La Flor del Desierto
*Ikhny Shy
Summary: Levy le lee a Lucy un libro. Gajeel, preocupado por la amenaza de Raven Tail sigue a la pequeña maga siendo oyente obligado de su historia, pero dentro su mente el Dragon Slayer cambia un poco el relato situando a todo Fairy Tail en un desierto. Quien diría que Gajeel tiene tanta imaginación! GaLe y NaLu,
La historia se sitúa durante los Juegos Mágicos.
Todo lo que está en Cursiva es lo que Gajeel está imaginando.
Fairy Tail y sus personajes pertenecen a Hiro Mashima!
La historia "La Flor del Desierto"no sé si existe, pero me suena familiar…
Levy entró tímidamente a la habitación, asomando su cabeza por la puerta mirando con una pequeña sonrisa a su amiga, quien estaba sentada en el borde de la cama, apretando las sábanas con sus manos, fijando sus ojos en el suelo, seguramente todavía lamentándose por la derrota sufrida ese día ante Flare de Raven Tail. Solo unos minutos atrás, las dos estaban en el salón disfrutando del alboroto habitual de Fairy Tail, pero la maga de escritura sólida sabía que las heridas internas de Lucy aún estaban frescas
-Lucy… - La llamó con voz suave y baja. La rubia sintió su llamado pero no volteo, sus hombros antes rígidos, parecieron relajarse un poco. –Vine a ver como estabas… -
-Estoy bien. – Murmuró sin sonar muy convincente. Levy cerró la puerta tras de sí acercándose a su compañera. En sus manos llevaba un libro no muy grueso que apoyó sobre su pecho abrazándolo. –Solo un poco cansada. –
-Sería mejor si te recostaras e intentaras dormir. – Sugirió la pequeña maga deteniéndose delante de su amiga y agachándose para estar a la altura de su mirada. Lucy le dedicó una sonrisa leve.
-No tengo sueño. No creo que pueda dormir… -
-Me imaginé. – Respondió con una pequeña sonrisa. -Traje un libro. – La maga de cabello azul le mostró el tomo que capturó la atención de Lucy. –Cuando estoy preocupada o triste… me gusta leer y… -
-Todo el tiempo te gusta leer, Levy. – Bromeó la rubia.
-Cierto… - Concedió la otra con una risa. –Creí que tal vez, te ayudaría a sentirte mejor. –
-Te lo agradezco, Levy… Pero no me siento con ganas de leer ahora. –
-Te entiendo. – Levy bajó la mirada y volvió a abrazar el libro. Permanecieron en silencio un momento, otra vez Lucy volvía a deprimirse por lo sucedido. –Si quieres… puedo leértelo. –
-¿Leérmelo? – Lucy inclinó la cabeza a un lado y Levy le sonrió ampliamente.
-Sí, acuéstate en la cama y yo te leo la historia, así te será más fácil dormir. –
-Levy, no soy una niña. – Le dijo aún riéndose mientras accedía a levantarse de su lugar siendo tironeada del brazo por una muy sonriente Levy.
-¿Qué tiene que ver? Verás que esta historia te gustará mucho! –
Lucy consintió a la insistencia de su compañera, apartando las mantas de su cama y acostándose en ella. Levy la arropó gentilmente, acentuando la broma de tratar a su amiga como una niña, ambas rieron de la situación aliviando levemente el humor de la maga rubia. La peliazul acercó una silla al borde de la cama y aspirando ampliamente abrió el libro, se sentía algo nerviosa, pues sería la primera vez que tendría audiencia para leer…
-Se titula, La Flor del Desierto. –
Antes que la chica comenzara con la narración la puerta de la habitación se abrió con un movimiento brusco. Ambas magas saltaron en sus lugares por la sorpresa, pero se calmaron al ver quien entraba.
Gajeel ignoró sus miradas cuestionadoras y se echó pesadamente sobre la cama extra que había en la habitación. Apoyó su cabeza sobre sus manos que colocó cómodamente detrás de su cabeza y cruzó sus pies extendiendo sus piernas a lo largo de la cama. Su mirada se fijó en el techo, con aire desinteresado y casual.
Las magas se miraron entre ellas y luego volvieron su atención al Dragon Slayer, quien simulaba que no estaban allí mirándolo.
-Gajeel… - Comenzó Levy con un tono que parecía una pregunta, pero que no lo era.
-Qué rayos haces aquí? – Completó Lucy.
El mago de hierro las miró de costado y se encogió de hombros en un gesto despectivo.
-El Maestro me envió aquí. –
-El Maestro? – Preguntó la rubia desconfiada. Gajeel chasqueó la lengua y la ignoró. –Porque? – El mago continuó ignorándola. –Gajeel, puedes decirnos porque te envió? – El mago no respondió nada y Lucy sintió el impulso de arrojarle algo, la actitud del joven estaba irritándola.
