Schützen

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Paso las yemas de sus dedos por encima de las letras gravadas en la madera oscura, era fuerte y dura de un cafe negruzco, posteriormente, acaricio la delgada pero letal hoja del puñal con pasipornia el cual reflejaba su expresión consternada.

— ¿No estas a gusto? — pregunto la fémina mayor observándole con calma mientras colaba unas semillas dentro de una canasta.

Falco enfundo el arma dentro del cinturón de cuero.

— Lo esperaba de mi papa incluso de alguno de los oficiales pero no de ella — respondió una vez que dejo el objeto a un lado.

— Pareces mas preocupado que decepcionado — obvio limpiándose las manos con un pañuelo.

— No desacredito el esfuerzo que le llevo haciéndolo solo...— hizo una pausa intentando identificar las palabras correctas que pudiese expresar las sensaciones y pensamientos que lo invadían pero abandono la tarea resignándose a la nada.

— ¿Te incomoda el hecho de quien te lo dio o el uso que podrías darle? — cuestiono, Falco se puso de pie ajustando el cinturón dispuesto a seguir a la mujer sin embargo, la comerciante le miro en espera de una respuesta aunque ni bien él supiera.

— Un poco de ambas, supongo.

La morocha asintió e invito al pequeño rubio a sentarse en una de las sillas disponibles en el disminuido patio. Falco la siguio acariciando distraídamente el mango del puñal.

— ¡Cuando lo uses, piensa en todo el esfuerzo que puse en el!

— ¿Te asusta?

— ¿He?

— Te asusta lo que ella hace.

Los orbes celestes se prendieron de los contrarios, el consuelo de palabras compresivas y silenciosas colándose en el ambiente. Le tembló el labio de un asqueroso sentimiento de impotencia.

— Es una imprudente, no piensa en lo que hace y es demasiado testaruda yo...— las siguientes palabras se le atoraron en la garganta siendo consciente de lo que decía y hacia, sin darse cuenta había hecho puños sus manos.

La mujer seguía sentada observando cohibida sus movimientos nerviosos y palabras apresuradas.

— No me preocupa lo que haga, al final de todo este entrenamiento... ambos haremos las mismas cosas bajo las mismas ordenes.

No había pensado como tal en la vida, encontrarle un significado ahora mismo sería imposible pero no se sentía preparado para quitarle ese derecho a un ser humano mas sabía que el destino no deparaba un futuro tranquilo y que si quería seguir vivo tenia que ser fuerte a si tuviese que pasar por encima de otros. De nuevo, la impotencia acudió a él.

— No me preocupa lo que haga bueno si pero-

— Hay algo peor — termino por él. Falco asintió.

— Sus ideales la han llevado hasta este punto, no hay manera de que ella se eche para atrás — curvo sus labios divertido ante la imagen de ella mostrando todos sus dientes en una sonrisa despreocupada con los tintes infantiles que la caracterizaban.

(— Realmente...)

— Me preocupa lo que pueda pasarle, estoy seguro que ni siquiera toma en serio lo que es morir en batalla esta tan metida en sus fantasías como guerrerera que no presta atención a lo que hace...yo...

No quiero que se convierta en el titán acorazado, no quiero que se vaya, no quiero que me deje atrás.

— No quiero que le pase algo malo.

Porque incluso en un mundo tan caótico y efímero como ese, ella quería seguír a su lado, porque incluso con la sombra de la muerte tendida sobre sus hombros ella quería estar a su lado, porque incluso sabiendo lo que estaba mal, lo que debía y no hacer, ella quería estar junto a él…

…¿Verdad?

Ella, ella solo queria...estar con él porque lo amaba ¿no es cierto?

Era su familia, su única y preciada familia.

Quiero protegerla. Y si tengo que pasar por encima de ella y todos sus ideales lo haré.

Dedos trémulos acariciaron su cuello, perdida en memorias de antaño y la nostálgica apretujo su pecho ante la asfixiante necesidad de calor.

— Si puedes cargar con el peso de la muerte..

( — De mancharte las manos de sangre y seguir a si, peleando, por que es la única forma en la que podrás alcanzarla de saber que ella no va esperarte si la situación cambiara

¿Estas seguro?¿Seguirás adelante pese a eso? )

— Es por su bien, la protegeré — la firmeza de aquellas palabras le removieron un recuerdo suprimido por el miedo e incertidumbre del mañana.

— Feliz cumpleaños, Falco — dijo bajito y le regalo una débil sonrisa, la mejor que pudo formar en su boca queriendo igualar el dulce del pequeño postre que sostenia en sus manos.

Por que...aún así él...

Falco regreso el gesto de igual manera.

— Felicidades para usted también, Mikasa.

Por que, había encontrado aquella llama en su ser, titilando con las pocas fuerzas que le quedaban, por que Falco tenia el mismo deseo que ella y por que él quería seguir y ella no.