujeres con las que salió antes emitía tales sonidos de placer. Como hombre no podía permitirse pensar que el chico fuera bueno en lo que hacía, eso significaría que era él quien fallaba como hombre al no saber complacer a una mujer. ¿Entonces era Souichi el sensible? Eso tenía que ser. A pesar de resistirse parecía estarlo disfrutando, pero ¿por qué? No era el quien decía que todos los homos debían de morir. En una situación normal hubiera golpeado a cualquiera que se le acercara demasiado hasta llevarlo a la muerte, por qué ahora cedía.
- ¡Ahhhhh…! El rubio dio su gemido final mientras que el menor lo veía con cara de malicia, estaba satisfecho con ello.
Mientras ellos se marchaban, detrás de un poste de luz se encontraba un desconcertado Isogai. Rebuscaba entre bolsillos sus cigarrillos, fumaría todos ellos hasta tranquilizarse y encontrar un poco de paz en sus pensamientos. Daba varias caladas mientras se iba tranquilizando.
- Irreal, no lo puedo creer.
Los hechos se reproducían en su cabeza, parecía un jovencito que acababa de ver una película porno prohibida. ¿Qué carajos es lo que había visto? ¿Acaso se trataba de un clon? Porque ni de chiste el tirano que conocía estaría haciendo eso. Sostenía su cigarro y exhalaba dejando ver una nube de humo.
- No podía evitar verlos.
Pesaba excusándose, como si alguien se lo fuera a cuestionar. La razón regresaba otra vez a su cuerpo y su cabeza empezaba a trabajar, sacando sus propias conclusiones.
- Bueno, bueno… quien lo hubiera imaginado.
Ahora lo pensaba mejor, el tirano había conseguido engañar por completo a todos. Pensó que la razón de odio hacía las personas de otra sexualidad no podía ser otra que el hecho de que él no aceptará la vida que llevaba. Probablemente estaba cegado por su propia vergüenza, queriendo ocultar un secreto que le aterraba otros descubrieran y no pudieran aceptar.
- Esta información puede resultar muy útil. Sonrió victorioso.
Pensaba en cómo podía usar esa nueva información mientras seguía los pasos de aquellos amantes. Morinaga no dejaba de pegarse a su Senpai y el otro se lo despegaba como podía, le resultaba muy enfadoso. Llegaron al condominio de los Tatsumi y el mayor saco prácticamente a patadas al otro, Isogai solo esperaba el momento perfecto para hacer acto de presencia.
La charla que tuvo después con el rubio había resultado bastante interesante, había encontrado una buena manera de divertirse y al mismo tiempo cubrirle las espaldas a su amigo; si abría la boca la reputación de Souichi quedaría por los suelos.
- ¿Con que chantaje? Así que eso es lo que es para Souichi-kun.
No podía negar o asegurar que estuviera hablando con la verdad, los hechos parecían contradictorios y él no parecía ser tan honesto ¿qué tipo de chantaje podía estarle haciendo para que se dejara tomar de esa manera? Seguro que todo era una mentira para sí mismo. Sintió un poco de lastima por el chico que antes lo acompañaba, seguro que le resultaba difícil lidiar con Souichi, aunque era digno de admirar que siguiera con vida conociendo lo violento que era.
Caminaba en dirección a su hotel cuando un desagradable recuerdo se presentó. Alcohol, una noche después del trabajo, un Isogai más joven junto a su amigo, una plática casual, un Kurokawa dormido y un latido que sintió en su corazón. Sacudió su cabeza ante tal pensamiento, no era algo placentero de recordar, tan solo una prueba que tuvo que superar. Miro a su alrededor en busca de un bar para beber, había que sacar esos pensamientos con alcohol. Probó entrando a muchos bares pero todos estaban repletos, al parecer había un tipo de festival o promoción de la que no estaba enterado.
- ¿Tendré que regresar al hotel?
Estaba derrotado. Esa noche estaba preparado para tener pesadillas, si es que su mente lo dejaba lo suficientemente en paz para dormir. Caminaba con resignación hacia el hotel cuando vio un letrero brillar, ese típico brillo de los letreros neón que todo bar tiene. Llamo su atención el poco ruido que se escuchaba salir de este a comparación de los otros por los que paso.
- No puedo creer que en verdad voy a entrar.
El establecimiento frente a él no era otro que un bar gay. Considerando que de alguna manera eso era lo que lo tenía alterado no le parecía la mejor opción, miro una vez más las calles repletas de gente y como estas seguían entrando sin parar, no tenía deseos de estar rodeado de gente en estos momentos. Miro la entrada, respiro hondo y se obligó a entrar, lo importante ahora era llenar su cuerpo de alcohol y no era como si realmente le molestara, estaba seguro de su sexualidad.