-Está bien, Lucy… si el Maestro lo envió… - la rubia miró a su amiga, quien le dedicaba una pequeña sonrisa conciliadora.
-Es que no se lo creo… - Le susurró acercándose lo más posible a ella.
-Y porqué iba a estar aquí si no fue obligado? – Preguntó la maga de escritura sólida. Lucy suspiró, realmente su amiga no se daba cuenta de nada…
Gajeel había escuchado la conversación en voz baja de las chicas, pero se obligó a permanecer en silencio y mostrarse indiferente. Su intención no era pelearse con ninguna de las dos magas y no quería acabar siendo botado de la habitación por provocar la ira de la maga rubia, por lo que permaneció inmóvil allí echado con la vista lejos de ellas.
Levy suspiró y acarició las hojas abiertas de su libro, la presencia del mago de hierro había atraído una timidez que antes no tenía, que él oyera la historia, la escuchara leer le resultaba vergonzoso. La mano de Lucy se posó cálidamente sobre la de ella, atrayendo su atención y le dedicó una sonrisa.
-Ignorémoslo. Me lees la historia, Levy? –
La aludida, asintió levemente y pasó la hoja. Sus ojos se fijaron en la primera oración y se obligó a concentrarse en la lectura, ignorando la presencia inesperada de Gajeel. Antes de lo que se hubiera imaginado su mente comenzó a enfocarse más y más en las palabras escritas, las imágenes que concedía el libro bailaron en su conciencia haciendo que todo lo que estaba a su alrededor se desvaneciera (Gajeel incluido), su voz escapaba de su garganta casi instintivamente y sus ojos se adelantaban al relato ansiosos por saber antes que ocurría. Levy y Lucy se habían adentrado tanto en la narración que se habían olvidado por completo del Dragon Slayer.
El mago, quien al principio chasqueó la lengua molesto y se tentó de hacer algún comentario despectivo respecto a la lectura de la chica, pronto se encontró a sí mismo hipnotizado por la voz de Levy, tan dulce y suave y a la vez con distintos matices que daban a la historia diferentes texturas. Sin siquiera darse cuenta, la mente de Gajeel lo había transportado al interior del relato, sintiéndose extrañamente identificado con el personaje principal. El mago cerró los ojos y pronto en su mente se dibujó un desierto ardiente, incluso en su cuerpo podía sentir el calor abrasador que se describía en la narración de Levy…
El sol golpeaba con fuerza el suelo arenoso del interminable desierto, el viento traía granos de arena ardientes que para su piel lastimada se sentían como chispas de fuego. Su cuerpo comenzaba a rendirse ante la crueldad del calor, sintiéndose pesado, débil y perdido. Sus pies descalzos ya lacerados por el ardor del suelo se hundían en la arena y se arrastraban sin fuerzas necesarias para levantarlos de la superficie. Sus hombros pesados impulsaban su cuerpo hacia delante haciéndole tropezar con sus propias extremidades. Sus ojos incapaces de retener la imagen monótona de su entorno nublaban su visión y se cerraban tentados a rendirse. Sus oídos se llenaban exclusivamente del sonido del viento sumado a un zumbido aturdido. Su garganta seca, dolorida y áspera le traía solo el sabor de la arena, obligándolo a ser consciente de su necesidad de agua fresca. El viajero se esforzaba por continuar su camino, pese a las protestas de su cuerpo, no se permitía rendirse a la crueldad del desierto, para él el clima no podía vencerlo…
Pero lamentablemente, la naturaleza tenía todas las armas para derrotarlo, no había nada que pudiera hacer cuando sus piernas se vencieron y cayó de cara en la arena. Su boca abierta, incapaz de encontrar la fuerza para cerrarse, dejó entrar los granos dorados que carcomían sus lastimada garganta. Intentó arrastrarse, haciendo fuerza con sus brazos, pero no pudo avanzar demasiado antes que éstos también se rindieran. Solo le quedaron sus manos, que aferrándose a la escurridiza arena tampoco tenían la fuerza para ayudarle a avanzar. El sol lo golpeaba con violencia desde la altura, casi burlándose de su infortunio. El viajero sintió su cuerpo arder en llamas antes que sus ojos finalmente se cerraran y el cansancio lo liquidara. Su lucha contra el desierto había terminado y él no había tenido ni una mínima oportunidad de dar batalla.
