Era de noche y Sesshomaru se encontraba con su espalda contra un árbol que movía intensamente sus hojas por el viento, tenía sus ojos cerrados pero no estaba durmiendo, Rin ahora podía saber cuándo estaba despierto. Así que se sentó a su lado, rodillas contra su pecho y barbilla apoyada en la misma.

Estuvieron segundos sin hablar. Hasta que Rin decidió hacerlo.

— Me gusta la luna —Espetó.

Sin embargo su mirada no se reflejaba a ella sino al demonio que abrió un ojo para observarla en curiosidad. Rin enterró mas su barbilla en sus rodillas y abrazó con más fuerza sus piernas para que no se visualice el color carmín que tiño sus mejillas.

— Para mí tú eres como la luna...

Sesshomaru se le quedo mirando en señal de que continúe. De que diga la razón.

— Es... porque cuando te conocí... —Hizo una pausa y lo siguiente lo dijo con voz baja y suave como si murmurara. Aun así, Sesshomaru lo oyó, al tener un sentido auditivo más desarrollado.

"Tú fuiste como un rayo de luz..."

El demonio abrió sus dos ojos en sorpresa y giro su cuello en su dirección para observarla.

— Estuve tanto tiempo sola, que tú fuiste mi esperanza de ya no estarlo —Continuó en un susurro— Aquella vez, te seguí porque no quise perderte —Declaró— Y tú... me dejaste hacerlo... tú me salvaste... gracias.

— No tienes que agradecerme —Su voz sonaba fría— Lo de esa vez fue un experimento —Refutó— Podría haberte dejado ahí tirada que te coman...

— ¡Pero no lo hiciste! —Replicó— Y... y la segunda vez no tenías por qué salvarme y aun lo hiciste, y-yo... —Su voz se trababa múltiples de veces, la cara le ardía al solo posar sus ojos marrón a los del demonio— Yo soy muy feliz por el hecho de verte una vez más, por permitirme eso.

Se mordió los labios, agradeciendo que a pesar de que la luna los iluminaba, la noche, hacia suficiente oscuro el ambiente para que su sonrojo no se note.

— También... —Inició—Me gustaba el hecho de poder pensar que me salvaste porque me querías.

— Lo hago.

Esas palabras desconcertaron a Rin, no se lo esperaba. No obstante a pesar de que era raro, ella sabía de qué modo se las decía. Por esos, sus labios se curvaron hacia arriba, dibujándose una leve y triste sonrisa.

— Pero no de la misma forma que yo... ¿Verdad?

En eso, ella alzo la cabeza y lo vio fijamente a sus ojos. Esos que emitían un brillo en señal de esperanza y desolación, al conocer la respuesta.

— Porque tú eres como la luna.

Argumentó y Rin podía enumerar cada una de las características de la luna, pero la que había una que era la que más le dolía...

— Inalcanzable.

Sus ojos comenzaron a cristalizarse, no era solo un brillo, era agua acumulada que se negaba a salir enfrente de Sesshomaru.

— Y no importa lo que haga siempre será así, aun si ahora crecí, yo... yo sigo sin poder alcanzarla...

El semblante de Sesshomaru era impasible, Rin no podía ver ningún rastro de que sentía amor -no fraternal- por ella.

No veía nada.

De repente y sin previo aviso, Rin sintió como los dedos largos y finos de su señor, se cernían en su muñeca y la tironeaba hacia delante, a su rostro, a sus mejillas donde se encontraban esas marcas de color lila. Las yemas de sus dedos rozaron levemente su piel y su mano comenzó a estremecerse ante ese suceso.

— Me puedes tocar ¿Cierto?

Ella asintió temblorosa por ese contacto y mucho más al ver los ojos de Sesshomaru que poseían un brillo desconocido.

— Entonces no soy inalcanzable.

Al pronunciar esas palabras sus ojos dorados y todo su rostro, empezó a aproximarse a la joven, Rin mucho más nerviosa que antes, cerró los ojos con fuerza, sintiendo a los pocos segundos como los labios de su señor se posaban en los de ella.

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Lo que sucedió a continuación, la luna -majestuosa y alta en el cielo- fue la única testigo.