- Buenas noches, bienvenido.
El barman era quien lo recibía y con un gesto lo invitaba a tomar asiento en la barra. Dio una rápida mirada analizando por completo el lugar; no era algo tan fuera de lo común, solo que había hombres por donde viera y al parecer todos lo observaban entrar. Tosió para disipar la tensión y se sentó tranquilamente en la barra.
- ¿Qué te sirvo cariño?
Preguntaba alegre un joven de cabello castaño y ojos oscuros, era bastante normal y no había nada que resaltara en su persona, excepto por el acento con el que hablaba ¿en dónde lo había escuchado antes?
- Dame lo más fuerte que tengas. Contesto sin inmutarse y apenas mirando al otro.
- ¿Ehhh? ¿Por qué la actitud…? ¿Acaso hablo con un corazón roto? Comentaba tratando de sonar amable y entablar una conversación.
Hiroto analizaba la cara de Isogai, quien parecía estar un poco irritado. Su comentario había sido con buenas intenciones, así acostumbrara tratar con sus clientes, ellos se desahogaban y podían pasar un buen rato, sin embargo al otro le recorrió un escalofrío por la espalda. Isogai no pretendía seguirle el juego, no estaba de muy buen humor, cada vez que esos recuerdos regresaban se molestaba de sobre manera.
- Solo dame lo que pedí… ¿quieres? Tal vez siendo directo el castaño lo dejaría en paz y traería lo que ordeno.
- Bien, no tienes porqué enojarte.
Sin más rodeos Hiroto sacó una botella de tequila y sirvió un trago. Al instante Isogai ingirió la bebida como si de agua se tratase, impresionando un poco al castaño mientras pensaba «Espero que no sea de los que se quejan cuando se emborrachan» eso podía llegar a deprimirlo bastante pues habían ocasiones en que las noches se convertían en eternos quejidos, lloriqueos y conversaciones sin sentido. Al ver su vaso vacío le sirvió una ronda más y se dispuso a guardar la botella.
- Déjala aquí, algo me dice que voy a necesitarla. Le solicito mostrando una inconsciente sonrisa.
Después de verlo más tranquilo decidió dejar la botella. Las horas pasaban e Isogai seguía tomando como si no hubiera un mañana. Gran parte de la noche Hiroto atendía y platicaba con los demás clientes pero no dejaba de observar al extraño sujeto que había llegado. Él conocía a la mayoría de las personas que frecuentaban el bar o por lo menos los recordaba, pero jamás había visto a aquella persona, quizá era alguien recién llegado a la ciudad. De cuando en cuando Hiroto se pasaba por donde Isogai para ver que no estuviera muriendo de borracho pero ese no era el caso, parecía inmerso en sus pensamientos viendo la botella vacía. Solo cuando el bar estuvo casi vacío fue que se animó a hacer un segundo intento en hablar con el otro.
- Y bien… ahora si va a concederme el HONOR de decirme su nombre. Expresaba jugando tratando de sonar indignado. Isogai rio un poco al verlo.
- Isogai. Creó que fui un poco grosero al llegar, me disculpo por eso.
- No, creo que yo tampoco debí de hacer ese comentario pero es lo que acostumbro.
La conversación era amena e iba tomando buen rumbo, en poco tiempo platicaban como viejos amigos, aunque Hiroto decidió ya no hacer preguntas que fueran personales o que pudieran molestar a su nuevo cliente, tal vez con algo de suerte él mismo se lo diría. Luego de un rato la conversación paro, la hora de cerrar estaba por llegar y Hiroto tenía que dejar todo en orden. Limpiaba mesas, barría y secaba tarros y copas. Por un momento había olvidado que un cliente permanecía todavía en la barra, lo busco con la mirada y se dirigió a él para decirle que era hora que fuera a casa.
- Disculpe, ya es tarde y…
Al acercarse y mirar su rostro se dio cuenta que estaba dormido, su aviso había llegado tarde. Intento moverlo pero no tenía efecto en él, lo más seguro era que despertará hasta el amanecer y con una increíble resaca.
- N-no te vayas… por qué… tienes que irte. Murmuraba.
Esas palabras captaron totalmente su atención, de alguna manera se escuchaban muy tristes y ocultaban un gran sentimiento, solo Dios conocía el sufrimiento que había tras aquella frase.
- ¿Un amor no correspondido?
La expresión que se dibujó en el rostro de Isogai era tan parecida a la persona que años atrás había hecho latir su corazón pero que no lo dejo ir más allá de una noche de pasión. Ni siquiera así pudo robarle un beso de sus tercos labios, solo fue una noche más de sexo.
- Tal vez… esta vez yo pueda…
¿Era el destino quien había preparado este encuentro?
Continuará…