Sintió que el calor de su cuerpo mermaba y una sustancia fría y deliciosa se abría paso entre la sequía de su garganta calmando el ardor de su interior como un arroyo. No tenía fuerzas para moverse ni abrir los ojos, sus oídos todavía estaban inundados por el zumbido intenso del aturdimiento y cansancio. Una especie de paño húmedo viajó por su torso desnudo bajando la temperatura exagerada que había atacado su cuerpo. Su boca se movió con un gesto de deseo, leve, débil pero anhelante por volver a probar el líquido del que estuvo privado por tanto tiempo, el líquido que poco a poco traía vida a su cuerpo. Cuando su sed fue apaciguada, su conciencia volvió a abandonarlo cayendo en un sueño profundo. Su boca delineó una muy pequeña sonrisa de victoria… había vencido al desierto.
La segunda vez que volvía a despertar, tampoco fue capaz de abrir los ojos. Su cuerpo le dolía por el agotamiento, entumecido por el tiempo quieto bajo el calor, por lo que tampoco se podía mover, pero al menos un olor diferente se colaba en su nariz, un aroma sutil y fresco… olía a flores mezclado con algo más que no podía identificar. A sus oídos, en los cuales ya no retumbaba con tanta intensidad el zumbido (pero aun estaba), llegó el murmullo de un canto, una voz suave y delicada que pertenecía a una mujer joven. El viajero deseó poder abrir los ojos, movió la cabeza a un lado y al otro lentamente, sintiendo su cuello crujir y una sensación de mareo se apoderó de su mente tambaleando su estado consciente.
-Shh, no te muevas… - Comandó la voz y apoyó una mano pequeña y delicada sobre la mejilla del viajero. –Todavía estás débil… -
Solo un quejido escapó de sus labios secos y la mujer atrajo el paño húmedo a su boca aliviando el calor. Él frunció el ceño y se obligó a abrir los ojos… al principio éstos no querían obedecer, sus párpados se sentían pensados y haraganes, pero él quería ver… quería conocer a la mujer que le había salvado la vida… a la mujer que estaba cuidando de él con un cariño y afecto que jamás había sentido. Puso toda su escasa energía en esa acción, toda su voluntad en solo un movimiento, abrir los ojos…
Sus energías le concedieron un segundo de su ojo derecho, el cual captó la imagen de un mechón de cabello azul que enmarcaba el rostro juvenil de una doncella, pero solo eso… solo el cabello azul y la piel blanca como porcelana fue lo único que pudo ver antes que sus energías se acabaran y otra vez el sueño se apoderara de su conciencia…
Gajeel despertó con un ataque de tos. Sentía la garganta seca y el cuerpo transpirado. Se sentó en la cama y llevó una mano a su cuello tratando de calmar el ataque. Respiraba agitado, dando grandes bocanadas de aire, su tos sonaba rasposa y áspera.
-¿Gajeel? ¿Estás bien? – Escuchó que le preguntaban. Entre la tos, solo atinó a asentir con la cabeza. –Aquí tienes. Bebe un poco. –
El Dragon Slayer abrió los ojos sorprendido y la tos mermó. Tragó saliva trabajosamente, sintiendo un nudo grueso en su garganta. Su visión se enfocó en su compañera de cabello azul, quien con gentileza le extendía un vaso de agua. La miró detenidamente, entre asustado y desconcertado. Levy le devolvía la mirada confundida e inclinó la cabeza a un lado.
-¿Te sientes bien? –
Gajeel extendió su mano y tomó el vaso de agua con algo de brusquedad. El agua fresca calmó su dolor mientras se abría paso en su interior por su boca, faringe y pecho. Sus ojos rojos nunca apartados de la mirada curiosa de la chica mientras bebía el líquido que calmaba su sed.
-¿Gajeel? –
-Ya, ya – Gruño molesto, su vos sonando hosca, acompañando con un gesto despectivo de su mano. –Vuélvete a dormir, enana. –
-Pero, ¿Estás seguro que te encuentras bien? – Pregunto Levy preocupada inclinándose hacia él, sus ojos marrones fijos en las pupilas del Dragon Slayer.
-Si. ¿Es que nunca te ha dado tos? –
-Sí, pero… -
-Ya, vete a dormir. -
Levy frunció el ceño, pero accedió a la insistencia del mago. Gajeel notó que al haber ocupado la cama extra de la habitación, la chica estaba obligada a dormir junto a Lucy. Pensó en dejarla dormir en la cama y retirarse, pero eso significaba dejarlas solas…
El mago volvió a recostarse colocándose de lado con el rostro hacia sus compañeras de gremio.
-Lo lamento, enana… pero no voy a dejarte sola… No con Raven Tail suelto… -
CONTINUARÁ…
Ikhny Shy
Hola a todos! Gracias por llegar hasta aquí y leer mi historia nueva, espero les haya interesado este capítulo!
Espero sus comentarios y será hasta el próximo.
Ikhny
